AQUELLOS TIEMPOS (UN WESTERN SONORENSE)

PARA QUE VIAJEN EN EL TIEMPO... AHI LES DEJO ESTE RELATO

ASALTO A LA DILIGENCIA

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MaloBueno

por Gilberto Escobosa Gámez

Tuesday, 14 de October de 2008

El antiguo camino de Hermosillo a Guaymas tenía su salida por la Calle Peralta de Villa de Seris, pasando por el costado oeste de la Capilla de la Candelaria; más adelante tenía una pequeña inflexión a la derecha y se perdía en una vegetación escasa; era angosto para una sola rodada de carro; la mayor parte estaba constituido por tierra arenosa y en algunos tramos por tepetate molido a fuerza de recibir el impacto del tránsito diario de las diligencias y los carros. El Vado en el Río Sonora no se localizaba donde actualmente está el Puente Trébol, sino unos doscientos o trescientos metros al poniente. En la segunda mitad del siglo XIX había varias empresas de transportes de pasajeros y de carga, aunque, claro, al inaugurarse el Ferrocarril el 4 de noviembre de 1881 muchas desaparecieron en sus servicios a Guaymas y continuaron hacia muchas partes del Estado. Las diligencias con dos o tres troncos daban un servicio rápido; rápido si consideramos que eran épocas en que el tiempo tenía poca importancia: De doce a quince horas con una posta a la mitad del trayecto, de Hermosillo a Guaymas. Frecuentemente los filmes del llamado Viejo Oeste norteamericano nos hacen ver las diligencias del siglo antepasado y creemos que fueron originadas en ese país; pero no es así, puesto que cuando nuestros vecinos nos compraron esas tierras apuntándonos con un rifle en la sien, ya circulaban por allá los legendarios transportes de pasaje. Podemos afirmar que esos vehículos que después fabricaron los colonos de California, Arizona, Nuevo México y Tejas, imitaron el modelo español que continuamos usando en México después de la independencia. La antigua Villa del Pitic que desde el 5 de septiembre de 1828 adquirió por Decreto el rango de ciudad y el nombre de Hermosillo, contaba con servicios de diligencias para Ures, Baviácora, Aconchi, Banámichi y Arizpe, lo mismo que para Magdalena y Guaymas. Las salidas y las llegadas tenían un horario fijo y, para las épocas en que no había vehículos de motor ni ferrocarriles, aquéllas eran lo más cómodo para viajar. Claro está que existía el peligro de los asaltos de los bandidos, los yaquis o los apaches, aun cuando los hombres de la acordada (o fuerzas rurales) y del Ejército Nacional eran los encargados de vigilar los caminos, sobre todo el de Guaymas-Hermosillo-Ures-Arizpe. Uno de los propietarios hermosillenses de diligencias que efectuaba corridas para el norte y el sur, era el Sr. Serafín García, padre de siete muchachos de los cuales solamente uno era varón que en las fechas de este relato tenía veinticinco años de edad. A este joven desde muy tierna edad se le había entrenado en la conducción de esos vehículos; pues este oficio era considerado como muy honorable y en el desempeño de esta actividad se cubrían muy buenos salarios, ya que no solamente se necesitaba pericia en la conducción sino capacidad para atender a los caballos durante los viajes. Don Serafín estaba orgulloso de su hijo Andrés, porque varias ocasiones había demostrado su madurez frente a incidentes en el camino, como la vez en que uno de los pasajeros sufrió un síncope y en medio de la confusión de los compañeros de viaje el muchacho aceleró la marcha sin fatigar demasiado a los caballos salvándose el enfermo al ser llevado a un hospital en Guaymas. Y se comentó entre la gente pudiente que si el joven se hubiese puesto nervioso y obliga a correr demasiado a las bestias, éstas no hubieran soportado la carrera, costándole la vida al pasajero. En otra ocasión al ir el joven García de Hermosillo a Guaymas, le sorprendió una terrible tempestad originando que los caballos llenos de espanto emprendieran una vertiginosa carrera a campo traviesa sin obedecer al cochero, mientras los pasajeros asustados al máximo gritaban histéricos; sin embargo, Andrés, sin perder el control de sí mismo permaneció en el pescante hasta que logró a duras penas dominar la angustiosa situación. La lluvia fue tan intensa que bestias y personas hubieron de permanecer en el campo tres días incomunicados; y si no padecieron hambre fue porque el cochero cazó dos venados. Pero del frío y del temor no pudieron ser liberados por nadie. Muchas cosas buenas se hablaban del hijo de don Serafín: de su valor, de su integridad moral y de su pericia como cochero, lo cual hacía que el viejo ya estuviese haciendo planes para dejar el negocio en sus manos. Y por su parte el joven García afinaba proyectos para casarse con su novia guaymense. El jueves 15 de agosto de 1878, Andrés salió a la cuatro de la mañana con destino a Guaymas, llevando un pasajero y dos soldados. Ese día las Oficinas de Hacienda de Arizpe, Ures y Hermosillo enviaban un cofre al Puerto conteniendo $40,000.00 que en seguida habríase de mandar en barco a México, D. F., vía Manzanillo. El muchacho iba muy contento porque además de la importancia del viaje, era el día onomástico de su novia. Calculaba llegar al filo del mediodía y pensaba pasar la tarde al lado de la muchacha planeando la petición de mano. Sonreiría de gusto al ver mentalmente el rostro de la joven María que pronto llegaría a ser su mujer. ¡Ah, pero dicen los fatalistas que el hombre propone, Dios dispone y el diablo descompone! Quién sabe que tanto habrá de cierto en muchas frases como esa que inventaron los pesimistas. El caso es que a las siete de la mañana empezaba la cuenta regresiva del final trágico de ese viaje. Al cruzar un arroyo Andrés vio su reloj y se cercioró de que llevaba un retraso de veinte minutos y que ya debía estar en la estación de postas de “La Pintada”. Luego consideró que el nublado de ese día hizo que a su salida de Hermosillo estuviese la mañana obscura. De todas maneras, el retraso no tenía la menor importancia, porque los caballos se fatigarían menos. Ensimismado iba, pues, el joven García, con sus reflexiones, cuando al llegar a un recodo vio que un mezquite caído obstruía el paso. Con la agilidad que dan los reflejos de la gente joven, el muchacho detuvo la marcha con todo lo que tenía: Las riendas y el freno de palanca; y luego, intuyendo que aquello eran un asalto, cogió su cartuchera, su carabina .44 Winchester y saltó de su asiento para refugiarse detrás de un tocón, como a sesenta metros del lugar donde dejó la diligencia con los caballos encabritados y relinchando. Al rato los guardianes luchaban por sus vidas, inútilmente, porque pronto fueron abatidos. El pasajero permaneció oculto dentro del vehículo. Andrés pensó que si era descubierto sería asesinado, lo mismo que él si lograban localizarle. Entonces fue cuando tomó la decisión de no huir: Si la vida de ese hombre dependía de su actitud, haría cualquier cosa por salvarle. Pronto el joven notó que habían descubierto su refugio y sin dejar de disparar cambió de lugar; se posesionó de un sitio más alto del que ocupaban los forajidos; él los podía ver a ellos, mas ellos ignoraban de momento donde estaba. Es normal que un hombre sienta miedo frente a un peligro, y no por ello es un cobarde. La cobardía consiste en dejarse dominar por el temor, por eso alguien ha dicho que el valor estriba en saber reprimir el miedo. Así, el joven cochero hacía esfuerzos por no dejarse dominar por el pánico, para auxiliar a su pasajero. El conocía perfectamente el terreno que pisaba, en cambio los bandidos, supuso, eran gente del sur de la República. Tenía esa ventaja para poder salvarse. Así cavilaba el hijo de don Serafín, cuando vio que uno de los asaltantes caminaba a paso lento, como lo hacen los soldados cuando tratan de localizar a un francotirador. Pensó que debía permanecer quieto y silencioso, porque si disparaba, pronto tendría a toda la caterva sobre él. El tipo avanzaba, avanzaba con lentitud; pero llegó un momento en que ambos estuvieron a una distancia de diez metros; pronto sería localizado y abatido si no actuaba con rapidez. Por ello, casi en el mismo instante en que bajó y subió la palanca de su carabina para montar cartucho, disparó sin apuntar y antes de que el hombre cayera muerto había recibido un segundo impacto en el pecho. Como lo pensó el joven García, al disparar fue descubierta su posición y aparentemente quedó a merced de sus enemigos; empero, otro tipo que venía detrás del hombre caído se puso erecto para hacer fuego y en ese mismo momento cayó para no levantarse más. Enseguida el muchacho se cercioró de que ya no era buena su posición porque le atacaban por todos lados y momentáneamente se creyó perdido y sintió un infinito desamparo. En esa temporada las lluvias habían sido abundantes, por lo que el pasto estaba muy crecido y difícilmente podía detectar a sus enemigos que avanzaban reptando. En los momentos de peligro la mente humana trabaja muy activa. Andrés sentía pena por su madre, por el dolor que sufriría cuando llegasen a casa con el cuerpo exánime de su hijo. Pensó en su padre a quien nunca había visto llorar… ¿Lloraría cuando supiese que ya no tenía un hijo que le ayudara en la administración del negocio? ¡Y sus hermanas! ¡Pobres muchachas que le adoraban por ser el único hermano varón! Luego pensó en María, su novia desde la infancia cuando ella vivía con sus padres en Hermosillo ¿Se casaría con otro? Sintió rabia con sólo pensarlo. Cronos marca sus segundos al paso que avanza y muere la luz del día, mas en la mente del hombre angustiado tiene la semejanza de siglos. El muchacho recordó su niñez cuando con sus amiguitos y vecinos se bañaba en la acequia que cruzaba el patio de su casa; vio mentalmente la casa donde nació y vivía todavía, con sus cuatro naranjos en la acera, el amplio cobertizo que servía de techo a los caballos, y a un lado el lugar donde se guardaban y se reparaban las diligencias. Seguramente, cuando un hombre ve tan cerca la muerte, su mente se desquicia un poco. Andrés empezó a ver, como si realmente estuviese sucediendo, la calle donde estaba su casa, llena de gente de caras amigas que venían a darle el adiós postrero antes de que en una carroza negra le llevasen al camposanto. Empezó a rezar todo lo que su madre le había enseñado; se sentía resignado a morir; sintió cansancio: El excesivo temor causa fatiga… ¡Pero volvió a recordar a su pasajero, oculto en la diligencia! ¡No podía, no debía abandonarle! Luego se escuchó a si mismo lanzar un grito de rebeldía y renació en él el coraje…Entonces, rápido como un relámpago, cubriéndose con la maleza cambió de lugar, no sin antes sorprender a uno de los bandidos que se encontraba cerca, abatiéndole con el cañón de la carabina. “Otro menos”, pensó. Desgraciadamente en ese momento una bala le hirió en la pierna derecha y se dio cuenta de que la hemorragia era muy intensa. Se sintió desfallecer y pensó: “Ahora sí, parece que estoy perdido; ojalá que mi pasajero me perdone”. En los grandes dolores físicos, la piedad llega convertida en inconsciencia. Por ello el joven García cayó en ese sueño profundo que a veces precede a la muerte; sin embargo logró escuchar gritos, trote de caballos y disparos. Después, nada. El reloj marca las horas y el calendario los días. El tiempo transcurre y a veces ignoramos su paso inexorable… Así sucedió a Andrés, el joven García. Cuando abrió los ojos se vio rodeado por sus padres y sus hermanas; luego llegó el doctor y confirmó su diagnóstico anterior: La fiebre va cediendo. Después de escuchar el llanto de alegría de su madre y sus hermanas, vio que su padre musitaba algo hacia el cielo. Lo primero que se le ocurrió preguntar fue: “¿Qué horas son?” Y escuchó la respuesta de don Serafín: “Las cuatro de la tarde del 24 de agosto”. “¿Del 24 de agosto?” exclamó. Después escuchó que su progenitor le informaba que nueve días permaneció inconsciente y que hubo muchas ocasiones en que el médico estuvo esperando su deceso. Ese día en la noche, Andrés recibió la visita del capitán Leonardo Arvizu, de quien se enteró de la forma en que se salvó: El día que salió en la diligencia con los fondos federales para entregarse en Guaymas, el gobernador Vicente Mariscal quedó muy preocupado al saber que solamente dos soldados custodiaban el envío, e inmediatamente dispuso que salieran diez dragones a alcanzar el vehículo y acompañarlo hasta Guaymas, y el alcance sucedió cuando el muchacho luchaba por su vida. También esa noche le visitó el pasajero que salvó la vida gracias a la abnegación de su cochero, llevándole como obsequio un reloj de oro; el gobernador en persona estuvo a felicitarle porque el retraso que ocasionó a los bandidos en apoderarse del cofre, impidió que se llevasen el dinero. “Y a propósito”, díjole don Vicente Mariscal, “Los únicos tres bandidos que salieron vivos de la pelea contigo y después con los soldados, los tenemos bien guardados”. El joven García estaba muy confuso por lo que había hecho y por todas esas personas tan importantes que iban a felicitarle. Pero olvidó todo cuando al voltear hacia un lado de la cabecera vio a su novia que radiante de felicidad le acariciaba con la mirada. Sólo pudo decirle él, embargado por la emoción: “Por ti, por mis padres y por mis hermanas, he vuelto a la vida. Sé que una fuerza extraña que no conozco, pero que la siento, me ha ayudado porque quiere que nos casemos y seamos felices”. Después se abrazaron tiernamente un joven que era un modelo de hombre y una muchacha que pronto el amor convertiría en mujer, para cumplir con el precepto bíblico.

dethector me gustaria saber de donde sacas estas historias ya que me gustan leerlas.

saludos.

hace mucho que yo la leí en algún libro de historia y la busqué aquí en internet para postearla en el foro. Al primer intento la encontré y ahi está que la disfruten. A mí en lo particular si me transporta en el tiempo y también me gustan mucho los western.

Para leerla me puse las botas y el sombrero, me hice un café y me lo tomé con unas empanadas de calabaza que me trajo a vender una tía, aaaahhhh que ricas ¡¡ como las que me hacía mi nana allá en Sahuaripa y también me las comía con café recién hecho en la hornilla de fierro atizada con leña y leche ordeñada directamente de la vaca al café...
que tiempos aquellos....
este café con leche recién ordeñada todavía lo hacemos en Opodepe en semana santa o en diciembre.

oye y no sacaste una canana para liar un cigarrillo? eso fue lo que te falto poner, me imagino que tambien te pusiste tus pistolas o no? deperdida de esas que vendes en tu changarro de las que avientan agua, jejejejeje.

saludos.

Pachito, si vieras el mosquete que puse al lado también lo vas a querer. Perteneció a los Yaquis.
Es de esos que le ponian pólvora por el cañón, introducias la bola de plomo, luego un trapito empujado con una varilla para que no se regresara el plomito, llevaba también un detonador ( no se como se llamaba ). ES hechizo, está hecho muy burdamente y ya no funciona porque ciertas partes móviles están oxidadas y pegadas.
Luego te platico como lo conseguí.

¿Cuántas almas mataron con él ? no lo sé pero debe de haberse usado en las batallas cuando andaban alzados.

saludos

Que tal amigo DEThector:
Gracias por esta historia, muy buena en verdad, con un buen sazon por decirlo asi, muy muy sonorense.
Saludos para todos los compañeros buscadores.
Alejandro ( GRUPO 11 RIOS )

Dethector y el riflito esta en venta?


$$$aludo$$$$$$.

dethector si tienes chance sube la imagen del riflito sale, para conocerlo.

saludos.

PACHITO, NO CREO QUE EL COMPAÑERO DETHECTOR TE VENDA EL MOSQUETE, PERO ES PROBABLE QUE TE LO INTERCAMBIE SI LOCALIZAS UNA MONEDA DEL PITIC, O COMO LA VEZ HECTOR, TE ANIMAS?

ni tardo , ni perezoso jeje

SALUDOS Y BENDICIONES DETHECTOR SIN DUDA ALGUNA LAS HISTORIAS MARCAN DE UNA Y DE OTRA MANERA NUESTAS VIDAS Y MAS LAS QUE VIVIMOS EN CARNE PROPIA,,,,,,

UNA FELICITACION Y ESTAMOS EN CONTACTO,,,,,

FELIZ NAVIDAD Y PRSPERO AÑO 2010,,,,,

ASI ES HAY CIRCUNSTANCIAS ,OLORES SABORES
QUE NOS TRANSPORTAN A PASADOS NOSTALGICOS BELLOS Y SUBLIMES CON TOQUES DE ETERNIDAD ESA ES LA VIDA SOLO MOMENTOS FUGACES.

EL CAFECITO FRENTE A LA CHIMENEA LAS EMPANADAS DE CALABAZA. ETC.
ESO ES VIVIR Y LAS PLATICAS CON LOS VIEJOS DE HISTORIAS DE TESOROS Y FANTASMAS..

YO AMO ESTA AFICION Y LA DISFRUTO CON TODOS UDS.

ING DE MINAS

nando creo que ya me amole jejejeje, de donde sacare una moneda de esas , la que me interesa es la moneda de guaymas que se encontro hector, el mosquete se lo dejo a hugo, veremos a ver que dice hector.

un cordial saludo ya estamos viendo la posible manera para poder juntarnos.