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HISTORIA DE VIDA: Vivencias de Justo Palma un viejo buscador de oro.
Jue 08 Ago 2013, 2:16 pm
Estimados compañeros,
les comparto una historia muy interesante sobre las vivencias de Justo Palma un viejo buscador de oro.
Saludos!
pd. Anexo la dirección de la fuente
http://old.clarin.com/diario/2001/01/28/s-04001.htm
HISTORIA DE VIDA: JUSTO PALMA LLEVA 40 AÑOS LAVANDO METALES EN LOS RIOS HELADOS DE LA CORDILLERA DE CHUBUT
La ruta de un viejo buscador de oro
Vende todo lo que encuentra para poder comer
[*] Da cursos y dice que la clave es tener mucha paciencia
[*]
Por CARLOS GUAJARDO. Enviado especial a Cholila, Chubut
Justo Palma mira una montaña y asegura: "En ese cañadón hay oro". Es díficil que se equivoque después de andar 40 años con pala y pico buscando oro por los ríos de montaña en la cordillera de Chubut. Justo tiene las manos arrugadas y los huesos húmedos de tanta agua y tanto frío. También tiene los bolsillos vacíos aunque a veces los llenó del oro que salió a buscar. "Yo no me entrego, sigo buscando oro, no dinero. Aunque a veces me duele un poco la cintura, le voy a dar para adelante".
Tiene 56 años y 9 hijos. Vive en Epuyén, en una casa de madera y chapa de donde sale todos los días a buscar el oro para poder comer. Justo también hace docencia: da cursos para quienes desean ini ciarse en la aventura. "Tuve más de 100 alumnos. Mucha gente pobre como yo que aprendió rápido y ya anda lavando oro para ganarse la vida. A veces llevo a turistas que quieren vivir su experiencia".
Sin temor a equivocarse, el hombre le dice a Clarín que "aquí, en la cordillera, hay mucho metal. Hay que buscarlo con paciencia" y menciona a las localidades de Epuyén, Cholila y Cushamen como las que tienen mayor cantidad en los lechos de los ríos que las surcan.
Seguir a Justo Palma no es fácil. Recorre siete kilómetros en camioneta por un viejo camino de ripio y después 2 kilómetros más a pie para llegar al Arroyo Las Cataratas, uno de los cuatro que están dentro de la estancia "Los Murmullos", ubicada a 6 kilómetros de la zona urbana de Cholila.
El lunes pasado, cuando habló con Clarín, lo acompañó uno de sus alumnos, don Gibbon y su familia. Todos compartieron las emociones de la búsqueda durante horas con un resultado pobre: apenas unos gramos de oro en polvo o "chispitas", como las llama Justo.
"Es puro azar. Aquí hay oro pero para encontrar pepitas hay que seguir río arriba", cuenta. Con los pies en el agua, Justo lava con su plato decenas de veces materiales que juntó de la orilla y que fue descartando con absoluta paciencia.
Las pepitas no son difíciles de encontrar. Si la suerte acompaña, se puede realizar una buena cosecha. Justo Palma recuerda que la de mayor tamaño que encontró pesaba 16 gramos. Y que la vendió a 160 pesos. "Tenía unos 3 centímetros de diámetro. Era muy bonita y brillante".
La experiencia dice que, generalmente, las pepitas se encuentran debajo de las rocas donde quedan mezcladas con arena y tierra después de ser arrastradas por el agua. También se sabe que nunca hay que buscar oro donde hay arcilla. "Se pega y es muy difícil sacarlo".
Un lavador de oro necesita algunos elementos básicos como el plato y la canoba. Esta última es como un terraplén construído en chapa. Tiene más de un metro de largo y allí el lavador coloca varias paladas de piedra y arena que recoge del lecho del río. El torrente de agua descartará de la canoba las piedras y el material pesado. El resto será lo que el lavador colocará en el plato para hacer el descarte final.
Una barreta de hierro para mover rocas, palas de punta, pinzas y botas completan el equipaje. "Ya no llevo botas, en zapatillas estoy mas cómodo" dice Justo metido en el agua: la temperatura no supera los dos grados. "Un rato aquí adentro y uno se acostumbra. No siente ni el agua ni los pies", asegura sonriendo.
Por la ruta del oro ya deambulan varios de sus discípulos. "Para mi es una satisfacción. Yo les enseño, no soy egoísta. No quiero todo el oro para mí" dice, aunque reconoce que "en Epuyén tengo lugares secretos donde hay muchas pepas, aunque hay que trabajar todo el día para sacarlas".
Un buscador —afirma— llega a estar hasta 12 horas dentro del agua. Y aunque a veces los ingresos en dinero son buenos no les alcanza. "Lo que ocurre es que el trabajo se puede realizar solamente en verano. Es imposible hacerlo en otras estaciones, por el frío. En definitiva, nosotros somos como las abejas, porque nos comemos en el invierno lo que juntamos en el verano".
Los principales compradores de pepitas son los turistas extranjeros. "Ellos pagan mejor, reconocen el trabajo artesanal".
Las pepas se venden en las ferias de artesanías porque tienen más valor como pieza que por el peso. En las joyerías el precio varía. Hoy está bajo: a 10 pesos el gramo.
"Yo lo he vendido a 30 pesos. Pero eso era en otra época. En realidad uno nunca sabe cuánto sacará por gramo". El hombre recuerda que una vez le vendió dos pepitas a un escultor. Y que las pepitas se convirtieron en los ojos de una estatua.
El oro que sacan los lavadores es de 24 kilates (máxima pureza). Pero también hay oro 18. Justo recomienda "no lavar nunca en la correntada, buscar los lugares más tranquilos de los ríos y no lavar en ríos muy caudalosos porque el agua se lleva el oro fino". También dice que "para saber si hay oro hay que conocer ciertos secretos de las rocas de las montañas. Algunos colores nos muestran el oro que hay adentro".
Partió de su Chile natal conociendo estos secretos. Un "tal Carrasco" fue su maestro a principios de la década del 60. Primero Lago Puelo y después Epuyén fueron sus únicos hogares cordilleranos. A esta altura de su vida, Justo Palma sabe que su destino y sus ilusiones están al pie de las montaña, junto a los ríos.
Y también sabe más que nadie que no todo lo que reluce es oro.
[*]:roma:
les comparto una historia muy interesante sobre las vivencias de Justo Palma un viejo buscador de oro.
Saludos!
pd. Anexo la dirección de la fuente
http://old.clarin.com/diario/2001/01/28/s-04001.htm
HISTORIA DE VIDA: JUSTO PALMA LLEVA 40 AÑOS LAVANDO METALES EN LOS RIOS HELADOS DE LA CORDILLERA DE CHUBUT
La ruta de un viejo buscador de oro
Vende todo lo que encuentra para poder comer
[*] Da cursos y dice que la clave es tener mucha paciencia
[*]
Por CARLOS GUAJARDO. Enviado especial a Cholila, Chubut
Justo Palma mira una montaña y asegura: "En ese cañadón hay oro". Es díficil que se equivoque después de andar 40 años con pala y pico buscando oro por los ríos de montaña en la cordillera de Chubut. Justo tiene las manos arrugadas y los huesos húmedos de tanta agua y tanto frío. También tiene los bolsillos vacíos aunque a veces los llenó del oro que salió a buscar. "Yo no me entrego, sigo buscando oro, no dinero. Aunque a veces me duele un poco la cintura, le voy a dar para adelante".
Tiene 56 años y 9 hijos. Vive en Epuyén, en una casa de madera y chapa de donde sale todos los días a buscar el oro para poder comer. Justo también hace docencia: da cursos para quienes desean ini ciarse en la aventura. "Tuve más de 100 alumnos. Mucha gente pobre como yo que aprendió rápido y ya anda lavando oro para ganarse la vida. A veces llevo a turistas que quieren vivir su experiencia".
Sin temor a equivocarse, el hombre le dice a Clarín que "aquí, en la cordillera, hay mucho metal. Hay que buscarlo con paciencia" y menciona a las localidades de Epuyén, Cholila y Cushamen como las que tienen mayor cantidad en los lechos de los ríos que las surcan.
Seguir a Justo Palma no es fácil. Recorre siete kilómetros en camioneta por un viejo camino de ripio y después 2 kilómetros más a pie para llegar al Arroyo Las Cataratas, uno de los cuatro que están dentro de la estancia "Los Murmullos", ubicada a 6 kilómetros de la zona urbana de Cholila.
El lunes pasado, cuando habló con Clarín, lo acompañó uno de sus alumnos, don Gibbon y su familia. Todos compartieron las emociones de la búsqueda durante horas con un resultado pobre: apenas unos gramos de oro en polvo o "chispitas", como las llama Justo.
"Es puro azar. Aquí hay oro pero para encontrar pepitas hay que seguir río arriba", cuenta. Con los pies en el agua, Justo lava con su plato decenas de veces materiales que juntó de la orilla y que fue descartando con absoluta paciencia.
Las pepitas no son difíciles de encontrar. Si la suerte acompaña, se puede realizar una buena cosecha. Justo Palma recuerda que la de mayor tamaño que encontró pesaba 16 gramos. Y que la vendió a 160 pesos. "Tenía unos 3 centímetros de diámetro. Era muy bonita y brillante".
La experiencia dice que, generalmente, las pepitas se encuentran debajo de las rocas donde quedan mezcladas con arena y tierra después de ser arrastradas por el agua. También se sabe que nunca hay que buscar oro donde hay arcilla. "Se pega y es muy difícil sacarlo".
Un lavador de oro necesita algunos elementos básicos como el plato y la canoba. Esta última es como un terraplén construído en chapa. Tiene más de un metro de largo y allí el lavador coloca varias paladas de piedra y arena que recoge del lecho del río. El torrente de agua descartará de la canoba las piedras y el material pesado. El resto será lo que el lavador colocará en el plato para hacer el descarte final.
Una barreta de hierro para mover rocas, palas de punta, pinzas y botas completan el equipaje. "Ya no llevo botas, en zapatillas estoy mas cómodo" dice Justo metido en el agua: la temperatura no supera los dos grados. "Un rato aquí adentro y uno se acostumbra. No siente ni el agua ni los pies", asegura sonriendo.
Por la ruta del oro ya deambulan varios de sus discípulos. "Para mi es una satisfacción. Yo les enseño, no soy egoísta. No quiero todo el oro para mí" dice, aunque reconoce que "en Epuyén tengo lugares secretos donde hay muchas pepas, aunque hay que trabajar todo el día para sacarlas".
Un buscador —afirma— llega a estar hasta 12 horas dentro del agua. Y aunque a veces los ingresos en dinero son buenos no les alcanza. "Lo que ocurre es que el trabajo se puede realizar solamente en verano. Es imposible hacerlo en otras estaciones, por el frío. En definitiva, nosotros somos como las abejas, porque nos comemos en el invierno lo que juntamos en el verano".
Los principales compradores de pepitas son los turistas extranjeros. "Ellos pagan mejor, reconocen el trabajo artesanal".
Las pepas se venden en las ferias de artesanías porque tienen más valor como pieza que por el peso. En las joyerías el precio varía. Hoy está bajo: a 10 pesos el gramo.
"Yo lo he vendido a 30 pesos. Pero eso era en otra época. En realidad uno nunca sabe cuánto sacará por gramo". El hombre recuerda que una vez le vendió dos pepitas a un escultor. Y que las pepitas se convirtieron en los ojos de una estatua.
El oro que sacan los lavadores es de 24 kilates (máxima pureza). Pero también hay oro 18. Justo recomienda "no lavar nunca en la correntada, buscar los lugares más tranquilos de los ríos y no lavar en ríos muy caudalosos porque el agua se lleva el oro fino". También dice que "para saber si hay oro hay que conocer ciertos secretos de las rocas de las montañas. Algunos colores nos muestran el oro que hay adentro".
Partió de su Chile natal conociendo estos secretos. Un "tal Carrasco" fue su maestro a principios de la década del 60. Primero Lago Puelo y después Epuyén fueron sus únicos hogares cordilleranos. A esta altura de su vida, Justo Palma sabe que su destino y sus ilusiones están al pie de las montaña, junto a los ríos.
Y también sabe más que nadie que no todo lo que reluce es oro.
[*]:roma:
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Re: HISTORIA DE VIDA: Vivencias de Justo Palma un viejo buscador de oro.
Dom 11 Ago 2013, 10:46 am
aaaaah, con estas historias sabe mejor el cafe
Gracias por compartirla
Gracias por compartirla
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