- Pedro CantúAdmin
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Un tesoro que sobrevive a la historia
Mar 23 Jun 2009, 12:48 pm
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Un tesoro que sobrevive a la historia
El antiguo puerto de Cobija recibía gran parte de la carga boliviana y allí esperaban a las carretas con oro y plata, que en algún lugar del recorrido se extraviaron.
Manuel Cortés G.
Los buscadores de las carretas de plata y oro, entre quienes se incluyen investigadores universitarios, venidos de todo el país, han hallado en el sector de Cerro Negro, Monte Cristo, Quetena y Quebrada Honda, vestigios de una carreta, también restos que podrían ser de los mulares. Carretas con plata están enterradas desde el 23 de marzo de 1879.
Cada año, con motivo del aniversario de la gesta de Topáter, revive el recuerdo de una historia real que no ha tenido su epílogo, pese al desarrollo tecnológico que en la actualidad permiten descubrir vetas minerales y substancias metálicas sin necesidad de penetrar la superficie terrestre ni agredir a la Pachamama.
A lo largo del tiempo inversiones y esfuerzos de buscadores de tesoros se han consumido sin resultado y pasan los aniversarios de Calama y las carretas continúan sepultas y protegidas por el desierto.
La noticia vino de Bolivia. La Quebrada Honda, detrás del Cerro de La Cruz, empezó a llenarse de gente. Hombres provistos de herramientas excavadoras recorrían todas las distancias para llegar hasta allí, porque en algún punto había un tesoro escondido.
Seis, cinco cuatro o por lo menos tres carretas cargadas con oro y plata estaban enterradas. Comenzaba el segundo semestre de 1879 y ya era recuerdo lo ocurrido en Topáter, el primer hecho cruento de la Guerra del Pacífico que permitió la incorporación de Calama al territorio chileno.
Calama era paso obligado hacia el puerto de Cobija. Y entre tanta carga que pasaba se incluía la de oro y plata. La tradición más repetida se refiere a tres carretas.
El comienzo
Los carreteros habían llegado a Calama, luego de descansar en la Quebrada del Yeso, hacia el sur del actual camino al poblado de Ayquina. En la noche del 22 de marzo durmieron en las cercanías del sector de Piedras Planas, a pocos metros del río Loa, muy próximo al sitio donde hoy está el puente ferroviario. Allí había una posada o tambo para el descanso de hombres y animales. El dueño de la posada también reparaba las carretas y herraba el ganado. Por lo menos en ese tambo nadie imaginaba lo que pasaría el 23 de Marzo. Los hombres se turnaban para cuidar las carretas.
Y llegó el 23 de marzo.
Los carreteros no se animaban ni a respirar cuando los soldados bolivianos y chilenos se daban con todo en Topáter, luego de sobrepasar el vado Carvajal (Carbajal).
A la posada llegaron las noticias y, los carreteros decidieron intentar el viaje a Cobija contra viento y marea, pero convencidos, aunque con recelo porque sabían que cometían el delito de contrabando.
Desbocadura
Al anochecer del 23 de marzo emprendieron la marcha, pero, a la altura de Chunchuri hallaron a soldados chilenos que controlaban el paso de toda persona y carga. Esto es porque en Cobija se hallaría a la jira un velero argentino preparado para llevar cargamento especial. Los carreteros eludieron a los vigilantes y tomaron rumbo al norte cargados hacia el poniente con la esperanza de alcanzar el cerro de Monte Cristo, para irse a la costa, pero, al sospechar que encontrarían otras patrullas decidieron buscar una salida por Quetena. De ese modo, llegaron a la Quebrada Lo Barrera.
Para todos esos movimientos, debieron exigir a los animales al extremo que se desbocaron y sólo se detuvieron ante el obstáculo que le ofrecían la topografía y la obscuridad nocturna.
Pernoctaron varios días en el lugar. Mientras tanto en Bolivia desconocían qué había pasado con las carretas y las tuvieron por perdidas. Los propios contrabandistas se encargaban de inventar cuentos sobre el tema con el fin de convencer a sus paisanos que la carga ya no la tenían en su poder. La falta de forraje les obligó a sacrificar los animales. Degollaron a las mulas de tiro y las de refresco y con la ayuda de otros individuos que llegaron al sector, enterraron las carretas junto a los cuerpos de los animales. Las cabezas las sepultaron aparte, para confundir a los buscadores.
Llegó junio y con él los bolivianos que querían recuperar el tesoro. Así estaban poblando el poniente de Calama. Hubo riñas, pendencias, en las que probablemente cayeron los carreteros. Pero, hubo muchos otros que se congregaron en Quebrada Honda y en el Cerro de La Cruz. La unión hace la fuerza, dijeron, y ensayaron insurrecciones que fueron sofocadas por los soldados chilenos. Se fueron.
Búsqueda permanente
El año 1901 con el que comenzó el Siglo XX fue pródigo en historias, historietas y cuentos. El oro y la plata de Calama se hicieron leyenda hasta con título:"El Misterio de las Carretas de Plata". Como consecuencia, Calama se convirtió en atractivo. Aventureros chilenos y de otras nacionalidades recorrieron su superficie en busca de las barras doradas y argentinas. Hasta hoy, en este momento que usted lee, no se ha sabido de nadie que haya tenido éxito.
Pero, en torno a la búsqueda se han tejido leyendas como la de las Puertas de Fierro
Sesenta y seis años
En 1945, un oriental quien llamaba la atención porque gastaba dinero a manos llenas, luego de vender pepitas de oro. El Chinito, como lo identificaban, fue asesinado despiadadamente sin que hasta ahora se haya conocido a los asesinos.
Los autores del homicidio creían que el oriental había descubierto una mina de oro y al tratar de hacerlo hablar para que les informara sobre su derrotero lo torturaron hasta darle muerte.
Los buscadores de las carretas de plata y oro, entre quienes se incluyen investigadores universitarios, venidos de todo el país, han hallado en el sector de Cerro Negro, Monte Cristo, Quetena y Quebrada Honda, vestigios de una carreta, también restos que podrían ser de los mulares. La fiebre por la búsqueda de ese tesoro decayó hace treinta años, cuando Calama empezó a crecer en extensión y número de habitantes. Rara vez se ve algún calameño por el sector en busca de oro y plata.
Pero, los investigadores han concluido que el Chinito de las pepitas de oro que vendía en Calama, halló una de las carretas de plata. Que se dejó el oro y vendió la plata a unos europeos. El dinero lo cambiaba en la Caja de Ahorros que estaba en la calle Sotomayor.
Es decir, nunca hubo una mina de oro como creyeron los individuos que lo torturaron para les dijera la ubicación de su derrotero. El chinito guardó silencio hasta morir. Es decir, tampoco se supo si había hallado alguna carga de las carretas de plata.
El misterio sigue hasta hoy y con motivo del próximo aniversario de Calama, la historia salta entre los recuerdos y sirve para animar los brindis en la fiesta del 23 de marzo y del resto del mes.
Publicado en:
El Mercurio de Calama
Abaroa 2051, Calama, Chile
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Un tesoro que sobrevive a la historia
El antiguo puerto de Cobija recibía gran parte de la carga boliviana y allí esperaban a las carretas con oro y plata, que en algún lugar del recorrido se extraviaron.
Manuel Cortés G.
Los buscadores de las carretas de plata y oro, entre quienes se incluyen investigadores universitarios, venidos de todo el país, han hallado en el sector de Cerro Negro, Monte Cristo, Quetena y Quebrada Honda, vestigios de una carreta, también restos que podrían ser de los mulares. Carretas con plata están enterradas desde el 23 de marzo de 1879.
Cada año, con motivo del aniversario de la gesta de Topáter, revive el recuerdo de una historia real que no ha tenido su epílogo, pese al desarrollo tecnológico que en la actualidad permiten descubrir vetas minerales y substancias metálicas sin necesidad de penetrar la superficie terrestre ni agredir a la Pachamama.
A lo largo del tiempo inversiones y esfuerzos de buscadores de tesoros se han consumido sin resultado y pasan los aniversarios de Calama y las carretas continúan sepultas y protegidas por el desierto.
La noticia vino de Bolivia. La Quebrada Honda, detrás del Cerro de La Cruz, empezó a llenarse de gente. Hombres provistos de herramientas excavadoras recorrían todas las distancias para llegar hasta allí, porque en algún punto había un tesoro escondido.
Seis, cinco cuatro o por lo menos tres carretas cargadas con oro y plata estaban enterradas. Comenzaba el segundo semestre de 1879 y ya era recuerdo lo ocurrido en Topáter, el primer hecho cruento de la Guerra del Pacífico que permitió la incorporación de Calama al territorio chileno.
Calama era paso obligado hacia el puerto de Cobija. Y entre tanta carga que pasaba se incluía la de oro y plata. La tradición más repetida se refiere a tres carretas.
El comienzo
Los carreteros habían llegado a Calama, luego de descansar en la Quebrada del Yeso, hacia el sur del actual camino al poblado de Ayquina. En la noche del 22 de marzo durmieron en las cercanías del sector de Piedras Planas, a pocos metros del río Loa, muy próximo al sitio donde hoy está el puente ferroviario. Allí había una posada o tambo para el descanso de hombres y animales. El dueño de la posada también reparaba las carretas y herraba el ganado. Por lo menos en ese tambo nadie imaginaba lo que pasaría el 23 de Marzo. Los hombres se turnaban para cuidar las carretas.
Y llegó el 23 de marzo.
Los carreteros no se animaban ni a respirar cuando los soldados bolivianos y chilenos se daban con todo en Topáter, luego de sobrepasar el vado Carvajal (Carbajal).
A la posada llegaron las noticias y, los carreteros decidieron intentar el viaje a Cobija contra viento y marea, pero convencidos, aunque con recelo porque sabían que cometían el delito de contrabando.
Desbocadura
Al anochecer del 23 de marzo emprendieron la marcha, pero, a la altura de Chunchuri hallaron a soldados chilenos que controlaban el paso de toda persona y carga. Esto es porque en Cobija se hallaría a la jira un velero argentino preparado para llevar cargamento especial. Los carreteros eludieron a los vigilantes y tomaron rumbo al norte cargados hacia el poniente con la esperanza de alcanzar el cerro de Monte Cristo, para irse a la costa, pero, al sospechar que encontrarían otras patrullas decidieron buscar una salida por Quetena. De ese modo, llegaron a la Quebrada Lo Barrera.
Para todos esos movimientos, debieron exigir a los animales al extremo que se desbocaron y sólo se detuvieron ante el obstáculo que le ofrecían la topografía y la obscuridad nocturna.
Pernoctaron varios días en el lugar. Mientras tanto en Bolivia desconocían qué había pasado con las carretas y las tuvieron por perdidas. Los propios contrabandistas se encargaban de inventar cuentos sobre el tema con el fin de convencer a sus paisanos que la carga ya no la tenían en su poder. La falta de forraje les obligó a sacrificar los animales. Degollaron a las mulas de tiro y las de refresco y con la ayuda de otros individuos que llegaron al sector, enterraron las carretas junto a los cuerpos de los animales. Las cabezas las sepultaron aparte, para confundir a los buscadores.
Llegó junio y con él los bolivianos que querían recuperar el tesoro. Así estaban poblando el poniente de Calama. Hubo riñas, pendencias, en las que probablemente cayeron los carreteros. Pero, hubo muchos otros que se congregaron en Quebrada Honda y en el Cerro de La Cruz. La unión hace la fuerza, dijeron, y ensayaron insurrecciones que fueron sofocadas por los soldados chilenos. Se fueron.
Búsqueda permanente
El año 1901 con el que comenzó el Siglo XX fue pródigo en historias, historietas y cuentos. El oro y la plata de Calama se hicieron leyenda hasta con título:"El Misterio de las Carretas de Plata". Como consecuencia, Calama se convirtió en atractivo. Aventureros chilenos y de otras nacionalidades recorrieron su superficie en busca de las barras doradas y argentinas. Hasta hoy, en este momento que usted lee, no se ha sabido de nadie que haya tenido éxito.
Pero, en torno a la búsqueda se han tejido leyendas como la de las Puertas de Fierro
Sesenta y seis años
En 1945, un oriental quien llamaba la atención porque gastaba dinero a manos llenas, luego de vender pepitas de oro. El Chinito, como lo identificaban, fue asesinado despiadadamente sin que hasta ahora se haya conocido a los asesinos.
Los autores del homicidio creían que el oriental había descubierto una mina de oro y al tratar de hacerlo hablar para que les informara sobre su derrotero lo torturaron hasta darle muerte.
Los buscadores de las carretas de plata y oro, entre quienes se incluyen investigadores universitarios, venidos de todo el país, han hallado en el sector de Cerro Negro, Monte Cristo, Quetena y Quebrada Honda, vestigios de una carreta, también restos que podrían ser de los mulares. La fiebre por la búsqueda de ese tesoro decayó hace treinta años, cuando Calama empezó a crecer en extensión y número de habitantes. Rara vez se ve algún calameño por el sector en busca de oro y plata.
Pero, los investigadores han concluido que el Chinito de las pepitas de oro que vendía en Calama, halló una de las carretas de plata. Que se dejó el oro y vendió la plata a unos europeos. El dinero lo cambiaba en la Caja de Ahorros que estaba en la calle Sotomayor.
Es decir, nunca hubo una mina de oro como creyeron los individuos que lo torturaron para les dijera la ubicación de su derrotero. El chinito guardó silencio hasta morir. Es decir, tampoco se supo si había hallado alguna carga de las carretas de plata.
El misterio sigue hasta hoy y con motivo del próximo aniversario de Calama, la historia salta entre los recuerdos y sirve para animar los brindis en la fiesta del 23 de marzo y del resto del mes.
Publicado en:
El Mercurio de Calama
Abaroa 2051, Calama, Chile
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