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Oro en Alaska
Lun 18 Feb 2008, 9:47 am
La nieve todavía llega a la altura de la rodilla a lo largo de la orilla del arroyo Crow, donde los hombres se meten hasta el pecho en aguas casi heladas y el aire es más frío que el agua. Sin embargo, para Mike Telgenhoff y sus amigos es un buen día para buscar oro.
"Nos va muy bien en el invierno'', dijo Telgenhoff, vestido con un sombrero de piel y un abrigo grueso. "He ganado mucho dinero, pero también he gastado mucho. Uno no se vuelve rico con esto''.
Pero en momentos que el precio del oro toca una cota histórica de $900 la onza y la economía trastabilla, en Alaska se espera la llegada de más buscadores de oro.
Telgenhoff y otros mineros normalmente no comparten con nadie este angosto valle al sureste de Anchorage después de la helada invernal. Pero cuando lleguen los primeros días de la primavera, anticipan que más buscadores llegarán al área.
Los clubes de buscadores de oro en todo el mundo están inundados de nuevos miembros, al igual que las ventas de coladores, picos, detectores de metales y otros equipos de minería a menor escala. Una feria comercial que organizó recientemente la Asociación de Buscadores de Oro de Estados Unidos en el Condado Orange, en California, tipifica la tendencia.
"Vi a más gente con detectores de metales y equipos de minería de lo que recuerdo en mucho tiempo'', dijo Ken Rucker, gerente general de la asociación de 45,000 miembros. "Ese precio de $900 la onza realmente impulsa a la gente''.
El grupo ha recibido cientos de llamadas y mensajes electrónicos de buscadores de oro interesados. Los nuevos miembros llueven y la renovación de socios a finales del 2007 fue dos veces mayor que el año anterior, dijo Brandon Johnson, director de operaciones de la organización. Como resultado, la asociación se prepara para contratar más empleados.
Por lo general los inversionistas buscan oro durante épocas de inestabilidad política y económica. La debilidad del dólar, la amenaza de una recesión, los problemas políticos en el Medio Oriente y el alto precio del petróleo han hecho aumentar el atractivo del oro como inversión segura.
Pero el renovado interés está muy lejos de la famosa fiebre del oro del siglo XIX en California, Alaska y el territorio de Yukon en Canadá. Aquellos buscadores de oro forrados en piel han sido desde entonces reemplazados por buscadores aficionados.
Casi 150 familias en Alaska viven del oro que encuentran, según cifras estatales. Los buscadores veteranos dicen que la minería a pequeña escala es por lo general impredecible, físicamente dura y no muy rentable.
"Si a alguien le gusta la excavación, entonces seguro que le gustará buscar oro'', dijo Steve Herschbach, propietario de Alaska Mining and Diving, una tienda de Anchorage dedicada a los equipos de minería. "Es un trabajo duro. Conocí a un tipo en Nome al que le fue muy bien, pero era una excavadora humana. Se podía pasar todo el día cavando''.
Los clubes de minería son populares entre los amantes de los pasatiempos que quieren evitar todo el papeleo y el dinero que cuesta presentar reclamaciones auríferas. A lo largo de los años los grupos han llegado a acuerdos que permiten a sus miembros excavar en tierras del gobierno o privadas.
"Es formidable salir a excavar y tal encontrar un poco de oro, y a la vez disfrutar de estar en contacto con la naturaleza'', dijo Rick Segebrecht, que es plomero en Oregon, Wisconsin, y que empezó a buscar oro hace cinco años. "Y siempre existe la posibilidad de que uno encuentre oro''.
La Asociación de Buscadores de Oro, el mayor grupo del sector en el país, permite a sus miembros operar dragas y tamices, que son canales de metal o plástico usan para cernir lodo en busca de oro. O pueden pasar todo un día colando la tierra con un colador en cientos de miles de acres a todo lo largo de Estados Unidos y Canadá.
Las pocas veces que alguien presenta una reclamación aurífera debe seguir un sinfín de normas estatales o federales para establecer derechos sobre de mineral y acatar la Ley de Aguas Limpias y otras para proteger el ambiente.
En Alaska todavía está vigente una ley del siglo XIX que exige a los buscadores marcar las cuatro esquinas de cada parcela con un poste. Herschbach, que es propietario de numerosas reclamaciones en Alaska, dijo que él y otros mineros utilizan localizadores satelitales para recorrer su territorio. Los mapas que aparecen en portales electrónicos del gobierno señalan qué territorios ya están asignados.
Toni Logan Goodrich, copropietaria de Oxford Assaying and Refining Corp., en Anchorage, dijo que le parece que el alto precio del otro hace que muchos jóvenes se aventuren a practicar la minería. Se trata, sin duda, de un cambio en comparación con 10 años atrás, cuando se preocupaba por la supervivencia del negocio.
"Yo estaba pensando que ya tenía 30 años y qué iba a hacer. En 10 años todos los mineros de mi compañía estarán muertos'', dijo Goodrich. "Creo que se está convirtiendo en un negocio rentable, y cada vez participan más jóvenes''.
Goodrich mostró en la exhibición de California las impresionantes cantidades de oro que han descubierto sus clientes. En la feria su esposo fundió 18 libras de oro en un lingote que cuesta $250,000.
Al lado había tres puñados de pequeñas pepitas y dos cuartos de hojuelas de oro, lo que hace ascender el valor de la colección a $500,000.
"Nos va muy bien en el invierno'', dijo Telgenhoff, vestido con un sombrero de piel y un abrigo grueso. "He ganado mucho dinero, pero también he gastado mucho. Uno no se vuelve rico con esto''.
Pero en momentos que el precio del oro toca una cota histórica de $900 la onza y la economía trastabilla, en Alaska se espera la llegada de más buscadores de oro.
Telgenhoff y otros mineros normalmente no comparten con nadie este angosto valle al sureste de Anchorage después de la helada invernal. Pero cuando lleguen los primeros días de la primavera, anticipan que más buscadores llegarán al área.
Los clubes de buscadores de oro en todo el mundo están inundados de nuevos miembros, al igual que las ventas de coladores, picos, detectores de metales y otros equipos de minería a menor escala. Una feria comercial que organizó recientemente la Asociación de Buscadores de Oro de Estados Unidos en el Condado Orange, en California, tipifica la tendencia.
"Vi a más gente con detectores de metales y equipos de minería de lo que recuerdo en mucho tiempo'', dijo Ken Rucker, gerente general de la asociación de 45,000 miembros. "Ese precio de $900 la onza realmente impulsa a la gente''.
El grupo ha recibido cientos de llamadas y mensajes electrónicos de buscadores de oro interesados. Los nuevos miembros llueven y la renovación de socios a finales del 2007 fue dos veces mayor que el año anterior, dijo Brandon Johnson, director de operaciones de la organización. Como resultado, la asociación se prepara para contratar más empleados.
Por lo general los inversionistas buscan oro durante épocas de inestabilidad política y económica. La debilidad del dólar, la amenaza de una recesión, los problemas políticos en el Medio Oriente y el alto precio del petróleo han hecho aumentar el atractivo del oro como inversión segura.
Pero el renovado interés está muy lejos de la famosa fiebre del oro del siglo XIX en California, Alaska y el territorio de Yukon en Canadá. Aquellos buscadores de oro forrados en piel han sido desde entonces reemplazados por buscadores aficionados.
Casi 150 familias en Alaska viven del oro que encuentran, según cifras estatales. Los buscadores veteranos dicen que la minería a pequeña escala es por lo general impredecible, físicamente dura y no muy rentable.
"Si a alguien le gusta la excavación, entonces seguro que le gustará buscar oro'', dijo Steve Herschbach, propietario de Alaska Mining and Diving, una tienda de Anchorage dedicada a los equipos de minería. "Es un trabajo duro. Conocí a un tipo en Nome al que le fue muy bien, pero era una excavadora humana. Se podía pasar todo el día cavando''.
Los clubes de minería son populares entre los amantes de los pasatiempos que quieren evitar todo el papeleo y el dinero que cuesta presentar reclamaciones auríferas. A lo largo de los años los grupos han llegado a acuerdos que permiten a sus miembros excavar en tierras del gobierno o privadas.
"Es formidable salir a excavar y tal encontrar un poco de oro, y a la vez disfrutar de estar en contacto con la naturaleza'', dijo Rick Segebrecht, que es plomero en Oregon, Wisconsin, y que empezó a buscar oro hace cinco años. "Y siempre existe la posibilidad de que uno encuentre oro''.
La Asociación de Buscadores de Oro, el mayor grupo del sector en el país, permite a sus miembros operar dragas y tamices, que son canales de metal o plástico usan para cernir lodo en busca de oro. O pueden pasar todo un día colando la tierra con un colador en cientos de miles de acres a todo lo largo de Estados Unidos y Canadá.
Las pocas veces que alguien presenta una reclamación aurífera debe seguir un sinfín de normas estatales o federales para establecer derechos sobre de mineral y acatar la Ley de Aguas Limpias y otras para proteger el ambiente.
En Alaska todavía está vigente una ley del siglo XIX que exige a los buscadores marcar las cuatro esquinas de cada parcela con un poste. Herschbach, que es propietario de numerosas reclamaciones en Alaska, dijo que él y otros mineros utilizan localizadores satelitales para recorrer su territorio. Los mapas que aparecen en portales electrónicos del gobierno señalan qué territorios ya están asignados.
Toni Logan Goodrich, copropietaria de Oxford Assaying and Refining Corp., en Anchorage, dijo que le parece que el alto precio del otro hace que muchos jóvenes se aventuren a practicar la minería. Se trata, sin duda, de un cambio en comparación con 10 años atrás, cuando se preocupaba por la supervivencia del negocio.
"Yo estaba pensando que ya tenía 30 años y qué iba a hacer. En 10 años todos los mineros de mi compañía estarán muertos'', dijo Goodrich. "Creo que se está convirtiendo en un negocio rentable, y cada vez participan más jóvenes''.
Goodrich mostró en la exhibición de California las impresionantes cantidades de oro que han descubierto sus clientes. En la feria su esposo fundió 18 libras de oro en un lingote que cuesta $250,000.
Al lado había tres puñados de pequeñas pepitas y dos cuartos de hojuelas de oro, lo que hace ascender el valor de la colección a $500,000.
Toni Logan Goodrich, codueño de Oxford Assaying and Refining Corp., en Anchorage, Alaska, muestra pepitas de oro y un lingote de 18 lbs, valorado en $250,000 en su tienda.
Para conocer más de este tema, puedes ingresar al link http://www.laopinion.com/negocios/?rkey=00000000000003171520 y la misma noticia manejada por otro medio informativo.
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