- romel505Moderador
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Frase Célebre : Es mas facil encontrar las moronas que el Queso.
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Los buscadores de Entierros, excelente historia..
Miér 30 Sep 2009, 1:32 pm
Excelente historia digna de leer, larga y bastante amena...espero la disfruten como yo...saludos
Todo comenzó cuando Atanasio Torres iba por el callejón de “El Olvido” y de repente oyó una voz cavernosa que decía: ¡Por caridad, sácame del purgatorio! Por un momento se quedó paralizado sin saber que hacer. Enseguida, corrió despavorido rumbo a la Plaza y se sentó en una banca. El corazón le latía a mil por hora y un sudor frío le empezó a bajar por la espalda mientras que sentía cómo sus piernas le temblaban sin parar. En la Plaza no había nadie a quien contarle lo que le había pasado y al voltear hacia el templo oyó los cantos de los que velaban en La Adoración Nocturna:“Cantemosalamordelosamores,CantemosalSeñor….. Diosestáaquí.Venidadoradores… adoremos, …..A Cristoredentor.......Glooooria a Cristo Jesús....Cielosytierra,.... bendecidalSeñor.Honorygloriaatí,...ReydelaGloria.Honorporsiempreatí.........Dios del aaaamor…. ”Se dirigió al templo, entró por la puerta lateral y se hincó a rezar. Allí andaba Jeremías “el faifitas” trapeando el piso y se le acercó preguntándole por qué traía esa cara. Entonces Atanasio le cuenta lo que le había pasado.- Ha de ser el Ánima Sola que siempre se acerca cuando los Cofrades de la Adoración Nocturna velan la noche. Agregó Jeremías. Y continuó diciendo: -- El mes pasado también le salió a Conrado Reyes cuando venía para acá y pa' pronto se puso a rezar todo espantado: “Gracias te doy ¡oh Dios! Porque me hiciste bueno. Gracias te doy porque no soy tan peor como los otros. Yo te doy gracias y ya ves que hago siempre mis ayunos, mis penitencias y mi Viernes Primero de cada mes”. Yo creo que él pensaba que en ese momento el Ánima se lo iba a llevar.- Pues sea lo que sea, a mí me dejó trabado del miedo y por poco caigo muerto.- Espérate a que Macario Valdovinos termine su turno de cantar y él te va a decir lo que hay que hacer ya que sabe mucho de eso. Mientras tanto, orita vengo, voy a traerte un pedazo de birote pa' que te recoja el miedo que traes regado por el cuerpo.Cuando Jeremías regresó, Atanasio se comió el pedazo de pan y esperaron a que Macario se desocupara y cuando lo hizo se acercó a ellos diciendo:- Ya veo Atanasio, que traes la cara ceniza.- Ando espantao. Y también le contó lo que había ocurrido.- Yo creo que debes ir ahorita mismo para agarrarla antes que se regrese al Purgatorio y tienes que hacerle un rezo primero y después le dices: “En nombre de Dios te pido que me digas si eres de este mundo o del otro”. Y terminó diciendo: yo creo que esa ánima te escogió porque quiere decirte donde hay un entierro y quiere que la saques del Purgatorio.Acordaron verse al día siguiente en la peluquería de Macario para platicar más ampliamente sobre el tema de los “entierros” y cuando Atanasio salía del templo los Cofrades seguían cantando: “AltíiisimoSeeñor….quesupistésjuntár, Auntieeempoenelaltár……. Sercorderóooypastooor…. Quisiéeracónfervor.Amaaar y réeecibir,Aquiénpor mí,Quisómoo….rir”.
Al siguiente día cuando llegó Atanasio a la peluquería, Macario le estaba haciendo el pelo a Herculano, “el medallas” y también se encontraba allí Jeremías, quien no se quería perder la reseña de lo que había pasado con el Ánima Sola. Atanasio les contó que había seguido al pié de la letra las instrucciones de Macario pero ya no se le apareció ningún espanto y aunque estuvo allí hasta pasada la medianoche, decidió irse a dormir porque todavía andaba temblando, aunque él decía que era de pena “por el dolor de las pobrecitas ánimas del purgatorio”. Entonces Jeremías preguntó:- ¿Por qué hay tantos entierros regados por el pueblo?Entonces Macario les empezó a relatar:- La gente quedó muy escamada después de lo que ocurrió con el Padre Torres cuando quemó y robó todo lo que había en 1816. A partir de eso, toda la gente conforme sacaba buena cosecha o cuando vendía algún animal, siempre prefería cobrar en monedas de oro y las enterraban en lugares que “señalaban” específicamente para que después no se les olvidara. Después de los robos del Padre Torres, el pueblo sufrió las Guerras de Santa Anna, las de Juárez y las guerras contra Maximiliano y todo eso en el siglo pasado. Ya en este siglo, cuando las tropas de los carrancistas y los villistas entraban al pueblo siempre arrasaban con todo. Con decirles que a veces, solamente dejaban el brocal de los pozos que eran de cantera porque cargaban hasta con los carrillos y las reatas. - ¡Ah que cabrones!, dijo muy enojado Jeremías. Y Macario siguió contando:- Después vino lo del asalto al tren en 1921. Dicen que enterraron muchas barras de oro allá por el rumbo del “Puente de fierro”. También aseguran que llevaron otra carga y la enterraron por el rumbo de El Marqueño, antes de cruzar el río ya que se dirigían al rancho de El Zapote. También dicen unos que Ramón Aguilar, el Cristero que hizo la matanza de federales en 1934, enterró una remesa de oro que había quitado a unos ricos de Zamora y ese oro quedó por el camino que va de la hacienda de San José rumbo al Zapote. También cuenta la leyenda que el Camino Real lo usaban como una ruta “secreta”, es decir, que casi nadie sabía que los grandes cargamentos de oro y plata que traían de Zacatecas con rumbo a la Capital, pasaban por Guadalajara y después se venían “rancheando” por La Barca y después por la Hacienda de San Antonio, Santa Lucía, El Salitre y seguían por el camino de El Zapote hasta llegar a Santa Ana Pacueco y de allí hasta Acámbaro y México. A pesar de que nadie sabía lo que transportaban en esas recuas de mulas, les hicieron varios asaltos y en esos caminos quedaron muchos tesoros que nunca se han descubierto. Finalmente, también hay muchos entierros porque, como dice la leyenda, por aquí anduvo Rentaría Luviano y su esposa La Poblana que robaron muchas diligencias y haciendas y tenían sus entierros en su famosa cueva y también en otros varios lugares que casi nadie supo donde quedaron exactamente.En ese punto de la plática, intervino Herculano quien había estado muy atento a lo que platicaba Macario y le preguntó:- ¿De qué forma guardaba la gente sus monedas de oro y sus barras de plata?- Los españoles tenían la costumbre de guardar sus tesoros en cueros de buey o de mula que son muy resistentes y es por eso que, cuando alguien descubre el lugar de un entierro, se le aparece el animal bufando y no deja acercarse al lugar exacto donde está el dinero. Ahora bien, mucha gente también guardaba su riqueza en baúles o en comanjas. Pero eso sí, cada que alguien se encuentra el entierro, esté envuelto en donde esté, siempre salen unos vaporcitos azules que brotan del dinero y si los respiras, te lleva la chingada.- ¡Yo creo que pa' salir de pobres, nosotros debemos encontrarnos un entierro!, dijo Jeremías.Fue entonces que todos se quedaron callados, pensando en la posibilidad de hacerse ricos.- ¿Oye Macario y si me acompañas a “tantear” otra vez al Ánima Sola, esta noche en el callejón? Le dijo Atanasio, a quien le brillaban los ojos de codicia.- ¿Y Por qué nomás van a ir ustedes? Replicó Jeremías.- ¡Yo también los voy a acompañar! Dijo Herculano.Entonces Macario Valdovinos les dijo muy serio:- Ustedes creen que es “de enchílame otra y déjame dos tostando”. El que va a buscar entierros, arriesga la vida porque el ánima que cuida el tesoro cobra tributo y siempre se muere uno de los que van a buscarlo, esa es la cuota que deben pagar los que son avariciosos.- Yo, con tal de salir de méndigo, me arriesgo, dijo Jeremías. A lo cual también se sumaron Herculano y Atanasio.Macario se quedó muy pensativo sopesando la idea y finalmente dijo:- Yo creo que hay que hacer primero “un cális” porque es necesario entrenar los ritos y rezos que se deben hacer a la hora de rascar. Si están decididos, lo vamos a hacer el sábado que entra, porque hay luna llena.- ¿Dónde vamos a hacer el intento? Preguntó Jeremías, y le contestó Herculano:- Será bueno ir a la huerta de Donaciano Anaya porque hace poco vieron nuevamente a una viejita que se aparece cruzando toda la huerta, desde la barda que da a espaldas de la casa de las Jovitas hasta la noria y el túnel que están a la salida de la otra calle, allá por la “Tetilla”.
El sábado a la hora convenida, se reunieron en la Plaza Principal y de allí se fueron con rumbo a la “Tetilla” buscando un lugar por donde entrar a la huerta. Encontraron un “portillo” cerca de la vecindad de don Juan Estrada y por allí se metieron. Lo primero que les dijo Macario fue que, al ir caminando, todos deberían ir rezando: “Salgan, salgan, ánimas de sus penas, que el rosario santo, rompe las cadenas”. Después, atravesaron la huerta de Rosalío Jiménez y se apostaron pegados a la barda de la casa de Las Jovitas. Mientras esperaban, para aplacar los nervios, empezaron a platicar en voz baja. Atanasio dijo:- Estos rezos se parecen a los que decía el padre Cirilo, el que trajeron para sacarle el diablo a una de las hijas de Sotero López. Al decir los exorcismos y aventarle el agua bendita, vieran que reparos pegaba la cabrona, parecía mula bruta. Después agregó:- Me dijeron que Herculano, además de los rosarios, ya anda vendiendo en San Juan de los Lagos, reliquias de la Tierra Santa: que unas astillitas de la Verdadera Cruz, que un trocito de la Sábana Santa, que unas flores cortadas del Huerto de los Olivos. ¿Es cierto eso? Y el aludido replicó:- Son puras figuraciones de la gente.En eso intervino Macario para decirles el siguiente rezo que se debe seguir en el rito para asegurar que se van a encontrar el entierro y además, las Ánimas, les puedan permitir sacarlo. Les pidió que pusieran más atención porque está más largo y se debe decir al menos una docena de veces en voz alta, pero muy despacio: “Por los agonizantes, oremos. Por los caminantes extraviados, los fieles necesitados y los que sufren, oremos. Te rogamos, Señor, por las almas pecadoras, las almas solitarias y las que sienten dolor. Por los pecadores, los enfermos, los tristes o carcomidos de angustia. Refugio de los pecadores, Salud de los enfermos, Consuelo de los afligidos. Por la angustia de nuestros prójimos, por la sal de sus lágrimas, por su pena traspasada de dolor; por nuestros prójimos, oremos”. “Por los Cátaros, para que finalmente encuentren el perdón aunque ahorita los tengamos que maldecir primero y nos dejen entrar a rascarle las entrañas a su entierro”.Cuando terminaron de repetir el rezo la docena de veces recomendada, Jeremías habló:- ¿Y quienes son esos mentados cástaros? Macario le contestó:- No son cástaros sino cátaros, y según la leyenda, son los guardianes de todos los tesoros escondidos en el mundo y hay que “maldecirlos” primero para que abran las puertas y dejen sacar el oro. Los cátaros eran unos “buenos cristianos” que practicaban la enseñanza de Jesús y vivían modestamente. Fueron condenados injustamente por no apegarse a la jerarquía eclesiástica en el siglo XIII. Cuando el Papa mandó un ejército para que atacara la ciudad de Languedoc, en Francia, iban a entrar, matando a todos, pero alguien dijo que dentro había católicos y cátaros viviendo juntos y se podían confundir a la hora de matarlos. Fue entonces que un monje malaentraña dijo: “No mostreis misericordia alguna en razón a la clase social, la edad o sexo. Matadlos a todos, que Dios sabrá distinguir a los suyos”. Cuando las tropas tomaron la ciudad, no encontraron el tesoro cátaro, que según decían, era inmenso. Ya en siglos posteriores, todo aquel que quiera encontrar alguna riqueza escondida, debe recitar en voz alta dos veces la maldición, para poder hallar lo que busca. Enseguida todos recitaron dos veces:“Malditos sean siempre y en todas partes. Malditos sean día y noche y a todas horas.Malditos sean cuando duermen y cuando estén despiertos. Malditos sean cuando comen y cuando beben. Malditos sean cuando callan y cuando hablan.Malditos sean de pies a cabeza. Que sus ojos se cieguen, que sus oídos ensordezcan, que su boca enmudezca y que su lengua se quede pegada al paladar.Que sus manos no puedan ya tocar nada más y que sus pies no puedan andar.Malditos sean todos sus miembros. Malditos sean cuando estén de pié, cuando yacen y cuando estén sentados.Que sean enterrados con los perros y los burros. Que los lobos rapaces devoren sus cadáveres”.- ¡Hasta se me enchinó el cuero ora que estábamos rezando! Dijo Atanasio.- A mí también me pareció muy exagerada la maldición la primera vez que la dije, pero así debe uno hacer el rito, si no, no sacaremos nada, agregó Macario.Después de los rezos, todos se quedaron muy quietos porque quedaron invadidos de sentimientos mezclados, entre lástima por los cátaros, ambición por el dinero que iban a desenterrar y miedo por los espantos que les pudieran salir.Ya había pasado la medianoche y la luna brillaba de una manera especial. Se oían algunos ladridos de perros como si persiguieran algún coyote en el cerro. También se escuchaban los rebuznidos de los burros que estaban en los corrales en la guamuchilera al otro lado del río. De repente, todos voltearon a ver al “Faifitas” que estaba haciendo unos rechinidos que escalofriaban el cuerpo. Rechinaba los dientes como remoliendo grillos y el cuerpo le temblaba como si le hubieran picado muchos alacranes al mismo tiempo y solo atinaba a voltear y mover la cara como si les avisara de un peligro. Herculano volteó hacia la parte de la huerta que les señalaba el “Faifitas” con la cabeza y dijo en voz alta:- ¡Ave María Purísima! y señaló una luz que se movía como a treinta metros de donde estaban…..
Todo comenzó cuando Atanasio Torres iba por el callejón de “El Olvido” y de repente oyó una voz cavernosa que decía: ¡Por caridad, sácame del purgatorio! Por un momento se quedó paralizado sin saber que hacer. Enseguida, corrió despavorido rumbo a la Plaza y se sentó en una banca. El corazón le latía a mil por hora y un sudor frío le empezó a bajar por la espalda mientras que sentía cómo sus piernas le temblaban sin parar. En la Plaza no había nadie a quien contarle lo que le había pasado y al voltear hacia el templo oyó los cantos de los que velaban en La Adoración Nocturna:“Cantemosalamordelosamores,CantemosalSeñor….. Diosestáaquí.Venidadoradores… adoremos, …..A Cristoredentor.......Glooooria a Cristo Jesús....Cielosytierra,.... bendecidalSeñor.Honorygloriaatí,...ReydelaGloria.Honorporsiempreatí.........Dios del aaaamor…. ”Se dirigió al templo, entró por la puerta lateral y se hincó a rezar. Allí andaba Jeremías “el faifitas” trapeando el piso y se le acercó preguntándole por qué traía esa cara. Entonces Atanasio le cuenta lo que le había pasado.- Ha de ser el Ánima Sola que siempre se acerca cuando los Cofrades de la Adoración Nocturna velan la noche. Agregó Jeremías. Y continuó diciendo: -- El mes pasado también le salió a Conrado Reyes cuando venía para acá y pa' pronto se puso a rezar todo espantado: “Gracias te doy ¡oh Dios! Porque me hiciste bueno. Gracias te doy porque no soy tan peor como los otros. Yo te doy gracias y ya ves que hago siempre mis ayunos, mis penitencias y mi Viernes Primero de cada mes”. Yo creo que él pensaba que en ese momento el Ánima se lo iba a llevar.- Pues sea lo que sea, a mí me dejó trabado del miedo y por poco caigo muerto.- Espérate a que Macario Valdovinos termine su turno de cantar y él te va a decir lo que hay que hacer ya que sabe mucho de eso. Mientras tanto, orita vengo, voy a traerte un pedazo de birote pa' que te recoja el miedo que traes regado por el cuerpo.Cuando Jeremías regresó, Atanasio se comió el pedazo de pan y esperaron a que Macario se desocupara y cuando lo hizo se acercó a ellos diciendo:- Ya veo Atanasio, que traes la cara ceniza.- Ando espantao. Y también le contó lo que había ocurrido.- Yo creo que debes ir ahorita mismo para agarrarla antes que se regrese al Purgatorio y tienes que hacerle un rezo primero y después le dices: “En nombre de Dios te pido que me digas si eres de este mundo o del otro”. Y terminó diciendo: yo creo que esa ánima te escogió porque quiere decirte donde hay un entierro y quiere que la saques del Purgatorio.Acordaron verse al día siguiente en la peluquería de Macario para platicar más ampliamente sobre el tema de los “entierros” y cuando Atanasio salía del templo los Cofrades seguían cantando: “AltíiisimoSeeñor….quesupistésjuntár, Auntieeempoenelaltár……. Sercorderóooypastooor…. Quisiéeracónfervor.Amaaar y réeecibir,Aquiénpor mí,Quisómoo….rir”.
Al siguiente día cuando llegó Atanasio a la peluquería, Macario le estaba haciendo el pelo a Herculano, “el medallas” y también se encontraba allí Jeremías, quien no se quería perder la reseña de lo que había pasado con el Ánima Sola. Atanasio les contó que había seguido al pié de la letra las instrucciones de Macario pero ya no se le apareció ningún espanto y aunque estuvo allí hasta pasada la medianoche, decidió irse a dormir porque todavía andaba temblando, aunque él decía que era de pena “por el dolor de las pobrecitas ánimas del purgatorio”. Entonces Jeremías preguntó:- ¿Por qué hay tantos entierros regados por el pueblo?Entonces Macario les empezó a relatar:- La gente quedó muy escamada después de lo que ocurrió con el Padre Torres cuando quemó y robó todo lo que había en 1816. A partir de eso, toda la gente conforme sacaba buena cosecha o cuando vendía algún animal, siempre prefería cobrar en monedas de oro y las enterraban en lugares que “señalaban” específicamente para que después no se les olvidara. Después de los robos del Padre Torres, el pueblo sufrió las Guerras de Santa Anna, las de Juárez y las guerras contra Maximiliano y todo eso en el siglo pasado. Ya en este siglo, cuando las tropas de los carrancistas y los villistas entraban al pueblo siempre arrasaban con todo. Con decirles que a veces, solamente dejaban el brocal de los pozos que eran de cantera porque cargaban hasta con los carrillos y las reatas. - ¡Ah que cabrones!, dijo muy enojado Jeremías. Y Macario siguió contando:- Después vino lo del asalto al tren en 1921. Dicen que enterraron muchas barras de oro allá por el rumbo del “Puente de fierro”. También aseguran que llevaron otra carga y la enterraron por el rumbo de El Marqueño, antes de cruzar el río ya que se dirigían al rancho de El Zapote. También dicen unos que Ramón Aguilar, el Cristero que hizo la matanza de federales en 1934, enterró una remesa de oro que había quitado a unos ricos de Zamora y ese oro quedó por el camino que va de la hacienda de San José rumbo al Zapote. También cuenta la leyenda que el Camino Real lo usaban como una ruta “secreta”, es decir, que casi nadie sabía que los grandes cargamentos de oro y plata que traían de Zacatecas con rumbo a la Capital, pasaban por Guadalajara y después se venían “rancheando” por La Barca y después por la Hacienda de San Antonio, Santa Lucía, El Salitre y seguían por el camino de El Zapote hasta llegar a Santa Ana Pacueco y de allí hasta Acámbaro y México. A pesar de que nadie sabía lo que transportaban en esas recuas de mulas, les hicieron varios asaltos y en esos caminos quedaron muchos tesoros que nunca se han descubierto. Finalmente, también hay muchos entierros porque, como dice la leyenda, por aquí anduvo Rentaría Luviano y su esposa La Poblana que robaron muchas diligencias y haciendas y tenían sus entierros en su famosa cueva y también en otros varios lugares que casi nadie supo donde quedaron exactamente.En ese punto de la plática, intervino Herculano quien había estado muy atento a lo que platicaba Macario y le preguntó:- ¿De qué forma guardaba la gente sus monedas de oro y sus barras de plata?- Los españoles tenían la costumbre de guardar sus tesoros en cueros de buey o de mula que son muy resistentes y es por eso que, cuando alguien descubre el lugar de un entierro, se le aparece el animal bufando y no deja acercarse al lugar exacto donde está el dinero. Ahora bien, mucha gente también guardaba su riqueza en baúles o en comanjas. Pero eso sí, cada que alguien se encuentra el entierro, esté envuelto en donde esté, siempre salen unos vaporcitos azules que brotan del dinero y si los respiras, te lleva la chingada.- ¡Yo creo que pa' salir de pobres, nosotros debemos encontrarnos un entierro!, dijo Jeremías.Fue entonces que todos se quedaron callados, pensando en la posibilidad de hacerse ricos.- ¿Oye Macario y si me acompañas a “tantear” otra vez al Ánima Sola, esta noche en el callejón? Le dijo Atanasio, a quien le brillaban los ojos de codicia.- ¿Y Por qué nomás van a ir ustedes? Replicó Jeremías.- ¡Yo también los voy a acompañar! Dijo Herculano.Entonces Macario Valdovinos les dijo muy serio:- Ustedes creen que es “de enchílame otra y déjame dos tostando”. El que va a buscar entierros, arriesga la vida porque el ánima que cuida el tesoro cobra tributo y siempre se muere uno de los que van a buscarlo, esa es la cuota que deben pagar los que son avariciosos.- Yo, con tal de salir de méndigo, me arriesgo, dijo Jeremías. A lo cual también se sumaron Herculano y Atanasio.Macario se quedó muy pensativo sopesando la idea y finalmente dijo:- Yo creo que hay que hacer primero “un cális” porque es necesario entrenar los ritos y rezos que se deben hacer a la hora de rascar. Si están decididos, lo vamos a hacer el sábado que entra, porque hay luna llena.- ¿Dónde vamos a hacer el intento? Preguntó Jeremías, y le contestó Herculano:- Será bueno ir a la huerta de Donaciano Anaya porque hace poco vieron nuevamente a una viejita que se aparece cruzando toda la huerta, desde la barda que da a espaldas de la casa de las Jovitas hasta la noria y el túnel que están a la salida de la otra calle, allá por la “Tetilla”.
El sábado a la hora convenida, se reunieron en la Plaza Principal y de allí se fueron con rumbo a la “Tetilla” buscando un lugar por donde entrar a la huerta. Encontraron un “portillo” cerca de la vecindad de don Juan Estrada y por allí se metieron. Lo primero que les dijo Macario fue que, al ir caminando, todos deberían ir rezando: “Salgan, salgan, ánimas de sus penas, que el rosario santo, rompe las cadenas”. Después, atravesaron la huerta de Rosalío Jiménez y se apostaron pegados a la barda de la casa de Las Jovitas. Mientras esperaban, para aplacar los nervios, empezaron a platicar en voz baja. Atanasio dijo:- Estos rezos se parecen a los que decía el padre Cirilo, el que trajeron para sacarle el diablo a una de las hijas de Sotero López. Al decir los exorcismos y aventarle el agua bendita, vieran que reparos pegaba la cabrona, parecía mula bruta. Después agregó:- Me dijeron que Herculano, además de los rosarios, ya anda vendiendo en San Juan de los Lagos, reliquias de la Tierra Santa: que unas astillitas de la Verdadera Cruz, que un trocito de la Sábana Santa, que unas flores cortadas del Huerto de los Olivos. ¿Es cierto eso? Y el aludido replicó:- Son puras figuraciones de la gente.En eso intervino Macario para decirles el siguiente rezo que se debe seguir en el rito para asegurar que se van a encontrar el entierro y además, las Ánimas, les puedan permitir sacarlo. Les pidió que pusieran más atención porque está más largo y se debe decir al menos una docena de veces en voz alta, pero muy despacio: “Por los agonizantes, oremos. Por los caminantes extraviados, los fieles necesitados y los que sufren, oremos. Te rogamos, Señor, por las almas pecadoras, las almas solitarias y las que sienten dolor. Por los pecadores, los enfermos, los tristes o carcomidos de angustia. Refugio de los pecadores, Salud de los enfermos, Consuelo de los afligidos. Por la angustia de nuestros prójimos, por la sal de sus lágrimas, por su pena traspasada de dolor; por nuestros prójimos, oremos”. “Por los Cátaros, para que finalmente encuentren el perdón aunque ahorita los tengamos que maldecir primero y nos dejen entrar a rascarle las entrañas a su entierro”.Cuando terminaron de repetir el rezo la docena de veces recomendada, Jeremías habló:- ¿Y quienes son esos mentados cástaros? Macario le contestó:- No son cástaros sino cátaros, y según la leyenda, son los guardianes de todos los tesoros escondidos en el mundo y hay que “maldecirlos” primero para que abran las puertas y dejen sacar el oro. Los cátaros eran unos “buenos cristianos” que practicaban la enseñanza de Jesús y vivían modestamente. Fueron condenados injustamente por no apegarse a la jerarquía eclesiástica en el siglo XIII. Cuando el Papa mandó un ejército para que atacara la ciudad de Languedoc, en Francia, iban a entrar, matando a todos, pero alguien dijo que dentro había católicos y cátaros viviendo juntos y se podían confundir a la hora de matarlos. Fue entonces que un monje malaentraña dijo: “No mostreis misericordia alguna en razón a la clase social, la edad o sexo. Matadlos a todos, que Dios sabrá distinguir a los suyos”. Cuando las tropas tomaron la ciudad, no encontraron el tesoro cátaro, que según decían, era inmenso. Ya en siglos posteriores, todo aquel que quiera encontrar alguna riqueza escondida, debe recitar en voz alta dos veces la maldición, para poder hallar lo que busca. Enseguida todos recitaron dos veces:“Malditos sean siempre y en todas partes. Malditos sean día y noche y a todas horas.Malditos sean cuando duermen y cuando estén despiertos. Malditos sean cuando comen y cuando beben. Malditos sean cuando callan y cuando hablan.Malditos sean de pies a cabeza. Que sus ojos se cieguen, que sus oídos ensordezcan, que su boca enmudezca y que su lengua se quede pegada al paladar.Que sus manos no puedan ya tocar nada más y que sus pies no puedan andar.Malditos sean todos sus miembros. Malditos sean cuando estén de pié, cuando yacen y cuando estén sentados.Que sean enterrados con los perros y los burros. Que los lobos rapaces devoren sus cadáveres”.- ¡Hasta se me enchinó el cuero ora que estábamos rezando! Dijo Atanasio.- A mí también me pareció muy exagerada la maldición la primera vez que la dije, pero así debe uno hacer el rito, si no, no sacaremos nada, agregó Macario.Después de los rezos, todos se quedaron muy quietos porque quedaron invadidos de sentimientos mezclados, entre lástima por los cátaros, ambición por el dinero que iban a desenterrar y miedo por los espantos que les pudieran salir.Ya había pasado la medianoche y la luna brillaba de una manera especial. Se oían algunos ladridos de perros como si persiguieran algún coyote en el cerro. También se escuchaban los rebuznidos de los burros que estaban en los corrales en la guamuchilera al otro lado del río. De repente, todos voltearon a ver al “Faifitas” que estaba haciendo unos rechinidos que escalofriaban el cuerpo. Rechinaba los dientes como remoliendo grillos y el cuerpo le temblaba como si le hubieran picado muchos alacranes al mismo tiempo y solo atinaba a voltear y mover la cara como si les avisara de un peligro. Herculano volteó hacia la parte de la huerta que les señalaba el “Faifitas” con la cabeza y dijo en voz alta:- ¡Ave María Purísima! y señaló una luz que se movía como a treinta metros de donde estaban…..
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Equipo que uso:
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accion.
- romel505Moderador
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Edad : 51
Localización : Jalisco (ajaaaaiii)
Frase Célebre : Es mas facil encontrar las moronas que el Queso.
Fecha de inscripción : 14/03/2008
Puntos : 12204
Re: Los buscadores de Entierros, excelente historia..
Miér 30 Sep 2009, 1:34 pm
continuacion:
Herculano, después de mirar hacia donde le había indicado el “Faifitas” les dijo a sus compañeros que fueran juntos a ver el lugar donde estaba “la luz” que habían visto anteriormente. Se dirigieron cautelosamente hacia el centro de la huerta, por donde estaba una noria. Esperaban encontrar la “aparición” o sea, la viejita y la luz que traía alumbrándola. Al llegar a la noria, la luz había desaparecido por lo que empezaron a respirar tranquilos. Jeremías dijo:- Yo creo que era una luciérnaga.- Todavía no es tiempo de que alumbren, dijo Atanasio.Esperaron un rato más y Macario se puso a rezar El Magnificat en voz alta y les dijo que prendieran el cirio y que le dieran varias vueltas a la noria meneando la palma bendecida en Semana Santa y que habían llevado para defenderse de El Ánima. En eso estaban cuando Jeremías volvió a descubrir “la luz” pero ahora estaba posicionada en la barda que daba a la fragua de Luis Valdez, como a treinta metros de donde estaban. Con mucho miedo, empezaron a caminar echando por delante a Macario, porque según le dijeron: “tu eres el experto y además estás santificado con el escapulario que traes de La Adoración Nocturna”. Cuando llegaron a la barda, “la luz” ya se había metido al patio de la fragua. Macario dijo:- Mientras yo sigo rezando, súbete a la barda Atanasio y asómate para ver en qué lugar está “la luz”. - Yo tengo riumas y además, no deviso bien desde lejos, contestó el aludido.- Yo me asomo, porque como van las cosas, ya se acabaron los valientes o se les arrugaron los tanates, dijo Herculano y después de subirse a la barda empezó a decirles lo que estaba observando: “Veo como si “el espanto” fuera una mujer vestida con una tela vaporosa de color azul claro”. “Está sentada arriba del montón de carbón que usan en la fragua y que está junto al yunque donde enderezan los fierros”. “Ora veo como si el tronco donde está el yunke, estuviera ardiendo”. Después de esto le dijo a Jeremías que se subiera para comprobar también lo que veía, pero rápidamente le contestó:- ¡Yo no me subo porque traigo una hernia y no vaya a ser que se me reviente!Mientras Herculano estaba encaramado arriba de la barda mirando hacia adentro de la fragua, los otros estaban expectantes, aun llenos de miedo que les corría por todo el cuerpo. Pasó mucho tiempo y Herculano bajó a descansar porque ya tenía las piernas entumidas. Mientras tanto, los demás le preguntaban más detalles sobre “el espanto”; pero él no les contestaba, y sólo se les quedaba viendo.Los cuatro se quedaron callados esperando que alguien decidiera lo que iban a hacer enseguida. Por una parte, ya querían irse del lugar pero por la otra, aun estaban llenos de codicia y estaban poseídos por el deseo de hacerse ricos con el tesoro que creían iban a encontrar. De cuándo en cuándo, Herculano volvía a subirse a la barda para mirar hacia la fragua y bajaba con su actitud callada sin hacer caso a las preguntas de sus compañeros.Para romper el silencio, el “Faifitas” preguntó:- ¿Por qué se habrá venido a meter El Ánima en este lugar?Atanasio contestó:- Pos dicen que aquí había un corral que era de don Eleuterio Bravo y que se los rentaba a unos arrieros que en una ocasión se pelearon entre ellos porque no se pusieron de acuerdo en un dinero que traían cargando en la recua. Dicen que mataron a la mujer de uno de esos arrieros y que la enterraron en el corral.- Yo todavía recuerdo que se hablaba mucho del tal Eleuterio, dijo el “Faifitas” y agregó: decían que no le gustaba ir al templo y que siempre presumía de que “con unas misas gregorianas y con un buen arrepentimiento, cualquiera se le pela al diablo”. También era muy afecto a decir que “después de la muerte, el hombre vale menos que un buey, porque a éste se le aprovecha el cuero y el hombre, aunque tiene cuernos, no le sirven de nada”.- También cuentan que Eleuterio era tan mujeriego que hasta se le hizo morir en las faldas del cerro, comentó finalmente Atanasio.Las horas pasaron y a final de cuentas, tuvieron que abandonar la huerta porque ya los gallos empezaban a cantar. Acordaron verse al siguiente día y continuar con el plan para hacerse ricos.Al día siguiente, a media tarde y ya estando todos reunidos, esperaron a que Macario terminara de rasurar a un cliente y después se pusieron a deliberar. El primero que habló fue Atanasio:- Yo creo que debemos escoger bien el lugar donde vamos a escarbar. Debe ser en alguna de las casas viejas donde dicen que hay dinero enterrado. Ay están las casas del portal o la de los Vázquez, allí en la esquina de la calle Real con la Victoria. Aunque también dicen que hay un buen “entierro” en el corral que está atrás de la cantina “La Rata Muerta”.- Yo creo que mejor debemos ir a escarbar al Camino Real. Mi abuelo me contó que una madrugada cuando iba rumbo a Santa Fe, oyó un grito muy feo, como si le hubieran machucao la madre a alguien, dijo “el Faifitas”.- ¿Dónde mero fue eso que dices? Le preguntó Macario.- Pos me dijo mi abuelo que fue pasando “El Guayabo” de los García.Todos estuvieron de acuerdo en continuar su aventura en el Camino Real y le encomendaron a Jeremías que investigara bien el lugar donde iban a escarbar primero. Macario repartió algunos otros pendientes que había que hacer y le dijo a Atanasio y Herculano que llevaran los utensilios necesarios.En la fecha señalada, y que se escogió por ser de luna llena, montaron en las cabalgaduras que habían conseguido: dos buenos caballos y dos mulas grandes, ya que, como lo habían platicado, “tenían que soportar una buena carga de oro”, que esperaban desenterrar. Cruzaron el puente y vieron que el río llevaba buen caudal por ser tiempo de aguas. A buen paso llegaron a El Salitre y después pasaron frente a la entrada de El Guayabo y como a trescientos metros, cerca de donde hay un “vallado”, encontraron el mezquite señalado donde el abuelo de “el Faifitas” había escuchado el alarido hacía mucho tiempo. Hicieron sus mediciones y de repente, Macario se paró junto al cauce del arroyo que por allí pasaba y que en esos momentos estaba casi seco y dijo: “Aquí mero hay que rascar! Todos siguieron el procedimiento que anteriormente habían practicado: primero, rezaron: “Salgan, salgan, ánimas de sus penas…..” En seguida rezaron una docena de veces: “Por los agonizantes, oremos……” Como tercer paso recitaron dos veces la “Maldición a los Cátaros” y después rezaron El Magnificat al mismo tiempo que prendían el cirio y meneaban la palma bendita alrededor del lugar donde iban a rascarle a las ánimas que cuidaban el tesoro.Macario también les advirtió: “Si sale un toro bufando o una mula reparando, recuerden que es por el cuero donde está guardado el oro y no se vayan a cagar en los calzones”. “Lo que deben hacer es mentarse la madre ustedes mismos para ver si así se les quita el miedo”. Entonces Jeremías lo interrumpió y dijo: - ¿Y qué va a pasar si el ánima nos pide que escojamos al que se va a morir como pago para poder sacar el entierro?¿cómo lo escogemos?¿echamos un volado para jugárnosla o qué?- No nos eches la sal y mejor espérate a ver lo qué dicen las ánimas, comentó Herculano.
Volvió a hablar Macario:- Lo que si les digo que va a pasar de cierto es que una vez que empecemos a rascar, se van a escuchar los quejidos del diablo que está cuidando el tesoro enterrado. Al principio no son tan fuertes pero en cuanto ya le estemos llegando al mero lugar, se van a oír más y más fuertes y va a haber quejidos en la tierra que ya esté amontonada afuera del hoyo y también se van a oír los quejidos en la tierra que estemos pisando abajo. Van a ser puros gruñidos de las ánimas como si las estuviéramos despertando antes de tiempo. También van a gruñir las piedras que están en la cerca que está junto al mezquite. Recuerden también que si el que le esté rascando empieza a ver que salen los vapores azules debajo de la tierra, ¡debe salirse en chinga! Porque si no, se va a envenenar y ni siquiera se va a gastar un tostón de lo que saque.- Oye Macario ¿y qué vamos a hacer con esos dos cántaros llenos de carbón que trajimos?, alguien le preguntó.- Lo que sucede es que si no cumplimos todo lo necesario o si las ánimas no quieren darnos su merced, a la hora de cargar con el oro, se va a convertir en ceniza. El carbón es para dárselo y ver si lo quieren en lugar de la ceniza, que parece ser, les gusta mucho.Cuando ya habían terminado todos los ritos, aunque se miraban algunas nubes en el cielo, no le quitaban su esplendor a la luna que brillaba intensamente. A lo lejos se escuchaban algunos ladridos de los perros del rancho de La Noria y también se escuchaban aullidos de algún coyote que andaba en la higuera del cerro cerca de la vereda que va al rancho de La Víbora. Se pusieron a escarbar por turnos y habían acordado hacerlo muy rápido para no dejar que el día los agarrara en la faena ya que no tendrían argumentos para explicar lo que hacían, a la gente que los viera.Conforme iban avanzando en la excavación, empezaron a darse cuenta que ocurrían cosas un tanto inexplicables: primero vieron que la luna seguía en su lugar pero ya no tenía tanto brillo y que parvadas de murciélagos pasaban sobre ellos de manera insistente y aunque no los atacaban, si les causaban inquietud por lo raro del fenómeno. Después, alguien notó un aleteo muy fuerte que provenía de la huizachera y después, el ruido se pasaba a alguno de los mezquites que había alrededor y aunque dijeron que era una lechuza, no quedaron del todo convencidos. Pasó algo de tiempo y notaron también que la noche si iba haciendo más y más oscura, en parte debido a lo sombría que se había puesto la luna y en parte a algunas nubes que de pronto empezaron a llenar el cielo. En eso estaban cuando alguien dijo que pusieran mucha atención porque a lo lejos se estaba escuchando el repique de una campana. No sabían ni reconocían si eran las campanas del templo de La Rivera o de Yurécuaro y de pronto, como por arte de magia, escucharon el sonido en el lado totalmente opuesto, como si viniera del rumbo de Santa Rita. Mientras todo esto ocurría, Macario dijo:- Es necesario que escarbemos más rápido. Y agregó ¿Quién estaba rascando?- Yo me salí porque ya me tocaba descansar. Ahora le toca a Jeremías dijo Herculano.El aludido se metió al hoyo que ya llevaba más de un metro de profundidad pero a los pocos minutos dio un grito pavoroso al mismo tiempo que soltaba el pico y caía de espaldas. Todos vieron salir arrastrándose una gran mancha peluda y negra que primero pasó por encima de la cara de Jeremías dejándole unos arañazos marcados y después saltó fuera del agujero para irse a perder detrás de la cerca. Atanasio corrió en sentido contrario a donde se había ido la sombra y Herculano se quedó sentado sin decir una palabra. Pasaron los minutos y solo se oían a lo lejos las campanas. Por fin Macario se arrimó al hoyo y dando un salto, se puso al lado de Jeremías quien aun parecía desmayado o cuando menos, tenía los ojos cerrados para no ver nuevamente “la aparición”. Macario se puso a examinar las paredes y después ayudó a salir a su compañero y ya cuando estaban nuevamente los cuatro reunidos les dijo:- Era un tlacuache.Se le quedaron viendo sorprendidos. - ¿No sería un nagual?, le preguntó Herculano.- ¿Por qué crees que era un nagual? preguntó Atanasio. Agregó Macario:- Cuenta la leyenda que si alguna persona descubre dónde hay un “entierro”, debe poner a cuidar a su nagual el lugar, para que nadie más lo saque.
Mientras que los demás estaban muy asustados, Macario decidió continuar escarbando hasta encontrar el tesoro. Sin embargo, pasado un tiempo en que ya casi llegaba a la profundidad de dos metros, se soltó de repente un tremendo aguacero que poco a poco fue inundando el agujero y destruyó el trabajo que habían realizado durante varias horas. Macario salió con dificultad y todos se fueron a arrimar a la cerca para guarecerse un poco del diluvio que estaba cayendo. Al poco rato, por el arroyo seco cerca de donde estaban cavando, bajó del cerro un gran caudal que arrastró todos los utensilios que llevaban y por poco se lleva también a las mulas y caballos. Ya estaba amaneciendo cuando dejó de bajar agua por el arroyo y fue entonces que descubrieron que no había quedado ninguna huella del lugar donde habían rascado, como si realmente, las ánimas se hubieran encargado de eliminar los intentos de quitarles su tesoro.Empapados, sucios, espantados y sobre todo, decepcionados, emprendieron el retorno y al llegar al puente se instalaron bajo el tejabán de doña Secundina Montejano a tomarse una “agüita” para prevenir los resfríos y también para curarse “el espanto”.Pasaron muchos días, Atanasio llegó a la peluquería de Macario y acordaron llamar a Herculano y Jeremías para determinar si ya le paraban a sus ansias o si iban a hacer otro intento por hacerse ricos. Como la codicia pudo más, decidieron probar otra vez, aunque bien sabían que arriesgaban nuevamente la vida ya que el susto sufrido los había dejado escaldados. Para escoger el nuevo sitio donde buscar, pusieron dos alternativas: irse por el Arroyo de los Cerezos hacia arriba del cerro hasta dar con la Cueva de la Poblana o buscar por el Camino Real con rumbo al rancho de El Zapote. Escogieron la segunda opción y en la fecha acordada, consiguieron otros picos, barras, palas y martillos para cavar ya que, como dijimos anteriormente, los otros se los había llevado la “crecida” del arroyo. Ya en el lugar seleccionado, hicieron los ritos acostumbrados y se pusieron a rascar con ahínco. Pasaban las horas y vieron que el hoyo no había avanzado mucho ya que se toparon varias veces con grandes piedras. Ya casi amanecía cuando decidieron “dejar por la paz” el sitio y regresaron al pueblo.Después de este intento, los “buscadores de entierros” ya no hablaron de volver a ir juntos a una nueva búsqueda. Tiempo después, por boca de otra gente, supieron que Atanasio había ido a La Capital y se había traído un aparato “detector de metales”, que según él, lo sacaría de pobre. También supieron que su mujer constantemente lo regañaba porque: “la dejaba sola por muchos días mientras que él se iba, nosépadonde y regresaba casi siempre, arañado y con genio de 'losmildemonios”.
Amables lectores, todos en Yurécuaro, tenemos no una sino varias leyendas y relatos que contaban nuestros abuelos o que les oíamos a otras personas. He querido hacer una semblanza de una parte muy pequeña de recuerdos guardados en la memoria de nuestro terruño y les agradezco haberme acompañado a revivir estas andanzas.
José Luis García Salazar
Herculano, después de mirar hacia donde le había indicado el “Faifitas” les dijo a sus compañeros que fueran juntos a ver el lugar donde estaba “la luz” que habían visto anteriormente. Se dirigieron cautelosamente hacia el centro de la huerta, por donde estaba una noria. Esperaban encontrar la “aparición” o sea, la viejita y la luz que traía alumbrándola. Al llegar a la noria, la luz había desaparecido por lo que empezaron a respirar tranquilos. Jeremías dijo:- Yo creo que era una luciérnaga.- Todavía no es tiempo de que alumbren, dijo Atanasio.Esperaron un rato más y Macario se puso a rezar El Magnificat en voz alta y les dijo que prendieran el cirio y que le dieran varias vueltas a la noria meneando la palma bendecida en Semana Santa y que habían llevado para defenderse de El Ánima. En eso estaban cuando Jeremías volvió a descubrir “la luz” pero ahora estaba posicionada en la barda que daba a la fragua de Luis Valdez, como a treinta metros de donde estaban. Con mucho miedo, empezaron a caminar echando por delante a Macario, porque según le dijeron: “tu eres el experto y además estás santificado con el escapulario que traes de La Adoración Nocturna”. Cuando llegaron a la barda, “la luz” ya se había metido al patio de la fragua. Macario dijo:- Mientras yo sigo rezando, súbete a la barda Atanasio y asómate para ver en qué lugar está “la luz”. - Yo tengo riumas y además, no deviso bien desde lejos, contestó el aludido.- Yo me asomo, porque como van las cosas, ya se acabaron los valientes o se les arrugaron los tanates, dijo Herculano y después de subirse a la barda empezó a decirles lo que estaba observando: “Veo como si “el espanto” fuera una mujer vestida con una tela vaporosa de color azul claro”. “Está sentada arriba del montón de carbón que usan en la fragua y que está junto al yunque donde enderezan los fierros”. “Ora veo como si el tronco donde está el yunke, estuviera ardiendo”. Después de esto le dijo a Jeremías que se subiera para comprobar también lo que veía, pero rápidamente le contestó:- ¡Yo no me subo porque traigo una hernia y no vaya a ser que se me reviente!Mientras Herculano estaba encaramado arriba de la barda mirando hacia adentro de la fragua, los otros estaban expectantes, aun llenos de miedo que les corría por todo el cuerpo. Pasó mucho tiempo y Herculano bajó a descansar porque ya tenía las piernas entumidas. Mientras tanto, los demás le preguntaban más detalles sobre “el espanto”; pero él no les contestaba, y sólo se les quedaba viendo.Los cuatro se quedaron callados esperando que alguien decidiera lo que iban a hacer enseguida. Por una parte, ya querían irse del lugar pero por la otra, aun estaban llenos de codicia y estaban poseídos por el deseo de hacerse ricos con el tesoro que creían iban a encontrar. De cuándo en cuándo, Herculano volvía a subirse a la barda para mirar hacia la fragua y bajaba con su actitud callada sin hacer caso a las preguntas de sus compañeros.Para romper el silencio, el “Faifitas” preguntó:- ¿Por qué se habrá venido a meter El Ánima en este lugar?Atanasio contestó:- Pos dicen que aquí había un corral que era de don Eleuterio Bravo y que se los rentaba a unos arrieros que en una ocasión se pelearon entre ellos porque no se pusieron de acuerdo en un dinero que traían cargando en la recua. Dicen que mataron a la mujer de uno de esos arrieros y que la enterraron en el corral.- Yo todavía recuerdo que se hablaba mucho del tal Eleuterio, dijo el “Faifitas” y agregó: decían que no le gustaba ir al templo y que siempre presumía de que “con unas misas gregorianas y con un buen arrepentimiento, cualquiera se le pela al diablo”. También era muy afecto a decir que “después de la muerte, el hombre vale menos que un buey, porque a éste se le aprovecha el cuero y el hombre, aunque tiene cuernos, no le sirven de nada”.- También cuentan que Eleuterio era tan mujeriego que hasta se le hizo morir en las faldas del cerro, comentó finalmente Atanasio.Las horas pasaron y a final de cuentas, tuvieron que abandonar la huerta porque ya los gallos empezaban a cantar. Acordaron verse al siguiente día y continuar con el plan para hacerse ricos.Al día siguiente, a media tarde y ya estando todos reunidos, esperaron a que Macario terminara de rasurar a un cliente y después se pusieron a deliberar. El primero que habló fue Atanasio:- Yo creo que debemos escoger bien el lugar donde vamos a escarbar. Debe ser en alguna de las casas viejas donde dicen que hay dinero enterrado. Ay están las casas del portal o la de los Vázquez, allí en la esquina de la calle Real con la Victoria. Aunque también dicen que hay un buen “entierro” en el corral que está atrás de la cantina “La Rata Muerta”.- Yo creo que mejor debemos ir a escarbar al Camino Real. Mi abuelo me contó que una madrugada cuando iba rumbo a Santa Fe, oyó un grito muy feo, como si le hubieran machucao la madre a alguien, dijo “el Faifitas”.- ¿Dónde mero fue eso que dices? Le preguntó Macario.- Pos me dijo mi abuelo que fue pasando “El Guayabo” de los García.Todos estuvieron de acuerdo en continuar su aventura en el Camino Real y le encomendaron a Jeremías que investigara bien el lugar donde iban a escarbar primero. Macario repartió algunos otros pendientes que había que hacer y le dijo a Atanasio y Herculano que llevaran los utensilios necesarios.En la fecha señalada, y que se escogió por ser de luna llena, montaron en las cabalgaduras que habían conseguido: dos buenos caballos y dos mulas grandes, ya que, como lo habían platicado, “tenían que soportar una buena carga de oro”, que esperaban desenterrar. Cruzaron el puente y vieron que el río llevaba buen caudal por ser tiempo de aguas. A buen paso llegaron a El Salitre y después pasaron frente a la entrada de El Guayabo y como a trescientos metros, cerca de donde hay un “vallado”, encontraron el mezquite señalado donde el abuelo de “el Faifitas” había escuchado el alarido hacía mucho tiempo. Hicieron sus mediciones y de repente, Macario se paró junto al cauce del arroyo que por allí pasaba y que en esos momentos estaba casi seco y dijo: “Aquí mero hay que rascar! Todos siguieron el procedimiento que anteriormente habían practicado: primero, rezaron: “Salgan, salgan, ánimas de sus penas…..” En seguida rezaron una docena de veces: “Por los agonizantes, oremos……” Como tercer paso recitaron dos veces la “Maldición a los Cátaros” y después rezaron El Magnificat al mismo tiempo que prendían el cirio y meneaban la palma bendita alrededor del lugar donde iban a rascarle a las ánimas que cuidaban el tesoro.Macario también les advirtió: “Si sale un toro bufando o una mula reparando, recuerden que es por el cuero donde está guardado el oro y no se vayan a cagar en los calzones”. “Lo que deben hacer es mentarse la madre ustedes mismos para ver si así se les quita el miedo”. Entonces Jeremías lo interrumpió y dijo: - ¿Y qué va a pasar si el ánima nos pide que escojamos al que se va a morir como pago para poder sacar el entierro?¿cómo lo escogemos?¿echamos un volado para jugárnosla o qué?- No nos eches la sal y mejor espérate a ver lo qué dicen las ánimas, comentó Herculano.
Volvió a hablar Macario:- Lo que si les digo que va a pasar de cierto es que una vez que empecemos a rascar, se van a escuchar los quejidos del diablo que está cuidando el tesoro enterrado. Al principio no son tan fuertes pero en cuanto ya le estemos llegando al mero lugar, se van a oír más y más fuertes y va a haber quejidos en la tierra que ya esté amontonada afuera del hoyo y también se van a oír los quejidos en la tierra que estemos pisando abajo. Van a ser puros gruñidos de las ánimas como si las estuviéramos despertando antes de tiempo. También van a gruñir las piedras que están en la cerca que está junto al mezquite. Recuerden también que si el que le esté rascando empieza a ver que salen los vapores azules debajo de la tierra, ¡debe salirse en chinga! Porque si no, se va a envenenar y ni siquiera se va a gastar un tostón de lo que saque.- Oye Macario ¿y qué vamos a hacer con esos dos cántaros llenos de carbón que trajimos?, alguien le preguntó.- Lo que sucede es que si no cumplimos todo lo necesario o si las ánimas no quieren darnos su merced, a la hora de cargar con el oro, se va a convertir en ceniza. El carbón es para dárselo y ver si lo quieren en lugar de la ceniza, que parece ser, les gusta mucho.Cuando ya habían terminado todos los ritos, aunque se miraban algunas nubes en el cielo, no le quitaban su esplendor a la luna que brillaba intensamente. A lo lejos se escuchaban algunos ladridos de los perros del rancho de La Noria y también se escuchaban aullidos de algún coyote que andaba en la higuera del cerro cerca de la vereda que va al rancho de La Víbora. Se pusieron a escarbar por turnos y habían acordado hacerlo muy rápido para no dejar que el día los agarrara en la faena ya que no tendrían argumentos para explicar lo que hacían, a la gente que los viera.Conforme iban avanzando en la excavación, empezaron a darse cuenta que ocurrían cosas un tanto inexplicables: primero vieron que la luna seguía en su lugar pero ya no tenía tanto brillo y que parvadas de murciélagos pasaban sobre ellos de manera insistente y aunque no los atacaban, si les causaban inquietud por lo raro del fenómeno. Después, alguien notó un aleteo muy fuerte que provenía de la huizachera y después, el ruido se pasaba a alguno de los mezquites que había alrededor y aunque dijeron que era una lechuza, no quedaron del todo convencidos. Pasó algo de tiempo y notaron también que la noche si iba haciendo más y más oscura, en parte debido a lo sombría que se había puesto la luna y en parte a algunas nubes que de pronto empezaron a llenar el cielo. En eso estaban cuando alguien dijo que pusieran mucha atención porque a lo lejos se estaba escuchando el repique de una campana. No sabían ni reconocían si eran las campanas del templo de La Rivera o de Yurécuaro y de pronto, como por arte de magia, escucharon el sonido en el lado totalmente opuesto, como si viniera del rumbo de Santa Rita. Mientras todo esto ocurría, Macario dijo:- Es necesario que escarbemos más rápido. Y agregó ¿Quién estaba rascando?- Yo me salí porque ya me tocaba descansar. Ahora le toca a Jeremías dijo Herculano.El aludido se metió al hoyo que ya llevaba más de un metro de profundidad pero a los pocos minutos dio un grito pavoroso al mismo tiempo que soltaba el pico y caía de espaldas. Todos vieron salir arrastrándose una gran mancha peluda y negra que primero pasó por encima de la cara de Jeremías dejándole unos arañazos marcados y después saltó fuera del agujero para irse a perder detrás de la cerca. Atanasio corrió en sentido contrario a donde se había ido la sombra y Herculano se quedó sentado sin decir una palabra. Pasaron los minutos y solo se oían a lo lejos las campanas. Por fin Macario se arrimó al hoyo y dando un salto, se puso al lado de Jeremías quien aun parecía desmayado o cuando menos, tenía los ojos cerrados para no ver nuevamente “la aparición”. Macario se puso a examinar las paredes y después ayudó a salir a su compañero y ya cuando estaban nuevamente los cuatro reunidos les dijo:- Era un tlacuache.Se le quedaron viendo sorprendidos. - ¿No sería un nagual?, le preguntó Herculano.- ¿Por qué crees que era un nagual? preguntó Atanasio. Agregó Macario:- Cuenta la leyenda que si alguna persona descubre dónde hay un “entierro”, debe poner a cuidar a su nagual el lugar, para que nadie más lo saque.
Mientras que los demás estaban muy asustados, Macario decidió continuar escarbando hasta encontrar el tesoro. Sin embargo, pasado un tiempo en que ya casi llegaba a la profundidad de dos metros, se soltó de repente un tremendo aguacero que poco a poco fue inundando el agujero y destruyó el trabajo que habían realizado durante varias horas. Macario salió con dificultad y todos se fueron a arrimar a la cerca para guarecerse un poco del diluvio que estaba cayendo. Al poco rato, por el arroyo seco cerca de donde estaban cavando, bajó del cerro un gran caudal que arrastró todos los utensilios que llevaban y por poco se lleva también a las mulas y caballos. Ya estaba amaneciendo cuando dejó de bajar agua por el arroyo y fue entonces que descubrieron que no había quedado ninguna huella del lugar donde habían rascado, como si realmente, las ánimas se hubieran encargado de eliminar los intentos de quitarles su tesoro.Empapados, sucios, espantados y sobre todo, decepcionados, emprendieron el retorno y al llegar al puente se instalaron bajo el tejabán de doña Secundina Montejano a tomarse una “agüita” para prevenir los resfríos y también para curarse “el espanto”.Pasaron muchos días, Atanasio llegó a la peluquería de Macario y acordaron llamar a Herculano y Jeremías para determinar si ya le paraban a sus ansias o si iban a hacer otro intento por hacerse ricos. Como la codicia pudo más, decidieron probar otra vez, aunque bien sabían que arriesgaban nuevamente la vida ya que el susto sufrido los había dejado escaldados. Para escoger el nuevo sitio donde buscar, pusieron dos alternativas: irse por el Arroyo de los Cerezos hacia arriba del cerro hasta dar con la Cueva de la Poblana o buscar por el Camino Real con rumbo al rancho de El Zapote. Escogieron la segunda opción y en la fecha acordada, consiguieron otros picos, barras, palas y martillos para cavar ya que, como dijimos anteriormente, los otros se los había llevado la “crecida” del arroyo. Ya en el lugar seleccionado, hicieron los ritos acostumbrados y se pusieron a rascar con ahínco. Pasaban las horas y vieron que el hoyo no había avanzado mucho ya que se toparon varias veces con grandes piedras. Ya casi amanecía cuando decidieron “dejar por la paz” el sitio y regresaron al pueblo.Después de este intento, los “buscadores de entierros” ya no hablaron de volver a ir juntos a una nueva búsqueda. Tiempo después, por boca de otra gente, supieron que Atanasio había ido a La Capital y se había traído un aparato “detector de metales”, que según él, lo sacaría de pobre. También supieron que su mujer constantemente lo regañaba porque: “la dejaba sola por muchos días mientras que él se iba, nosépadonde y regresaba casi siempre, arañado y con genio de 'losmildemonios”.
Amables lectores, todos en Yurécuaro, tenemos no una sino varias leyendas y relatos que contaban nuestros abuelos o que les oíamos a otras personas. He querido hacer una semblanza de una parte muy pequeña de recuerdos guardados en la memoria de nuestro terruño y les agradezco haberme acompañado a revivir estas andanzas.
José Luis García Salazar
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- daniel garciaModerador
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Re: Los buscadores de Entierros, excelente historia..
Miér 30 Sep 2009, 1:56 pm
no pues muy buena anecdota , , y salio a relucir Herculano, ..... si ese al q le decian el medallas, saludos
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- El KosheExperto del Foro
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Re: Los buscadores de Entierros, excelente historia..
Miér 30 Sep 2009, 2:34 pm
Buen relato!!! Lastima que desistieron, esperaba que hubieran encontrado algo muy bueno. Gracias por esta entretenida narracion!!! Saludos
- chicharoIdentidad Certificada
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Re: Los buscadores de Entierros, excelente historia..
Miér 30 Sep 2009, 5:45 pm
woowoow una excelente historia llena de relatos , misterios, intriga, emocion, folklor..... ....de todo un poco........
Felicidades por esta historia que documenta en muchas formas lo que podria resultar y surgir de una busqueda cualquiera........ya que al final de cuentas cualquier podria estar en esta situacion....
Saludos
Atte
Chicharo
Felicidades por esta historia que documenta en muchas formas lo que podria resultar y surgir de una busqueda cualquiera........ya que al final de cuentas cualquier podria estar en esta situacion....
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Atte
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Re: Los buscadores de Entierros, excelente historia..
Miér 30 Sep 2009, 6:45 pm
Saludos mi estimado romel que buena historia hasta la vista se me canso pero la termine toda.
estamos llenos de relatos e historias donde nos podemos reflejar cada uno de nosotros.
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