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Bulgaria
Dom 13 Abr 2008, 2:44 pm
Bulgaria esconde tesoros
El arqueólogo Georgi Kitov trabaja contra reloj; se vale de excavadoras y motoniveladoras que descubren las tumbas de los antiguos reyes tracios para lograr en una semana lo que a un grupo convencional le llevaría meses realizar. No tiene otra opción, pues por todas partes hay saqueadores, prestos a robar los yacimientos arqueológicos. ‘‘Tienen más dinero que yo y mejores máquinas. Yo trato de salvar lo que ellos quieren destruir, y creo que he tenido mucho éxito. He podido ponerles un alto a muchos de ellos’’, dice Kitov.
A sus 63 años, Kitov es un hombre polémico. Héroe para algunos, villano para otros, al inicio de su carrera aprendió a realizar excavaciones con máquinas, estudiando el método aplicado por sus colegas soviéticos, del cual pronto se convirtió en fiel partidario. ‘‘Creo que las excavaciones a mano son una pérdida de tiempo’’, dice. Pero su premura y falta de precisión inquietan a muchos de sus colegas. Algunos lo acusan de ser un mero cazatesoros; otros lo llaman arqueólogo mediático, un hombre espectáculo que tergiversa las crónicas de sus descubrimientos para hacerlos más atractivos ante la prensa y el público. No obstante, sus defensores señalan que casi la mitad de los objetos arqueológicos de oro y plata que se encuentran en los museos más importantes de Bulgaria provienen de los yacimientos arqueológicos de Kitov: deslumbrantes collares y pendientes, tazones, cántaros y copas de elegancia clásica ornamentadas con asas, escarapelas de arneses de caballos, adornos de la armadura de un guerrero, espinilleras hermosamente repujadas, una corona de delicadas hojas de roble, la refulgente máscara de un rey. Objetos que, de no haber sido hallados por Kitov, casi con toda certeza habrían caído en manos non sanctas.
Bulgaria es El Dorado de los saqueadores: una vasta colección de tesoros enterrados en tumbas que han albergado oro desde el año 4000 a. C. Con el paso de los siglos, este puente estratégico entre Asia y Europa fue testigo de una prolongada sucesión de invasores, conquistadores, soldados, viajeros, comerciantes y colonizadores. Tracios, macedonios, griegos, persas, romanos, eslavos, búlgaros, bizantinos y turcos, todos ellos dejaron su huella.
Los sepulcros reales de los tracios, construidos entre los siglos V y III a. C., son blancos fáciles de los saqueadores. Sus enormes montículos en forma de colmena, cubiertos de maleza y distribuidos en caminos y campos labrantíos, alcanzan la altura de un edificio de varios pisos. Kitov opera en el Valle Kazanlak, de 94 kilómetros de longitud, donde cerca de 1,000 de esos montículos emergen de entre las rosaledas, florecientes bajo la atenta mirada de los Balcanes y los Montes Sredna Gora.
En Bulgaria los tesoros antiguos son, en teoría, propiedad del Estado, hecho que ya no se toma tan en serio como antes. En 1949, cerca de la ciudad de Panajyurishte, tres hermanos que buscaban arcilla para fabricar mosaicos descubrieron, enterradas hacía más de 2000 años, nueve vasijas con adornos de oro sólido. Apenas unos años antes, el país había caído bajo la influencia política del régimen soviético, y el nuevo Estado totalitario daba un trato brutal a cualquier persona que quebrantara la ley, de tal suerte que los hermanos, diligentemente, entregaron su hallazgo a las autoridades.
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