Hallan restos de soldado... ¿mexicano?

A casi 162 años de distancia, la Batalla de Monterrey abrió ayer un nuevo capítulo de la Guerra de Invasión Estadounidense de 1846.
Esta vez no fue a sangre y fuego, sino a través de la arqueología.

Y es que una osamenta, clavos y restos de madera, parte de un enterramiento relacionado con el episodio bélico, y gruesos sillares, presuntos vestigios del antiguo Fortín de Tenerías, fueron desenterrados de un predio ubicado en Héroes del 47 entre Washington y Aramberri.

Pero hay una duda: ¿Se trata de un soldado mexicano o un estadounidense? Futuros estudios podrían determinarlo.
A las 11:00 horas de ayer, arqueólogos del INAH registraron el hallazgo durante los trabajos de excavación que se realizan en el predio, donde se proyecta un estacionamiento.

El terreno está ubicado a 100 metros del lugar donde en 1996 se encontraron cinco osamentas de militares de Estados Unidos caídos en combate; y a 25 metros de donde aparecieron vestigios del mismo periodo en el 2005.

El predio fue uno de tres terrenos que el Fideicomiso de Proyectos Estratégicos Urbanos del Estado permutó a favor de la empresa inmobiliaria Delta Soluciones, en el 2007, transacción polémica que le costó 27 millones de pesos a las finanzas estatales.

Araceli Rivera, arqueóloga del INAH en Nuevo León, señaló que el hallazgo aportará datos para la historia como, por ejemplo, aclarar el destino de los casi 100 caídos del bando mexicano que hubo en el lugar.

"Por el tipo de clavos, idénticos a los que encontramos hace casi 13 años en (la calle) Washington, el material óseo, que suponemos que es de hombre, nos da elementos para considerar un enterramiento de 1846.

"(El hallazgo) Viene a complementar la información histórica que señalaba que los caídos fueron arrojados a fosas comunes, pero hasta ahora la mayor parte de ellos (enterramientos) han sido encontrados en ataúdes de madera", dijo Rivera, quien encabezó hace más de una década el salvamento arqueológico.

La experta indicó que los vestigios aparecieron a cerca de un metro de profundidad.

Los restos óseos fueron encontrados en malas condiciones por la humedad del terreno.

El arqueólogo Enrique Tovar y Juan Antonio Cerda, asistente del equipo INAH, quienes participaron en el registro, señalaron que los restos óseos con sedimento fueron enviados para su estudio al Centro del Instituto, en el Obispado.

En la zona se suspendieron los trabajos de excavación. No se sabe si se tendrá que suspender la obra.

En el plazo de un mes, los arqueólogos esperan contar con un georradar para detectar vestigios arqueológicos bajo tierra sin necesidad de excavaciones.

El hallazgo despertó ayer el entusiasmo entre arqueólogos e historiadores.

"¡Es increíble! Por el sitio donde se halló la osamenta, junto a los restos del Fortín me hace pensar que sea un (caído) del bando mexicano", indicó el historiador Ahmed Valtier.

El 21 de septiembre de 1846 se libró un sangriento asalto durante la Batalla de Monterrey en la guerra México-Estados Unidos.

Poco a poco los hallazgos de las Tenerías comienzan a mostrar sus secretos. En 1996, y abril de este año fueron descubiertos una serie de esqueletos, primero en la calle Washington entre Héroes del 47 y Julián Villarreal, y luego en un predio en la propia calle Héroes del 47.

Estas calles corresponden a la zona donde estuvo ubicado el Fortín de las Tenerías, donde el 21 de septiembre de 1846 se libró un sangriento asalto durante la Batalla de Monterrey en la guerra México-Estados Unidos.

En el caso del entierro de 1996, en la calle de Washington, dos monedas americanas de medio dólar permiten especular sobre el origen y la identidad de una osamenta en particular, en cuyo chaleco se encontraron.

Una de las monedas tiene fecha de 1824, y otra de 1846, lo que da un lapso de 22 años, posiblemente una pista de la identidad del caído, dejado por los compañeros que lo enterraron.

El historiador Ahmed Valtier, siguiendo este rastro, consultó las listas de los batallones de Tennessee y Mississipi, quienes atacaron el fortín, coincidiendo la edad de 22 años del fallecido con la de un joven de nombre Isaac Elliot, originario del condado de Summer en Tennessee.

De lo cual no cabe duda es que, luego de un análisis por un antropólogo físico, se descubrió que el esqueleto pertenece a un individuo de origen caucásico, lo cual lo ubica en el bando norteamericano: “Pudimos identificar algunos rasgos antropométricos, se pudo determinar el sexo que corresponde a un individuo masculino, de edad entre 20 y 25 años y de una estatura aproximada de 1.75 metros”, indicó la arqueóloga Araceli Rivera, del centro INAH Nuevo León.

“Encontramos una serie de clavos, poco más de cuarenta, algunos con residuos de madera, lo que nos llamó mucho la atención, ya que las referencias es que los militares caídos en la batalla de 1846 habían sido arrojados en una fosa común”.

La especulación en torno a la identidad del soldado estadounidense podría confirmarse de encontrar descendientes en Tennessee con el mismo apellido Elliot, sometiéndolos a exámenes de ADN.

Además, el hecho de confirmar la nacionalidad y la identidad de la osamenta podría llevar a un intercambio amistoso con las universidades y autoridades de Estados Unidos, ya que en territorio americano se encuentran osamentas de soldados mexicanos caídos en batallas como Palo Alto y Resaca de la Palma, en aquél momento parte de México.

“Hubo la oferta de que sí nosotros devolvíamos estos entierros ellos nos devolvían veinte entierros que tienen en Estados Unidos de soldados mexicanos”, indicó la arqueóloga.

“Es todavía algo informal, no hay una plática oficial aún”, acotó Héctor Jaime Treviño, delegado del INAH, en Nuevo León.

Treviño Villarreal también indicó su apoyo total a que exista una calle con el nombre de “Héroes del 46”, en honor a los caídos en Monterrey, ya que la existente de “Héroes del 47” hace referencia al año siguiente, cuando los estadounidenses tomaron la ciudad de México.

“No que se cambie el nombre a la calle, sino buscar otra avenida, así mismo hacer alguna especie de monumento muy significativo para esta defensa que hicieron las fuerzas mexicanas.

El Centro INAH Nuevo León apoyará todos intentos de darle un homenaje público, abierto, a los héroes del 46”, explicó el delegado.

Aquí se sugiere que las monedas indican el año de nacimiento y por supuesto el año de muerte de esta persona.

Si esta moneda la cargaba la propia persona...
¿era costumbre ir a la guerra con una moneda del año de nacimiento? ¿por qué nadie más lo menciona?
¿no lo considerarían como de mala suerte ir preparado para marcar sus restos?
¿todo soldado cargaba con una brillante y recién acuñada moneda de oro o plata de 1846?

Si estas monedas las colocaron sus compañeros...
¿se colocaron con la intención de marcar su edad? ¿con qué intención?
¿como estaban seguros de su año de nacimiento?

No existe ninguna forma de descartar que este entierro fue posterior, que tal de 1847 o 1848. En esos años aún se conseguían monedas del 24 y del 46, ¿no?.

Yo creo que las fechas de las monedas son irrelevantes, solamente si la fecha fuera posterior a 1846 nos diría algo de importancia, precisamente que no fue de un caído en la batalla.

2.- Restos caucásicos = Norteamericano.

De lo cual no cabe duda es que, luego de un análisis por un antropólogo físico, se descubrió que el esqueleto pertenece a un individuo de origen caucásico, lo cual lo ubica en el bando norteamericano: “Pudimos identificar algunos rasgos antropométricos, se pudo determinar el sexo que corresponde a un individuo masculino, de edad entre 20 y 25 años y de una estatura aproximada de 1.75 metros”, indicó la arqueóloga Araceli Rivera, del centro INAH Nuevo León.

Es cierto que la gran mayoría de la tropa mexicana no cae en la clasificación de caucásico, ¿pero qué con los oficiales? muchos de ellos de sangre española, heredando el grado militar del padre o comprándolo con su fortuna, el mismo general Pedro de Ampudia, a cargo de la defensa de Monterrey, tuvo ambos padres españoles y hoy en día sus restos bien podrían catalogarse como de un caucásico, y siguiendo con este mismo razonamiento lo estaríamos colocando fácilmente del lado norteamericano, dicho con todo respeto para el general.

Me parece muy aventurado darle una nacionalidad a estos restos con tan pocos datos.

3.- Entierros en ataúd.

“Encontramos una serie de clavos, poco más de cuarenta, algunos con residuos de madera, lo que nos llamó mucho la atención, ya que las referencias es que los militares caídos en la batalla de 1846 habían sido arrojados en una fosa común”.

¿cuántos clavos se usaban para armar y cerrar un ataúd?, ¿contando el armazón del fondo, lados y la tapa?, ¿tal vez unos 40? yo creo que mas. Por haber encontrado un ataúd en el sitio se quiere cambiar todas las descripciones de los testigos de la batalla sobre el uso de fosas comunes. Durante los días de la batalla no había ni el tiempo, ni el material, ni la oportunidad de hacer entierros con ataúd. Si ni siquiera se dio cuartel para recuperar los muertos o atender a los heridos menos para entierros ceremoniosos. Ahí fue donde se usaron las fosas comunes, y muy superficiales que hasta los perros escarbaban y sacaban los restos.

Los norteamericanos, quienes al quedarse dueños de Monterrey, fueron los que tuvieron la oportunidad de recuperar a sus muertos y reubicarlos en cementerios temporales, para su posterior repatriación. Ante la emergencia sanitaria los restos de los mexicanos fueron a parar a fosas comunes.

El entierro del ataúd se pudo realizar en cualquier momento entre la toma de Monterrey y la salida de los norteamericanos de la ciudad, alrededor de 2 años.


Aquí esta pasando que cualquier hallazgo en el sitio, lo están situando de inmediato como originado justo en los 3 días de la batalla de Monterrey.

Todos quisiéramos que se encontraran restos de esa batalla, para tener objetos originales con que iniciar el ansiado Museo de la Batalla de Monterrey, pero debemos tener rigor científico e histórico.

Una vez mas les recuerdo que este es mi muy personal punto de vista, no necesariamente el mejor ni el correcto.



Gracias por su atención.




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