Tesoros escondidos, sueños, historias y riquezas .

Una leyenda y un detector de minas de guerra, el origen del negocio

El letrero atrapa desde el aparador de un pequeño local en la colonia Roma: "Hágase rico, busque tesoros".
Tras el muro de cristal, junto a un cofre oxidado y antiguo, se halla la siguiente leyenda: "Este cofre, construido en España alrededor del año 1500, fue localizado lleno de monedas de oro, con uno de nuestros aparatos, en 1957. Nos regalaron el cofre vacío".

Es la puerta de entrada a Detectores SA, un negocio fundado en 1949 dedicado a la venta de sueños.

Adentro, todo parece calcado de una novela de Verne. Una escalera circular, escoltada por cofres repletos de monedas antiguas, conduce a tres cubículos de cristal donde se alinean, para su renta o venta, diversos aparatos detectores de metal. El zumbido radiestésico de las agujas, al ponerse en marcha, hace pensar en los laboratorios de ficción de las viejas películas de El Santo.

No es extraño. En la ciudad más grande y más poblada del mundo, aún existe gente que orada paredes y escarba cimientos. Gente que habla con fantasmas y ve resplandecer fuegos fatuos.

"Las partes antiguas de la ciudad y las zonas mineras de provincia están llenas de historias sobre tesoros escondidos: historias de la Revolución, del siglo XIX, de la Colonia", explica Adela Contreras, hija del fundador de la empresa.

Un día esas historias se adueñan de la imaginación de la gente. Lo que sigue es que alguien abre el Aviso Oportuno y poco después cruza el umbral de Detectores S.A., con intención de comprar o rentar un aparato.

No pocas veces la aventura termina con una sorpresa: "Hace 25 años vino a visitarnos un señor de apellido Tostado. Compró un detector, firmó la factura y no volvimos a saber de él hasta que lo vimos retratado en el periódico. Había encontrado en Real de Catorce un tesoro que, según el diario, bastaba para reconstruir el pueblo entero", dice la mujer.

La historia comenzó en 1947, gracias a la aparición de un fantasma. Ese año, un contador público fracasado, vendedor de seguros fracasado, periodista fracasado, burócrata fracasado y poseedor, en fin, de un currículum que no reportaba sino deudas hasta el cuello, oyó hablar del ánima de un sacerdote que se aparecía en las inmediaciones de Cuitzeo del Porvenir, Michoacán. Según la gente del pueblo, andaba pidiendo que se desenterrara un tesoro escondido hacía muchos años.

Cuando escuchó la historia, el contador Vicente Contreras estaba tan desesperado que decidió quemar su último cartucho. Compró un detector de minas del tiempo de la guerra y viajó a Cuitzeo para explorar el templo.

El tesoro no apareció. Lo que sí sucedió fue que la gente del pueblo, al verlo empuñar tan concienzudamente su detector, empezó a recordar antiguas historias sobre tesoros escondidos.

"A ver, don Vicente, traiga su aparato para acá", le decían.

Un año y medio después el tesoro seguía sin aparecer y Cuitzeo parecía recién surgido de un bombardeo. Contreras no tenía ni un centavo en la bolsa, aunque guardaba en la cajuela del auto tres detectores de metal que había ido adquiriendo a lo largo del tiempo.

"Un día decidió venderlos recuerda su hija y puso un anuncio en el Aviso Oportuno . Se presentó un hombre que no quería comprar, sino rentar el aparato. Le ofreció 150 pesos diarios, que mi padre aceptó.

Detectores SA, había nacido.

"Poco tiempo después prosigue Contreras se presentó otro hombre. También quería rentar un aparato. `Pero yo no quiero manejar esa cháchara`, le dijo. `¿Cuánto me cobra por manejarla usted?`".

De ese modo se trazaron los giros que la empresa iba a manejar durante los 50 años siguientes. Además del servicio de venta o renta de aparatos, ofreció la asesoría de "un técnico especializado" en el manejo de detectores. Hoy, la contratación del técnico cuesta 7 mil pesos diarios. La renta del aparato, 400.

Desde hace 25 años, Saúl Gutiérrez se encarga de realizar dichas labores. Ha visitado minas, haciendas, templos antiguos. Ha trepado cerros y atravesado desiertos. Dice que ha visto, muchas veces, arder los fuegos fatuos: rojos cuando hay oro; amarillos cuando hay plata. Ha escuchado, también, innumerables historias de fantasmas. "Suficientes para hacer un libro".

"El simple movimiento de las agujas indica si lo que está enterrado es oro, plata, mineral o metal corriente dice. No hay modo de equivocarse: los aparatos son tan exactos que hacen posible no excavar de balde.

Para el técnico la mayor parte de las veces las historias de los clientes están fundadas: "Vienen porque escucharon alguna historia. Y generalmente esas historias son ciertas: parientes que murieron y cuyo dinero no aparece; personas a las que se oía contar monedas por las noches y que luego, al morir, no dejaron nada...".

Adela Contreras dice que el mundo de los tesoros "sigue siendo familiar para la gente". La empresa vende unos 600 aparatos cada año (sus precios, entre 6 mil y 27 mil pesos), aunque el grueso de los clientes prefiere rentarlos. Decenas de personas se presentan cada mes, en especial los fines de semana, para aprender el manejo de los detectores.

"Es fácil descubrir cuando han encontrado algo afirma. El dinero hace cambiar la expresión, el semblante de las personas. A muchas se les mete el diablo. Son unas cuando vienen a rentar el aparato, y otras cuando vienen a devolverlo.

Vicente Contreras murió en 1988. Murió sabiendo que había enriquecido a mucha gente. Él también se enriqueció. Y no sólo vendiendo detectores.

Su esposa, Adela Alcántara, recuerda que en 1949 su esposo salió de viaje. Estaba obsesionado con el tesoro de Cuitzeo del Porvenir.

"Volvió varias noches después y traía en la cajuela del carro varias cajas de madera repletas de monedas de oro. Los tesoros son una realidad: nosotros hemos vivido de ese dinero, y de esta empresa, desde entonces".

Que tal amigo Pachito,
Yo fui uno de eso soñadores que se dejaron llevar con estas historas
de Don Vicente Contreras Vazquez,
Entrar por esa puerta que mencionas,
Te convierte de inmediato en alguien diferente,
Subes esa escalera y te esperan arriba, sabiendo que traes contigo una historia de algùn Tesoro que sueñas con encontrar.
En fin, buenos recuerdos de mis inicios,
hasta la fecha me acompaña el "Modelo 2000".
Lo bueno que prevalece el sueño: "Millonario en una Noche" (Muy buen Libro).
Pues afortunadamente no habra persona que le alcance la vida
Para acabarse Todos los Tesoros que aùn Hay en Mèxico.
Saludos,
Manuel Rangel.

Que tal Manuel espero algun dia conocer esta tienda, solo por curiosidad, dicen que estas personas tambien compran monedas de diferentes metales Cierto o falso? tu que ya conoces este lugar.

Saludos amigo.

NO SE SI AHORA
PERO ANTES SI ESTABA ESE LETRERO
QUE COMPRABA LAS MONEDAS SIEMPRE QUE PROVINIERAN DE UN TESORO

Pachito en realidad el letrero decia asi:

"Compro Cualquier Cantidad de Monedas y Joyas Provenientes de Un Tesoro
Pago al Contado"

Ya tiene tiempo que no voy al local, pero voy a checarlo
Y te aviso si aùn colocan ese anuncio en su propaganda,
Que te parece.
Saludos,
Gracias

Manuel de perdida pagaban a buen precio las monedas? en una salida que tube buscabamos un tesoro en un pueblito llamado San Pedro Municipio de Navojoa, Sonora, alli conoci a un señor de edad avansada de nombre Fidel, pero muy bueno para trabajar el pendulo, de hecho nos platico que habia sacado 2 tesoros con ese pendulo, era una pequeña cajita, dentro de ella contenia oro y plata sostenida con una cuerda, el me platico que su primer tesoro fueron casi 1000 monedas de plata y presisamente las vendio en la tienda de Don Vicente Contreras, el otro tesoro se lo detecto a una señora en la cocina de su casa, esta era de adobe y tenia piso de tierra, por ser muy pobre la señora se lo dejo todo, pero esta tubo el error de llevarlo a bendecir a la iglesia antes de venderlo y que crees!!! el curita se le pelo con el dinero esto sucede hasta en las mejores familias.


Saludos.

Que crees Pachito,
He ido varias veces pero nunca a vender, solo a comprar.
Pero voy a investigar.
Respecto a Tù relato del viejito Fidel, que bueno estuvo.
Fijate que he escuchado muchos relatos referentes a sacerdotes que timan a la
gente que encuentra tesoros.
Bien dicen ! de que los hay los hay¡
Recibe mis saludos,
Manuel Rangel