- Pedro CantúAdmin
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La mina encantada.
Jue 10 Ene 2008, 9:22 pm
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http://www.sanbuena.com/leyendas.htm
LA MINA ENCANTADA
por DON MANUEL NEIRA BARRAGÁN.
En los viajes que año tras año hacía a mi amada tierruca, a mi San Buenaventura, siempre llevaba pendiente obtener datos sobre una leyenda . La llamaremos sobre la existencia de la "Mina Encantada", que allá por los años de los últimos de los sesenta y ochentas del siglo pasado (1800) , armo un revuelo en toda esa región, pero el ir y venir a visitar a mis viejos amigos, a mis parientes que residían ahí se me pasaban las horas sin sentir y me olvidaba por completo de preguntar a los padres de mis amigos si algo sabían sobre la famosa "Mina Encantada" y ya cuando me encontraba por acá en el recinto de mi hogar de regreso, me acordaba y hasta me daba cierta inquietud dicho olvido.
Aquel ambiente en que vivía en esos pueblos del Norte de Mi Coahuila la vida siempre era incierta por los asaltos de las hordas de Lipaneses, Apaches y demás tribus que provenían periódicamente del país vecino del Norte, robaban caballada, saqueaban los comercios, asesinaban a las personas que les daban guerra, y se llevan cautivos a jovencitos y jovencitas que allá de cuando en cuando era un verdadero milagro recatarlos de las fieras manos de los Apaches y Comanches.
Los medios de vida generalmente eran la Agricultura y la ganadería.
Uno de los hombres más ricos de San buena era un dueño de un ganado cabrío que ascendían a más de dos mil cabezas.
La majada la tenía establecida en la falta del Cerro de Santa Gertrudis guiado por un pastor joven que ahí mismo vivía en su jacalito a donde su amo le llevaba el hitacate cada dos días, por lo general.
Una tarde como a las catorce horas el pastorcito acercó el ganado al río nadadores que por ahí va su curso rumo al noreste y para que sesteara.
Al lograrlos hacerlo, notó que le faltaban cinco cabras y se regresó a buscarlas, armado como siempre de un garrote para hacerlas "arrendar", después de andar mucho, oyó balar en un mogote de mezquites que estaba cerca del cerro y se dirigió allá. Ahí estaban amogotadas las cinco cabritas y se adentró hasta ellas y al llegar a cierto lugar vio un pozo como de unos dos metros de circunferencia, se acercó a ver si era una noria, pero se dio perfecta cuenta por a esa hora la luz del sol penetraba hasta el fondo y vio que no era muy hondo y además tenía una vieja escalera de mezquite para poder bajar.
Ni tardo ni perezoso, lo hizo y cual no sería su sorpresa que una vez en el fondo vio que existía un túnel de metro cuarto de altura y que unos pasos adelante estaban acumulados unos lingotes que el consideró de plomo por el peso.
Salió de ahí, fue e hizo una amarre de fibras de pita y volvió a bajar para sacar algunos lingotes. Con miles de trabajos logró sacar ocho y arrastrando amarrados cada unos los llevó a la majada.
Otro día en la mañana llegó Don Tiburcio a traerle el hitacate y otras cosillas al jacal y al ver los lingotes le dijo al pastor:
-Oye Lencho, donde encontraste estos pedazos de plomo.
-Ah, pos ayer que se amogotaron cinco chivas allá en aquel mogote que esta junto a unas palmas.
Y le contó todo lo que ya dejamos narrado.
-A ver, vente vamos a ver, si sacamos más pa venderlo a los que tapan vasijas con el plomo.
-Gueno pos vamos.
Tomaron directamente el rumo del mogote de mezquites, llegaron y cual sería su sorpresa que no existía ningún pozo ni por sueños.
-Oye Lencho me estás engañando, dime la verdá de donde los sacaste.
-Pos de ahí mero, Don Tiburcio, mire aquí están las yerbas apucharradas por donde me los llevé de don en dos arrastrando.
-Esto es cosa de brujería... Sabe Dios de que cosa mala será, Vamos, voy a llevarme los pedazos de plomo esos para que los bendiga el cura.
Gueno, amito, como usted diga. Vamos a echarlos al expresito pa que se los lleve.
Pasaron los días y el pastor contó todo esto que hemos narrado y días después los gamusinos y aficionados a los tesoros y a las minas andaban por el cerro tratando de encontrar la mina, pero nunca jamás la encontraron.
Un compañero de mi padre, de oficio carpintero también como mi señor Padre fue llamando por Don Tiburcio para que le arreglara unas ruedas del expresito y vio personalmente los lingotes de plata.
Un compañero de trabajo de mi padre juraba y perjuraba que él había visto las "barras de plata" en casa de Don Tiburcio y que le dijo que un desconocido fue a vendérselas sin decir quien era ni de donde venía.
Pero la versión del pastorcito se extendió hasta los pueblos cercanos y gentes de esos lugares andaban tras el hallazgo de la MINA ENCANTADA, pero se perdió en el misterio más profundo...
¿Leyenda?.. ¿Imaginación del pastor?.. pero.. y las barras de plata que vio el amigo de mi padre... lo cierto es que D. Tiburcio al poco tiempo compró más ganado caprino y tierras de pan llevar y unas horas de agua para regadío.
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http://www.sanbuena.com/leyendas.htm
LA MINA ENCANTADA
por DON MANUEL NEIRA BARRAGÁN.
En los viajes que año tras año hacía a mi amada tierruca, a mi San Buenaventura, siempre llevaba pendiente obtener datos sobre una leyenda . La llamaremos sobre la existencia de la "Mina Encantada", que allá por los años de los últimos de los sesenta y ochentas del siglo pasado (1800) , armo un revuelo en toda esa región, pero el ir y venir a visitar a mis viejos amigos, a mis parientes que residían ahí se me pasaban las horas sin sentir y me olvidaba por completo de preguntar a los padres de mis amigos si algo sabían sobre la famosa "Mina Encantada" y ya cuando me encontraba por acá en el recinto de mi hogar de regreso, me acordaba y hasta me daba cierta inquietud dicho olvido.
Aquel ambiente en que vivía en esos pueblos del Norte de Mi Coahuila la vida siempre era incierta por los asaltos de las hordas de Lipaneses, Apaches y demás tribus que provenían periódicamente del país vecino del Norte, robaban caballada, saqueaban los comercios, asesinaban a las personas que les daban guerra, y se llevan cautivos a jovencitos y jovencitas que allá de cuando en cuando era un verdadero milagro recatarlos de las fieras manos de los Apaches y Comanches.
Los medios de vida generalmente eran la Agricultura y la ganadería.
Uno de los hombres más ricos de San buena era un dueño de un ganado cabrío que ascendían a más de dos mil cabezas.
La majada la tenía establecida en la falta del Cerro de Santa Gertrudis guiado por un pastor joven que ahí mismo vivía en su jacalito a donde su amo le llevaba el hitacate cada dos días, por lo general.
Una tarde como a las catorce horas el pastorcito acercó el ganado al río nadadores que por ahí va su curso rumo al noreste y para que sesteara.
Al lograrlos hacerlo, notó que le faltaban cinco cabras y se regresó a buscarlas, armado como siempre de un garrote para hacerlas "arrendar", después de andar mucho, oyó balar en un mogote de mezquites que estaba cerca del cerro y se dirigió allá. Ahí estaban amogotadas las cinco cabritas y se adentró hasta ellas y al llegar a cierto lugar vio un pozo como de unos dos metros de circunferencia, se acercó a ver si era una noria, pero se dio perfecta cuenta por a esa hora la luz del sol penetraba hasta el fondo y vio que no era muy hondo y además tenía una vieja escalera de mezquite para poder bajar.
Ni tardo ni perezoso, lo hizo y cual no sería su sorpresa que una vez en el fondo vio que existía un túnel de metro cuarto de altura y que unos pasos adelante estaban acumulados unos lingotes que el consideró de plomo por el peso.
Salió de ahí, fue e hizo una amarre de fibras de pita y volvió a bajar para sacar algunos lingotes. Con miles de trabajos logró sacar ocho y arrastrando amarrados cada unos los llevó a la majada.
Otro día en la mañana llegó Don Tiburcio a traerle el hitacate y otras cosillas al jacal y al ver los lingotes le dijo al pastor:
-Oye Lencho, donde encontraste estos pedazos de plomo.
-Ah, pos ayer que se amogotaron cinco chivas allá en aquel mogote que esta junto a unas palmas.
Y le contó todo lo que ya dejamos narrado.
-A ver, vente vamos a ver, si sacamos más pa venderlo a los que tapan vasijas con el plomo.
-Gueno pos vamos.
Tomaron directamente el rumo del mogote de mezquites, llegaron y cual sería su sorpresa que no existía ningún pozo ni por sueños.
-Oye Lencho me estás engañando, dime la verdá de donde los sacaste.
-Pos de ahí mero, Don Tiburcio, mire aquí están las yerbas apucharradas por donde me los llevé de don en dos arrastrando.
-Esto es cosa de brujería... Sabe Dios de que cosa mala será, Vamos, voy a llevarme los pedazos de plomo esos para que los bendiga el cura.
Gueno, amito, como usted diga. Vamos a echarlos al expresito pa que se los lleve.
Pasaron los días y el pastor contó todo esto que hemos narrado y días después los gamusinos y aficionados a los tesoros y a las minas andaban por el cerro tratando de encontrar la mina, pero nunca jamás la encontraron.
Un compañero de mi padre, de oficio carpintero también como mi señor Padre fue llamando por Don Tiburcio para que le arreglara unas ruedas del expresito y vio personalmente los lingotes de plata.
Un compañero de trabajo de mi padre juraba y perjuraba que él había visto las "barras de plata" en casa de Don Tiburcio y que le dijo que un desconocido fue a vendérselas sin decir quien era ni de donde venía.
Pero la versión del pastorcito se extendió hasta los pueblos cercanos y gentes de esos lugares andaban tras el hallazgo de la MINA ENCANTADA, pero se perdió en el misterio más profundo...
¿Leyenda?.. ¿Imaginación del pastor?.. pero.. y las barras de plata que vio el amigo de mi padre... lo cierto es que D. Tiburcio al poco tiempo compró más ganado caprino y tierras de pan llevar y unas horas de agua para regadío.
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