- Pedro CantúAdmin
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Oro de Laffite en isla Mujeres.
Sáb 21 Jun 2008, 12:40 am
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Tomado del Diccionario Universal de Historia y de Geografía, Apéndice.
Colección de artículos relativos á la Republica Mexicana por José María Andrade.
Autor Lucas Alamán, 1836.
Entre los pescadores tenia fama aquella isla de haber sido el punto de reunión de Lafitte y sus piratas y el patrón añadió que nuestro huésped había sido prisionero de aquel por espacio de dos años El pescador era como de cincuenta y cinco de edad alto y delgado y su rostro estaba tan ennegrecido por la acción del sol que era difícil descubrir si pertenecía á la raza blanca ó mista Desde luego observamos que no gustaba mucho de hablar acerca de su cautividad díjonos que ignoraba cómo había sido hecho prisionero ni en dónde y como los negocios de la piratería se habian hecho con bastante actividad y complicación en ese rumbo llegamos á concebir la sospecha de que nuestro hombre no había sido prisionero contra su voluntad
Los pescadores sus compañeros no tenían sentimientos tan rígidos en el particular y seguramente daban preferencia á la piratería como negocio mas lucrativo y que proporcionaba ganar mas onzas que no el de estar apilando carapachos de tortugas Ellos sin embargo abrigaban la idea de que los ingleses tenían diferentes miras en este respecto y el pobre prisionero como le llamaba el patrón decía que todas estas cosas eran pasadas y que era mejor no hablar de ellas Esto no impidió que dijese unas pocas palabras en honor de Monsieur Lafitte no sabia si era verdad lo que las gentes decían pero jamás había hecho mal á los pobres pescadores y poco á poco llegó á decirnos que Lafitte murió en sus brazos y que su viuda que era una señora natural de Mobila vivía á la sazón con grandes escaseces en Qilam precisamente el puerto en donde pensábamos desembarcar
Además de estas asociaciones piráticas la isla ha sido teatro de un estraño incidente ocurrido ahora dos años Un marinero pobre y desvalido bailándose en artículo de muerte en Cádiz para recompensar la bondad de su huésped de permitirle morir en su casa declaró á éste que algunos años antes habia pertenecido á una pandilla de piratas y que en cierta ocasión después de haber hecho una rica presa y asesinado á toda la tripulacion él y sus compañeros habian ido á tierra en Isla Mujeres y enterrado una gruesa suma de dinero en oro Guando las hordas piráticas habian sido desbandadas logró escaparse y no se habia atrevido á volver á unas regiones en que podía ser reconocido.
Dijo que sus camaradas habían sido ahorcados á escepcion de un portugués que vivia en la isla de Antigua y como único medio de recompensar la bondad de su huésped le aconsejó que fuese á buscar al portugués y recobrase el tesoro El huésped creyó al principio que la tal historia no tenia mas objeto que asegurar la continuación del buen trato y por lo mismo no hizo caso de ella pero el marinero murió protestando la verdad de su relato hasta el último momento. El español hizo viaje á la isla de Antigua y encontró al portugués que empezó por negar todo conocimiento en el asunto pero al fin hubo de confesar y dijo que solo estaba esperando la primera oportunidad para dirigirse á Isla Mujeres y estraer el tesoro Verificóse entre ellos cierto arreglo el español se proporcionó un pequeño buque y ambos se hicieron á la vela en aquella dirección El barquito se vio escaso de provisiones y agua y á la altura de Yalahau encontró al patrón de nuestra canoa quien recibió veinticinco pesos en señal de trato y le llevó á dicho punto para hacer víveres Mientras se hallaban allí traslucióse la historia del tesoro el portugués quiso escaparse pero el español se hizo á la vela llevándole á bordo y los pescadores les siguieron en canoas .
El portugués bajo la influencia de las amenazas indicó un punto de desembarco y fue llevado á tierra atado de pies y manos protestó que en semejante situación le era imposible hallar el sitio que se buscaba porque no habiendo estado allí sino la única vez en que se habia enterrado el oro necesitaba de tiempo y libertad en sus movimientos pero el español furioso de la notoriedad que se había dado al asunto y de la importuna presencia de los pescadores no quiso fiarse de él y puso su tripulación á practicar escavaciones mientras que los pescadores hacían otro tanto por su propia cuenta La obra continuó por dos días en cuyo término el portugués fue tratado con la mayor crueldad escitóse con eso la simpatía de los pescadores y se aumentó ésta con la consideración de que la isla estaba dentro de los límites en que ejercían In pesca y de que si se apoderaban del portugués podrían volver con él oportunamente estraer pacíficamente el tesoro y dividírselo sin intervención de los estranjeros.
Entre tanto nuestro amigo D Vicente Alvino que á la sazón vivía en Cozumel al oír hablar de un tesoro que existia en una isla deshabitada y sin dueño y tan próxima á la suya se dirigió allí con su balandra y reclamó al portugués El propietario español se vio obligado á entregarlo pero D Vicente no pudo retenerlo y los pescadores le llevaron hasta Yalaban en donde llego que se vio libre de las garras de ellos se aprovechó de la primera oportunidad para dirigirse á Campeche en una canoa y desde entonces no se había oído hablar de él.
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Tomado del Diccionario Universal de Historia y de Geografía, Apéndice.
Colección de artículos relativos á la Republica Mexicana por José María Andrade.
Autor Lucas Alamán, 1836.
Entre los pescadores tenia fama aquella isla de haber sido el punto de reunión de Lafitte y sus piratas y el patrón añadió que nuestro huésped había sido prisionero de aquel por espacio de dos años El pescador era como de cincuenta y cinco de edad alto y delgado y su rostro estaba tan ennegrecido por la acción del sol que era difícil descubrir si pertenecía á la raza blanca ó mista Desde luego observamos que no gustaba mucho de hablar acerca de su cautividad díjonos que ignoraba cómo había sido hecho prisionero ni en dónde y como los negocios de la piratería se habian hecho con bastante actividad y complicación en ese rumbo llegamos á concebir la sospecha de que nuestro hombre no había sido prisionero contra su voluntad
Los pescadores sus compañeros no tenían sentimientos tan rígidos en el particular y seguramente daban preferencia á la piratería como negocio mas lucrativo y que proporcionaba ganar mas onzas que no el de estar apilando carapachos de tortugas Ellos sin embargo abrigaban la idea de que los ingleses tenían diferentes miras en este respecto y el pobre prisionero como le llamaba el patrón decía que todas estas cosas eran pasadas y que era mejor no hablar de ellas Esto no impidió que dijese unas pocas palabras en honor de Monsieur Lafitte no sabia si era verdad lo que las gentes decían pero jamás había hecho mal á los pobres pescadores y poco á poco llegó á decirnos que Lafitte murió en sus brazos y que su viuda que era una señora natural de Mobila vivía á la sazón con grandes escaseces en Qilam precisamente el puerto en donde pensábamos desembarcar
Además de estas asociaciones piráticas la isla ha sido teatro de un estraño incidente ocurrido ahora dos años Un marinero pobre y desvalido bailándose en artículo de muerte en Cádiz para recompensar la bondad de su huésped de permitirle morir en su casa declaró á éste que algunos años antes habia pertenecido á una pandilla de piratas y que en cierta ocasión después de haber hecho una rica presa y asesinado á toda la tripulacion él y sus compañeros habian ido á tierra en Isla Mujeres y enterrado una gruesa suma de dinero en oro Guando las hordas piráticas habian sido desbandadas logró escaparse y no se habia atrevido á volver á unas regiones en que podía ser reconocido.
Dijo que sus camaradas habían sido ahorcados á escepcion de un portugués que vivia en la isla de Antigua y como único medio de recompensar la bondad de su huésped le aconsejó que fuese á buscar al portugués y recobrase el tesoro El huésped creyó al principio que la tal historia no tenia mas objeto que asegurar la continuación del buen trato y por lo mismo no hizo caso de ella pero el marinero murió protestando la verdad de su relato hasta el último momento. El español hizo viaje á la isla de Antigua y encontró al portugués que empezó por negar todo conocimiento en el asunto pero al fin hubo de confesar y dijo que solo estaba esperando la primera oportunidad para dirigirse á Isla Mujeres y estraer el tesoro Verificóse entre ellos cierto arreglo el español se proporcionó un pequeño buque y ambos se hicieron á la vela en aquella dirección El barquito se vio escaso de provisiones y agua y á la altura de Yalahau encontró al patrón de nuestra canoa quien recibió veinticinco pesos en señal de trato y le llevó á dicho punto para hacer víveres Mientras se hallaban allí traslucióse la historia del tesoro el portugués quiso escaparse pero el español se hizo á la vela llevándole á bordo y los pescadores les siguieron en canoas .
El portugués bajo la influencia de las amenazas indicó un punto de desembarco y fue llevado á tierra atado de pies y manos protestó que en semejante situación le era imposible hallar el sitio que se buscaba porque no habiendo estado allí sino la única vez en que se habia enterrado el oro necesitaba de tiempo y libertad en sus movimientos pero el español furioso de la notoriedad que se había dado al asunto y de la importuna presencia de los pescadores no quiso fiarse de él y puso su tripulación á practicar escavaciones mientras que los pescadores hacían otro tanto por su propia cuenta La obra continuó por dos días en cuyo término el portugués fue tratado con la mayor crueldad escitóse con eso la simpatía de los pescadores y se aumentó ésta con la consideración de que la isla estaba dentro de los límites en que ejercían In pesca y de que si se apoderaban del portugués podrían volver con él oportunamente estraer pacíficamente el tesoro y dividírselo sin intervención de los estranjeros.
Entre tanto nuestro amigo D Vicente Alvino que á la sazón vivía en Cozumel al oír hablar de un tesoro que existia en una isla deshabitada y sin dueño y tan próxima á la suya se dirigió allí con su balandra y reclamó al portugués El propietario español se vio obligado á entregarlo pero D Vicente no pudo retenerlo y los pescadores le llevaron hasta Yalaban en donde llego que se vio libre de las garras de ellos se aprovechó de la primera oportunidad para dirigirse á Campeche en una canoa y desde entonces no se había oído hablar de él.
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