EL HOMBRE QUE VENDIO SU ALMA AL DIABLO
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Hector Hugo Zavala
Norberto Ugalde
romel505
chefpastisiere
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EL HOMBRE QUE VENDIO SU ALMA AL DIABLO
Miér 19 Ene 2011, 5:48 pm
El hombre que vendió su alma al diablo
En el rancho de Cabrera entre San Miguel de Allende y Los Rodríguez Guanajuato, vivió un hombre llamado Vicente Beltrán. Era un pobre campesino de unos treinta y dos años y dueño únicamente de una adorable y fiel esposa Doña Agustina y seis pequeños y hambrientos hijos que oscilaban desde los diez hasta el recién nacido que era el que más les lloraba pidiéndoles pan a fuerte voz. Don Beltrán era un tipo de cerca de dos metros de altura; de complexión gruesa y piel blanca.
Era el año de 1950 cuando Vicente cansado de vivir esa situación de miseria, llevaba ya tres meses saliendo a las afueras del rancho, en lo más alto del cerro, pidiendo una audiencia con Satanás al que a viva y ronca voz le gritaba que se hiciera presente para que lo sacara de la pobreza en la que vivía.
Por fin fueron escuchados sus lamentos. En una de tantas noches, la más oscura por cierto, se le apareció Lucifer luciendo un elegante y negro traje de charro de cuyas abotonaduras de oro salían chispas de fuego. El caballo era tan negro que se confundìa con la noche de no ser por las llamas que brotaban de los cascos y fulminantes ojos del brioso animal.
Beltrán al encontrarse ante esta aparición, tuvo que armarse de valor para no desmayarse o retirarse corriendo del lugar. Sudando copiosamente y con voz entrecortada le dirigió un saludo a quien él suponía era el merito Demonio.
_ Bue…buenas noches, buen hombre. Le dijo con voz apagada, temerosa de salir y apenas audible.
Satanás disfrutaba el momento; viendo como aquél rudo campesino se acobardaba ante su presencia y molesto contestó al saludo.
_ Déjate de tonterías que mi tiempo es muy importante como para estarlo perdiendo en simplezas. Dime cual es la razón por la que me has estado llamando desde hace muchas noches, pero vamos se breve porque en este momento tengo que estar en distintos lugares cumpliendo misiones mucho más importantes.
Vicente era un tipo de casi dos metros de altura de complexión doble, fornido y acostumbrado a desafiar al que se atreviera a levantarle la voz. Se distinguía y era conocido en aquellos alrededores como un tipo brabucón que no le temía a nadie. En ese momento la sangre empezó a hervirle de pies a cabeza y sintió que su tez blanca, ahora era un candente carbón. Hubiera querido retar al charrito del oscuro y jadeante corcel a un pleito cuerpo a cuerpo, porque para sus pulgas, otro en su lugar ya sería hombre muerto al haberle hablado de tan humillante manera. Pero él bien sabía que ése no era cualquiera y, ahora no le quedaba más remedio que cuadrarse ante tan importante aparición. Así que organizó sus ideas y recordando el hambre y la pobreza en la que vivían sus hijos, su esposa y él mismo, lo hicieron cambiar de actitud y hablar con valor.
_ Usted conoce mi situación. Lo llamo porque quiero que me de fortuna. Estoy cansado de contratarme como jornalero y medio vivir con este salario de miseria. Estoy dispuesto a venderle mi alma a cambio de riqueza para que mi familia viva cómodamente.
El charro que no dejaba de moverse en su inquieto caballo, cambió su desalmado rostro por una enorme carcajada que hacía eco a miles de kilómetros. Los perros de las rancherías cercanas entonaron melodiosos aullidos, las bestias en los pesebres y corrales estaban inquietos lo mismo que los campesinos quienes se escondían en sus camas tras las cobijas presintiendo la maldad en el ambiente impregnado del fétido y aromático azufre.
Las horripilantes brujas que abundaban en aquellos alrededores, no tardaron en identificar la voz de su amo y en un santiamén se hicieron presentes en sus desmarañadas y ágiles escobas. Llegaron al lugar una veintena de ellas. Con risillas y frases indescifrables fueron rodeando a Vicente. Beltrán sintió que había llegado su fin. La vista se le empezaba a nublar. Sus pulmones no estaban dispuestos a soportar más aquel asqueroso olor a azufre que se había duplicado con la llegada de los demoniacos seres. Su empeño por tener riqueza desfallecía en ese mismo momento. Ahora empezaba a arrepentirse de su osadía, mientras Satanás disfrutaba la escena mostrando su rostro lleno de triunfo y felicidad.
_Apártense de este hombre. Dijo a las maléficas mujeres con firme y truendosa voz.
_ Desde este momento, él me pertenece. Y en cuanto a tu asunto Vicente, y como premio a tu valentía de haberme enfrentado, voy a darte tanta riqueza que ni tú ni tus descendientes podrán terminarse en toda su vida. _Hay una única condición. Seguía diciendo el Chamuco _tu alma me pertenece desde este momento. Regresa a tu casa y nos vemos en este mismo lugar y hora dentro de trece años. Y en cuanto a ustedes _dirigiéndose a las demoniacas y horripilantes hechiceras _Les prohíbo que se metan en su vida y la de su familia, ellos son desde ahora míos jajajajaja.
Después de decir ésto se retiró a todo galope acompañado de las maléficas brujas, entre risas y espeluznantes gritos de alegría, quedándose Beltrán con el enorme trato en medio de una densa nube de pestilencia e incertidumbre.
Vicente repitió con voz clara y fuerte: _Aquí nos vemos dentro de trece años. _Seguro que así lo haré. Había gritado tan fuerte que esta vez junto con el aullido de los perros de los vecinos se sellaba el contrato con Lucifer.
Regresó a su casa. Se sentía otro. El mismo sabía que de ese día en adelante así sería. Ahora todos le dirían Señor, el Señor Vicente Beltrán. Entró con esos pensamientos a su único cuarto, su hogar. Ahí estaban sus hijos y su esposa Agustina tendidos en los costales de ixtle que utilizaba para levantar la cosecha allá donde sembraba a medias en esas estériles parcelas de temporal. Aún entre la oscuridad vio unos bultos a la cabeza de cada uno de sus hijos y dos en la cabecera de su linda esposa. Cosa a la que no le dio mucha importancia en ese momento, pues el olor del azufre lo había mareado tanto que en lo único que pensaba era en descansar.
Aquella noche durmió como niño y no despertó hasta que su mujer lo llamó a almorzar. Para ello se sentaban en pequeños bancos de madera y colocaban los platos en el piso; esa era su mesa de comedor. Haciendo un semicírculo la familia recibía el nutritivo alimento de la madre junto al fogón que se encontraba en la esquina del mismo y único cuarto y cargando al hijo de escaso un mes de nacido a la espalda con un rebozo negro. Ahora esto era el amplio lugar para comer, junto con la cocina, hacía escasos minutos había dejado de ser la recámara. Vicente añoraba cosas mejores para su familia.
Llegaron a su memoria los acontecimientos de la noche anterior. Pensaba; ¿y si sólo fue una tomada de pelo? En eso estaba cuando recordó lo de los bultos parados en la pared que les servía de cabecera de su súper queen size. Como sonámbulo y ante la mirada atónita de su mujer e hijos, caminó hacia los bultos. Los contó. Eran ocho igual que ellos. Contó a su familia incluyéndose él. Ellos eran ocho igual que los bultos. Con una mirada y sonrisa diabólica contaba una y otra vez. Su esposa e hijos estaban asustados, sin saber por qué. El niño de brazos rompió el silencio con un llanto de miedo. Una de las tres hijas y la esposa fueron hacia Vicente y lo alcanzaron a tomar en vilo antes de que cayera desmayado al piso. Los otros dos hombrecitos dejaron de comer y abrieron los extraños costales en los que había miles y miles de monedas de oro. Beltrán ya vuelto en sí se vio obligado a dar una explicación de lo sucedido.
Fue así como Don Vicente Beltrán se hizo dueño de cientos de hectáreas de tierras en los que mandó hacer pozos para regar sus cultivos, contratar a cientos de trabajadores y duplicar su riqueza. Con el tiempo vendió la mitad de sus propiedades a Don Pedro González Jerez; lo que hoy en día se conoce como el Rancho de Los González. Y el Rancho de San Vicente fue el terreno que se le quedó a la familia Beltrán.
Dice el dicho que el que nada tiene y llega a tener, loco se quiere volver. Aquí cabe mencionar que Don Vicente Beltrán al verse lleno de riqueza fue un patrón desalmado con sus trabajadores a quienes no les negaba el trabajo pero les pagaba una miseria y se aprovechaba de su poder y riqueza para tener a cuanta mujer se le antojase.
Conforme se acercaba el tiempo de saldarle la deuda a Lucifer, a Vicente se le veía muy pensativo, tanto que había veces que no comía ni dormía. Él ya había contado a su esposa e hijos lo del trato y más de alguno de ellos estaba dispuesto a liquidar la deuda con tal de ver a su padre bien. Pero para Beltrán tratos eran tratos y tenía que ser él quien pagara lo acordado.
La fecha de cumplir estaba a la puerta. Trece años no son nada cuando en la deuda va la felicidad de toda una familia y aún más ahora que cientos de campesinos dependían del trabajo y el mísero pero seguro salario que les daba el patrón.
Eran cerca de las doce de la noche cuando varios campesinos vieron a Don Beltrán montar su hermoso caballo llamado el Relámpago. Era un bonito penco tordillo. Caballo y jinete salieron a toda prisa. Cuando llegaron al lugar de la cita, ya los esperaba el Diablo.
_Creí que te habías arrepentido Vicente Beltrán, pero ya veo que eres gente de palabra. Dijo el Pingo en tono burlón queriendo con ello hacer sentir mal a su deudor.
_ Siempre he sido gente de palabra y para que lo compruebes nuevamente ahora soy yo quien te propone un trato, bueno si es que no tienes miedo.
_Jajajajaja ¿miedo yo? Dime de que se trata.
_Te juego una apuesta. Una carrera a caballo desde aquí al centro de San Miguel, justo enfrente de la parroquia. ¿Qué dices? Hay dos caminos que llegan exactamente al mismo lugar y tienen la misma distancia. Tú te vas por la carretera que se está construyendo de Los Rodríguez a San Miguel y yo tomo el Camino Real. Si me ganas me llevas contigo como acordamos pero si yo gano me perdonas la vida y quedamos a mano sin que tomes represalias con nadie de mi familia.
Exactamente. En aquel entonces había dos caminos que llevaban a lo que hoy es la ciudad de San Miguel de Allende: El Camino Real que conectaba las rancherías de Cabrera, Los Órganos y pasaba a la derecha de Landeta. La otra forma de llegar era por la nueva carretera que salía desde el Rancho de los Rodríguez y que cruzaba a la izquierda de Cabrera, los Órganos y Landeta. Uno a la derecha y el otro a la izquierda pero, al fin de cuentas ambos llegaban al mismo punto.
Luzbel, calculador y seguro de sí mismo, sabedor de ser el ganador, aceptó el reto y a la cuenta de tres emprendieron la veloz carrera rumbo al pueblo.
Era una hermosa noche alumbrada por el cielo estrellado y la luna de octubre que en ese momento iluminaba con su esplendor de gala aquel espacio de tierra tampoco quería perderse el maravilloso espectáculo.
Don Vicente Beltrán temeroso pero confiado de que había una sóla esperanza de poder ganar, sacó un rosario del interior de su negra chamarra, se encomendó y repasando con fervor cada una de las cuentas del mismo, partió a todo galope llegando exactamente al lugar acordado en el momento de terminar de rezarlo. Satanás jamás llegó.
Cuando Don Beltrán regresó a su casa ya lo esperaban su esposa Agustina, sus hijos y algunos campesinos. Contó lo sucedido y les pidió discreción. Se dice que a partir de entonces El Patrón subió los salarios a sus trabajadores. Se hizo más católico y a los campesinos que le iban a comprar maíz para sus siembras se los fiaba o hasta regalaba si veía que no tenían dinero con que pagar.
ESPERO SEA DE SU AGRADO ESTA HISTORIA ME FUE CONTADA POR MIS PADRES, FUE EN EL AÑO DE 1950 ESTA PERSONA FUE VECINO DE LA HACIENDA DE MIS PADRES QUE DESPUES SE CONVIRTIO EN UN HOMBRE MUY RICO ACTUALMENTE SUS HIJOS SON DUEÑOS DE LA HACIENDA DE MIS PADRES.
En el rancho de Cabrera entre San Miguel de Allende y Los Rodríguez Guanajuato, vivió un hombre llamado Vicente Beltrán. Era un pobre campesino de unos treinta y dos años y dueño únicamente de una adorable y fiel esposa Doña Agustina y seis pequeños y hambrientos hijos que oscilaban desde los diez hasta el recién nacido que era el que más les lloraba pidiéndoles pan a fuerte voz. Don Beltrán era un tipo de cerca de dos metros de altura; de complexión gruesa y piel blanca.
Era el año de 1950 cuando Vicente cansado de vivir esa situación de miseria, llevaba ya tres meses saliendo a las afueras del rancho, en lo más alto del cerro, pidiendo una audiencia con Satanás al que a viva y ronca voz le gritaba que se hiciera presente para que lo sacara de la pobreza en la que vivía.
Por fin fueron escuchados sus lamentos. En una de tantas noches, la más oscura por cierto, se le apareció Lucifer luciendo un elegante y negro traje de charro de cuyas abotonaduras de oro salían chispas de fuego. El caballo era tan negro que se confundìa con la noche de no ser por las llamas que brotaban de los cascos y fulminantes ojos del brioso animal.
Beltrán al encontrarse ante esta aparición, tuvo que armarse de valor para no desmayarse o retirarse corriendo del lugar. Sudando copiosamente y con voz entrecortada le dirigió un saludo a quien él suponía era el merito Demonio.
_ Bue…buenas noches, buen hombre. Le dijo con voz apagada, temerosa de salir y apenas audible.
Satanás disfrutaba el momento; viendo como aquél rudo campesino se acobardaba ante su presencia y molesto contestó al saludo.
_ Déjate de tonterías que mi tiempo es muy importante como para estarlo perdiendo en simplezas. Dime cual es la razón por la que me has estado llamando desde hace muchas noches, pero vamos se breve porque en este momento tengo que estar en distintos lugares cumpliendo misiones mucho más importantes.
Vicente era un tipo de casi dos metros de altura de complexión doble, fornido y acostumbrado a desafiar al que se atreviera a levantarle la voz. Se distinguía y era conocido en aquellos alrededores como un tipo brabucón que no le temía a nadie. En ese momento la sangre empezó a hervirle de pies a cabeza y sintió que su tez blanca, ahora era un candente carbón. Hubiera querido retar al charrito del oscuro y jadeante corcel a un pleito cuerpo a cuerpo, porque para sus pulgas, otro en su lugar ya sería hombre muerto al haberle hablado de tan humillante manera. Pero él bien sabía que ése no era cualquiera y, ahora no le quedaba más remedio que cuadrarse ante tan importante aparición. Así que organizó sus ideas y recordando el hambre y la pobreza en la que vivían sus hijos, su esposa y él mismo, lo hicieron cambiar de actitud y hablar con valor.
_ Usted conoce mi situación. Lo llamo porque quiero que me de fortuna. Estoy cansado de contratarme como jornalero y medio vivir con este salario de miseria. Estoy dispuesto a venderle mi alma a cambio de riqueza para que mi familia viva cómodamente.
El charro que no dejaba de moverse en su inquieto caballo, cambió su desalmado rostro por una enorme carcajada que hacía eco a miles de kilómetros. Los perros de las rancherías cercanas entonaron melodiosos aullidos, las bestias en los pesebres y corrales estaban inquietos lo mismo que los campesinos quienes se escondían en sus camas tras las cobijas presintiendo la maldad en el ambiente impregnado del fétido y aromático azufre.
Las horripilantes brujas que abundaban en aquellos alrededores, no tardaron en identificar la voz de su amo y en un santiamén se hicieron presentes en sus desmarañadas y ágiles escobas. Llegaron al lugar una veintena de ellas. Con risillas y frases indescifrables fueron rodeando a Vicente. Beltrán sintió que había llegado su fin. La vista se le empezaba a nublar. Sus pulmones no estaban dispuestos a soportar más aquel asqueroso olor a azufre que se había duplicado con la llegada de los demoniacos seres. Su empeño por tener riqueza desfallecía en ese mismo momento. Ahora empezaba a arrepentirse de su osadía, mientras Satanás disfrutaba la escena mostrando su rostro lleno de triunfo y felicidad.
_Apártense de este hombre. Dijo a las maléficas mujeres con firme y truendosa voz.
_ Desde este momento, él me pertenece. Y en cuanto a tu asunto Vicente, y como premio a tu valentía de haberme enfrentado, voy a darte tanta riqueza que ni tú ni tus descendientes podrán terminarse en toda su vida. _Hay una única condición. Seguía diciendo el Chamuco _tu alma me pertenece desde este momento. Regresa a tu casa y nos vemos en este mismo lugar y hora dentro de trece años. Y en cuanto a ustedes _dirigiéndose a las demoniacas y horripilantes hechiceras _Les prohíbo que se metan en su vida y la de su familia, ellos son desde ahora míos jajajajaja.
Después de decir ésto se retiró a todo galope acompañado de las maléficas brujas, entre risas y espeluznantes gritos de alegría, quedándose Beltrán con el enorme trato en medio de una densa nube de pestilencia e incertidumbre.
Vicente repitió con voz clara y fuerte: _Aquí nos vemos dentro de trece años. _Seguro que así lo haré. Había gritado tan fuerte que esta vez junto con el aullido de los perros de los vecinos se sellaba el contrato con Lucifer.
Regresó a su casa. Se sentía otro. El mismo sabía que de ese día en adelante así sería. Ahora todos le dirían Señor, el Señor Vicente Beltrán. Entró con esos pensamientos a su único cuarto, su hogar. Ahí estaban sus hijos y su esposa Agustina tendidos en los costales de ixtle que utilizaba para levantar la cosecha allá donde sembraba a medias en esas estériles parcelas de temporal. Aún entre la oscuridad vio unos bultos a la cabeza de cada uno de sus hijos y dos en la cabecera de su linda esposa. Cosa a la que no le dio mucha importancia en ese momento, pues el olor del azufre lo había mareado tanto que en lo único que pensaba era en descansar.
Aquella noche durmió como niño y no despertó hasta que su mujer lo llamó a almorzar. Para ello se sentaban en pequeños bancos de madera y colocaban los platos en el piso; esa era su mesa de comedor. Haciendo un semicírculo la familia recibía el nutritivo alimento de la madre junto al fogón que se encontraba en la esquina del mismo y único cuarto y cargando al hijo de escaso un mes de nacido a la espalda con un rebozo negro. Ahora esto era el amplio lugar para comer, junto con la cocina, hacía escasos minutos había dejado de ser la recámara. Vicente añoraba cosas mejores para su familia.
Llegaron a su memoria los acontecimientos de la noche anterior. Pensaba; ¿y si sólo fue una tomada de pelo? En eso estaba cuando recordó lo de los bultos parados en la pared que les servía de cabecera de su súper queen size. Como sonámbulo y ante la mirada atónita de su mujer e hijos, caminó hacia los bultos. Los contó. Eran ocho igual que ellos. Contó a su familia incluyéndose él. Ellos eran ocho igual que los bultos. Con una mirada y sonrisa diabólica contaba una y otra vez. Su esposa e hijos estaban asustados, sin saber por qué. El niño de brazos rompió el silencio con un llanto de miedo. Una de las tres hijas y la esposa fueron hacia Vicente y lo alcanzaron a tomar en vilo antes de que cayera desmayado al piso. Los otros dos hombrecitos dejaron de comer y abrieron los extraños costales en los que había miles y miles de monedas de oro. Beltrán ya vuelto en sí se vio obligado a dar una explicación de lo sucedido.
Fue así como Don Vicente Beltrán se hizo dueño de cientos de hectáreas de tierras en los que mandó hacer pozos para regar sus cultivos, contratar a cientos de trabajadores y duplicar su riqueza. Con el tiempo vendió la mitad de sus propiedades a Don Pedro González Jerez; lo que hoy en día se conoce como el Rancho de Los González. Y el Rancho de San Vicente fue el terreno que se le quedó a la familia Beltrán.
Dice el dicho que el que nada tiene y llega a tener, loco se quiere volver. Aquí cabe mencionar que Don Vicente Beltrán al verse lleno de riqueza fue un patrón desalmado con sus trabajadores a quienes no les negaba el trabajo pero les pagaba una miseria y se aprovechaba de su poder y riqueza para tener a cuanta mujer se le antojase.
Conforme se acercaba el tiempo de saldarle la deuda a Lucifer, a Vicente se le veía muy pensativo, tanto que había veces que no comía ni dormía. Él ya había contado a su esposa e hijos lo del trato y más de alguno de ellos estaba dispuesto a liquidar la deuda con tal de ver a su padre bien. Pero para Beltrán tratos eran tratos y tenía que ser él quien pagara lo acordado.
La fecha de cumplir estaba a la puerta. Trece años no son nada cuando en la deuda va la felicidad de toda una familia y aún más ahora que cientos de campesinos dependían del trabajo y el mísero pero seguro salario que les daba el patrón.
Eran cerca de las doce de la noche cuando varios campesinos vieron a Don Beltrán montar su hermoso caballo llamado el Relámpago. Era un bonito penco tordillo. Caballo y jinete salieron a toda prisa. Cuando llegaron al lugar de la cita, ya los esperaba el Diablo.
_Creí que te habías arrepentido Vicente Beltrán, pero ya veo que eres gente de palabra. Dijo el Pingo en tono burlón queriendo con ello hacer sentir mal a su deudor.
_ Siempre he sido gente de palabra y para que lo compruebes nuevamente ahora soy yo quien te propone un trato, bueno si es que no tienes miedo.
_Jajajajaja ¿miedo yo? Dime de que se trata.
_Te juego una apuesta. Una carrera a caballo desde aquí al centro de San Miguel, justo enfrente de la parroquia. ¿Qué dices? Hay dos caminos que llegan exactamente al mismo lugar y tienen la misma distancia. Tú te vas por la carretera que se está construyendo de Los Rodríguez a San Miguel y yo tomo el Camino Real. Si me ganas me llevas contigo como acordamos pero si yo gano me perdonas la vida y quedamos a mano sin que tomes represalias con nadie de mi familia.
Exactamente. En aquel entonces había dos caminos que llevaban a lo que hoy es la ciudad de San Miguel de Allende: El Camino Real que conectaba las rancherías de Cabrera, Los Órganos y pasaba a la derecha de Landeta. La otra forma de llegar era por la nueva carretera que salía desde el Rancho de los Rodríguez y que cruzaba a la izquierda de Cabrera, los Órganos y Landeta. Uno a la derecha y el otro a la izquierda pero, al fin de cuentas ambos llegaban al mismo punto.
Luzbel, calculador y seguro de sí mismo, sabedor de ser el ganador, aceptó el reto y a la cuenta de tres emprendieron la veloz carrera rumbo al pueblo.
Era una hermosa noche alumbrada por el cielo estrellado y la luna de octubre que en ese momento iluminaba con su esplendor de gala aquel espacio de tierra tampoco quería perderse el maravilloso espectáculo.
Don Vicente Beltrán temeroso pero confiado de que había una sóla esperanza de poder ganar, sacó un rosario del interior de su negra chamarra, se encomendó y repasando con fervor cada una de las cuentas del mismo, partió a todo galope llegando exactamente al lugar acordado en el momento de terminar de rezarlo. Satanás jamás llegó.
Cuando Don Beltrán regresó a su casa ya lo esperaban su esposa Agustina, sus hijos y algunos campesinos. Contó lo sucedido y les pidió discreción. Se dice que a partir de entonces El Patrón subió los salarios a sus trabajadores. Se hizo más católico y a los campesinos que le iban a comprar maíz para sus siembras se los fiaba o hasta regalaba si veía que no tenían dinero con que pagar.
ESPERO SEA DE SU AGRADO ESTA HISTORIA ME FUE CONTADA POR MIS PADRES, FUE EN EL AÑO DE 1950 ESTA PERSONA FUE VECINO DE LA HACIENDA DE MIS PADRES QUE DESPUES SE CONVIRTIO EN UN HOMBRE MUY RICO ACTUALMENTE SUS HIJOS SON DUEÑOS DE LA HACIENDA DE MIS PADRES.
- romel505Moderador
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Frase Célebre : Es mas facil encontrar las moronas que el Queso.
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Re: EL HOMBRE QUE VENDIO SU ALMA AL DIABLO
Miér 19 Ene 2011, 6:22 pm
Orales mi estimado cheff,,,se avento con esta historia y me gusta la narrativa utilizada,,,clara,sencilla y directa,,,,muy padre,,,gracias por compartirla,,va un punto por la aportacion,,,,
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- Norberto UgaldeModerador
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Re: EL HOMBRE QUE VENDIO SU ALMA AL DIABLO
Miér 19 Ene 2011, 10:10 pm
Muy bonita historia amigo Chef!!! y final feliz que es lo mejor de la historia!!!
Saludos!!!
Saludos!!!
- Hector Hugo ZavalaIdentidad Certificada
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Frase Célebre : ESTAMOS EN ESTE MUNDO PARA SER FELICES NO PARA SER PERFECTOS...
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Re: EL HOMBRE QUE VENDIO SU ALMA AL DIABLO
Miér 19 Ene 2011, 10:20 pm
SIN DUDA ALGUNA MI ESTIMADO"" CHEF""QUE HISTORIA,QUE MANERA DE REDACTARLA,UN RELATO NO APTO PARA CARDIACOS,Y EL FINAL!!QUE BARBARO Y PARA ACABAR ES BASADO DE ACUERDO EN SU PROPIA EXPERIENCIA EN UN ECHO REAL!!!""BENIGNO""ME QUITO EL SOMBRERO GRACIAS POR COMPARTIR TAN BELLA HISTORIA SIN DUDA ALGUNA VA A SER UNA DE MIS FAVORITAS,,SALUDOS Y UN CORDIAL ABRAZO CHEFAZO..
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SER BUSCADOR DE TESOROS ES MAS QUE ESO,,,SER BUSCADOR DE TESOROS;"""ES UN ESTILO DE VIDA.."""
SU AMIGO POR SIEMPRE H.H (WINDURY) ZAVALA
- DamianVoz de la Experiencia
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Frase Célebre : ...Si lo puedes ver en tu mente, lo podras sostener en tu manos...
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Re: EL HOMBRE QUE VENDIO SU ALMA AL DIABLO
Jue 20 Ene 2011, 2:23 am
Muy interesante historia para antes de irse a dormir, muchas gracias compañero chef, muy amena y fluida su narrativa.
Saludos
Damian
Saludos
Damian
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"....La jornada hacia el tesoro....es el tesoro en si...."
- calixtotelesExperto del Foro
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Frase Célebre : En peores panteones me han dado las 12
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Re: EL HOMBRE QUE VENDIO SU ALMA AL DIABLO
Dom 23 Ene 2011, 9:35 pm
hABLANDO DE NEGOCIADORES CON EL DIABLO, BUSQUEN EN YOUTUBE "CASO JOSUE"
- Fernando VidalVoz de la Experiencia
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Frase Célebre : no desfallecer es la cuestion
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Re: EL HOMBRE QUE VENDIO SU ALMA AL DIABLO
Lun 24 Ene 2011, 11:16 pm
muy buena historia, pero en lo personal jamas pondria en peligro a mi familia, soy un hombre de Dios y a el me debo.
saludos desde Colombia
saludos desde Colombia
- cimarronExperto del Foro
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Frase Célebre : no todo lo que brilla es oro, pero el que busca encuentra.
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Re: EL HOMBRE QUE VENDIO SU ALMA AL DIABLO
Mar 25 Ene 2011, 5:55 pm
Muy buena historia Cheff, no me imaginaba ese desenlace, la verdad me gustó mucho y pues para que vean que siempre gana el bien, bueno al menos en esta historia hay algunas en que no corren con tanta suerte Y que bueno que cambio este señor después de haber sido tan reseco con sus empleados Oye y que tal los hijos siguieron el mismo camino recto del padre?
_________________
Su amigo CIMARRON "Saludos".
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