Un puño de Oro
4 participantes
- David MolinaColaborador frecuente
- Cantidad de envíos : 27
Edad : 49
Localización : chihuahua
Frase Célebre : Quien apuesta por necesidad pierde por obligacion
Fecha de inscripción : 05/07/2011
Puntos : 4973
Un puño de Oro
Mar 19 Jul 2011, 2:28 pm
Este
relato que narra lo acontecido al finado don Manuel Monsiváis, me fue
contado, allá por los años setenta, por su viuda dona Vicente Cruz;
ambos oriundos del poblado de Cusihuiriachi, quienes llegaron a la
ciudad de Chihuahua en la época de la Revolución. No podría informar la fecha exacta de tal acontecimiento, pero como ella me lo contó, lo cuento.
Del
lecho del río Chuviscar surgió, al compás del clarín de avanzada, la
caballería villista. Los soldados federales, ante la sorpresa total esa
mañana, corrían despavoridos por la avenida Independencia, sus oficiales
daban órdenes para ofrecer la resistencia tomando las azoteas en las
esquinas que miraban hacia el norte, de donde se precipitaban las
fuerzas revolucionarias. El sitio que ahora alberga a Plan de Álamos,
San Felipe Viejo y Barrio del Palomar, había sido el resguardo de los
revolucionarios, pues casi siempre los atacantes usaban el lecho del río
para sorprender a la guarnición.
Don
Manuel, esposo de doña Vicente, era electricista y estaba empleado por
el gobierno para instalar la electricidad en el kiosco de la Plaza
de Armas. Aquella mañana de otoño, cuando iba a tomar su café, había
llegado hasta su casa Anselmo García a pedirle trabajo de ayudante, pues
tenía diez días de haberse casado y andaba sin chamba. Saborearon el
oscuro líquido cotidiano mientas doña Chenta les preparaba algo de
comida para la jornada. Luego se fueron platicando con rumbo a la plaza.
El
silbido macabro de las balas de fusilería, el tropel de la caballería y
el ritmo de las ametralladoras los obligó a refugiarse en la Catedral,
donde encontraron casa llena. Con el Jesús en la boca las mujeres
rezaban, había ancianos, despreocupados algunos y otros angustiados,
lloraban los niños y el sacerdote calmaba a unos y a otros, moviéndose
por todo el templo. Pasaron largos treinta o cuarenta minutos, la puerta
se abrió lentamente y fueron saliendo todos, entre ellos el maistro electricista y su ayudante. Con paso ligero y luego al trote, corrieron por la calle Segunda y doblaron por la Aldama,
ubicándose exactamente atrás de lo sería el cine Plaza (donde en aquel
entonces sólo había casas modestas de un solo piso). Precisamente allí,
un soldado les hizo el alto y luego les indicó:
- Mi Coronel los quiere ver, así es que píquenle pa’dentro.
La
actitud y el tono eran para no chistar. Don Manuel y Anselmo entraron a
un zaguán y vieron una pequeña caja de muerto; por su tamaño se podría
decir que era de un niño.
- Aquí están los dos civiles que pidió, mi Coronel.
- Bien. Miren ustedes, necesito mandar este parque a mi General, que se encuentra aquí nomás en la Plaza
de Armas. Este cabo y mi asistente les ayudarán a cargar la caja de
muertito, está chiquita pero va cargada de puro plomo para esa chusma
revoltosa. Pera un carajal, así que a cargarla.
Diciendo
y haciendo, sufriendo y pujando, los cuatro hombres sujetaron cada uno
de los bordes de la caja, apoyada en sus hombros; los dos soldados atrás
y los dos civiles al frente. La marcha se malogró, pues al voltear la
esquina de Aldama e Independencia para ir rumbo a la plaza, se escuchó
un grito, la caja se tambaleó al desplomarse Anselmo. Allí se quedó
tirado.
Los otros llegaron como pudieron y entregaron la carga.
- Muchas gracias, muchachos, muchas gracias. Suban lo que traen ahí.
- Sí, señor, mucho parque –contestó el electricista.
- Teniente, abra esa caja.
- Cuando el oficial quitó la tapa, relumbraron las alazanas, monedas de 20 pesos de puro oro.
- Agarren un puño y lárguense pronto –dijo el General.
- Señor –musitó el civil- mataron a mi ayudante, el venía con nosotros y, pues, tenía poquito de casado.
- Pos agarra otro puño, llévaselo a la viuda pa’ que cuando se le pase el sufrimiento le dé vuelo a la hilacha.
Don
Manuel salió apresurado, iba por el cadáver de Anselmo, pero cuando ya
estaba cerca se oyó otro clarinazo, otra avanzada, pensó, así que mejor
salió corriendo. Regresó en la tarde por su ayudante para darle
sepultura.
Nunca
me lo hubiera imaginado, pero dos años después de que me contaron lo
anterior, un albañil contratado por mi padre, mientras realizaba su
trabajo, me decía:
Lo
que le voy a contar es un secreto, aunque ha pasado tanto tiempo… el
ingeniero ya no vive aquí, y el capataz, don Chuy, ya se murió. Mire
nomás: cuando hicimos el hotel Del Real y excavamos para hacer los
cimientos encontramos en una pared una caja de madera bien podrida.
Cuando se dio el talachazo, hervía de monedas de oro, puras alazanas, puras alazanas.
Entonces el ingeniero nos formó en línea y nos habló. Dijo que aquel
era dinero del gobierno, pero que más falta nos hacía a nosotros.
- Agarre cada quien un puño, sólo uno. Lo que sobre será mío, pero si no sobra nada, no me toca nada, ¿de acuerdo?
- Claro que sí, como usted diga – dijimos.
Al
otro día era domingo, no hubo trabajo. Nadie platicó nada, pues
sabíamos que si alguien hablaba haría un mal para él y para todos. Al
lunes siguiente la mitad de los hombres no regresaron a la obra. Los
demás gastaron poco a poco el puño de oro.
A veces lo dudo, pero es muy posible que aquel oro era el mismo que transportó Anselmo, el recién casado, el ayudante del maistro electricista.
Espero les haya gustado!
Este relato es del libro leyendas de Chihuahua!
relato que narra lo acontecido al finado don Manuel Monsiváis, me fue
contado, allá por los años setenta, por su viuda dona Vicente Cruz;
ambos oriundos del poblado de Cusihuiriachi, quienes llegaron a la
ciudad de Chihuahua en la época de la Revolución. No podría informar la fecha exacta de tal acontecimiento, pero como ella me lo contó, lo cuento.
Del
lecho del río Chuviscar surgió, al compás del clarín de avanzada, la
caballería villista. Los soldados federales, ante la sorpresa total esa
mañana, corrían despavoridos por la avenida Independencia, sus oficiales
daban órdenes para ofrecer la resistencia tomando las azoteas en las
esquinas que miraban hacia el norte, de donde se precipitaban las
fuerzas revolucionarias. El sitio que ahora alberga a Plan de Álamos,
San Felipe Viejo y Barrio del Palomar, había sido el resguardo de los
revolucionarios, pues casi siempre los atacantes usaban el lecho del río
para sorprender a la guarnición.
Don
Manuel, esposo de doña Vicente, era electricista y estaba empleado por
el gobierno para instalar la electricidad en el kiosco de la Plaza
de Armas. Aquella mañana de otoño, cuando iba a tomar su café, había
llegado hasta su casa Anselmo García a pedirle trabajo de ayudante, pues
tenía diez días de haberse casado y andaba sin chamba. Saborearon el
oscuro líquido cotidiano mientas doña Chenta les preparaba algo de
comida para la jornada. Luego se fueron platicando con rumbo a la plaza.
El
silbido macabro de las balas de fusilería, el tropel de la caballería y
el ritmo de las ametralladoras los obligó a refugiarse en la Catedral,
donde encontraron casa llena. Con el Jesús en la boca las mujeres
rezaban, había ancianos, despreocupados algunos y otros angustiados,
lloraban los niños y el sacerdote calmaba a unos y a otros, moviéndose
por todo el templo. Pasaron largos treinta o cuarenta minutos, la puerta
se abrió lentamente y fueron saliendo todos, entre ellos el maistro electricista y su ayudante. Con paso ligero y luego al trote, corrieron por la calle Segunda y doblaron por la Aldama,
ubicándose exactamente atrás de lo sería el cine Plaza (donde en aquel
entonces sólo había casas modestas de un solo piso). Precisamente allí,
un soldado les hizo el alto y luego les indicó:
- Mi Coronel los quiere ver, así es que píquenle pa’dentro.
La
actitud y el tono eran para no chistar. Don Manuel y Anselmo entraron a
un zaguán y vieron una pequeña caja de muerto; por su tamaño se podría
decir que era de un niño.
- Aquí están los dos civiles que pidió, mi Coronel.
- Bien. Miren ustedes, necesito mandar este parque a mi General, que se encuentra aquí nomás en la Plaza
de Armas. Este cabo y mi asistente les ayudarán a cargar la caja de
muertito, está chiquita pero va cargada de puro plomo para esa chusma
revoltosa. Pera un carajal, así que a cargarla.
Diciendo
y haciendo, sufriendo y pujando, los cuatro hombres sujetaron cada uno
de los bordes de la caja, apoyada en sus hombros; los dos soldados atrás
y los dos civiles al frente. La marcha se malogró, pues al voltear la
esquina de Aldama e Independencia para ir rumbo a la plaza, se escuchó
un grito, la caja se tambaleó al desplomarse Anselmo. Allí se quedó
tirado.
Los otros llegaron como pudieron y entregaron la carga.
- Muchas gracias, muchachos, muchas gracias. Suban lo que traen ahí.
- Sí, señor, mucho parque –contestó el electricista.
- Teniente, abra esa caja.
- Cuando el oficial quitó la tapa, relumbraron las alazanas, monedas de 20 pesos de puro oro.
- Agarren un puño y lárguense pronto –dijo el General.
- Señor –musitó el civil- mataron a mi ayudante, el venía con nosotros y, pues, tenía poquito de casado.
- Pos agarra otro puño, llévaselo a la viuda pa’ que cuando se le pase el sufrimiento le dé vuelo a la hilacha.
Don
Manuel salió apresurado, iba por el cadáver de Anselmo, pero cuando ya
estaba cerca se oyó otro clarinazo, otra avanzada, pensó, así que mejor
salió corriendo. Regresó en la tarde por su ayudante para darle
sepultura.
Nunca
me lo hubiera imaginado, pero dos años después de que me contaron lo
anterior, un albañil contratado por mi padre, mientras realizaba su
trabajo, me decía:
Lo
que le voy a contar es un secreto, aunque ha pasado tanto tiempo… el
ingeniero ya no vive aquí, y el capataz, don Chuy, ya se murió. Mire
nomás: cuando hicimos el hotel Del Real y excavamos para hacer los
cimientos encontramos en una pared una caja de madera bien podrida.
Cuando se dio el talachazo, hervía de monedas de oro, puras alazanas, puras alazanas.
Entonces el ingeniero nos formó en línea y nos habló. Dijo que aquel
era dinero del gobierno, pero que más falta nos hacía a nosotros.
- Agarre cada quien un puño, sólo uno. Lo que sobre será mío, pero si no sobra nada, no me toca nada, ¿de acuerdo?
- Claro que sí, como usted diga – dijimos.
Al
otro día era domingo, no hubo trabajo. Nadie platicó nada, pues
sabíamos que si alguien hablaba haría un mal para él y para todos. Al
lunes siguiente la mitad de los hombres no regresaron a la obra. Los
demás gastaron poco a poco el puño de oro.
A veces lo dudo, pero es muy posible que aquel oro era el mismo que transportó Anselmo, el recién casado, el ayudante del maistro electricista.
Espero les haya gustado!
Este relato es del libro leyendas de Chihuahua!
Re: Un puño de Oro
Mar 19 Jul 2011, 7:31 pm
Muy buena narración e interesante historia.
¡Saludos!
¡Saludos!
_________________
Adquiere mi reciente publicación, el libro impreso:
“Los Profesionales de la Búsqueda de Tesoros”
Enlace con mayor información:
http://pro-tesoros.infored.mx/1168737_Productos.html
Con 5 capítulos, 67 temas actuales, 300 imágenes en un total de casi 500 páginas de información interesante. El libro más completo sobre nuestra afición.
“Los Profesionales de la Búsqueda de Tesoros”
Enlace con mayor información:
http://pro-tesoros.infored.mx/1168737_Productos.html
Con 5 capítulos, 67 temas actuales, 300 imágenes en un total de casi 500 páginas de información interesante. El libro más completo sobre nuestra afición.
- gabriel hernandezLíder de opinión.
- Cantidad de envíos : 87
Edad : 52
Localización : cd juarez chih
Fecha de inscripción : 24/06/2009
Puntos : 5756
Re: Un puño de Oro
Miér 20 Jul 2011, 2:26 pm
bonitas historias de nuestro estado paisano!!!
- henry ruizIdentidad Certificada
- Cantidad de envíos : 165
Edad : 56
Localización : Cd Juarez, chihuahua
Frase Célebre : Como santo tomas ver para creer..
Fecha de inscripción : 04/11/2010
Puntos : 5383
Re: Un puño de Oro
Miér 20 Jul 2011, 9:05 pm
PUES SI QUE TIENE LEYENDAS NUESTRO ESTADO......Y GABRIEL YO TAMBIEN SOY DE CD, JUAREZ ESTE ES MI CORREO enriruiz68@hotmail.com......para si algun dia nos juntamos para una prospectadita....saludos-
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.