- henry ruizIdentidad Certificada
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OTRA DE PANCHO VILLA EN CHIHUAHUA.............USTEDES QUE OPINAN
Vie 02 Sep 2011, 2:56 pm
COMPAÑEROS A VER SI ESTA HISTORIA NO LA TENEMOS POR AHI EN EL FORO SI ES ASI, PIDO UNA DISCULPA Y POR FAVOR BORRARLAS...Y DICE ASI.....
Francisco Villa era de los hombres de la Revolución Mexicana que más manejaban oro y plata. En un telegrama, en 1914, cuando Silvestre Terrazas fue Secretario de Finanzas del gobierno de Chihuahua, Pancho Villa le decía: “Quédese con la plata, y mándeme el oro a mi casa”
Villa se las ingeniaba para tener dinero. En 1914 y 1917, asaltó al tren de La Fargo, y le robó 114 lingotes de oro y 124 de plata. Lo asombroso fue que ambos metales se los vendió al banco de La Fargo.
Cuando fue efímero gobernador de Durango, en 1914, requirió ayuda de los ricos, para pagar las nóminas gubernamentales y del ejército. Ningún rico dio señales de vida. Al día siguiente, lanzó un decreto de que todos los ricos tenían que llevar sus dineros a Palacio de Gobierno, porque de lo contrario al siguiente día, dejaría de tener valor. ¿Y sabe qué? Se hizo una inmensa fila de ricos.
No faltan algunos de los biógrafos de Pancho Villa, que aseguran que en 1916, estuvo a punto de ser fusilado, tras caer en manos del azote del carrancismo, el general Luis Murguía, a quien apodaban el Pancho Reatas, por aquello de que apenas encontraba a un villista o ex villista, y de inmediato lo mandaba colgar. Villa salvó el pellejo, mediante un millonario soborno al Pancho Reatas, consistente en 21 toneladas de plata, de un total de 42, que el general Villa tenía en uno de sus entierritos, muy cerca de Parral, Chihuahua.
En otra ocasión, que Villa estaba necesitado para a pagar la tropa, mandó que le llevaran al Palacio de Gobierno de Chihuahua, a los principales ricos para que “le entraran con su cuerno”. Pero el general Luis Terrazas, se negó a soltar la lana, a pesar de que era inmensamente rico. Argumentaba que no tenía dinero, pero Villa no le creyó. Por más intentos que hizo, Villa no logró “sacarle la sopa”, pues Terrazas aseguraba que no tenía ni en que caerse muerto:
“-¿Rico yo, señor General? A mí de rico, no me queda más que la fama. Ni casas, ni haciendas, ni ganado, todo lo ha perdido mi familia, en esto que usted nombra la Revolución. Tocante a dinero, para que le voy a hablar, si mil pesos me piden ahora en rescate de mi vida, por mil pesos, me ahorcan”, decía el otrora poderoso hombre fuerte de Chihuahua, quien había acaparado 44 mil 601 km2, o sea, poco más de las dos quintas partes de la superficie del estado más grande de México. El equivalente a cuatro países europeos.
Este general Luis Terrazas, fue dos veces gobernador de Chihuahua durante la dictadura porfirista. Ese cargo lo heredó a su yerno, Enrique Creel, otro de los más ricos chihuahuenses, y más tarde, hizo que “bailara” como mandatario estatal su hijo, Alberto Terrazas.
Como Villa no pudo con Luis Terrazas, mandó a Luis Aguirre Benavides para que “por las buenas” dijera donde tenía sus “entierritos”, pero tampoco logró nada. Llamó entonces a uno de los oficiales villistas, de los llamados “duros”, pero ni éste ablandó a Terrazas. Entonces el general Villa optó por mandar a Rodolfo Fierro, quien en poco tiempo le trajo buenas noticias:
-“Mi General, dice don Luis Terrazas, que dinero no tiene él, pero que sabe dónde hay oro.
-¿Y dónde dice que hay?
-En uno de los pilares del Banco Minero de Chihuahua. Dice que uno de esos pilares está lleno de oro, pero que él no sabe cuál es y que si queremos encontrarlo, que lo busquemos y que si lo hallamos, que tendremos bastante”.
De inmediato, el general Villa mandó a Raúl Madero y a Aguirre Benavides, para que junto con otros oficiales del villismo, hicieran el reconocimiento de aquellos pilares que eran de fierro —pero no de Rodolfo Fierro—, y sacaran “el guardadito”. En menos de lo que canta un gallo, encontraron el oro y Villa les dio instrucciones de que le llevaran hasta el último centavo. Él recuerda de aquel episodio:
“Mis hombres rajaron el pilar y recogieron en quince o veinte talegas el chorro de oro. Todo de hidalgos, que de ahí salían. Pero cuando ya se preparaban para traerme el dinero, advirtieron cómo caían del pilar, veinte o treinta monedas más, y como lo sacudieran entonces, y todavía caían más monedas, fueron por un mazo y golpearon con él la parte más alta del pilar, y entonces volvió a salir el chorro de oro, con lo cual llenaron otras quince o veinte talegas más. Esa misma noche se acarreó el oro a mi cuartel, y al día siguiente, mandé a Luisito que lo contara. Más como él, después de contar toda la mañana, no conseguía acabar con el cerro de monedas que tenía delante, le pregunté:
- ¿Cuánto lleva contado, Luisito?
- 600 mil pesos, mi General.
- Bueno, Luisito, pues pare de contar, y ese montón que sobra, déjelo ahí, para que de él, cojan todos los amigos.
Así fue. Conforme entraban a verme los comandantes de mis brigadas y algunos otros jefes y oficiales, yo les decía:
- “Compañerito, tome de aquel montón de oro, para que se ayude en sus necesidades”.
Como era lógico, el rudísimo Rodolfo Fierro, también fue “cañoneado” y tomó de aquel montón todos los hidalgos que quiso.
Triste fin tuvo Rodolfo Fierro, cuando aquel 14 de octubre de 1915 murió ahogado en la laguna, de Nuevo Casas Grandes. Se cuenta que, junto con su asistente, quisieron acortar el camino, pero cuando el caballo de Fierro entró a terreno pantanoso, se espantó y el jinete se hundió rápidamente en las aguas. También se asegura que Fierro llevaba en el caballo grandes cantidades de monedas, de las llamadas “alazanas” de 25 pesos, y que por eso se hundió. Pero la realidad es otra, pues el caballo no se hundió, y el jinete sí.
El general Villa había partido con su ejército rumbo a Sonora, para atacar Agua Prieta y había dejado a Rodolfo Fierro en Casas Grandes, como encargado de las soldaderas villistas, y con instrucciones precisas de que por ningún motivo, las llevara a Sonora, pues esperaba que los combates fueran encarnizados.
Villa le dejó provisiones y dinero para que les diera de comer a las soldaderas. El general Fierro cumplió al pie de la letra las órdenes del general Villa y cuando terminó aquella misión en Sonora, Villa ordenó a Fierro avanzar hacia el Cañón del Púlpito, que sería el punto de reunión. Sin embargo, en el apresuramiento de Fierro y sus huestes, tuvieron que cruzar el presón construido por los mormones en esa región, donde encontró la muerte el llamado “carnicero del villismo”.
A duras penas, el asistente de Fierro logró cruzar aquella presa. Le gritó a su jefe que no cruzara, que mejor diera un rodeo, pero Fierro era terco como las mulas, y no hizo caso. Iba de prisa y picó espuelas a su cuaco, que al llegar al agua se espantó y por poco lo derriba. Fierro volvió a picar espuelas y ahora sí el caballo entró con mucha fuerza a la presa, pero tropezó con algunas piedras o se enredó con alguna rama, el caso es que dio una marometa y le cayó encima, matándolo. A los pocos días, fue sacado el cadáver del general Fierro, por unos japoneses que vivían en las inmediaciones de aquella presa de Casas Grandes, y enterrado más tarde en el Panteón de la Regla, en Chihuahua.
Mucho se ha dicho sobre este episodio y no falta quien ha escrito que Fierro fue tragado, junto con su caballo, por las arenas movedizas de Casas Grandes, pero da la casualidad que en todo Chihuahua, no hay arenas movedizas.
BUENO ESPERO QUE LES AYA GUSTADO..Y QUE EMPIEZEN LAS OPINIONES........SU COMPA HENRY.
Francisco Villa era de los hombres de la Revolución Mexicana que más manejaban oro y plata. En un telegrama, en 1914, cuando Silvestre Terrazas fue Secretario de Finanzas del gobierno de Chihuahua, Pancho Villa le decía: “Quédese con la plata, y mándeme el oro a mi casa”
Villa se las ingeniaba para tener dinero. En 1914 y 1917, asaltó al tren de La Fargo, y le robó 114 lingotes de oro y 124 de plata. Lo asombroso fue que ambos metales se los vendió al banco de La Fargo.
Cuando fue efímero gobernador de Durango, en 1914, requirió ayuda de los ricos, para pagar las nóminas gubernamentales y del ejército. Ningún rico dio señales de vida. Al día siguiente, lanzó un decreto de que todos los ricos tenían que llevar sus dineros a Palacio de Gobierno, porque de lo contrario al siguiente día, dejaría de tener valor. ¿Y sabe qué? Se hizo una inmensa fila de ricos.
No faltan algunos de los biógrafos de Pancho Villa, que aseguran que en 1916, estuvo a punto de ser fusilado, tras caer en manos del azote del carrancismo, el general Luis Murguía, a quien apodaban el Pancho Reatas, por aquello de que apenas encontraba a un villista o ex villista, y de inmediato lo mandaba colgar. Villa salvó el pellejo, mediante un millonario soborno al Pancho Reatas, consistente en 21 toneladas de plata, de un total de 42, que el general Villa tenía en uno de sus entierritos, muy cerca de Parral, Chihuahua.
En otra ocasión, que Villa estaba necesitado para a pagar la tropa, mandó que le llevaran al Palacio de Gobierno de Chihuahua, a los principales ricos para que “le entraran con su cuerno”. Pero el general Luis Terrazas, se negó a soltar la lana, a pesar de que era inmensamente rico. Argumentaba que no tenía dinero, pero Villa no le creyó. Por más intentos que hizo, Villa no logró “sacarle la sopa”, pues Terrazas aseguraba que no tenía ni en que caerse muerto:
“-¿Rico yo, señor General? A mí de rico, no me queda más que la fama. Ni casas, ni haciendas, ni ganado, todo lo ha perdido mi familia, en esto que usted nombra la Revolución. Tocante a dinero, para que le voy a hablar, si mil pesos me piden ahora en rescate de mi vida, por mil pesos, me ahorcan”, decía el otrora poderoso hombre fuerte de Chihuahua, quien había acaparado 44 mil 601 km2, o sea, poco más de las dos quintas partes de la superficie del estado más grande de México. El equivalente a cuatro países europeos.
Este general Luis Terrazas, fue dos veces gobernador de Chihuahua durante la dictadura porfirista. Ese cargo lo heredó a su yerno, Enrique Creel, otro de los más ricos chihuahuenses, y más tarde, hizo que “bailara” como mandatario estatal su hijo, Alberto Terrazas.
Como Villa no pudo con Luis Terrazas, mandó a Luis Aguirre Benavides para que “por las buenas” dijera donde tenía sus “entierritos”, pero tampoco logró nada. Llamó entonces a uno de los oficiales villistas, de los llamados “duros”, pero ni éste ablandó a Terrazas. Entonces el general Villa optó por mandar a Rodolfo Fierro, quien en poco tiempo le trajo buenas noticias:
-“Mi General, dice don Luis Terrazas, que dinero no tiene él, pero que sabe dónde hay oro.
-¿Y dónde dice que hay?
-En uno de los pilares del Banco Minero de Chihuahua. Dice que uno de esos pilares está lleno de oro, pero que él no sabe cuál es y que si queremos encontrarlo, que lo busquemos y que si lo hallamos, que tendremos bastante”.
De inmediato, el general Villa mandó a Raúl Madero y a Aguirre Benavides, para que junto con otros oficiales del villismo, hicieran el reconocimiento de aquellos pilares que eran de fierro —pero no de Rodolfo Fierro—, y sacaran “el guardadito”. En menos de lo que canta un gallo, encontraron el oro y Villa les dio instrucciones de que le llevaran hasta el último centavo. Él recuerda de aquel episodio:
“Mis hombres rajaron el pilar y recogieron en quince o veinte talegas el chorro de oro. Todo de hidalgos, que de ahí salían. Pero cuando ya se preparaban para traerme el dinero, advirtieron cómo caían del pilar, veinte o treinta monedas más, y como lo sacudieran entonces, y todavía caían más monedas, fueron por un mazo y golpearon con él la parte más alta del pilar, y entonces volvió a salir el chorro de oro, con lo cual llenaron otras quince o veinte talegas más. Esa misma noche se acarreó el oro a mi cuartel, y al día siguiente, mandé a Luisito que lo contara. Más como él, después de contar toda la mañana, no conseguía acabar con el cerro de monedas que tenía delante, le pregunté:
- ¿Cuánto lleva contado, Luisito?
- 600 mil pesos, mi General.
- Bueno, Luisito, pues pare de contar, y ese montón que sobra, déjelo ahí, para que de él, cojan todos los amigos.
Así fue. Conforme entraban a verme los comandantes de mis brigadas y algunos otros jefes y oficiales, yo les decía:
- “Compañerito, tome de aquel montón de oro, para que se ayude en sus necesidades”.
Como era lógico, el rudísimo Rodolfo Fierro, también fue “cañoneado” y tomó de aquel montón todos los hidalgos que quiso.
Triste fin tuvo Rodolfo Fierro, cuando aquel 14 de octubre de 1915 murió ahogado en la laguna, de Nuevo Casas Grandes. Se cuenta que, junto con su asistente, quisieron acortar el camino, pero cuando el caballo de Fierro entró a terreno pantanoso, se espantó y el jinete se hundió rápidamente en las aguas. También se asegura que Fierro llevaba en el caballo grandes cantidades de monedas, de las llamadas “alazanas” de 25 pesos, y que por eso se hundió. Pero la realidad es otra, pues el caballo no se hundió, y el jinete sí.
El general Villa había partido con su ejército rumbo a Sonora, para atacar Agua Prieta y había dejado a Rodolfo Fierro en Casas Grandes, como encargado de las soldaderas villistas, y con instrucciones precisas de que por ningún motivo, las llevara a Sonora, pues esperaba que los combates fueran encarnizados.
Villa le dejó provisiones y dinero para que les diera de comer a las soldaderas. El general Fierro cumplió al pie de la letra las órdenes del general Villa y cuando terminó aquella misión en Sonora, Villa ordenó a Fierro avanzar hacia el Cañón del Púlpito, que sería el punto de reunión. Sin embargo, en el apresuramiento de Fierro y sus huestes, tuvieron que cruzar el presón construido por los mormones en esa región, donde encontró la muerte el llamado “carnicero del villismo”.
A duras penas, el asistente de Fierro logró cruzar aquella presa. Le gritó a su jefe que no cruzara, que mejor diera un rodeo, pero Fierro era terco como las mulas, y no hizo caso. Iba de prisa y picó espuelas a su cuaco, que al llegar al agua se espantó y por poco lo derriba. Fierro volvió a picar espuelas y ahora sí el caballo entró con mucha fuerza a la presa, pero tropezó con algunas piedras o se enredó con alguna rama, el caso es que dio una marometa y le cayó encima, matándolo. A los pocos días, fue sacado el cadáver del general Fierro, por unos japoneses que vivían en las inmediaciones de aquella presa de Casas Grandes, y enterrado más tarde en el Panteón de la Regla, en Chihuahua.
Mucho se ha dicho sobre este episodio y no falta quien ha escrito que Fierro fue tragado, junto con su caballo, por las arenas movedizas de Casas Grandes, pero da la casualidad que en todo Chihuahua, no hay arenas movedizas.
BUENO ESPERO QUE LES AYA GUSTADO..Y QUE EMPIEZEN LAS OPINIONES........SU COMPA HENRY.
- ruben davila fariasExperto del Foro
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Localización : Saltillo, Coah
Frase Célebre : caminando y encontrando
Fecha de inscripción : 06/08/2008
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Re: OTRA DE PANCHO VILLA EN CHIHUAHUA.............USTEDES QUE OPINAN
Vie 02 Sep 2011, 3:04 pm
Segun leì en un libro, fue el hijo de Luis Terrazas el que dijo a los revolucionarios donde estaba el oro del banco. Efectivamente3 era en uno de los pilares. entiendo que el viejo terrazas ya se habia fugado pero su hijo quedo en Chihuahua y a este lo hicieron confesar donde estaba el dinero...Respecto a fierro, este fue el que se h7undio en la laguna porque llevaba uno o dos cinturones de esos que se usaban para guardar las monedas y el peso de estas ocasionò que se hundiera y y muriera. No se sabe si ese dinero fue recuperado alguna vez. Cabe aclarar que Fierro iba borracho cuando trato de obligar a su caballo a cruzar el pantano. todo se conjugo para llevarlo a la muerte.
- Giovanny86Experto del Foro
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Re: OTRA DE PANCHO VILLA EN CHIHUAHUA.............USTEDES QUE OPINAN
Vie 02 Sep 2011, 4:00 pm
buena historia..
Este hobby me esta haciendo leer mucho y darme cuenta de tantas cosas que pasaron y como pasaron..
Entre otras..
Alguno sabra alguna historia de aca de Nayarit.. Aparte de lozada hehe
Saludos!
Este hobby me esta haciendo leer mucho y darme cuenta de tantas cosas que pasaron y como pasaron..
Entre otras..
Alguno sabra alguna historia de aca de Nayarit.. Aparte de lozada hehe
Saludos!
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