El tesoro de los piratas de Guayacán
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Localización : Nuevo León
Frase Célebre : -Si las cosas fueran fáciles, hasta yo las haría.
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El tesoro de los piratas de Guayacán
Dom 28 Sep 2008, 3:42 pm
.
MUCHOS SON LOS RELATOS QUE SE HAN DADO SOBRE LAS CORRERÍAS DE LOS PIRATAS Y LAS LEYENDAS QUE SE HAN TEJIDO EN TORNO A SUS TESOROS, PERO EN UNA PUBLICACIÓN HECHA POR RICARDO E. LATCHAM "EL TESORO DE LOS PIRATAS DE GUAYACAN" SE ENCUENTRAN DATOS CONCRETOS Y MAS PRÓXIMOS A LA VERDAD.
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Todo comienza cuando el 25 de mayo de 1926, entra en la Bahía de Guayacán un buque de vela del cual desembarcaron un número considerable de hombres que se dirigieron hacia la pequeña playa de arena blanca, situada en el rincón noroeste de ka bahía. Media hora después la barca desplegando sus velas salió mar afuera, y de quieres quedaron en tierra sólo se vino a saber mucho tiempo después cuando un campesino llamado Manuel Castro trató con ellos ofreciendo su ayuda. Según dice Castro, los desembarcados eran todos extranjeros: Ingleses, franceses, alemanes, holandeses, daneses, un yanqui, un portuguez y un español nombre José con quien mantuvo frecuente diálogo y a quien pudo sacarle detalles de la finalidad de la expedición.
“El objeto era doble primero buscar un tesoro que la tradición decía habían enterrado unos piratas del siglo XVII y luego tratar de descubrir una mina de oro de extraordinaria riqueza, trabajada por esos mismos piratas. Tenían un plano de aquella parte de la bahía de Guayacán en que se había ubicado el campamento, con una serie de cruces marcada en él. Acerca de la mina no traían más datos como puntos de referencia, que los siguientes: un horno en el interior de la región, siete matas de zumaque y dos grandes rocas paralelas próxima a una quebrada”.
Este grupo alcanzó a permanecer sólo 24 días sin conseguir ningún resultado favorable, desalentados decidieron volver a bordo de la nave que retornaba en su búsqueda, así abandonaron la costa poniendo fin a su cometido. Pero quién no puso fin a esta empresa fue Castro, que interesando a su hermana Rita resolvieron continuar la búsqueda de la mina y del tesoro, prosiguiendo los trabajos principalmente de noche. Castro excavó más de 300 hoyos de diferentes profundidades sin encontrar nada. Sin embargo, la fe que tenían le hizo deshacerse de todos sus bienes para seguir en su cometido, y a principio de 1930 hicieron su primer hallazgo, cuando su herramienta destapó una gran olla de greda que contenía un bulto formado por cueros medio podridos, que desenvolviéndolos dieron lugar a una plancha que resultó ser de cobre y cubierta por ambas caras de signos que parecían letras y algunos dibujos, entre los que se distinguen una carabela, un cañón y una rosa. Castro se asoció con un señor X para que le ayudara a descifrar la placa, el que remitió una copia de la plancha a un amigo de Buenos Aires, especialista en lenguas antiguas para que la tradujera.
Mientras tanto, Castro siguió con las excavaciones y más al poniente, a la misma profundidad, encontró otra vasija de greda, en forma de una gran ánfora y herméticamente tapada. Al romper la vasija salió de ella un líquido espeso y fétido, imposible de soportarlo; contenía un bulto o rollo en el que aparecían pequeñas pieles convertidas en pergaminos y que contenían signos semejantes a los de la placa. Continuando sus excavaciones hizo otro hallazgo, al encontrar una pequeña placa de oro fino, en forma de un saco amarrado por la boca y grabada por signos en ambos lados. Esta placa resultó ser de oro de 18 quilates y pesaba 36 gramos. Entusiasmado siguió excavando pero no encontró nada más. Otra mañana, debajo de otra gran piedra, próxima a la primera, encontró una serie de nuevos objetos entre los que se contaba una virgen de oro de unos 30 centímetros de alto, de factura antigua y que pesaba unos 10 o 12 kilogramos. Después se supo que era oro de 14 quilates y que en su base tenía marcada una fecha MDC (1600). Los otros objetos eran dos navajas españolas llamadas corvos, una estrella de plomo de seis puntas con caracteres como los de la plancha de cobre, una moneda o medalla de oro del tiempo de Pericles (400 A.C.), un idolito de oro y una pieza de cobre en forma triangular con una especie de anillo en el ápice, a la que el traductor de Buenos Aires le puso el nombre de A de Carlomagno. También halló otra ánfora, como la anterior, que al romperla dejó ver un rollo de pergaminos conservado con aceite, sin la fetidez del primero y los pergaminos eran de mejor calidad, con la escritura similar a las anteriores.
Castro arregló en su casa una especie de altar para la virgen rodeándola de los demás objetos y les sacó una fotografía. Por esos días enfermó uno de sus hijos y ningún médico acertaba en el diagnóstico y el niño agravaba más. Le contaron a Castro lo que pasó con la abertura de la sepultura de Tutankamón y presintiendo un desastre en su casa, resolvió encajonar estos objetos dándoselos a un amigo a guardar. A los tres días el niño sanó de su misteriosa enfermedad, confirmando a Castro sus convicciones supersticiosas. Al poco tiempo su amigo guardián tuvo que viajar por lo que cambiaron de guardián, el que impulsado por la curiosidad, abrió el cajón y desde ese día del amigo guardián y del cajón nunca más se supo.
Entre tanto llegaba la traducción de Buenos Aires. La traducción de los signos grabados en la plancha de cobre era la siguiente: “Aquí hay un tesoro. A la distancia de noventa varas. Dejo esto por haber perdido mi galeón. Hay ochenta zurrones llenos de oro y noventa de plata. Año 1640. Deul”. Suponía Castro que cada zurrón equivalía a 50 kilogramos que multiplicados por ochenta darían 4000 kilogramos de oro, sin contar la plata. ¡Qué fortuna!.
Mucho tiempo transcurrió sin que pudieran encontrar el tesoro, llegando a dudar de la traducción, por lo que se contactaron con otro especialista en Santiago, el doctor Cohe, confirmando como buena la traducción anterior. De regreso a Coquimbo, se encontraron con las nuevas traducciones que llegaban de Buenos Aires, estas traían datos sobre una confederación de piratas que operaban en el Pacifico; una lista de mediciones, y noticias de una fortaleza establecida en el recinto de Guayacán por los piratas. Pero ni una palabra respecto al tesoro y a su ubicación. Pero estaban cercanos, por lo que enviaron nueva remesa de documentos a Buenos Aires.
Un día se le ocurrió a Castro, registrar un hacinamiento de rocas, y subiendo el último trecho encontró de repente la entrada de una caverna. Entrando en ella, observó que era larga y angosta, no tenía más de dos metros de ancho y medía unos veinte de largo. Con renovadas esperanzas Castro acompañado por su hermana volvió al lugar, y a dos pasos de la entrada de la caverna comenzó a excavar y después de dos horas la pala de Castro destapó una serie de esqueletos humanos, todos sin cabeza. Cual sería la sorpresa y el espanto de Castro que era tan supersticioso, acompañado todo de la oscuridad de la noche, la soledad y lo tétrico del lugar y frente a tan fúnebre hallazgo. Rita soltó el farol que cayó al hoyo apagándose, huyó con gritos de espanto, y Castro con el corazón en la boca arrojando su pala, el siguió viendo cada paso los demonios que trataban de cogerle. Juntos ya en casa juraron no volver a eses sitio endemoniado, ni se atrevieron a recoger las herramientas que las dejaron abandonadas. Después de esto, Castro se dedicaría solamente a buscar la mina, recorriendo desde el extremo sur de la bahía de Guayacán, hasta más allá de la Punta de Teatinos.
Las nuevas traducciones de Buenos Aires hablaban de un segundo tesoro encerrado en un gran subterráneo que servía a la vez de bodega, polvorín y cámara de tesoro. Incluía una lista del supuesto tesoro que contenía. Otros documentos referían hazañas de los piratas, nombre de sus buques, tonelaje, tripulación, número y distribución de sus cañones. También venían referencias a la mina, de cómo fue descubierta, de su gran riqueza y del sistema de explotación, también había datos respecto al subterráneo que se hallaba a una profundidad de siete a diez metros, para bajar a las bóvedas había dos escalas con cinco escalones cada una, y algunos datos confusos de como poder encontrarlo. Como no tuvo traducciones concretas Castro continuó su trabajo al azar siguiendo el derrotero de la mina.
Era 1930 cuando Latcham, conoce personalmente a Castro y juntos procuran una mejor pauta de acción, se revisó la información, se realizaron nuevas excavaciones, se hicieron mediciones con teodolito, y se reconoció una zona de 1200 kilómetros cuadrados.
“Un día Castro me trajo una traducción y la correspondiente fotografía del documento original, que hablaban de ebanín. Ni Castro ni el señor X comprendieron lo que era ebanín. Recordándome de mis tiempos de estudiante me vino a la memoria que esa palabra era hebreo arcaico, que significaba roca o peñazco”.
“Resolví ir allí con teodolito y tomar desde ese punto las direcciones indicadas en el documento para los demás ebanín para ver si coincidían. Al tomar los rumbos encontré en cada dirección un peñazco que correspondía al indicado. No cabía duda, ésta era la zona de los ebanín. Levanté un croquis y el terreno encerrado por las rocas resultó ser triangular, con una base frente al mar, de unos 200 metros y una hipotenuza de cuatrocientos. Una copia de este croquis la entregué a Castro, para que, cuando tuviera tiempo, buscara los documentos que todavía. Debían quedar sepultados dentro del triángulo”.
Latcham tuvo que ausentarse por orden ministerial, y desde Santiago mantuvo por un tiempo correspondencia con Castro, quien le iba informando de los diferentes nuevos hallazgos, según estas noticias, Castro había descubierto los cuatro puntos de referencia: el cerro de tres puntas, el cerro de dos ojos, las dos piedras paralelas a la quebrada y la batea de piedra, todos dentro de la zona que habían dejado sin explorar, Además de una parte de los documentos anunciados como existentes en la zona de los ebanín. Castro continuó explorando, encontró sepulturas indígenas, que creía tenían relación con los piratas. Repentinamente Castro se fue al norte y desde entonces nadie sabe de él, no hay documentos, y difícilmente se podría reanudar la investigación.
Ricardo E. Latcham. “El Tesoro de los Piratas de Guayacán”. Santiago 1976.
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MUCHOS SON LOS RELATOS QUE SE HAN DADO SOBRE LAS CORRERÍAS DE LOS PIRATAS Y LAS LEYENDAS QUE SE HAN TEJIDO EN TORNO A SUS TESOROS, PERO EN UNA PUBLICACIÓN HECHA POR RICARDO E. LATCHAM "EL TESORO DE LOS PIRATAS DE GUAYACAN" SE ENCUENTRAN DATOS CONCRETOS Y MAS PRÓXIMOS A LA VERDAD.
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Todo comienza cuando el 25 de mayo de 1926, entra en la Bahía de Guayacán un buque de vela del cual desembarcaron un número considerable de hombres que se dirigieron hacia la pequeña playa de arena blanca, situada en el rincón noroeste de ka bahía. Media hora después la barca desplegando sus velas salió mar afuera, y de quieres quedaron en tierra sólo se vino a saber mucho tiempo después cuando un campesino llamado Manuel Castro trató con ellos ofreciendo su ayuda. Según dice Castro, los desembarcados eran todos extranjeros: Ingleses, franceses, alemanes, holandeses, daneses, un yanqui, un portuguez y un español nombre José con quien mantuvo frecuente diálogo y a quien pudo sacarle detalles de la finalidad de la expedición.
“El objeto era doble primero buscar un tesoro que la tradición decía habían enterrado unos piratas del siglo XVII y luego tratar de descubrir una mina de oro de extraordinaria riqueza, trabajada por esos mismos piratas. Tenían un plano de aquella parte de la bahía de Guayacán en que se había ubicado el campamento, con una serie de cruces marcada en él. Acerca de la mina no traían más datos como puntos de referencia, que los siguientes: un horno en el interior de la región, siete matas de zumaque y dos grandes rocas paralelas próxima a una quebrada”.
Este grupo alcanzó a permanecer sólo 24 días sin conseguir ningún resultado favorable, desalentados decidieron volver a bordo de la nave que retornaba en su búsqueda, así abandonaron la costa poniendo fin a su cometido. Pero quién no puso fin a esta empresa fue Castro, que interesando a su hermana Rita resolvieron continuar la búsqueda de la mina y del tesoro, prosiguiendo los trabajos principalmente de noche. Castro excavó más de 300 hoyos de diferentes profundidades sin encontrar nada. Sin embargo, la fe que tenían le hizo deshacerse de todos sus bienes para seguir en su cometido, y a principio de 1930 hicieron su primer hallazgo, cuando su herramienta destapó una gran olla de greda que contenía un bulto formado por cueros medio podridos, que desenvolviéndolos dieron lugar a una plancha que resultó ser de cobre y cubierta por ambas caras de signos que parecían letras y algunos dibujos, entre los que se distinguen una carabela, un cañón y una rosa. Castro se asoció con un señor X para que le ayudara a descifrar la placa, el que remitió una copia de la plancha a un amigo de Buenos Aires, especialista en lenguas antiguas para que la tradujera.
Mientras tanto, Castro siguió con las excavaciones y más al poniente, a la misma profundidad, encontró otra vasija de greda, en forma de una gran ánfora y herméticamente tapada. Al romper la vasija salió de ella un líquido espeso y fétido, imposible de soportarlo; contenía un bulto o rollo en el que aparecían pequeñas pieles convertidas en pergaminos y que contenían signos semejantes a los de la placa. Continuando sus excavaciones hizo otro hallazgo, al encontrar una pequeña placa de oro fino, en forma de un saco amarrado por la boca y grabada por signos en ambos lados. Esta placa resultó ser de oro de 18 quilates y pesaba 36 gramos. Entusiasmado siguió excavando pero no encontró nada más. Otra mañana, debajo de otra gran piedra, próxima a la primera, encontró una serie de nuevos objetos entre los que se contaba una virgen de oro de unos 30 centímetros de alto, de factura antigua y que pesaba unos 10 o 12 kilogramos. Después se supo que era oro de 14 quilates y que en su base tenía marcada una fecha MDC (1600). Los otros objetos eran dos navajas españolas llamadas corvos, una estrella de plomo de seis puntas con caracteres como los de la plancha de cobre, una moneda o medalla de oro del tiempo de Pericles (400 A.C.), un idolito de oro y una pieza de cobre en forma triangular con una especie de anillo en el ápice, a la que el traductor de Buenos Aires le puso el nombre de A de Carlomagno. También halló otra ánfora, como la anterior, que al romperla dejó ver un rollo de pergaminos conservado con aceite, sin la fetidez del primero y los pergaminos eran de mejor calidad, con la escritura similar a las anteriores.
Castro arregló en su casa una especie de altar para la virgen rodeándola de los demás objetos y les sacó una fotografía. Por esos días enfermó uno de sus hijos y ningún médico acertaba en el diagnóstico y el niño agravaba más. Le contaron a Castro lo que pasó con la abertura de la sepultura de Tutankamón y presintiendo un desastre en su casa, resolvió encajonar estos objetos dándoselos a un amigo a guardar. A los tres días el niño sanó de su misteriosa enfermedad, confirmando a Castro sus convicciones supersticiosas. Al poco tiempo su amigo guardián tuvo que viajar por lo que cambiaron de guardián, el que impulsado por la curiosidad, abrió el cajón y desde ese día del amigo guardián y del cajón nunca más se supo.
Entre tanto llegaba la traducción de Buenos Aires. La traducción de los signos grabados en la plancha de cobre era la siguiente: “Aquí hay un tesoro. A la distancia de noventa varas. Dejo esto por haber perdido mi galeón. Hay ochenta zurrones llenos de oro y noventa de plata. Año 1640. Deul”. Suponía Castro que cada zurrón equivalía a 50 kilogramos que multiplicados por ochenta darían 4000 kilogramos de oro, sin contar la plata. ¡Qué fortuna!.
Mucho tiempo transcurrió sin que pudieran encontrar el tesoro, llegando a dudar de la traducción, por lo que se contactaron con otro especialista en Santiago, el doctor Cohe, confirmando como buena la traducción anterior. De regreso a Coquimbo, se encontraron con las nuevas traducciones que llegaban de Buenos Aires, estas traían datos sobre una confederación de piratas que operaban en el Pacifico; una lista de mediciones, y noticias de una fortaleza establecida en el recinto de Guayacán por los piratas. Pero ni una palabra respecto al tesoro y a su ubicación. Pero estaban cercanos, por lo que enviaron nueva remesa de documentos a Buenos Aires.
Un día se le ocurrió a Castro, registrar un hacinamiento de rocas, y subiendo el último trecho encontró de repente la entrada de una caverna. Entrando en ella, observó que era larga y angosta, no tenía más de dos metros de ancho y medía unos veinte de largo. Con renovadas esperanzas Castro acompañado por su hermana volvió al lugar, y a dos pasos de la entrada de la caverna comenzó a excavar y después de dos horas la pala de Castro destapó una serie de esqueletos humanos, todos sin cabeza. Cual sería la sorpresa y el espanto de Castro que era tan supersticioso, acompañado todo de la oscuridad de la noche, la soledad y lo tétrico del lugar y frente a tan fúnebre hallazgo. Rita soltó el farol que cayó al hoyo apagándose, huyó con gritos de espanto, y Castro con el corazón en la boca arrojando su pala, el siguió viendo cada paso los demonios que trataban de cogerle. Juntos ya en casa juraron no volver a eses sitio endemoniado, ni se atrevieron a recoger las herramientas que las dejaron abandonadas. Después de esto, Castro se dedicaría solamente a buscar la mina, recorriendo desde el extremo sur de la bahía de Guayacán, hasta más allá de la Punta de Teatinos.
Las nuevas traducciones de Buenos Aires hablaban de un segundo tesoro encerrado en un gran subterráneo que servía a la vez de bodega, polvorín y cámara de tesoro. Incluía una lista del supuesto tesoro que contenía. Otros documentos referían hazañas de los piratas, nombre de sus buques, tonelaje, tripulación, número y distribución de sus cañones. También venían referencias a la mina, de cómo fue descubierta, de su gran riqueza y del sistema de explotación, también había datos respecto al subterráneo que se hallaba a una profundidad de siete a diez metros, para bajar a las bóvedas había dos escalas con cinco escalones cada una, y algunos datos confusos de como poder encontrarlo. Como no tuvo traducciones concretas Castro continuó su trabajo al azar siguiendo el derrotero de la mina.
Era 1930 cuando Latcham, conoce personalmente a Castro y juntos procuran una mejor pauta de acción, se revisó la información, se realizaron nuevas excavaciones, se hicieron mediciones con teodolito, y se reconoció una zona de 1200 kilómetros cuadrados.
“Un día Castro me trajo una traducción y la correspondiente fotografía del documento original, que hablaban de ebanín. Ni Castro ni el señor X comprendieron lo que era ebanín. Recordándome de mis tiempos de estudiante me vino a la memoria que esa palabra era hebreo arcaico, que significaba roca o peñazco”.
“Resolví ir allí con teodolito y tomar desde ese punto las direcciones indicadas en el documento para los demás ebanín para ver si coincidían. Al tomar los rumbos encontré en cada dirección un peñazco que correspondía al indicado. No cabía duda, ésta era la zona de los ebanín. Levanté un croquis y el terreno encerrado por las rocas resultó ser triangular, con una base frente al mar, de unos 200 metros y una hipotenuza de cuatrocientos. Una copia de este croquis la entregué a Castro, para que, cuando tuviera tiempo, buscara los documentos que todavía. Debían quedar sepultados dentro del triángulo”.
Latcham tuvo que ausentarse por orden ministerial, y desde Santiago mantuvo por un tiempo correspondencia con Castro, quien le iba informando de los diferentes nuevos hallazgos, según estas noticias, Castro había descubierto los cuatro puntos de referencia: el cerro de tres puntas, el cerro de dos ojos, las dos piedras paralelas a la quebrada y la batea de piedra, todos dentro de la zona que habían dejado sin explorar, Además de una parte de los documentos anunciados como existentes en la zona de los ebanín. Castro continuó explorando, encontró sepulturas indígenas, que creía tenían relación con los piratas. Repentinamente Castro se fue al norte y desde entonces nadie sabe de él, no hay documentos, y difícilmente se podría reanudar la investigación.
Ricardo E. Latcham. “El Tesoro de los Piratas de Guayacán”. Santiago 1976.
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Re: El tesoro de los piratas de Guayacán
Dom 28 Sep 2008, 3:44 pm
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EL TESORO DE GUAYACÁN
A comienzos de 1930, el campesino, Manuel Castro, debajo de uno de los peñascos de Playa Blanca, descubrió un bulto formado por cueros medio podridos, los cuales estaban enrollados en torno a una placa de cobre que tenía grabados una serie de signos, entre los cuales descubrió una carabela, un cañón y una rosa.
Posteriormente, y luego de algunos esfuerzos, encontró, a unos metros de la Piedra de la Vaca, una placa de oro fino, en forma de un saco amarrado por la boca y grabado en ambos lados con minúsculas letras, iguales a la plancha de cobre y de los pergaminos, propio de los judíos Sefarditas que fueron expulsados de España en 1492. Además, Castro, quien continuó con la búsqueda en la Roca del Perro, logró obtener de los secretos de las rocas un nuevo tesoro: Una virgen de oro de unos 30 cms. de alto y 10 kilos de peso; dos corvos españoles, una estrella de plomo de 6 puntas (La Estrella de David) con caracteres hebreos en cada ángulo y una “S” más grande en el centro, una medalla y un idolito de oro y una pieza de cobre en forma triangular con una especie de anillo en el ápice.
El pensador inglés Ricardo Latcham se ha interesado en el tema y señala que, “El Navegante, Jefe de la Hermandad de Piratas era Subatoldevl, hebreo” y, respecto al tesoro y su lugar de entierro, “El terreno se ha de dividir en el sentido de seis triángulos”. Además, cita entre puntos de referencias al Risco Bravo, Punta Tonaja, a un islote, otro islote, una aguada, al desembarcadero y al Punto de Mira.
Según el lugareño Pedro M. Álvarez Pavez, el cabo que uniría este enigma se encuentra dado por el trazado de estos puntos y que, unidos, forman una perfecta estrella de David (lo hizo a través de una foto aérea) y, al centro de ésta, un monolito señalizador, delante del cual encontró un hacinamiento de piedras que tenían grabadas unas líneas negras que, al reunirlas, formaban una “S” hebrea.
A pesar de estos hallazgos, no se ha sabido de otros, aunque sí, varias expediciones han venido desde el Viejo Mundo para tratar de llevarse el famoso Tesoro de los Piratas de Guayacán, él, aún puede estar enterrado en las cercanías de Coquimbo. Quizás esté esperando por algún turista curioso y ¿Quién dice que no pueda ser Ud…?
Datos recogidos del Diario "EL DIA".
http://www.biblioredes.cl/BiblioRed/Nosotros+en+Internet/ADVENEDIZO/Historias+de+Coquimbo
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EL TESORO DE GUAYACÁN
A comienzos de 1930, el campesino, Manuel Castro, debajo de uno de los peñascos de Playa Blanca, descubrió un bulto formado por cueros medio podridos, los cuales estaban enrollados en torno a una placa de cobre que tenía grabados una serie de signos, entre los cuales descubrió una carabela, un cañón y una rosa.
Posteriormente, y luego de algunos esfuerzos, encontró, a unos metros de la Piedra de la Vaca, una placa de oro fino, en forma de un saco amarrado por la boca y grabado en ambos lados con minúsculas letras, iguales a la plancha de cobre y de los pergaminos, propio de los judíos Sefarditas que fueron expulsados de España en 1492. Además, Castro, quien continuó con la búsqueda en la Roca del Perro, logró obtener de los secretos de las rocas un nuevo tesoro: Una virgen de oro de unos 30 cms. de alto y 10 kilos de peso; dos corvos españoles, una estrella de plomo de 6 puntas (La Estrella de David) con caracteres hebreos en cada ángulo y una “S” más grande en el centro, una medalla y un idolito de oro y una pieza de cobre en forma triangular con una especie de anillo en el ápice.
El pensador inglés Ricardo Latcham se ha interesado en el tema y señala que, “El Navegante, Jefe de la Hermandad de Piratas era Subatoldevl, hebreo” y, respecto al tesoro y su lugar de entierro, “El terreno se ha de dividir en el sentido de seis triángulos”. Además, cita entre puntos de referencias al Risco Bravo, Punta Tonaja, a un islote, otro islote, una aguada, al desembarcadero y al Punto de Mira.
Según el lugareño Pedro M. Álvarez Pavez, el cabo que uniría este enigma se encuentra dado por el trazado de estos puntos y que, unidos, forman una perfecta estrella de David (lo hizo a través de una foto aérea) y, al centro de ésta, un monolito señalizador, delante del cual encontró un hacinamiento de piedras que tenían grabadas unas líneas negras que, al reunirlas, formaban una “S” hebrea.
A pesar de estos hallazgos, no se ha sabido de otros, aunque sí, varias expediciones han venido desde el Viejo Mundo para tratar de llevarse el famoso Tesoro de los Piratas de Guayacán, él, aún puede estar enterrado en las cercanías de Coquimbo. Quizás esté esperando por algún turista curioso y ¿Quién dice que no pueda ser Ud…?
Datos recogidos del Diario "EL DIA".
http://www.biblioredes.cl/BiblioRed/Nosotros+en+Internet/ADVENEDIZO/Historias+de+Coquimbo
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Re: El tesoro de los piratas de Guayacán
Dom 28 Sep 2008, 3:59 pm
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El Tesoro de Guayacán
Por Nahun Díaz A.
Un yacimiento de oro que supera el millón de toneladas, sería "el Dorado", que buscaron inutilmente los conquistadores españoles hace más de 500 años. La información aparecida recientemente en medios de comunicación, revela además que tan enorme fortuna, estaría ubicada en la Tercera Región, frente a Copiapó. Tal revelación, hace aflorar nuevamente la imaginación popular, y la fe, para quienes se dedican a buscar tesoros, ya sea en barcos piratas hundidos en puertos chilenos, o escondidos en tierras ignoradas, que, pese a mapas o "datos antiguos", jamás han sido encontrados. Uno de ellos, es el Tesoro de Guayacán, descubierto por el corsario inglés Sir Francis Drake en 1578, y que pasó a ser un punto de reunión y refugio secreto para todos los corsarios y piratas que navegaban por el Pacífico. Recalaron allí, además de Drake, Bartolomé Sharpe, Eduardo Davis, Jorge Anson, y el buque francés St. Louis, por citar a los más conocidos. En cuanto al descubrimiento de este parapeto natural, Drake a su regreso a Europa, repartió a sus amigos de correrías un croquis y así se extendió la fama de la Bahía de Guayacán, como un lugar seguro para los corsarios que atravesaban el estrecho de Magallanes o daban la vuelta por el Cabo de Hornos.
En 1626, entró a la bahía un misterioso buque y desembarcó sigilosamente una gran cantidad de bultos y cajas. Se supo, por el infaltable audaz criollo que les sirvió de guía, que eran extranjeros y que recalaron para sacar un tesoro enterrado por piratas ingleses o buscar una mina de oro de extraordinaria riqueza. El guía se llamaba Manuel Castro y en 1630, inició por cuenta propia algunas excavaciones, que dieron como resultado que encontrara en un cofre, mapas y pergaminos. Otros hallazgos se sumaron a este. La noticia se expandió rápidamente y un gran número de aventureros se sumó a la búsqueda del entierro. Sin embargo, jamás fue encontrado.
La historia investigada indicó que, en 1577, salió de Plymouth, una flotilla al mando de Drake, hasta el Pacífico, para interceptar a galeones españoles que transportaban oro y joyas desde Perú. Al entrar en el estrecho de Magallanes, un temporal separó a los barcos de su flotilla que no volvieron a encontrarse jamás. Drake regresó a Guayacán, donde enterró un fabuloso tesoro, quien no regresó jamás. La historia y la fantasía encendieron la avidez de los pobladores de la zona, muchos invirtieron pequeñas fortunas para buscar el tesoro. Algunos rescataron piezas de valor, pequeñas, que ni siquiera salvaron los gastos, sin embargo la leyenda sigue rondando en las mentes de los eternos buscadores. El tiempo transcurrido no desilusiona a estos eternos soñadores. El Tesoro de Guayacán, está allí. Esperando, esperando.
http://www.mercurioantofagasta.cl/site/edic/20030112203459/pags/20030112215943.html
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El Tesoro de Guayacán
Por Nahun Díaz A.
Un yacimiento de oro que supera el millón de toneladas, sería "el Dorado", que buscaron inutilmente los conquistadores españoles hace más de 500 años. La información aparecida recientemente en medios de comunicación, revela además que tan enorme fortuna, estaría ubicada en la Tercera Región, frente a Copiapó. Tal revelación, hace aflorar nuevamente la imaginación popular, y la fe, para quienes se dedican a buscar tesoros, ya sea en barcos piratas hundidos en puertos chilenos, o escondidos en tierras ignoradas, que, pese a mapas o "datos antiguos", jamás han sido encontrados. Uno de ellos, es el Tesoro de Guayacán, descubierto por el corsario inglés Sir Francis Drake en 1578, y que pasó a ser un punto de reunión y refugio secreto para todos los corsarios y piratas que navegaban por el Pacífico. Recalaron allí, además de Drake, Bartolomé Sharpe, Eduardo Davis, Jorge Anson, y el buque francés St. Louis, por citar a los más conocidos. En cuanto al descubrimiento de este parapeto natural, Drake a su regreso a Europa, repartió a sus amigos de correrías un croquis y así se extendió la fama de la Bahía de Guayacán, como un lugar seguro para los corsarios que atravesaban el estrecho de Magallanes o daban la vuelta por el Cabo de Hornos.
En 1626, entró a la bahía un misterioso buque y desembarcó sigilosamente una gran cantidad de bultos y cajas. Se supo, por el infaltable audaz criollo que les sirvió de guía, que eran extranjeros y que recalaron para sacar un tesoro enterrado por piratas ingleses o buscar una mina de oro de extraordinaria riqueza. El guía se llamaba Manuel Castro y en 1630, inició por cuenta propia algunas excavaciones, que dieron como resultado que encontrara en un cofre, mapas y pergaminos. Otros hallazgos se sumaron a este. La noticia se expandió rápidamente y un gran número de aventureros se sumó a la búsqueda del entierro. Sin embargo, jamás fue encontrado.
La historia investigada indicó que, en 1577, salió de Plymouth, una flotilla al mando de Drake, hasta el Pacífico, para interceptar a galeones españoles que transportaban oro y joyas desde Perú. Al entrar en el estrecho de Magallanes, un temporal separó a los barcos de su flotilla que no volvieron a encontrarse jamás. Drake regresó a Guayacán, donde enterró un fabuloso tesoro, quien no regresó jamás. La historia y la fantasía encendieron la avidez de los pobladores de la zona, muchos invirtieron pequeñas fortunas para buscar el tesoro. Algunos rescataron piezas de valor, pequeñas, que ni siquiera salvaron los gastos, sin embargo la leyenda sigue rondando en las mentes de los eternos buscadores. El tiempo transcurrido no desilusiona a estos eternos soñadores. El Tesoro de Guayacán, está allí. Esperando, esperando.
http://www.mercurioantofagasta.cl/site/edic/20030112203459/pags/20030112215943.html
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Localización : Nuevo León
Frase Célebre : -Si las cosas fueran fáciles, hasta yo las haría.
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Re: El tesoro de los piratas de Guayacán
Dom 28 Sep 2008, 4:18 pm
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En busca de la verdad de una leyenda
Parte del equipo de Portal Coquimbo pudo conocer el testimonio de Nediljko Grlica Pergolessi, hijo de Esteban Grlica, quien en 1942 habría hallado en el sector de Guayacán 38,2 kilos de monedas de oro (1.331 monedas de oro), además de otros objetos del mismo material. Durante estos días la prensa y televisión lo ha entrevistado pendiente de lo que sería el mayor descubrimiento realizado en nuestro país y quizás en el mundo.
Junto con él se encontraba Iván Voreved, quien lo conoce hace aproximadamente 10 años, tarotista de profesión se ha destacado por anunciar públicamente en el Diario El Día sucesos como la estafa del conocido animador El Rumpi y el matrimonio de Cecilia Bolocco. Una gran amistad los une y la búsqueda del Tesoro ha permitido a Iván conocer secretos y documentación que solamente el señor Grlica conoce.
Don Nediliko comienza diciéndonos que contrario a lo que mucha gente cree, en el sector de la Pampilla, en el sector de la Pesquera San José, en la rinconada de la Herradura, no existe nada, el tesoro está más lejos. Todo parte del testimonio anterior que diera al diario El Día en donde relata los hechos que permitieron a su padre contactarse con Maximiliano Cortés (En el libro de Latcham es individualizado como Castro, utiliza un alias en el libro).
Los escritos indican que en 1926 llegó un buque con tripulación de diversa nacionalidad, el capitán, quien era español, entabló conversación con Cortés, quién ofreció su ayuda, en su diálogo pudo saber del motivo de la expedición, que era buscar un tesoro escondido por piratas del siglo XVII (1600) y un gran yacimiento de oro, ellos cargaban mapas y documentación que avalaba su expedición. Estos mapas quizás eran los mismos que hizo Drake quien visitando estas costas hizo cartas de navegación y mapas que distribuyó entre sus camaradas, ya que este sector era uno de los mejores refugios para los barcos de esa época, se los entregó a Deul que era Hebreo y a Dayo que era Francés.
De acuerdo a los antecedentes que perduraron a través de su padre ha encontrado vestigios que se encuentran en las piedras, son símbolos y figuras que se describen en los documentos que él posee. Las figuras corresponden a aves, serpientes, cántaros, y una multitud de símbolos esculpidos en un lenguaje de la época.
Más que nada la razón de dar a conocer este descubrimiento es debido a que el Sr. Grlica ha mantenido este secreto y ha investigado por muchos años, si él desaparece por cualquier circunstancia todo ello se perdería, incluso ha escrito un libro que espera financiamiento para ser publicado en donde describe los sucesos, el libro se llama “La verdadera historia del Tesoro de Guayacán”, Portal Coquimbo tuvo acceso al borrador del libro y constatamos la cantidad de fotografías, mapas, extrañas escrituras, y señales en las piedras que ratifican y amplían la documentación encontrada por Castro y su padre.
El Sr. Voreved nos señala que ellos han descubierto la historia, y esto forma parte de la historia de Coquimbo, es un patrimonio de la comuna, y el objetivo de buscar financiamiento más que motivado por intereses de dinero es por dar el real valor a lo que una vez ocurrió, a demostrar que Coquimbo fue visitado por piratas, que existe un tesoro y que los que quieran financiarlos no piensen solamente en lucrar con este hallazgo.
Don Nediljko indicó que a algunas piezas una universidad de Santiago le había realizado estudios, a fin de verificar la antigüedad. Incluso algunas piezas fueron revisadas, a la vez un jefe de Geólogos que revisó los signos en las rocas constató su veracidad, y que habían sido hechas por tal herramienta y otros detalles más.
Iván en torno a la supuesta maldición asociada al tesoro nos explica que en primer lugar tenemos que pensar que los piratas eran delincuentes, y eran personas con muy poca educación, solamente los jefes contaban con la debida instrucción, ellos cometían crímenes, violaciones y atropellos, y cuando estos piratas se iban a la tumba por diferentes razones, su espíritu quedaba prisionero, toda su vida, toda su forma de existencia giró en torno al tesoro, y su alma ronda. Esa es la condición del fantasma, que es un espíritu que no quiere asumir la conciencia de que está muerto y por ello es que han sucedido situaciones medias trágicas en torno a estos sucesos. El Sr. Grlica nos manifiesta que al descubrir el Tesoro aquellas almas descansarían finalmente.
El Sr. Grlica nos corrobora la información que nosotros teníamos de un joven de la Higuera que también había encontrado monedas de oro, en el sector del tesoro, y que fue arrestado y obligado a hablar, al no decir nada producto de los golpes falleció, su nombre era Custodio.
Al observar las fotografías de los símbolos y señales en las piedras nos indica que todo es un mapa en terreno, indicando por etapas el lugar del tesoro. El sitio donde se encuentra es privado y cuenta con la autorización del dueño para realizar la investigación.
Se le llama el Tesoro de Guayacán no porque allí se encuentre, sino que allí se encontraron los datos que permitieron su búsqueda. Deul, el pirata, cuando fue repelido y en fragor de la batalla, no pudo llevar un tesoro que tenía al interior de la región, donde se encuentra el subterráneo, sino que lo tuvo que enterrar en las inmediaciones de la costa, Latcham hizo creer que el Tesoro estaba en la península de Coquimbo, pero en realidad se encuentra pasado Tongoy.
Como anécdota nos cuenta que hay mucha gente que dice que no cree en tesoros, incluso comerciantes y gente importante, y después se les sorprende haciendo hoyos por aquí y por allá.
En relación al libro de Ricardo Latcham nos asegura que allí se cambió la ubicación del derrotero, y presumiblemente Latcham indicó que el libro era una farsa ante la impotencia de no haber encontrado nada, incluso quiso asociarse con el padre de Don Nediljko, pero éste no quiso. Además encontraron una campana de oro que en el libro de Ricardo Lachtman no se menciona. Todo esto se encontró en el sector de Bahía Blanca, en donde se encuentra la Pesquera San José.
Lo más prioritario es conseguir financiamiento, idealmente sería una Universidad o capitales extranjeros, que con seriedad financiaran la búsqueda de este tesoro y ya hacer de una leyenda algo real. La idea que tiene el Sr. Grlica es que una vez descubierto pase a ser un legado para la humanidad, que se hagan museos en Coquimbo con las piezas encontradas y que no se pierda el valor histórico que conllevan.
Además se invita a aquellas editoriales o particulares a enviarnos un mail para tratar de publicar el libro “La verdadera historia del Tesoro de Guayacán”.
Un monje que esta tocando un laud, está fabricado en jade, la cabeza esta cortada para darle la forma de la llave del entierro.
Cabeza de águila, piedra con grabado.
Aceite quemado que sale de la grieta de la bóveda subterránea.
Mapa que aparece en el libro de Latcham en su posición real.
Balas antiguas.
Escrito del pirata Deul, inédito.
Libro del Sr. Grlica en espera de su publicación.
http://www.portalcoquimbo.cl/index3.php?donde=0&id=535
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En busca de la verdad de una leyenda
Parte del equipo de Portal Coquimbo pudo conocer el testimonio de Nediljko Grlica Pergolessi, hijo de Esteban Grlica, quien en 1942 habría hallado en el sector de Guayacán 38,2 kilos de monedas de oro (1.331 monedas de oro), además de otros objetos del mismo material. Durante estos días la prensa y televisión lo ha entrevistado pendiente de lo que sería el mayor descubrimiento realizado en nuestro país y quizás en el mundo.
Junto con él se encontraba Iván Voreved, quien lo conoce hace aproximadamente 10 años, tarotista de profesión se ha destacado por anunciar públicamente en el Diario El Día sucesos como la estafa del conocido animador El Rumpi y el matrimonio de Cecilia Bolocco. Una gran amistad los une y la búsqueda del Tesoro ha permitido a Iván conocer secretos y documentación que solamente el señor Grlica conoce.
Don Nediliko comienza diciéndonos que contrario a lo que mucha gente cree, en el sector de la Pampilla, en el sector de la Pesquera San José, en la rinconada de la Herradura, no existe nada, el tesoro está más lejos. Todo parte del testimonio anterior que diera al diario El Día en donde relata los hechos que permitieron a su padre contactarse con Maximiliano Cortés (En el libro de Latcham es individualizado como Castro, utiliza un alias en el libro).
Los escritos indican que en 1926 llegó un buque con tripulación de diversa nacionalidad, el capitán, quien era español, entabló conversación con Cortés, quién ofreció su ayuda, en su diálogo pudo saber del motivo de la expedición, que era buscar un tesoro escondido por piratas del siglo XVII (1600) y un gran yacimiento de oro, ellos cargaban mapas y documentación que avalaba su expedición. Estos mapas quizás eran los mismos que hizo Drake quien visitando estas costas hizo cartas de navegación y mapas que distribuyó entre sus camaradas, ya que este sector era uno de los mejores refugios para los barcos de esa época, se los entregó a Deul que era Hebreo y a Dayo que era Francés.
De acuerdo a los antecedentes que perduraron a través de su padre ha encontrado vestigios que se encuentran en las piedras, son símbolos y figuras que se describen en los documentos que él posee. Las figuras corresponden a aves, serpientes, cántaros, y una multitud de símbolos esculpidos en un lenguaje de la época.
Más que nada la razón de dar a conocer este descubrimiento es debido a que el Sr. Grlica ha mantenido este secreto y ha investigado por muchos años, si él desaparece por cualquier circunstancia todo ello se perdería, incluso ha escrito un libro que espera financiamiento para ser publicado en donde describe los sucesos, el libro se llama “La verdadera historia del Tesoro de Guayacán”, Portal Coquimbo tuvo acceso al borrador del libro y constatamos la cantidad de fotografías, mapas, extrañas escrituras, y señales en las piedras que ratifican y amplían la documentación encontrada por Castro y su padre.
El Sr. Voreved nos señala que ellos han descubierto la historia, y esto forma parte de la historia de Coquimbo, es un patrimonio de la comuna, y el objetivo de buscar financiamiento más que motivado por intereses de dinero es por dar el real valor a lo que una vez ocurrió, a demostrar que Coquimbo fue visitado por piratas, que existe un tesoro y que los que quieran financiarlos no piensen solamente en lucrar con este hallazgo.
Don Nediljko indicó que a algunas piezas una universidad de Santiago le había realizado estudios, a fin de verificar la antigüedad. Incluso algunas piezas fueron revisadas, a la vez un jefe de Geólogos que revisó los signos en las rocas constató su veracidad, y que habían sido hechas por tal herramienta y otros detalles más.
Iván en torno a la supuesta maldición asociada al tesoro nos explica que en primer lugar tenemos que pensar que los piratas eran delincuentes, y eran personas con muy poca educación, solamente los jefes contaban con la debida instrucción, ellos cometían crímenes, violaciones y atropellos, y cuando estos piratas se iban a la tumba por diferentes razones, su espíritu quedaba prisionero, toda su vida, toda su forma de existencia giró en torno al tesoro, y su alma ronda. Esa es la condición del fantasma, que es un espíritu que no quiere asumir la conciencia de que está muerto y por ello es que han sucedido situaciones medias trágicas en torno a estos sucesos. El Sr. Grlica nos manifiesta que al descubrir el Tesoro aquellas almas descansarían finalmente.
El Sr. Grlica nos corrobora la información que nosotros teníamos de un joven de la Higuera que también había encontrado monedas de oro, en el sector del tesoro, y que fue arrestado y obligado a hablar, al no decir nada producto de los golpes falleció, su nombre era Custodio.
Al observar las fotografías de los símbolos y señales en las piedras nos indica que todo es un mapa en terreno, indicando por etapas el lugar del tesoro. El sitio donde se encuentra es privado y cuenta con la autorización del dueño para realizar la investigación.
Se le llama el Tesoro de Guayacán no porque allí se encuentre, sino que allí se encontraron los datos que permitieron su búsqueda. Deul, el pirata, cuando fue repelido y en fragor de la batalla, no pudo llevar un tesoro que tenía al interior de la región, donde se encuentra el subterráneo, sino que lo tuvo que enterrar en las inmediaciones de la costa, Latcham hizo creer que el Tesoro estaba en la península de Coquimbo, pero en realidad se encuentra pasado Tongoy.
Como anécdota nos cuenta que hay mucha gente que dice que no cree en tesoros, incluso comerciantes y gente importante, y después se les sorprende haciendo hoyos por aquí y por allá.
En relación al libro de Ricardo Latcham nos asegura que allí se cambió la ubicación del derrotero, y presumiblemente Latcham indicó que el libro era una farsa ante la impotencia de no haber encontrado nada, incluso quiso asociarse con el padre de Don Nediljko, pero éste no quiso. Además encontraron una campana de oro que en el libro de Ricardo Lachtman no se menciona. Todo esto se encontró en el sector de Bahía Blanca, en donde se encuentra la Pesquera San José.
Lo más prioritario es conseguir financiamiento, idealmente sería una Universidad o capitales extranjeros, que con seriedad financiaran la búsqueda de este tesoro y ya hacer de una leyenda algo real. La idea que tiene el Sr. Grlica es que una vez descubierto pase a ser un legado para la humanidad, que se hagan museos en Coquimbo con las piezas encontradas y que no se pierda el valor histórico que conllevan.
Además se invita a aquellas editoriales o particulares a enviarnos un mail para tratar de publicar el libro “La verdadera historia del Tesoro de Guayacán”.
Un monje que esta tocando un laud, está fabricado en jade, la cabeza esta cortada para darle la forma de la llave del entierro.
Cabeza de águila, piedra con grabado.
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Mapa que aparece en el libro de Latcham en su posición real.
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- romel505Moderador
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Re: El tesoro de los piratas de Guayacán
Lun 29 Sep 2008, 12:17 pm
todo un gran suceso es el de estas personas, y muy de cierto que las personas que tienen dinero y que no creen en tesoros acaban por ahi escarbando, un relato impresionante, como siempre doc acabas encontrando relatos muy relevantes, me sorprende su capacidad de investigacion, de hecho gracias a sus investigaciones me incline por conocer la historia de pancho villa y me parecio sorprendente y aprendi que siempre en todo celebre personaje, existe un lado oscuro independientemente de lo celebre que haya sido. saludos y gracias por compartir sus investigaciones
- piratafeña
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Re: El tesoro de los piratas de Guayacán
Dom 05 Ago 2012, 11:08 pm
hace bastantes años estoy en estudio de este fabuloso tesoro con resultados realmente sorprendentes...evidencias que dan testimonio que piratas turcos , egipcios y judíos estuvieron en las costas de coquimbo, Chile.
espero con el trancurrir de los días interiorizarme un poco más de este grupo y poder crear mi álbum de fotos que espero compartir con ustedes.
un abrazo a todos los buscadores del pasado!!!!!!!
espero con el trancurrir de los días interiorizarme un poco más de este grupo y poder crear mi álbum de fotos que espero compartir con ustedes.
un abrazo a todos los buscadores del pasado!!!!!!!
_________________
HOLA A TODOS MIS NUEVOS AMIGOS DE BUSCADORES DE TESOROS....SOY NUEVO EN EL BLOG..LES ESCRIBO DESDE lA CIUDAD DE COQUIMBO, CHILE...DESDE HACE MUCHOS AÑOS HE SEGUIDO UNA INVESTIGACIÓN DE UN GRAN TESORO ENTERRADOS POR PIRATAS EN ESTAS COSTAS, CON UNA GRAN PARTICULARIDAD...ERAN TODOS, O LA MAYORÍA PIRATAS DEL MEDIO ORIENTE...QUE ESCRIBÍAN EN UN IDIOMA DENOMINADO SEFARDÍ....UNA MEZCLA ENTRE EL HEBREO Y ESPAÑOL ANTIGUO....SIGUIENDO UN PATRÓN QUE DICTABA LA KÁBBLA..DESDE LOS PUNTOS DE REFERENCIA...HASTA LA CONFABULACIÓN DE DIRECTRICES ASTRONÓMICAS... PARA LOGRAR ENCONTRAR LA ENTRADA A UN SUBTERRÁNEO..DÓNDE ESTARÍA LA CÁMARA QUE ALBERGA EL CARGAMENTO DE UN GALEÓN LLAMADO EL CRUZ D[img][/img]E SANGRE..!!!!!!!
- deus1976
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Re: El tesoro de los piratas de Guayacán
Sáb 06 Mayo 2017, 9:36 am
existe una teoria en la cual wilkins y latcham ambos escritores de cronicas de tesoros pueden haberse puesto de a cuerdo para falsear algunas pistas de quienes buscan este tesoro y otros
- piratafeña
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Re: El tesoro de los piratas de Guayacán
Dom 07 Mayo 2017, 7:41 pm
Es posible, solo que gracias a la Providencia he lograr encontrar pistas y evidencias " tangibles" que avala que gran parte de los relatos del Sr Latcham eran ciertos, ahora me he puesto en contacto con los descendientes de la familia latcham , incluso de la de varios de los protagonistas de esta investigación, tengo datos que corroborarían el lugar donde se encuentra el subterráneo, una caverna oculta a orillas de la rompiente marina, signos en ella de estilo templaria......... Gracias por esta oportunidad de verter parte de mis conclusiones, ya posteare mas datos!!
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Re: El tesoro de los piratas de Guayacán
Lun 15 Mayo 2017, 8:41 am
Estimado pirata feña de ser posible contácteme a mi correo tengo algunos datos que quizás quisiera analizar envíeme un mensaje privado para darle la dirección
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