- daniel garciaModerador
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Frase Célebre : SEMOS DE DONDE AMANECE DIOS Y EL DIA Q NO AMANESCA ES QUE YA ME MORI
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Mitos y Leyendas
Vie 17 Oct 2008, 1:39 pm
En Patzímaro existe el mito arraigado entre sus pobladores de que en la celebración de la Semana Santa, especialmente el día Jueves (santo), de forma inexplicable aparecen en lugares inesperados unas especies de llamas de fuego las cuales nunca se consumen.
Quienes las han visto aseguran que debajo de dichas llamas, se encuentran enterrados tesoros encantados escondidos, y que por ser la víspera de la muerte de Jesucristo, quedan purificados (libres de maldición), para que la persona que los extraiga se sirva de ellos para hacer obras de caridad.
Cuentan que una vez un hombre encontró una de éstas llamas, precisamente en jueves santo y tuvo el valor de acercarse y excavar en el lugar exacto de donde procedían las llamas. Dicen que encontró una ollita de cerámica con más de cien centenarios de oro.
Cuando llegó a su casa abrazaba muy bien la ollita, mientras que pensaba en como gastarlo.
Cuentan los que saben, que dicho hombre llenó su mente de pensamientos egoístas, pensó en comprarse tantas cosas que no podía esperar a que amaneciera para irse a vender o cambiar algunos centenarios.
Por fin dejó la ollita encima del buró de su cama y por más esfuerzo que hizo por permanecer despierto para cuidar su tesoro, se durmió. Cuando vio los primeros rayos de sol asomar al alba, se levantó inmediatamente para ver si aun estaba allí su ollita. Al volverla a ver le dio tanto gusto como la primera vez que la encontró, sin embargo, al mirar dentro de la misma, solo vio pedazos de tepalcate.
Su sorpresa fue tal, que por poco se vuelve loco, sin embargo, y de la manera más extraña, que fue algo así como un pensamiento, le fue manifestado que en castigo por su actitud, le fue transmutado el oro por piedras, porque no lo mereció.
Quienes las han visto aseguran que debajo de dichas llamas, se encuentran enterrados tesoros encantados escondidos, y que por ser la víspera de la muerte de Jesucristo, quedan purificados (libres de maldición), para que la persona que los extraiga se sirva de ellos para hacer obras de caridad.
Cuentan que una vez un hombre encontró una de éstas llamas, precisamente en jueves santo y tuvo el valor de acercarse y excavar en el lugar exacto de donde procedían las llamas. Dicen que encontró una ollita de cerámica con más de cien centenarios de oro.
Cuando llegó a su casa abrazaba muy bien la ollita, mientras que pensaba en como gastarlo.
Cuentan los que saben, que dicho hombre llenó su mente de pensamientos egoístas, pensó en comprarse tantas cosas que no podía esperar a que amaneciera para irse a vender o cambiar algunos centenarios.
Por fin dejó la ollita encima del buró de su cama y por más esfuerzo que hizo por permanecer despierto para cuidar su tesoro, se durmió. Cuando vio los primeros rayos de sol asomar al alba, se levantó inmediatamente para ver si aun estaba allí su ollita. Al volverla a ver le dio tanto gusto como la primera vez que la encontró, sin embargo, al mirar dentro de la misma, solo vio pedazos de tepalcate.
Su sorpresa fue tal, que por poco se vuelve loco, sin embargo, y de la manera más extraña, que fue algo así como un pensamiento, le fue manifestado que en castigo por su actitud, le fue transmutado el oro por piedras, porque no lo mereció.
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