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Frase Célebre : Es mas facil encontrar las moronas que el Queso.
Fecha de inscripción : 14/03/2008
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Como Nacieron y Para que eran las Haciendas.
Mar 25 Nov 2008, 5:23 pm
SALUDOS A TODOS Y COMO CONOCIMIENTO GENERAL ME PARECIO BASTANTE BUENO ESTA INVESTIGACION.
LA HACIENDA
Desde antes del año 1600 los españoles y sus hatos, restringieron el fondo comunitario indígena. La política del repartimiento y los abusos cometidos actuaron como elementos de desestructuración de las comunidades. Hambre, vejaciones y brutalidades eran cotidianos. Además los españoles y funcionarios propiciaron el alcoholismo, las Haciendas de Santa Lucía y Copala tenían sus alambiques.
En la Nueva España, llamábase Hacienda al conjunto de bienes que vino a dársele al término su principal conotación de propiedad rural hasta el siglo XVIII, cuando tuvo lugar la consolidación de los latifundios.
Las Haciendas se encontraban generalmente en la lejanía de los pocos poblados, lo que las convirtió en unidades autosuficientes, generadoras de nuevas poblaciones sujetas a la autoridad del Amo.
Hubo algunos latifundios eclesiásticos, aunque la Corona autorizó al primer virrey, en 1535, a conceder mercedes de tierras, prohibió que éstas se enajenaran en favor de las Iglesias. Esta disposición fue violada en 1550, cuando se dieron estancias a las Monjas de la Madre de Dios y al Colegio de Santa Cruz; igualmente los Agustinos y Dominicos empezaron a recibir donaciones de terrenos de parte de los indios. Los Franciscanos nunca adquirieron propiedades agrarias.
El sistema de encomienda y repartimiento se dejó de usar antes de la segunda mitad del siglo XVIII, los campesinos, artesanos y arrieros se estaban convirtiendo en trabajadores de las fábricas de textiles, cerillos y zapatos.
En el siglo XIX existió un sistema combinado de peones endeudados y trabajadores asalariados, los campesinos fueron desalojados de sus tierras, con esta medida los empujaron a la emigración hacia las ciudades.
La población indígena no fue tan numerosa como en el centro del país. Las matanzas de los conquistadores y el despojo sistemático, condicionaron a los nativos que no pudieron ser competidores de los Hacendados.
Las comunidades indígenas fueron perdiendo su autonomía, con el paso del tiempo se fue afianzando su dependencia de la economía española, la Hacienda dominaba la vida rural en todos sus ámbitos.
En Zapopan, la comunidad de Jocotán, aparte de haber sido saqueada de importantes terrenos desde 1892, quedó materialmente en manos de los hacendados al apoderarse éstos del único manantial existente en el área sin que autoridad alguna interviniera (A H J, Justicia s/c, 1895). También los de San Juan de Ocotán, hubieron de protestar por el contubernio entre munícipes y latifundistas.
En apariencia, el conflicto aquí consistía en el abuso de los vaqueros de la hacienda de Venta del Astillero sobre los indios que se internaban en el predio a fin de cortar leña los golpeaban con sables, les recogían sus animales y aperos e imponían multas hasta de seis pesos por burro cargado.
En el fondo, la razón era muy distinta: el hacendado ambicionaba anexarse los terrenos comunales que por esos años -primeros del siglo XX- se hallaban ya regularizados y fuera de cualquier maniobra legal.
Otro caso de Zapopan vino a ser el que su propio Ayuntamiento promovió a partir de 1903 contra el pueblo indígena de Ixcatán, en abierta componenda con la comisión repartidora del lugar. Resulta que ésta, una vez desahogada la entrega de tierras, procedió a recogerlas a cambio de una pequeña compensación económica. De este modo, la propiedad privada de la localidad estuvo en condiciones de acrecentarse a costa de los recién desposeídos, quienes apenas protestaron.
Los rancheros dependían de la red de crédito de la hacienda, de sus instituciones de almacenamiento y su servicio de recuas de mulas.
A fines del siglo XVIII la hacienda era el núcleo de la vida social rural, se podría afirmar que las haciendas superaban a los pueblos en sus funciones sociales, religiosas y económicas, llegaban a tener más habitaciones que los pueblos. Las propiedades rurales podían llamarse Haciendas sí valían de $ 6,000.00 en adelante. Las grandes Haciendas reproducían la economía regional y un reflejo mínimo de la sociedad.
LA HACIENDA
Desde antes del año 1600 los españoles y sus hatos, restringieron el fondo comunitario indígena. La política del repartimiento y los abusos cometidos actuaron como elementos de desestructuración de las comunidades. Hambre, vejaciones y brutalidades eran cotidianos. Además los españoles y funcionarios propiciaron el alcoholismo, las Haciendas de Santa Lucía y Copala tenían sus alambiques.
En la Nueva España, llamábase Hacienda al conjunto de bienes que vino a dársele al término su principal conotación de propiedad rural hasta el siglo XVIII, cuando tuvo lugar la consolidación de los latifundios.
Las Haciendas se encontraban generalmente en la lejanía de los pocos poblados, lo que las convirtió en unidades autosuficientes, generadoras de nuevas poblaciones sujetas a la autoridad del Amo.
Hubo algunos latifundios eclesiásticos, aunque la Corona autorizó al primer virrey, en 1535, a conceder mercedes de tierras, prohibió que éstas se enajenaran en favor de las Iglesias. Esta disposición fue violada en 1550, cuando se dieron estancias a las Monjas de la Madre de Dios y al Colegio de Santa Cruz; igualmente los Agustinos y Dominicos empezaron a recibir donaciones de terrenos de parte de los indios. Los Franciscanos nunca adquirieron propiedades agrarias.
El sistema de encomienda y repartimiento se dejó de usar antes de la segunda mitad del siglo XVIII, los campesinos, artesanos y arrieros se estaban convirtiendo en trabajadores de las fábricas de textiles, cerillos y zapatos.
En el siglo XIX existió un sistema combinado de peones endeudados y trabajadores asalariados, los campesinos fueron desalojados de sus tierras, con esta medida los empujaron a la emigración hacia las ciudades.
La población indígena no fue tan numerosa como en el centro del país. Las matanzas de los conquistadores y el despojo sistemático, condicionaron a los nativos que no pudieron ser competidores de los Hacendados.
Las comunidades indígenas fueron perdiendo su autonomía, con el paso del tiempo se fue afianzando su dependencia de la economía española, la Hacienda dominaba la vida rural en todos sus ámbitos.
En Zapopan, la comunidad de Jocotán, aparte de haber sido saqueada de importantes terrenos desde 1892, quedó materialmente en manos de los hacendados al apoderarse éstos del único manantial existente en el área sin que autoridad alguna interviniera (A H J, Justicia s/c, 1895). También los de San Juan de Ocotán, hubieron de protestar por el contubernio entre munícipes y latifundistas.
En apariencia, el conflicto aquí consistía en el abuso de los vaqueros de la hacienda de Venta del Astillero sobre los indios que se internaban en el predio a fin de cortar leña los golpeaban con sables, les recogían sus animales y aperos e imponían multas hasta de seis pesos por burro cargado.
En el fondo, la razón era muy distinta: el hacendado ambicionaba anexarse los terrenos comunales que por esos años -primeros del siglo XX- se hallaban ya regularizados y fuera de cualquier maniobra legal.
Otro caso de Zapopan vino a ser el que su propio Ayuntamiento promovió a partir de 1903 contra el pueblo indígena de Ixcatán, en abierta componenda con la comisión repartidora del lugar. Resulta que ésta, una vez desahogada la entrega de tierras, procedió a recogerlas a cambio de una pequeña compensación económica. De este modo, la propiedad privada de la localidad estuvo en condiciones de acrecentarse a costa de los recién desposeídos, quienes apenas protestaron.
Los rancheros dependían de la red de crédito de la hacienda, de sus instituciones de almacenamiento y su servicio de recuas de mulas.
A fines del siglo XVIII la hacienda era el núcleo de la vida social rural, se podría afirmar que las haciendas superaban a los pueblos en sus funciones sociales, religiosas y económicas, llegaban a tener más habitaciones que los pueblos. Las propiedades rurales podían llamarse Haciendas sí valían de $ 6,000.00 en adelante. Las grandes Haciendas reproducían la economía regional y un reflejo mínimo de la sociedad.
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Frase Célebre : Es mas facil encontrar las moronas que el Queso.
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Puntos : 12204
Re: Como Nacieron y Para que eran las Haciendas.
Mar 25 Nov 2008, 5:24 pm
Los hacendados cultivaban preferentemente maíz, pastos para el ganado, trigo, cebada y frijol, también caña de azúcar y agave.
Las Haciendas eran construcciones grandes con trojes, graneros, alambiques, tienda de raya, escuela, capilla, cochera, huerta y algunas tenían trapiche, todas poseían caballerizas. La casa del administrador y la del dueño. En algún extremo de la propiedad, mal construidas, pequeñas y sucias se ubicaban las casillas de los peones.
La tienda de raya era en primer lugar una forma de canalizar óptimamente los productos no perecederos de la hacienda: el maíz y el frijol de los medieros, también carne salada, piloncillo, frutas secas y queso. A veces también se vendían algunos productos frescos, incluso legumbres y leche.
Los hacendados adquirían en los pueblos vecinos maíz y algunos productos manufacturados telas, huaraches, utensilios de trabajo, enseres domésticos. La clientela era fija: la constituían los trabajadores permanentes y estacionales de la hacienda quienes recibían mercancía a cuenta del jornal.
Las ganancias obtenidas en la tienda de raya eran altas, gracias a que la hacienda producía ciertas mercancías a costos muy bajos, a la relativa capacidad de compra al mayoreo del hacendado y la disponibilidad de almacenaje.
Las tiendas de pueblo aprovisionaban a todos aquellos que no se encontraban directamente bajo la férula de la hacienda. Había de varios tipos y tamaños: desde el pequeño tendejón que vivía al día y limitaba su existencia a granos, frutas y artesanías locales, hasta la tienda almacén, a veces propiedad de los mismos hacendados quienes aprovechaban para comercializar productos de la hacienda al público en general, acaparaban una amplia variedad de manufacturas y productos regionales como papel, jabón, azúcar, mezcal, arados y enseres de hierro, cigarros, telas, sombreros y ropa.
La situación de los habitantes de la hacienda era desesperante. Se trabajaba desde el amanecer hasta el anochecer y en muy raras ocasiones veían en sus manos algún dinero, porque todo se quedaba en la tienda de raya.
La mejor tierra irrigada y plana se dedicaba a los cultivos comerciales, sugeridos por el clima y el mercado; las tierras de temporal se dejaban para maíz, frijol, calabaza y tomatillo; en los terrenos cerriles se alojaban el ganado y en las laderas se sembraba agave mezcalero.
El complejo hacendario funcionaba como un polo de desarrollo de actividades complementarias. Tal optimización implicaba la subordinación y aprovechamiento de una fuerza de trabajo heterogénea. En toda hacienda existía un núcleo fijo de peones permanentes que trabajaban en diversas tareas; vaqueros, obreros -en el trapiche, en el alambique-, campesinos y trabajo doméstico.
En la época de secas, los aparceros, junto con algunos minifundistas, quienes proporcionaban el trabajo estacional requerido por la hacienda, como un ejemplo el corte de caña de azúcar o la reparación de caminos, obras de irrigación, mantenimiento de las instalaciones del casco, etc. Era común que este trabajo estacional se pagaba en especie mediante el maíz que por el contrato de aparcería recibiera el hacendado; algunos hacendados completaban las paga de sus aparceros con otros productos. En Santa Lucía en 1900 se otorgaba a los peones una ración de leche fresca cada día de acuerdo a lo numeroso de la familia. Así resultaba una mano de obra que absorbía casi por completo los costos de su propia producción.
La Hacienda estaba ligada a la minería y al comercio local y foráneo por una política de “frecuente endogamia”. Por las relaciones crediticias, las haciendas subían de valor, se reparaban las cercas, lienzos, bardas de piedra, construcción de molinos, se reparaban o hacían presas, es decir se construían anexos sin costo alguno.
Los comerciantes locales, hacían las veces de banqueros, otorgaban préstamos a los hacendados y cobraban intereses sobre el dinero que prestaban, poco a poco fueron abriendo mercados hacia el norte del país, en la ciudad de México y en la misma ciudad de Guadalajara.
La familia Martínez Negrete poseía entre otras propiedades rústicas la hacienda del Castillo con más de 8,000 hectáreas además eran propietarios de la fábrica textil “La Experiencia”, ubicada en Zapopan.
Los Fernández del Valle poseían la hacienda de San Sebastián, en Ahualulco, La Labor, en Chapala y el Cuiz, en Ameca, que sumaban casi 20,000 hectáreas, aparte eran dueños de las fábricas textiles de La Escoba y Río Blanco, ubicadas en Zapopan, también eran dueños de una casa comisionista especuladora de grano en Guadalajara y, al igual que los Martínez Negrete, funcionaban como Banca privada en casi todo tipo de negocios.
Los comerciantes sólo podían obtener grandes fortunas cuando se asociaban a una gran Hacienda, cuando prestaban dinero solicitaban la hipoteca de propiedades rurales como garantía de los préstamos grandes. Los matrimonios entre familias de comerciantes y de hacendados eran la vía para el establecimiento de fuentes crediticias. La admisión en el Real Consulado era una característica de riqueza.
En la época independiente, una de las causas que estimularon la revolución de Independencia fue la inequitativa distribución de la tierra y la esclavitud o servidumbre de los trabajadores agrícolas. Es por esto, que el 6 de diciembre de 1810 se publicó o se dio el decreto de Abolición de la Esclavitud por Miguel Hidalgo y Costilla, en Guadalajara.
En ese año había en la Nueva España 4,944 haciendas. Al consumarse la Independencia, las autoridades nunca se ocuparon del problema agrario y el número de grandes propiedades aumentó.
Durante la Independencia, la producción agrícola disminuyó, las haciendas fueron incendiadas, saqueadas y gravadas hasta el límite, y su fuerza de trabajo se evaporó a medida que los trabajadores rurales se convirtieron en inmigrantes urbanos, refugiados, soldados, bandidos o morían.
Según Mario Aldana de acuerdo al censo agrícola de 1899, el total de la propiedad agraria sumó 2'233,360 hectáreas. aproximadamente. De ellas 1'035,000 pertenecían a doscientas cuarenta haciendas y 1'198,360 a 936 ranchos, cifra que de acuerdo con los datos de 1900 que corresponderían al 67.03% y al 13.84% del total de haciendas y ranchos existentes en Jalisco. Para fines del siglo XIX había haciendas que tenían de 400 a 1000 hectáreas y otras con 8,500 hectáreas. En Zapopan, Tlaquepaque y Zapotlanejo existieron ranchos con medidas que iban de 2000 a 7,384 has.
Cuando terminó la Revolución de Ayutla el 25 de junio de 1856, el presidente Ignacio Comonfort expidió la “Ley Sobre Desamortización de Fincas Rústicas y Urbanas", cuyo propósito consistía en poner en movimiento esa enorme masa de bienes raíces, en propiedad de corporaciones civiles y religiosas, que se hallaban estancadas y habían impedido el desarrollo de las artes y la industria.
De acuerdo a esta disposición, los bienes de corporaciones se adjudicaron a los arrendatarios, a los denunciantes y a los compradores en remate, quedando excluidos los conventos, palacios municipales y episcopados, así como los colegios, hospitales, mercados, casas de corrección y beneficencia. La Reforma liquidó de este modo el latifundismo eclesiástico, pero nada hizo para corregir la distribución de la tierra.
A partir del Plan de San Luis (5 de octubre de 1910) y del Plan de Veracruz (12 de diciembre de 1914), el artículo 27 de la Constitución Política del 5 de febrero de 1917 estableció las bases jurídicas para la liquidación de las haciendas y dio inicio a la Reforma Agraria.
Entre los años de 1917 y 1928 hubo repartos de tierras ociosas. Los primeros en oponerse, por supuesto, fueron los hacendados, y aunque beneficiaba a las masas campesinas muchos se opusieron al reparto. El 29 de junio de 1935, el Presidente Lázaro Cárdenas se presentó al pueblo y en un acto público expropió a los generales sus tierras y las entregó a los indios.
A partir de esa fecha se presentaron solicitudes de ampliación de ejidos y así empezó el reparto de las regiones agrícolas modernas del país. La idea de Cárdenas era liberar al campesino, formando ejidos colectivos.
En el año de 1910 había alrededor de 4,657 haciendas y en 1950 solamente 1690, habiendo desaparecido dos de cada tres propiedades. A las que quedaron se les denominaban haciendas porque sus moradores permanecieron en ellas después del reparto de la tierra.
Los peones de las haciendas lucían sucios, descalzos o con gastados huaraches, los varones con trajes de manta compuestos de calzón largo holgado, camisa, ceñidor, sombrero y en invierno sarape. Las mujeres vestian fondo de manta y vestido de calicó (tela corriente de algodón) de colores vivos, las niñas y mujeres jóvenes de medio luto o colores lisos obscuros, las mayores con el tradicional reboso.
Su vivienda extremadamente modesta, generalmente un cuarto y cocina. Las construcciones más sólidas eran de adobe en los climas templados y frios, con piso de tierra y un corralito anexo donde deambulaban gallinas y cerdos, la cocina con un pretil, del techo colgaba un sarzo para guardar quesos, carne seca, tortillas y algún otro alimento que debiera protegerse de los roedores.
Los trastos de barro colgaban en la pared de la cocina, otra parte se acomodaba en un trastero, algunas familias tenían mesa, en otras se tomaban los alimentos directamente en el pretil. Acostumbraban dormir en el piso sobre petates, algunas familias tenían camas, éstas eran de manufactura casera sobre dos bancos alargados, se colocaba una base de otates cuidadosamente atados en varias hiladas con cordel de ixtle, encima se colocaba un petate y la cama estaba lista, a su hijo más pequeño lo acomodaban en una cuna construida con un costal de ixtle, algunos bancos o sillas de madera mal tallada completaban el mobiliario.
Su dieta monótona consistía en frijoles, tortillas, chile y atole de masa, la completaban con algunos cultivos estacionales como calabaza, camote, cacahuate, garbanza y frutas; ocasionalmente alguna hortaliza, hojas y tallos silvestres como quelites, verdolagas y nopales. La carne no era fácil de adquirir, las familias que podían comprarla la comían los domingos, día en que acudían a Zapopan a oír misa y hacer algunas compras.
El viaje se iniciaba a las cuatro o cuatro y media horas y se realizaba a pie o en bestia. Otras familias de menos recursos se contentaban con asistir a misa a la capilla de la hacienda, también asistían campesinos de los ranchos vecinos.
La higiene de la clase desposeída era muy deficiente, la gente se cambiaba de ropa después del baño este se efectuaba los sábados por la tarde al terminar las labores.
Las características de las viviendas, las cuales carecían de ventilación, iluminación, drenaje y agua potable, y el hacinamiento en que vivían, aunado a la falta de servicios médicos oportunos y cercanos, propiciaban la proliferación de enfermedades infecciosas, epidémicas, de la piel y gástricas.
Las diversiones eran sencillas: conversar en torno al quinqué después de cenar, para muchos varones beber, en tiempos de secas cuando disminuye el trabajo agrícola, se jugaba a los naipes, en la fiesta del santo patrono se estrenaba ropa, había corrida de toros, pelea de gallos, carreras de caballos y jaripeos.
La vida era difícil, las mujeres se levantaban a las cuatro de la mañana para moler el nixtamal, el cual no era poco, considerando lo numeroso de las familias de la época. Esta tarea se realizaba en un molino rústico, integrado por dos piedras a manera de muelas que se engarzaban a un palo toscamente tallado, se necesitaba la fuerza humana para triturar el grano, enseguida se hacían las tortillas y se preparaban los bastimentos para quienes que salían sembrar. Los hombres por su parte empezaban a la misma hora, con la tarea de traer las vacas para la ordeña. El día continuaba con penosos y duros trabajos para ambos sexos.
La ropa se confeccionaba a mano particularmente la cotidiana. Cuando se pedía en matrimonio a una joven, su madre la instruía en el arte de cortar y coser, debía mostrar a la familia del futuro esposo su habilidad para la confección de ropa masculina. La camisa y el calzón que estrenaba el novio el día de la boda era el resultado de la paciencia y capacidad de la novia.
El lavado de ropa se efectuaba en los arroyos cercanos al igual que el baño semanal, que se interrumpía si la mujer estaba en cuarentena.
La escuela era inaccesible para los peones, algunas haciendas grandes tenían escuela de primeras letras, como la Hacienda de Santa Lucía, que disponía de dos aulas. La asistencia de alumnos era irregular, se consideraba mas importante hacer participar al niño en las tareas agrícolas que finalmente significaba ingresos económicos, que mantenerlo “ocioso” en la escuela.
Algunos indígenas no acasillados y rancheros independientes llevaban sus productos a Zapopan para su venta, ofrecían frutas, aves, verdura, loza de barro, canastos, petates, quesos, gorditas de trigo, tacasotas, tamales de elote, chocolate, calabaza y camote enmielado, camote de cerro, pinole, elotes, frijol tierno, huevos, calabazas de casco, cilacayotas, bateas y también sillas tejidas de tule.
Las Haciendas eran construcciones grandes con trojes, graneros, alambiques, tienda de raya, escuela, capilla, cochera, huerta y algunas tenían trapiche, todas poseían caballerizas. La casa del administrador y la del dueño. En algún extremo de la propiedad, mal construidas, pequeñas y sucias se ubicaban las casillas de los peones.
La tienda de raya era en primer lugar una forma de canalizar óptimamente los productos no perecederos de la hacienda: el maíz y el frijol de los medieros, también carne salada, piloncillo, frutas secas y queso. A veces también se vendían algunos productos frescos, incluso legumbres y leche.
Los hacendados adquirían en los pueblos vecinos maíz y algunos productos manufacturados telas, huaraches, utensilios de trabajo, enseres domésticos. La clientela era fija: la constituían los trabajadores permanentes y estacionales de la hacienda quienes recibían mercancía a cuenta del jornal.
Las ganancias obtenidas en la tienda de raya eran altas, gracias a que la hacienda producía ciertas mercancías a costos muy bajos, a la relativa capacidad de compra al mayoreo del hacendado y la disponibilidad de almacenaje.
Las tiendas de pueblo aprovisionaban a todos aquellos que no se encontraban directamente bajo la férula de la hacienda. Había de varios tipos y tamaños: desde el pequeño tendejón que vivía al día y limitaba su existencia a granos, frutas y artesanías locales, hasta la tienda almacén, a veces propiedad de los mismos hacendados quienes aprovechaban para comercializar productos de la hacienda al público en general, acaparaban una amplia variedad de manufacturas y productos regionales como papel, jabón, azúcar, mezcal, arados y enseres de hierro, cigarros, telas, sombreros y ropa.
La situación de los habitantes de la hacienda era desesperante. Se trabajaba desde el amanecer hasta el anochecer y en muy raras ocasiones veían en sus manos algún dinero, porque todo se quedaba en la tienda de raya.
La mejor tierra irrigada y plana se dedicaba a los cultivos comerciales, sugeridos por el clima y el mercado; las tierras de temporal se dejaban para maíz, frijol, calabaza y tomatillo; en los terrenos cerriles se alojaban el ganado y en las laderas se sembraba agave mezcalero.
El complejo hacendario funcionaba como un polo de desarrollo de actividades complementarias. Tal optimización implicaba la subordinación y aprovechamiento de una fuerza de trabajo heterogénea. En toda hacienda existía un núcleo fijo de peones permanentes que trabajaban en diversas tareas; vaqueros, obreros -en el trapiche, en el alambique-, campesinos y trabajo doméstico.
En la época de secas, los aparceros, junto con algunos minifundistas, quienes proporcionaban el trabajo estacional requerido por la hacienda, como un ejemplo el corte de caña de azúcar o la reparación de caminos, obras de irrigación, mantenimiento de las instalaciones del casco, etc. Era común que este trabajo estacional se pagaba en especie mediante el maíz que por el contrato de aparcería recibiera el hacendado; algunos hacendados completaban las paga de sus aparceros con otros productos. En Santa Lucía en 1900 se otorgaba a los peones una ración de leche fresca cada día de acuerdo a lo numeroso de la familia. Así resultaba una mano de obra que absorbía casi por completo los costos de su propia producción.
La Hacienda estaba ligada a la minería y al comercio local y foráneo por una política de “frecuente endogamia”. Por las relaciones crediticias, las haciendas subían de valor, se reparaban las cercas, lienzos, bardas de piedra, construcción de molinos, se reparaban o hacían presas, es decir se construían anexos sin costo alguno.
Los comerciantes locales, hacían las veces de banqueros, otorgaban préstamos a los hacendados y cobraban intereses sobre el dinero que prestaban, poco a poco fueron abriendo mercados hacia el norte del país, en la ciudad de México y en la misma ciudad de Guadalajara.
La familia Martínez Negrete poseía entre otras propiedades rústicas la hacienda del Castillo con más de 8,000 hectáreas además eran propietarios de la fábrica textil “La Experiencia”, ubicada en Zapopan.
Los Fernández del Valle poseían la hacienda de San Sebastián, en Ahualulco, La Labor, en Chapala y el Cuiz, en Ameca, que sumaban casi 20,000 hectáreas, aparte eran dueños de las fábricas textiles de La Escoba y Río Blanco, ubicadas en Zapopan, también eran dueños de una casa comisionista especuladora de grano en Guadalajara y, al igual que los Martínez Negrete, funcionaban como Banca privada en casi todo tipo de negocios.
Los comerciantes sólo podían obtener grandes fortunas cuando se asociaban a una gran Hacienda, cuando prestaban dinero solicitaban la hipoteca de propiedades rurales como garantía de los préstamos grandes. Los matrimonios entre familias de comerciantes y de hacendados eran la vía para el establecimiento de fuentes crediticias. La admisión en el Real Consulado era una característica de riqueza.
En la época independiente, una de las causas que estimularon la revolución de Independencia fue la inequitativa distribución de la tierra y la esclavitud o servidumbre de los trabajadores agrícolas. Es por esto, que el 6 de diciembre de 1810 se publicó o se dio el decreto de Abolición de la Esclavitud por Miguel Hidalgo y Costilla, en Guadalajara.
En ese año había en la Nueva España 4,944 haciendas. Al consumarse la Independencia, las autoridades nunca se ocuparon del problema agrario y el número de grandes propiedades aumentó.
Durante la Independencia, la producción agrícola disminuyó, las haciendas fueron incendiadas, saqueadas y gravadas hasta el límite, y su fuerza de trabajo se evaporó a medida que los trabajadores rurales se convirtieron en inmigrantes urbanos, refugiados, soldados, bandidos o morían.
Según Mario Aldana de acuerdo al censo agrícola de 1899, el total de la propiedad agraria sumó 2'233,360 hectáreas. aproximadamente. De ellas 1'035,000 pertenecían a doscientas cuarenta haciendas y 1'198,360 a 936 ranchos, cifra que de acuerdo con los datos de 1900 que corresponderían al 67.03% y al 13.84% del total de haciendas y ranchos existentes en Jalisco. Para fines del siglo XIX había haciendas que tenían de 400 a 1000 hectáreas y otras con 8,500 hectáreas. En Zapopan, Tlaquepaque y Zapotlanejo existieron ranchos con medidas que iban de 2000 a 7,384 has.
Cuando terminó la Revolución de Ayutla el 25 de junio de 1856, el presidente Ignacio Comonfort expidió la “Ley Sobre Desamortización de Fincas Rústicas y Urbanas", cuyo propósito consistía en poner en movimiento esa enorme masa de bienes raíces, en propiedad de corporaciones civiles y religiosas, que se hallaban estancadas y habían impedido el desarrollo de las artes y la industria.
De acuerdo a esta disposición, los bienes de corporaciones se adjudicaron a los arrendatarios, a los denunciantes y a los compradores en remate, quedando excluidos los conventos, palacios municipales y episcopados, así como los colegios, hospitales, mercados, casas de corrección y beneficencia. La Reforma liquidó de este modo el latifundismo eclesiástico, pero nada hizo para corregir la distribución de la tierra.
A partir del Plan de San Luis (5 de octubre de 1910) y del Plan de Veracruz (12 de diciembre de 1914), el artículo 27 de la Constitución Política del 5 de febrero de 1917 estableció las bases jurídicas para la liquidación de las haciendas y dio inicio a la Reforma Agraria.
Entre los años de 1917 y 1928 hubo repartos de tierras ociosas. Los primeros en oponerse, por supuesto, fueron los hacendados, y aunque beneficiaba a las masas campesinas muchos se opusieron al reparto. El 29 de junio de 1935, el Presidente Lázaro Cárdenas se presentó al pueblo y en un acto público expropió a los generales sus tierras y las entregó a los indios.
A partir de esa fecha se presentaron solicitudes de ampliación de ejidos y así empezó el reparto de las regiones agrícolas modernas del país. La idea de Cárdenas era liberar al campesino, formando ejidos colectivos.
En el año de 1910 había alrededor de 4,657 haciendas y en 1950 solamente 1690, habiendo desaparecido dos de cada tres propiedades. A las que quedaron se les denominaban haciendas porque sus moradores permanecieron en ellas después del reparto de la tierra.
Los peones de las haciendas lucían sucios, descalzos o con gastados huaraches, los varones con trajes de manta compuestos de calzón largo holgado, camisa, ceñidor, sombrero y en invierno sarape. Las mujeres vestian fondo de manta y vestido de calicó (tela corriente de algodón) de colores vivos, las niñas y mujeres jóvenes de medio luto o colores lisos obscuros, las mayores con el tradicional reboso.
Su vivienda extremadamente modesta, generalmente un cuarto y cocina. Las construcciones más sólidas eran de adobe en los climas templados y frios, con piso de tierra y un corralito anexo donde deambulaban gallinas y cerdos, la cocina con un pretil, del techo colgaba un sarzo para guardar quesos, carne seca, tortillas y algún otro alimento que debiera protegerse de los roedores.
Los trastos de barro colgaban en la pared de la cocina, otra parte se acomodaba en un trastero, algunas familias tenían mesa, en otras se tomaban los alimentos directamente en el pretil. Acostumbraban dormir en el piso sobre petates, algunas familias tenían camas, éstas eran de manufactura casera sobre dos bancos alargados, se colocaba una base de otates cuidadosamente atados en varias hiladas con cordel de ixtle, encima se colocaba un petate y la cama estaba lista, a su hijo más pequeño lo acomodaban en una cuna construida con un costal de ixtle, algunos bancos o sillas de madera mal tallada completaban el mobiliario.
Su dieta monótona consistía en frijoles, tortillas, chile y atole de masa, la completaban con algunos cultivos estacionales como calabaza, camote, cacahuate, garbanza y frutas; ocasionalmente alguna hortaliza, hojas y tallos silvestres como quelites, verdolagas y nopales. La carne no era fácil de adquirir, las familias que podían comprarla la comían los domingos, día en que acudían a Zapopan a oír misa y hacer algunas compras.
El viaje se iniciaba a las cuatro o cuatro y media horas y se realizaba a pie o en bestia. Otras familias de menos recursos se contentaban con asistir a misa a la capilla de la hacienda, también asistían campesinos de los ranchos vecinos.
La higiene de la clase desposeída era muy deficiente, la gente se cambiaba de ropa después del baño este se efectuaba los sábados por la tarde al terminar las labores.
Las características de las viviendas, las cuales carecían de ventilación, iluminación, drenaje y agua potable, y el hacinamiento en que vivían, aunado a la falta de servicios médicos oportunos y cercanos, propiciaban la proliferación de enfermedades infecciosas, epidémicas, de la piel y gástricas.
Las diversiones eran sencillas: conversar en torno al quinqué después de cenar, para muchos varones beber, en tiempos de secas cuando disminuye el trabajo agrícola, se jugaba a los naipes, en la fiesta del santo patrono se estrenaba ropa, había corrida de toros, pelea de gallos, carreras de caballos y jaripeos.
La vida era difícil, las mujeres se levantaban a las cuatro de la mañana para moler el nixtamal, el cual no era poco, considerando lo numeroso de las familias de la época. Esta tarea se realizaba en un molino rústico, integrado por dos piedras a manera de muelas que se engarzaban a un palo toscamente tallado, se necesitaba la fuerza humana para triturar el grano, enseguida se hacían las tortillas y se preparaban los bastimentos para quienes que salían sembrar. Los hombres por su parte empezaban a la misma hora, con la tarea de traer las vacas para la ordeña. El día continuaba con penosos y duros trabajos para ambos sexos.
La ropa se confeccionaba a mano particularmente la cotidiana. Cuando se pedía en matrimonio a una joven, su madre la instruía en el arte de cortar y coser, debía mostrar a la familia del futuro esposo su habilidad para la confección de ropa masculina. La camisa y el calzón que estrenaba el novio el día de la boda era el resultado de la paciencia y capacidad de la novia.
El lavado de ropa se efectuaba en los arroyos cercanos al igual que el baño semanal, que se interrumpía si la mujer estaba en cuarentena.
La escuela era inaccesible para los peones, algunas haciendas grandes tenían escuela de primeras letras, como la Hacienda de Santa Lucía, que disponía de dos aulas. La asistencia de alumnos era irregular, se consideraba mas importante hacer participar al niño en las tareas agrícolas que finalmente significaba ingresos económicos, que mantenerlo “ocioso” en la escuela.
Algunos indígenas no acasillados y rancheros independientes llevaban sus productos a Zapopan para su venta, ofrecían frutas, aves, verdura, loza de barro, canastos, petates, quesos, gorditas de trigo, tacasotas, tamales de elote, chocolate, calabaza y camote enmielado, camote de cerro, pinole, elotes, frijol tierno, huevos, calabazas de casco, cilacayotas, bateas y también sillas tejidas de tule.
- adolfolons
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Re: Como Nacieron y Para que eran las Haciendas.
Dom 15 Oct 2017, 2:54 pm
hola buenas tardes me puedo comunicar contigo tengo un trabajo sobre las haciendas urgente y me gustaría saber tus fuentes de información
- delmoVoz de la Experiencia
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Re: Como Nacieron y Para que eran las Haciendas.
Miér 18 Oct 2017, 8:53 am
Hola creo que la historia no es como la cuentan
También existieron mayorazgos en mi localidad exisistio uno
Yo creo que con la llegada de los españoles esclavizaron a los mexicas arrebatándoles sus tierras y sometiendolos
No les ofrecían trabajo los obligaban a trabajar y como debían pagarles un sueldo este señaló quitaban en las tiendas de raya
Algo así como la guerra de independencia que no fue organizada por mexicanos sino por españoles quienes querían quedarse con todo lo que producía el país
Y formaban gavillas de ladrones que asaltaban las carabanas que iban a puerto para ir a España uno de ellos se llamo Antonio castelan
También existieron mayorazgos en mi localidad exisistio uno
Yo creo que con la llegada de los españoles esclavizaron a los mexicas arrebatándoles sus tierras y sometiendolos
No les ofrecían trabajo los obligaban a trabajar y como debían pagarles un sueldo este señaló quitaban en las tiendas de raya
Algo así como la guerra de independencia que no fue organizada por mexicanos sino por españoles quienes querían quedarse con todo lo que producía el país
Y formaban gavillas de ladrones que asaltaban las carabanas que iban a puerto para ir a España uno de ellos se llamo Antonio castelan
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