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Pacific City, Sinaloa, la ciudad que no fue..
Sáb 15 Dic 2012, 8:24 pm
A finales del siglo XIX llegaron al norte de Sinaloa
miembros de una comunidad conformada por socialistas utópicos de origen
europeo y norteamericano, con la idea de construir una red ferroviaria
entre las costas de Estados Unidos y el Golfo de México.
El proyecto, encabezado por el ingeniero estadounidense Albert K. Owen,
tenía entre sus ideales construir una ciudad ideal, a la que llamarían Pacific City.
Ese sueño utópico comenzó en octubre de 1886, cuando a
la bahía de Ohuira-Topolobampo arribaron los primeros miembros de esa
cooperativa, denominada La Credit Foncier of Sinaloa, originalmente auspiciada por el gobierno de EU y respaldada por el gobierno de Porfirio Díaz.
Los que siguieron a Owen hasta ese sitio venían con la idea de colonizar
el territorio, pero también con el sueño de encontrar la tierra
prometida, en donde abundaría "la felicidad y la armonía". Y es que, a
pesar de las semejanzas con otras cooperativas dedicadas a la colonización y urbanización
de asentamientos agrícolas en el siglo XX, ésta se distinguió por tener
un proyecto basado en la cooperación integral y en la supresión de la
propiedad privada de la tierra y de los medios de producción.
Este proyecto socialista contemplaba, además de la construcción de la primera sección del ferrocarril
que recorrería todo el Pacífico, la edificación de caminos, granjas,
sistemas de irrigación para trabajar el campo y subsistir de las
cosechas, casas, escuelas, hospitales y toda una infraestructura que les
permitiría disfrutar de esa tierra de maravillas. Pero ese sueño se
quedó en un experimento.
"Nunca lograron ser autosuficientes. Enfrentaron muchas adversidades,
sequías, pugnas entre los colonos por la propiedad privada; tuvieron
problemas con el control de los recursos. Hubo gran cantidad de enfermedades, los ánimos comenzaron a decaer y el único lazo con la sociedad
eran los barcos que llegaban de EU con provisiones, de tal manera que
si se cortaba ese suministro y al no ser autosuficientes y al existir
todo este panorama de adversidades, era muy difícil continuar", explica
la arqueóloga Verónica Velasquez Sánchez-Hidalgo.
En su libro Lugar de Maravillas. Arqueología en Pacific City
(Axial), Velasquez Sánchez-Hidalgo documenta las huellas de estos
colonos que se establecieron en la zona ahora conocida como Valle de
Ahome, Sinaloa, entre 1886 y 1894, y cuyo mayor legado fue la ciudad de
Los Mochis, fundada por Benjamin Francis Johnston, miembro de esta
comunidad.
En busca de los vestigios
Partiendo de los conceptos de la arqueología histórica,
la cual se dedica a estudiar los procesos que dieron forma al mundo
moderno, la arqueóloga se dio a la tarea de investigar este sueño
utópico. Lo hizo con la serie de documentos que resguarda la Universidad de California,
con testimonios orales y con un proyecto de excavación en algunos de
los sitios ocupados por esta comunidad, en donde recolectó evidencias
materiales, como fragmentos de cerámica, botellas, muros derruidos y
otros objetos, que le permitieron interpretar la vida cotidiana de los
colonos, la convivencia con las comunidades locales, los conflictos
entre los ideales comunitarios y el capitalismo, las dificultades y las razones del fracaso de ese sueño.
Uno de los materiales más abundantes recolectados en la exploración
realizada por la investigadora fueron las botellas de licor, apesar de
que tenían prohibido beber. Esto, explica Velasquez Sánchez-Hidalgo,
pudo ser una de las causas de los conflictos dentro de
la comunidad: "Cuando me puse a fechar las botellas descubrí que
coincidían con los periodos en que empiezan a darse los conflictos,
quizá eso tenga que ver con momentos de apertura de la comunidad o con
momentos de cambio".
Hasta 1894 esta comunidad congregó a mil 189 personas, pero a pesar de
ser adeptos a las ideas de Owen, a quien veían como un "profeta ejemplar
de cualidades mesiánicas", nunca se rigieron por los preceptos de una
religión.
"Owen creció con conceptos religiosos cuáqueros pero no promovió ningún
tipo de religión institucional en la colonia, a diferencia de otras
comunidades de este tipo que tienen un templo, como por ejemplo la Nueva Jerusalén,
donde sólo viven miembros de la colonia y no puede tener contacto con
el mundo exterior, tienen un ministro religioso y demás, Owen, decía que
todos debían ser libres", indica la arqueóloga, quien asegura que uno
de los objetivos de esta investigación es demostrar que sí se puede
hacer arqueología del pasado reciente.
"Los documentos no lo dicen todo, siempre hay lecturas distintas de la
historia y esas lecturas son posibles a través de los materiales
arqueológicos, que pueden narrar historias alternas a lo ya escrito".
aqui la nota: http://www.eluniversal.com.mx/notas/890208.html
para los compañeros que esten cerca de esa zona...ahi esta esa buena oportunidad de encontrar algo bueno...Feliz Navidad!!
miembros de una comunidad conformada por socialistas utópicos de origen
europeo y norteamericano, con la idea de construir una red ferroviaria
entre las costas de Estados Unidos y el Golfo de México.
El proyecto, encabezado por el ingeniero estadounidense Albert K. Owen,
tenía entre sus ideales construir una ciudad ideal, a la que llamarían Pacific City.
Ese sueño utópico comenzó en octubre de 1886, cuando a
la bahía de Ohuira-Topolobampo arribaron los primeros miembros de esa
cooperativa, denominada La Credit Foncier of Sinaloa, originalmente auspiciada por el gobierno de EU y respaldada por el gobierno de Porfirio Díaz.
Los que siguieron a Owen hasta ese sitio venían con la idea de colonizar
el territorio, pero también con el sueño de encontrar la tierra
prometida, en donde abundaría "la felicidad y la armonía". Y es que, a
pesar de las semejanzas con otras cooperativas dedicadas a la colonización y urbanización
de asentamientos agrícolas en el siglo XX, ésta se distinguió por tener
un proyecto basado en la cooperación integral y en la supresión de la
propiedad privada de la tierra y de los medios de producción.
Este proyecto socialista contemplaba, además de la construcción de la primera sección del ferrocarril
que recorrería todo el Pacífico, la edificación de caminos, granjas,
sistemas de irrigación para trabajar el campo y subsistir de las
cosechas, casas, escuelas, hospitales y toda una infraestructura que les
permitiría disfrutar de esa tierra de maravillas. Pero ese sueño se
quedó en un experimento.
"Nunca lograron ser autosuficientes. Enfrentaron muchas adversidades,
sequías, pugnas entre los colonos por la propiedad privada; tuvieron
problemas con el control de los recursos. Hubo gran cantidad de enfermedades, los ánimos comenzaron a decaer y el único lazo con la sociedad
eran los barcos que llegaban de EU con provisiones, de tal manera que
si se cortaba ese suministro y al no ser autosuficientes y al existir
todo este panorama de adversidades, era muy difícil continuar", explica
la arqueóloga Verónica Velasquez Sánchez-Hidalgo.
En su libro Lugar de Maravillas. Arqueología en Pacific City
(Axial), Velasquez Sánchez-Hidalgo documenta las huellas de estos
colonos que se establecieron en la zona ahora conocida como Valle de
Ahome, Sinaloa, entre 1886 y 1894, y cuyo mayor legado fue la ciudad de
Los Mochis, fundada por Benjamin Francis Johnston, miembro de esta
comunidad.
En busca de los vestigios
Partiendo de los conceptos de la arqueología histórica,
la cual se dedica a estudiar los procesos que dieron forma al mundo
moderno, la arqueóloga se dio a la tarea de investigar este sueño
utópico. Lo hizo con la serie de documentos que resguarda la Universidad de California,
con testimonios orales y con un proyecto de excavación en algunos de
los sitios ocupados por esta comunidad, en donde recolectó evidencias
materiales, como fragmentos de cerámica, botellas, muros derruidos y
otros objetos, que le permitieron interpretar la vida cotidiana de los
colonos, la convivencia con las comunidades locales, los conflictos
entre los ideales comunitarios y el capitalismo, las dificultades y las razones del fracaso de ese sueño.
Uno de los materiales más abundantes recolectados en la exploración
realizada por la investigadora fueron las botellas de licor, apesar de
que tenían prohibido beber. Esto, explica Velasquez Sánchez-Hidalgo,
pudo ser una de las causas de los conflictos dentro de
la comunidad: "Cuando me puse a fechar las botellas descubrí que
coincidían con los periodos en que empiezan a darse los conflictos,
quizá eso tenga que ver con momentos de apertura de la comunidad o con
momentos de cambio".
Hasta 1894 esta comunidad congregó a mil 189 personas, pero a pesar de
ser adeptos a las ideas de Owen, a quien veían como un "profeta ejemplar
de cualidades mesiánicas", nunca se rigieron por los preceptos de una
religión.
"Owen creció con conceptos religiosos cuáqueros pero no promovió ningún
tipo de religión institucional en la colonia, a diferencia de otras
comunidades de este tipo que tienen un templo, como por ejemplo la Nueva Jerusalén,
donde sólo viven miembros de la colonia y no puede tener contacto con
el mundo exterior, tienen un ministro religioso y demás, Owen, decía que
todos debían ser libres", indica la arqueóloga, quien asegura que uno
de los objetivos de esta investigación es demostrar que sí se puede
hacer arqueología del pasado reciente.
"Los documentos no lo dicen todo, siempre hay lecturas distintas de la
historia y esas lecturas son posibles a través de los materiales
arqueológicos, que pueden narrar historias alternas a lo ya escrito".
aqui la nota: http://www.eluniversal.com.mx/notas/890208.html
para los compañeros que esten cerca de esa zona...ahi esta esa buena oportunidad de encontrar algo bueno...Feliz Navidad!!
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