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Arqueologia de los caminos prehispanicos y coloniales**
Jue 28 Mayo 2009, 5:06 pm
Arqueología de los caminos prehispánicos y coloniales Patricia Fournier |
En el México antiguo y colonial, el transporte de objetos, personas e ideas entre distintos sitios –distribuidos en vastos territorios– de relevancia económica, política y religiosa se realizaba por caminos, rutas, veredas y senderos. El estudio de esas antiguas vías de comunicación es fundamental para comprender el desarrollo social y reviste particular importancia en las investigaciones arqueológicas, por tratarse de evidencias que permiten reconstruir múltiples aspectos relacionados con la interacción cultural. <table height=377 width=638 border=0><tr><td width=435> Caminos de mediados del siglo XVI que comunicaban a Tzintzuntzan, antigua capital del reino purépecha, con los principales centros poblacionales de la cuenca lacustre de Pátzcuaro. “Plano de la ciudad de Tzintzuntzan, Pátzcuaro y poblaciones de alrededor de la Laguna”. Fray Pablo de Beaumont, Crónica de Michoacán, ca. 1550. Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces <td width=193> La Calzada de los Muertos en Teotihuacan, estado de México. Plano publicado en el siglo XIX por el explorador francés Désiré Charnay. Tomado de Charnay, 1885. Reprografía: M.A. Pacheco / Raíces |
LOS CAMINOS DEL MÉXICO ANTIGUO Los senderos, caminos y rutas son una expresión de la forma en que los grupos humanos organizan el espacio social a partir del geográfico; forman parte de la producción basada en el diseño y la planeación culturales, y son auténticos vehículos para el intercambio. Por esas vías se trasladaban las personas, que a su vez eran portadoras de objetos y tradiciones, de bienes y de ideas, ejes articuladores de procesos históricos. Sin duda, esas rutas tuvieron un papel activo en la vida cotidiana al conectar distintos lugares –cuya relevancia estaba determinada por el nivel de desarrollo social–, en distintas regiones y épocas. Es por ello que la complejidad de las instituciones culturales, económicas, políticas y religiosas llevó a que se formalizaran estas vías de intercambio terrestre, mediante la transformación del entorno natural. Con gran inversión de tiempo y esfuerzo, los indígenas abrieron caminos entre diferentes núcleos poblacionales, mercados y centros ceremoniales; por esos caminos transitaron viajeros, comerciantes, fieles e incluso tropas, movimientos que a menudo implicaban traslados extenuantes a larga distancia y durante periodos prolongados. Las veredas y senderos se conformaron gracias al recorrido que seguían una y otra vez los individuos, mientras que los caminos, calzadas y avenidas fueron notables obras de ingeniería, con orientaciones generalmente relacionadas con los sistemas calendáricos establecidos a partir de observaciones astronómicas, reflejo de la ideología de los pueblos prehispánicos. LOS CAMINOS VIRREINALES El de los arrieros fue el sistema más importante de transporte durante el periodo colonial, de manera que la mayoría de las mercancías se trasladaban en recuas, a lomo de mula, aunque también en la espalda de los cargadores indígenas; el tránsito de personas se hacía en carros, carretas o a caballo. Las rutas más importantes atravesaban diversas ciudades y centros de consumo, y la ciudad de México era el punto nodal, de donde partía el llamado “camino de la plata” o “camino real de Tierra Adentro” que comunicaba a la capital con las lejanas provincias del norte de la Nueva España, pasando por los pueblos de indios, las villas, los reales de minas, las misiones, las fortificaciones, los puertos marítimos, los ranchos y las haciendas. También se trazaron caminos desde Veracruz –el principal puerto al que llegaban mercaderías europeas– y desde Acapulco, puerto de arribo de la Nao de Manila, con sus cargamentos de finos y estimados productos asiáticos. Otras regiones también contaban con vías que llevaban a la capital, como las rutas de Texas, a lo largo del Pacífico, y la de Guatemala, que atravesaba por Oaxaca. LA BÚSQUEDA DE ANTIGUOS CAMINOS Las evidencias de que las sociedades del pasado mantuvieron relaciones de intercambio suelen ser claras para el arqueólogo, gracias a las técnicas que permiten identificar como foráneas en una localidad o región específica a determinadas materias primas, las cuales se emplearon para elaborar toda clase de objetos, por ejemplo vasijas de cerámica, instrumentos de obsidiana y ornamentos de piedra verde o turquesa. No obstante, la ubicación de los caminos por los que se transportaron esos bienes a menudo representa un reto para la investigación, si se considera que en muchas zonas de México las huellas de esas antiguas sendas han quedado cubiertas por asentamientos de los periodos colonial e independiente. En las tierras desérticas del Norte de México pueden observarse rastros de estas rutas ya sea a simple vista o bien mediante el análisis de fotografías aéreas, que permiten detectar evidencias de su presencia por cambios en la topografía, el color, la textura o la vegetación del terreno. En las planicies yucatecas y en las selvas del sureste, la calidad de los amplios y extensos caminos que construyeron los mayas facilita en muchos casos su ubicación mediante reconocimientos de superficie e imágenes de satélite, en las que se observan como franjas regulares que rompen con el patrón de los elementos naturales. En las comunidades rurales indígenas y mestizas, relativamente aisladas de la modernización, las personas continúan trasladándose a pie por veredas y senderos que cientos de años atrás recorrieron sus ancestros. Así, pueden recabarse datos entre informantes de esas localidades, para verificar posteriormente en el terreno los indicios de las rutas que en el pasado comunicaban a distintos asentamientos. También la cartografía histórica es un complemento fundamental en muchas investigaciones arqueológicas: lienzos, códices y mapas del periodo colonial sirven de apoyo para rastrear los caminos del pasado. En la actualidad se utilizan sistemas de información geográfica que permiten ubicar en la superficie de la Tierra elementos cuya regularidad puede interpretarse como resultado de la acción humana. Estos sistemas incorporan imágenes de satélite, fotografías aéreas y mapas digitalizados, así como las coordenadas que permiten la ubicación de las huellas de las sendas del pasado. Inclusive es posible reconstruir aquellas que han desaparecido y generar mapas cartográficos que muestren sus características. RUTAS E ITINERARIOS CULTURALES El registro de los sitios arqueológicos, naturales e históricos, así como la conformación de redes de museos en los que se muestre al público una interpretación acerca de los caminos, son labores insoslayables en el estudio y la difusión tanto de las rutas de intercambio, como de los elementos, edificios y paisajes que se relacionan con ellas. Los “itinerarios culturales” –como el proyecto de cooperación México-Estados Unidos en torno al Camino Real de Tierra Adentro, así como los parajes y el paisaje por los que atraviesa– forman parte de iniciativas para conservar y promover el patrimonio cultural representado por esas rutas, por las que fluyeron bienes e ideas durante varios siglos. La constitución de rutas culturales turísticas parte del estudio de los asentamientos asociados con los caminos, sus características funcionales y arquitectónicas, su historia –reconstruida mediante fuentes documentales y evidencias arqueológicas, según corresponda–, tomando en cuenta, además, la recuperación del patrimonio intangible, que incluye las lenguas, las expresiones religiosas, las fiestas, la gastronomía, así como la promoción de su conservación. Aunque se ha avanzado mucho en el estudio de las rutas prehispánicas y coloniales, falta por identificar muchos caminos. En su trayecto incansable, la arqueología mexicana continúa en la búsqueda de evidencias pretéritas para reconstruir las tendencias de desarrollo y complejidad social, con enfoques científicos que, paralelamente, inciden en la protección de los caminos de ayer como parte de nuestro patrimonio cultural. _____________________ Patricia Fournier. Doctora en antropología por la UNAM. Profesora del posgrado en arqueología de la ENAH. Investigadora asociada del Museo Nacional de Ciencias Naturales de la Smithsonian Institution, Washington D.C. Mesoamérica estuvo vinculada con las áreas culturales situadas al norte por una amplia red de rutas cuyo propósito fundamental era el intercambio de diversas materias primas, como la turquesa, material muy apreciado pues se utilizaba en la elaboración de objetos suntuarios. Información: Phil C. Weigand. Ilustración digital: Samara Velázquez / Raíces |
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