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VENUSTIANO CARRANZA COAHUILA (parte 1)
Sáb 16 Feb 2008, 5:36 pm
Un susurro contado donde radica la pobreza desencadenó la ambición más grande conocida en Venustiano Carranza. Aquí, una de las rancherías más pobres, ubicada en uno de los municipios también más pobres del estado de Coahuila, la gente no sabe si reír o llorar por la construcción de la carretera que los sacará del anonimato.
Y es que con tanto tiempo, ensimismados en ese rincón del desierto, el rumor que recorre las tierras se ha convertido en el sueño de cerca de 150 habitantes del lugar, quienes creen en un tesoro escondido en las entrañas de la tierra.
Es un baúl con riquezas que los podría sacar de la condición en la que han vivido toda su historia, por el cual hay ambiciones rondando las calles y los muros derruidos de una muy antigua bonanza económica, tiempo aquel que no alcanzaron a presenciar.
Se conoce en los alrededores como Hacienda de Hornos, está a 10 kilómetros del ejido Emiliano Zapata por un camino de piedra suelta y terracería, pertenece al municipio de Viesca, en el estado de Coahuila.
Fue, a finales del siglo XVI, parte del proyecto evangelizador jesuita en el norte del país, según un documento de restauración del Instituto Nacional de Antropología e Historia, elaborado por Gabriel Leal Motola.
Después, en 1749, se construyó la Hacienda de Santa Ana de los Hornos, que sería propiedad de Leonardo Zuloaga y su esposa Luisa Ibarra, quien la vendió en 1880. En ese entonces, explica el documento, se encontraba una fábrica donde elaboraban locomotoras de vapor, vagones y tranvías.
En 1864, Benito Juárez había encargado al general Jesús González Herrera (nacido en el lugar), la custodia de los Archivos de la Nación, escondidos por un tiempo en la Cueva del Tabaco, a pocos kilómetros de allí.
En 1938, Hacienda de Hornos se convirtió en el ejido Venustiano Carranza.
Los tiempos de laureles quedaron en el pasado, en papeles dispersos.
Han empezado las obras para construir la carretera que los habrá de comunicar después de tantos años de fundación. Ellos dicen que no la necesitan.
Un patronato presidido por Armando García Triana, recaudador de rentas del Gobierno del estado de Coahuila, se ha dado a la tarea de restaurar el lugar en un lapso no mayor a dos años, con una inversión de 5 millones de pesos.
García Triana argumenta que es un lugar de gran riqueza histórica. El casco de la Hacienda está en ruinas, es un pueblo que huele a desdicha.
En la iglesia hay pinturas de autores anónimos, maderas y figuras religiosas de los siglos XVII, XVIII y XIX.
La mayoría de los habitantes no quieren que esta obra de restauración se lleve a cabo, porque aseguran que así han sido felices durante años y van a quebrantar su paz.
"Ya ve, el Gobernador nada más mandó a su gente pero no vino para acá, mejor muchos fueron a verlo a Viesca. Prometió que iba a venir cuando estuviera lista la carretera", platica Carmen Nájera mientras atiende su pequeño negocio, donde la atracción son juegos de video de hace 20 años.
"Se me hace que lo que quieren es el dinero, dicen que hay mucho enterrado acá, pero nadie lo ha encontrado en muchos años. Eso que a cada rato viene gente con máquinas", añadió Carmen, quien a sus 66 años sufre cuando enferma: tiene que conseguir algún medio de transporte para llegar a Viesca.
En otro rincón, a los 90 años, Pablo Ramírez le habla, en ocasiones, a la soledad. Rara vez tiene con quien charlar, cuando esto sucede sus palabras fluyen en historias que se entremezclan durante el hilo de la narración.
"Viene mucha gente a hacer desastre, traen máquinas y hacen hoyos para sacar el tesoro que nos pertenece. Nunca traen nada bueno, son como el Gobierno, en tantos años que tengo de vida no conozco personalmente a un gobernante".
Pablo se la pasa todo el día a la sombra de un árbol, es tan pobre que sólo tiene una cobija que le regalaron para pasar el invierno; durante el verano descansa a la sombra de un árbol recordando épocas pasadas.
Vive solo porque no tuvo hijos ni esposa. A veces no tiene qué comer y los vecinos comparten con él los pocos alimentos que hay. Casi todos se dedican al campo y a la tala de mezquite para elaborar carbón.
En la soledad de Hacienda de Hornos se percibe un fuerte olor a leña quemada. Se observa, a lo lejos, los hilos de humo negro, producto de un desierto devastado por la tala inmoderada.
Ya no hay carbón, el campo ofrece poco. A los alrededores no hay industria y los medios de transporte son las camionetas viejas que poseen algunos ejidatarios.
El lugar se recorre, a lo mucho, en media hora. En ese lapso de tiempo es posible observar cómo algunas personas viven en las ruinas de lo que fue la casa grande.
Cocinan en fogones, piden dinero a los visitantes, se muestran hostiles porque, a su juicio, no hay nada que observar: salvo pobreza.
Gabriel López tiene 81 años, recordó momentos pasados en los cuales había mucha gente en el ejido y algunas pozas de agua, hoy extintas por la sequía.
Con el paso de los años muchos se fueron, no sabe exactamente cuándo empezaron los años difíciles: "Yo tengo más años de sequía viviendo aquí. Nunca hubo años buenos. Siempre ha habido pura pobreza".
Dentro de sus relatos, Gabriel dice que efectivamente hay un tesoro, lo sabe desde que nació, conoce de gente que pasó toda la vida buscando monedas o lingotes de oro enterrados.
Muchas tardes las pasó escuchando historias mientras se consumía la vida: "Yo creo que sí hay dinero, el problema es hallarlo. Todo lo que he escuchado no puede ser mentira… no puede ser"
Y es que con tanto tiempo, ensimismados en ese rincón del desierto, el rumor que recorre las tierras se ha convertido en el sueño de cerca de 150 habitantes del lugar, quienes creen en un tesoro escondido en las entrañas de la tierra.
Es un baúl con riquezas que los podría sacar de la condición en la que han vivido toda su historia, por el cual hay ambiciones rondando las calles y los muros derruidos de una muy antigua bonanza económica, tiempo aquel que no alcanzaron a presenciar.
Se conoce en los alrededores como Hacienda de Hornos, está a 10 kilómetros del ejido Emiliano Zapata por un camino de piedra suelta y terracería, pertenece al municipio de Viesca, en el estado de Coahuila.
Fue, a finales del siglo XVI, parte del proyecto evangelizador jesuita en el norte del país, según un documento de restauración del Instituto Nacional de Antropología e Historia, elaborado por Gabriel Leal Motola.
Después, en 1749, se construyó la Hacienda de Santa Ana de los Hornos, que sería propiedad de Leonardo Zuloaga y su esposa Luisa Ibarra, quien la vendió en 1880. En ese entonces, explica el documento, se encontraba una fábrica donde elaboraban locomotoras de vapor, vagones y tranvías.
En 1864, Benito Juárez había encargado al general Jesús González Herrera (nacido en el lugar), la custodia de los Archivos de la Nación, escondidos por un tiempo en la Cueva del Tabaco, a pocos kilómetros de allí.
En 1938, Hacienda de Hornos se convirtió en el ejido Venustiano Carranza.
Los tiempos de laureles quedaron en el pasado, en papeles dispersos.
Han empezado las obras para construir la carretera que los habrá de comunicar después de tantos años de fundación. Ellos dicen que no la necesitan.
Un patronato presidido por Armando García Triana, recaudador de rentas del Gobierno del estado de Coahuila, se ha dado a la tarea de restaurar el lugar en un lapso no mayor a dos años, con una inversión de 5 millones de pesos.
García Triana argumenta que es un lugar de gran riqueza histórica. El casco de la Hacienda está en ruinas, es un pueblo que huele a desdicha.
En la iglesia hay pinturas de autores anónimos, maderas y figuras religiosas de los siglos XVII, XVIII y XIX.
La mayoría de los habitantes no quieren que esta obra de restauración se lleve a cabo, porque aseguran que así han sido felices durante años y van a quebrantar su paz.
"Ya ve, el Gobernador nada más mandó a su gente pero no vino para acá, mejor muchos fueron a verlo a Viesca. Prometió que iba a venir cuando estuviera lista la carretera", platica Carmen Nájera mientras atiende su pequeño negocio, donde la atracción son juegos de video de hace 20 años.
"Se me hace que lo que quieren es el dinero, dicen que hay mucho enterrado acá, pero nadie lo ha encontrado en muchos años. Eso que a cada rato viene gente con máquinas", añadió Carmen, quien a sus 66 años sufre cuando enferma: tiene que conseguir algún medio de transporte para llegar a Viesca.
En otro rincón, a los 90 años, Pablo Ramírez le habla, en ocasiones, a la soledad. Rara vez tiene con quien charlar, cuando esto sucede sus palabras fluyen en historias que se entremezclan durante el hilo de la narración.
"Viene mucha gente a hacer desastre, traen máquinas y hacen hoyos para sacar el tesoro que nos pertenece. Nunca traen nada bueno, son como el Gobierno, en tantos años que tengo de vida no conozco personalmente a un gobernante".
Pablo se la pasa todo el día a la sombra de un árbol, es tan pobre que sólo tiene una cobija que le regalaron para pasar el invierno; durante el verano descansa a la sombra de un árbol recordando épocas pasadas.
Vive solo porque no tuvo hijos ni esposa. A veces no tiene qué comer y los vecinos comparten con él los pocos alimentos que hay. Casi todos se dedican al campo y a la tala de mezquite para elaborar carbón.
En la soledad de Hacienda de Hornos se percibe un fuerte olor a leña quemada. Se observa, a lo lejos, los hilos de humo negro, producto de un desierto devastado por la tala inmoderada.
Ya no hay carbón, el campo ofrece poco. A los alrededores no hay industria y los medios de transporte son las camionetas viejas que poseen algunos ejidatarios.
El lugar se recorre, a lo mucho, en media hora. En ese lapso de tiempo es posible observar cómo algunas personas viven en las ruinas de lo que fue la casa grande.
Cocinan en fogones, piden dinero a los visitantes, se muestran hostiles porque, a su juicio, no hay nada que observar: salvo pobreza.
Gabriel López tiene 81 años, recordó momentos pasados en los cuales había mucha gente en el ejido y algunas pozas de agua, hoy extintas por la sequía.
Con el paso de los años muchos se fueron, no sabe exactamente cuándo empezaron los años difíciles: "Yo tengo más años de sequía viviendo aquí. Nunca hubo años buenos. Siempre ha habido pura pobreza".
Dentro de sus relatos, Gabriel dice que efectivamente hay un tesoro, lo sabe desde que nació, conoce de gente que pasó toda la vida buscando monedas o lingotes de oro enterrados.
Muchas tardes las pasó escuchando historias mientras se consumía la vida: "Yo creo que sí hay dinero, el problema es hallarlo. Todo lo que he escuchado no puede ser mentira… no puede ser"
- Pedro CantúAdmin
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Frase Célebre : -Si las cosas fueran fáciles, hasta yo las haría.
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Re: VENUSTIANO CARRANZA COAHUILA (parte 1)
Sáb 16 Feb 2008, 8:45 pm
Saludos Miguel, gracias por participar con tantas ganas y con temas tan interesantes, solo para decirte que esta historia de Venustiano Carranza ya esta publicada con el nombre de el Tesoro Escondido de la Hacienda de Hornos.
Saludos Miguel, seguimos al pendiente de tus mensajes.
Saludos Miguel, seguimos al pendiente de tus mensajes.
- Miguel garciaIdentidad Certificada
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Localización : Montemorelos Nuevo Leon
Frase Célebre : esta letal
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UNA DISCULPA
Dom 17 Feb 2008, 10:51 am
Pedro Cantú escribió:Saludos Miguel, gracias por participar con tantas ganas y con temas tan interesantes, solo para decirte que esta historia de Venustiano Carranza ya esta publicada con el nombre de el Tesoro Escondido de la Hacienda de Hornos.
Saludos Miguel, seguimos al pendiente de tus mensajes.
Saludos Pedro,eso me pasa por no leer todos los mensajes en su momento,mil disculpas al foro.
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