EL CURRO DEL JARDIN

Sáb 29 Ago 2009, 4:12 pm

A finales del siglo XIX. la gente contaba que en el Jardín de San Marcos se aparecía un "curro" que espantaba a los vecinos del lugar. Este suceso aconteció en lo que ahora es la esquina noreste del Jardín, en la esquina que hacen las calles Jesús F. Contreras y Eduardo J. Correa, en donde ahora está la entrada a la vieja Plaza de Toros.
La conseja cuenta que la señora María, avecindada del lugar, todos los días se levantaba muy temprano, como a las cuatro de la mañana para recoger agua de la acequia, ya que decía que a esa hora venía más limpia; duró con esta costumbre mucho tiempo y siempre su vecina doña Rafaelita le decía:......
---Mire Mariquita, no ande yendo a la acequia tan oscuro, le va a salir el "curro".........
Doña Mariquita se reía de las ocurrencias de la viejita y decía que esos eran pretextos de la gente para no madrugar...........
Pasó el tiempo y doña María seguía fiel a su costumbre; hasta que un día al agacharse para sacar el agua de la acequia, sintió que no estaba sola y que alguien más la observaba, por lo que levantó la vista con rumbo del Jardín para encontrarse aproximadamente a unos ocho metros con una silueta de un hombre vestido con un traje obscuro muy elegante, con su corbata de lazo, chistera y una gran capa negra que completaba el cuadro. Doña Mariquita se quedó atónita ante la aparición y sólo acertó a gritar: --¡Dios mío el "curro"!, antes de pegar carrera para su casa, olvidándose del cántaro y de todo.
Pasaron los días y poco a poco a doña María se le fue olvidando el susto y volvió a retomar su vieja costumbre, del incidente ya ni se acordaba y si lo hacían le sacaban la broma de que se le había caído el cántaro y para que don Jesús no la regañara, había inventado el cuento del "curro". Sin embargo, de cuando en cuando la mujer sentía cisca y para que no pasara nada, se limitaba a llenar el cántaro y regresar a su casa con la vista baja.
En una madrugada del mes de octubre, volvió a sentir esa sensación de que alguien estaba ahí, nuevamente esa sensación empezó a recorrerle desde la nuca hasta la punta de los pies, sin embargo de una buena vez por todas, quería desengañarse y saber si en realidad era un aparecido o algún malora que se estaba divirtiendo con ella, por lo que con mucha decisión subió lentamente la vista para encontrarse de frente con el famoso "curro", el cual esta vez no se limitó a observarla, si no que de una de sus manos aparecieron varias monedas de oro las cuales dejaba caer una a una hacia la otra y le señalaba un lugar en el Jardín. ¡Quería darle su tesoro!. La pobre mujer a punto de desfallecer, ante ese suceso y con toda su fe, comenzó a rezar La Magnífica hasta que el aparecido se fue difuminando.
Cuando le contó al esposo por más que éste se resistió le tuvo que creer, por lo que fueron a ver al padre de la iglesia del Pueblito, el cual le aconsejó a la mujer que fuera más prudente, debido a que ese "curro" no era otra cosa más que el mismo Diablo y que con ella, ya eran varias gentes a las que se les aparecía en las inmediaciones del Jardín, así que le dió agua bendita y un rosario para alejar al maligno de ahí.
El "curro" se seguía apareciendo y doña María ya estaba desesperada, por lo que tomó una determinación, al día siguiente que se le apareciera el sujeto, le enfrentaría y le rociaría directamente con agua bendita para acabar con esa molestia. Por la mañana cuando estaba sacando el agua, llegó a ella la ya tan acostumbrada sensación y cuenta la historia que dejando a un lado su cántaro, se incorporó y fue directamente al "curro" que le sonreía mientras deslizaba las monedas de oro entre sus manos.
Cuando la mujer se posicionó frente a él, sin perder tiempo sacó el agua bendita y se la arrojó a la cara, lo que provocó que éste gritara tan horrorosamente, que despertó a todo el vecindario, en su desesperación, golpeó a la mujer lanzándola a varios metros de ahí, mientras se retorcía y convulsionaba, desapareciendo entre un denso olor a azufre y podredumbre.
Alarmados los vecinos de aquel escándalo, salieron presurosos a la calle para encontrarse con el fétido olor a azufre y a la pobre de doña María tirada en el piso sin sentido. Cuando volvío en sí, narró su historia y entre la admiración y la incredulidad de sus vecinos, abrió una de sus manos y les mostró a todos un morral lleno de preciosas monedas de oro que misteriosamente había llegado a sus manos, LA MUJER NO QUISO SABER NADA DE ESO Y SE LAS REGALO AL PARROCO DE LA IGLESIA para obras de la misma.
Cuando la gente le preguntaba el por qué había regalado "ese tesoro", la mujer repetía: ----"MEJOR POBRE QUE CONDENADA"........ "Mejor pobre que condenada".
Durante mucho tiempo la gente del barrio decía que en ese lugar se aparecía el famoso "curro" tentando a cualquier ingenuo a perderse con sus riquezas. Aún se sigue apareciendo y señala el lugar donde tiene su inmenso tesoro. Si tú lo quieres, sólo tienes que esperar a la media noche, hasta que se te aparezca el "curro" y te muestre dónde lo tiene.
Aguascalientes y sus Leyendas. Víctor Eduardo Guerra Ruiz Esparza