Tesoro de la Joya
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- Jose Elizalde VallesIdentidad Certificada
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Localización : Chula Vista , Ca oriundo de Culiacan , Sinaloa y el de la foto avatar soy yo
Frase Célebre : Mi tesoro? Mi familia. Porque la vida es tan corta que tenemos que disfrutarla al maximo y sonreirle,vamonos a escarbar.
Fecha de inscripción : 21/12/2007
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Tesoro de la Joya
Lun 08 Feb 2010, 11:50 pm
Saludos y haber que les parece a los de Zacatecas y alrededores;
EL TESORO DE LA JOYA
Eran los años en que la minería se adentraba en una bonanza que atraía a cientos de aventureros y mercaderes de todas partes, Hasta de otros países. El oro y la plata, según los pregoneros, ‘‘se sacaba a flor de tierra’’. Lo que enseguida contaré, tal y como lo escuché hace mucho tiempo, ocurrió por el año de 1585. Precisamente cuando se trabajaba con verdadero fervor las recientenente descubiertas minas de San Demetrio y de Frenillo. Su incipiente producción alentaba a los mineros a seguir con las agotadoras y peligrosas jornadas para obtener la tan ansiada riqueza.
Eran los años en que la minería se adentraba en una bonanza que atraía a cientos de aventureros y mercaderes de todas partes, Hasta de otros países. El oro y la plata, según los pregoneros, ‘‘se sacaba a flor de tierra’’.
Lo que enseguida contaré, tal y como lo escuché hace mucho tiempo, ocurrió por el año de 1585. Precisamente cuando se trabajaba con verdadero fervor las recientenente descubiertas minas de San Demetrio y de Frenillo.
Su incipiente producción alentaba a los mineros a seguir con las agotadoras y peligrosas jornadas para obtener la tan ansiada riqueza.
En torno a las minas, los trabajadores hacían correr como caudalosos riachuelos, las casi obligadas y avebturadas historias, ya fueran mito o realidad, pero...esta es una de ellas: Un empleado de mucha confianza de los propietarios de minas, de nombre Simón, era el encargado de llevar las talegas cargadas con monedas de oro y plata, para pagar sus jornales a los trabajadores de minas.
Durante años cumplió fiel y devotamente su misión. Sin embargo un día desapareció. Varios días después de su angustiante desaparición, su cuerpo sin vida fue encontrado cerca del arroyo conocido como la joya (III). El hombre de todas las confianzas de los dueños de las haciendas de beneficio de San Demetrio y de Las Minas del Fresnillo, Simón el viejo, fue asaltado y muerto por bandoleros que mantenían asolados los fundos y villorrios.
Ese día era muy especial, los mineros esperaban aemocionados su paga para reunirse con los suyos. Sin embargo no ocurrió así...Simón el viejo jamás cumpliría con su misión, jamás regresaría. Pero...¿dondé quedaron las talegas con el oro y la plata?. Los abitantes de los dos pueblos comentaban con tristeza: ‘‘Simón jamás llegó a la hacienda de beneficio de Don Francisco Ruiz de Guzmán’’, un próspero minero avecindado en el Fresnillo.
A él debería de entregar las talegas con la paga para los trabajadores de las minas y haciendas. Desde que se supo de su desaparición se temía lo peor por la presencia de los bandoleros y de los temibles guachichiles que merodeaban la región cometiendo infinidad de tropelías. Claro que se le buscó de manera desesperada por los alrededores, un grupo de gente armada iba al frente, eran de las tropas acantonadas en el presidio del Fresnillo.
Fueron varios los santos días que la patrulla de soldados y voluntarios andaban de un lado a otro, se iban por las sierras del oriente, luego por la Bufa y hasta San Martín. Lamentablemente no encontraban rastro alguno que les pudiera llevar a la localización del desaparecido. Fue hasta uno de los atardeceres cuando un indito que iba a San Demetrio cruzando por el arroyo de la Olla alcanzó a ver a Simón.
Este le llamaba angustiosamente, le pedía ayuda. Como el indígena no sabía nada de la desaparición del viejo, pues se le acerco sin temor alguno, Simón se encontraba sentado en el brocal del pozo. El viejo, diría después el espantado indito...’’ me llamaba desesperadamente, me pedía que le ayudara a sacar del pozo unas bolsas de cuero que se le había caído y que por su edad no podía bajar...’’ Me ofreció decía el indito ‘‘que si le ayudaba a sacar esas bolsas, tomara algo de ellas como recompensa.
El nativo desconfiado como todos los de su estirpe, comprendió que algo no andaba bien por la insistencia del viejo. Con tristeza y visiblemente aterrados, encontraron el cuerpo del viejo cerca del pozo. Había sido brutalmente asesinado por los bandoleros.
Lo extraño de todo esto es que las bolsas de cuero jamás se hallaron por ningún lado,nunca se supo de ellas. Ignoraban que el viejo antes de ser victimado las arrojó al profundo pozo. El trágico suceso dio paso a la leyenda.
Los mineros de los dos pueblos, como otras personas que realizan su recorrido por este paraje, dicen que han visto a un anciano sentado en el brocal de ese pozo y les llama pidiéndoles ayuda.
Quienes conocen lo que ahí ocurrió se persignan y siguen de frente, otros que lo desconocen tratan de ayudarle porque cren que es un mendigo.
Les ha pedido a los que se atreven a acercársele, que deciendan a la noria, ya que su edad no se lo permite, y saquen las bolsas que se le cayeron accidentalmente. Les dice que en recompensa pueden llevarse algunas monedas.
Algunos de ellos jamás vuelven a salir. Al parecer son los desaparecidos de los que jamás se ha vuelto a saber de ellos. El porque jamás salen del pozo o desaparecen... Bueno...dicen... ‘‘Es porque la ambición les gana y al pretender quedarse con todo el oro el peso del mismo como de sus aviesas intenciones los hace sucumbir’’ .
Pero, siempre habrá alguoen que jamás sucumbirá ante la ambición y será quien al final disfrutará el tesoro. El será quien habrá de difundir su propia experiencia y de esa manera se conocerá la leyenda.
Será un humilde pastorcito, el lleva sus ovejas y cabras apastar en ese lugar. El sí entendió sin temor alguno el llamado del viejo. Como le vio muy demacrado y hambriento, le brinda parte del agua que lleva en el guaje y le ofrece una de las dos gorditas de maíz quebrado que tenía en su morral; eran su comida de todo el día.
El pastor acata la petición y desciende al profundo pozo y saca las talegas, se las entrega al viejo sin abrirlas . Este le dijo al pequeño que había sido asaltado por bandoleros y para esconder la paga de los mineros arrojó las bolsas a la noria. Jamás le dijo que había sido asesinado.
El pasrorcillo jamás se imaginó que las bolsas de cuero contenían monedas de oro y plata. De este pastorcito nadie da razón, ya que también desapareció. Hay quien dice que se le vio después en otros reales, pero muy cambiado. Se cree que el viejo Simón le correspondió generosamente por haber sido escuchado.
Sin embargo no todo termina ahí, todavía hay quien jura y perjura, que un viejecito se aparece en diciembre en el brocal del pozo del arroyo de La Joya pidiendo ayuda para sacar las bolsas de cuero que ahí se le cayeron.
Quienes conocen la leyenda se se persignan y siguen su camino, pero, que pasa con otros que la desconocen? Nos dicen que muchos han desaparecido por ese paraje, incluso han buscado sus restos en el profundo pozo sin encontrar absolutamente nada. Del viejo Simón y del teroro de La Joya, como que nada se ha vuelto a saber.
Es posible que todavía esté en ese sitio, pero para tratar de comprobarlo, esperemos hasta el mes de diciembre. (III).-El arroyo es conocido como De la Joya, se encuentra, junto con la noria, entre las poblaciones de Plateros y Fresnillo.
EL TESORO DE LA JOYA
Eran los años en que la minería se adentraba en una bonanza que atraía a cientos de aventureros y mercaderes de todas partes, Hasta de otros países. El oro y la plata, según los pregoneros, ‘‘se sacaba a flor de tierra’’. Lo que enseguida contaré, tal y como lo escuché hace mucho tiempo, ocurrió por el año de 1585. Precisamente cuando se trabajaba con verdadero fervor las recientenente descubiertas minas de San Demetrio y de Frenillo. Su incipiente producción alentaba a los mineros a seguir con las agotadoras y peligrosas jornadas para obtener la tan ansiada riqueza.
Eran los años en que la minería se adentraba en una bonanza que atraía a cientos de aventureros y mercaderes de todas partes, Hasta de otros países. El oro y la plata, según los pregoneros, ‘‘se sacaba a flor de tierra’’.
Lo que enseguida contaré, tal y como lo escuché hace mucho tiempo, ocurrió por el año de 1585. Precisamente cuando se trabajaba con verdadero fervor las recientenente descubiertas minas de San Demetrio y de Frenillo.
Su incipiente producción alentaba a los mineros a seguir con las agotadoras y peligrosas jornadas para obtener la tan ansiada riqueza.
En torno a las minas, los trabajadores hacían correr como caudalosos riachuelos, las casi obligadas y avebturadas historias, ya fueran mito o realidad, pero...esta es una de ellas: Un empleado de mucha confianza de los propietarios de minas, de nombre Simón, era el encargado de llevar las talegas cargadas con monedas de oro y plata, para pagar sus jornales a los trabajadores de minas.
Durante años cumplió fiel y devotamente su misión. Sin embargo un día desapareció. Varios días después de su angustiante desaparición, su cuerpo sin vida fue encontrado cerca del arroyo conocido como la joya (III). El hombre de todas las confianzas de los dueños de las haciendas de beneficio de San Demetrio y de Las Minas del Fresnillo, Simón el viejo, fue asaltado y muerto por bandoleros que mantenían asolados los fundos y villorrios.
Ese día era muy especial, los mineros esperaban aemocionados su paga para reunirse con los suyos. Sin embargo no ocurrió así...Simón el viejo jamás cumpliría con su misión, jamás regresaría. Pero...¿dondé quedaron las talegas con el oro y la plata?. Los abitantes de los dos pueblos comentaban con tristeza: ‘‘Simón jamás llegó a la hacienda de beneficio de Don Francisco Ruiz de Guzmán’’, un próspero minero avecindado en el Fresnillo.
A él debería de entregar las talegas con la paga para los trabajadores de las minas y haciendas. Desde que se supo de su desaparición se temía lo peor por la presencia de los bandoleros y de los temibles guachichiles que merodeaban la región cometiendo infinidad de tropelías. Claro que se le buscó de manera desesperada por los alrededores, un grupo de gente armada iba al frente, eran de las tropas acantonadas en el presidio del Fresnillo.
Fueron varios los santos días que la patrulla de soldados y voluntarios andaban de un lado a otro, se iban por las sierras del oriente, luego por la Bufa y hasta San Martín. Lamentablemente no encontraban rastro alguno que les pudiera llevar a la localización del desaparecido. Fue hasta uno de los atardeceres cuando un indito que iba a San Demetrio cruzando por el arroyo de la Olla alcanzó a ver a Simón.
Este le llamaba angustiosamente, le pedía ayuda. Como el indígena no sabía nada de la desaparición del viejo, pues se le acerco sin temor alguno, Simón se encontraba sentado en el brocal del pozo. El viejo, diría después el espantado indito...’’ me llamaba desesperadamente, me pedía que le ayudara a sacar del pozo unas bolsas de cuero que se le había caído y que por su edad no podía bajar...’’ Me ofreció decía el indito ‘‘que si le ayudaba a sacar esas bolsas, tomara algo de ellas como recompensa.
El nativo desconfiado como todos los de su estirpe, comprendió que algo no andaba bien por la insistencia del viejo. Con tristeza y visiblemente aterrados, encontraron el cuerpo del viejo cerca del pozo. Había sido brutalmente asesinado por los bandoleros.
Lo extraño de todo esto es que las bolsas de cuero jamás se hallaron por ningún lado,nunca se supo de ellas. Ignoraban que el viejo antes de ser victimado las arrojó al profundo pozo. El trágico suceso dio paso a la leyenda.
Los mineros de los dos pueblos, como otras personas que realizan su recorrido por este paraje, dicen que han visto a un anciano sentado en el brocal de ese pozo y les llama pidiéndoles ayuda.
Quienes conocen lo que ahí ocurrió se persignan y siguen de frente, otros que lo desconocen tratan de ayudarle porque cren que es un mendigo.
Les ha pedido a los que se atreven a acercársele, que deciendan a la noria, ya que su edad no se lo permite, y saquen las bolsas que se le cayeron accidentalmente. Les dice que en recompensa pueden llevarse algunas monedas.
Algunos de ellos jamás vuelven a salir. Al parecer son los desaparecidos de los que jamás se ha vuelto a saber de ellos. El porque jamás salen del pozo o desaparecen... Bueno...dicen... ‘‘Es porque la ambición les gana y al pretender quedarse con todo el oro el peso del mismo como de sus aviesas intenciones los hace sucumbir’’ .
Pero, siempre habrá alguoen que jamás sucumbirá ante la ambición y será quien al final disfrutará el tesoro. El será quien habrá de difundir su propia experiencia y de esa manera se conocerá la leyenda.
Será un humilde pastorcito, el lleva sus ovejas y cabras apastar en ese lugar. El sí entendió sin temor alguno el llamado del viejo. Como le vio muy demacrado y hambriento, le brinda parte del agua que lleva en el guaje y le ofrece una de las dos gorditas de maíz quebrado que tenía en su morral; eran su comida de todo el día.
El pastor acata la petición y desciende al profundo pozo y saca las talegas, se las entrega al viejo sin abrirlas . Este le dijo al pequeño que había sido asaltado por bandoleros y para esconder la paga de los mineros arrojó las bolsas a la noria. Jamás le dijo que había sido asesinado.
El pasrorcillo jamás se imaginó que las bolsas de cuero contenían monedas de oro y plata. De este pastorcito nadie da razón, ya que también desapareció. Hay quien dice que se le vio después en otros reales, pero muy cambiado. Se cree que el viejo Simón le correspondió generosamente por haber sido escuchado.
Sin embargo no todo termina ahí, todavía hay quien jura y perjura, que un viejecito se aparece en diciembre en el brocal del pozo del arroyo de La Joya pidiendo ayuda para sacar las bolsas de cuero que ahí se le cayeron.
Quienes conocen la leyenda se se persignan y siguen su camino, pero, que pasa con otros que la desconocen? Nos dicen que muchos han desaparecido por ese paraje, incluso han buscado sus restos en el profundo pozo sin encontrar absolutamente nada. Del viejo Simón y del teroro de La Joya, como que nada se ha vuelto a saber.
Es posible que todavía esté en ese sitio, pero para tratar de comprobarlo, esperemos hasta el mes de diciembre. (III).-El arroyo es conocido como De la Joya, se encuentra, junto con la noria, entre las poblaciones de Plateros y Fresnillo.
- Jose Elizalde VallesIdentidad Certificada
- Cantidad de envíos : 431
Edad : 63
Localización : Chula Vista , Ca oriundo de Culiacan , Sinaloa y el de la foto avatar soy yo
Frase Célebre : Mi tesoro? Mi familia. Porque la vida es tan corta que tenemos que disfrutarla al maximo y sonreirle,vamonos a escarbar.
Fecha de inscripción : 21/12/2007
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Re: Tesoro de la Joya
Lun 08 Feb 2010, 11:52 pm
EL TESORO DEL CERRO DEL XOCONOSTLE
En las cercanías de Fresnillo, a un par de leguas hacia el norte, se localiza un conjunto de cerros de regular altura. Uno de ellos llama la atención por la flora y fauna existentes, no es nada conocido en los alrededores. Se le conoce entre los lugareños como el Cerro del Xoconostle, también Cerro Gordo. (I) Lo que enseguida trataré de explicar, al parecer ocurrió en tiempos en que este poblado era conocido como Real de Minas del Fresnillo, en el siglo XVII para ser más exactos.
Fue cuando el beneficio de la plata alcanzaba otros derroteros que convertían al Fresnillo en un lugar que ofrecía infinidad de oportunidades para enriquecerse tanto para mineros como para comerciantes, hasta aventureros que provenían de distintos países y de la región.
El Real de Minas del Fresnillo producía plata principalmente, aunque también oro, pero en cantidades menores.
Estas riquezas fundidas en lingotes, eran transportadas en carromatos tirados por bueyes. Transitaban fuertemente custodiados por el camino real hasta llegar a la ciudad de Zacatecas donde se depositaban en la Caja Real.
De ahí se enviaba a España. Pero parte de la producción se quedaba en Fresnillo, con los ricos mineros y uno que otro mercader. Estas riquezas atraían poderosamente a mineros con menos suerte, así como a bandoleros que mantenían asolados a los poblados de la región por sus frecuentes correrías. Para evitar que los asaltos, robos y crímenes pudieran arrebatar los lingotes de plata y oro a sus propietarios, se recurría a las fuerzas armadas que a su cargo tenían el resguardo real y que se encontraban acuartelados en el Presidio o Cantón Militar (ahora Presidencia Municipal).
Lo anterior de hecho no ofrecía seguridad alguna a los pobladores y se buscó otra manera de proteger tales tesoros. Precisamente para estar más seguros de que las riquezas que extraían de las entrañas de las minas se mantuvieran mejor resguardadas, se decidieron a esconderlas en cuevas que nadie conociera. Se determinó que fueran las que se localizan en el Cerro del Xoconostle. A ese lugar de hecho nadie se acercaba porque era un cerro muy extraño, del cual decían los lugareños, habitaba el diablo.
Decían lo anterior porque de esas cuevas se despedia un penetrante y asfixiante olor, incluso ninguna hierba crecía. Dominaba el páramo matorrales y maleza espinosa que brotaba de la tierra de color negro. Este cerro, según los antiguos, fue hace miles de años chimenea del Volcán de Colima, por ese se encuentra gran cantidad de ceniza de color negro.
Además los arbustos que allí crecen son de una especie sumamente rara y de horrible apariencia. Los lagartos y serpientes que ahí abundan, son oscuras y de piel escamosa y de horripilante figura que ahuyenta a curiosos. Esto fue tomado en cuenta por los mineros para ocultar sus fortunas. Creían que el temor al diablo que suponían habitaba esas cuevas, nadie se atrevería a incursionar en ellas, mucho menos en etratar de llevarse el tesoro de los mineros.
Pasaron los años y la gente empezó a olvidar lo que en el cerro se había depositado. Los mineros y mercaderes también y al parecer todo quedó en el olvido. Trascurrieron los años y pocos en verdad recordaban ese pasaje de nuestras tradiciones y se llega a mediados del siglo XX.
Fue en tiempos cuando se construía la Carretera Panamericana o Cristóbal Colón (II), y que pasa a escasos metros del Cerro Gordo. En ese lugar empezaron a ocurrir extraños fenómenos que los trabajadores no sabían a que se debían, pero los atemorizaban cada vez que se acercaban a las cuevas que permanecían ocultas en el exuberante follaje.
Decían cada vez que se adentraban por el cerro a cortar leña para calentar sus alimentos o encender fogatas en la noche al acampar en ese sitio, escuchaban ruidos extraños que salían como de abajo del pedregoso terreno.
Luego empezaba a salir humo negro muy espeso que atemorizaba a los obreros porque apenas podían respirar. Muchos de ellos enfermaron, otros prefirieron abandonar el trabajo.
Resulta que cerca del Cerro Gordo habitaba un humilde pastor que cuidaba su modesto rebaño de cabras, el fue quien explicó a los trabajadores de la carretera lo que en el cerro había. Les dijo que el diablo habitaba en ellas y que cuidaba un tesoro que dejaron los mineros españoles hacia muchos años.
El diablo, según el pastor, le había dicho que el tesoro sería de quien se lo llevara cuando el no estubiera en la cueva, al regresar y al ver que no se habían llevado el oro y la plata, se quedarían con él en su lúgubre morada.
El pastorcillo explicaba que él conoció al diablo cuando una de sus cabras se internó en el monte y fue a caer en una de las cuevas, cuando intentaba rescatarla se le apareció el curro, así le llamaban a lucifer, y le dijo del tesoro.
Asegura que él lo vio pero que no trató de llevarse nada. Incluso vuelve a asegurar que el diablo se retira de la cueva cada Viernes Santo, y es cuando se puede llegar ella, ya que aparece a la vista de todos. Desde entonces los buscadores de tesoros, que por cierto son incontables, han pretendido evadir la presencia del maligno, y acuden cada viernes santo al cerro para tratrar de llegar a la cueva y sacar el tesoro antes de las tres de la tarde, que viene siendo la hora en que Cristo murió en la Cruz.
Pero, ninguno de ellos ha logrado saciar sus ambiciones, según eso porque pretenden llevarse todo y por la premura del tiempo al final de cuentas nada obtienen y optan por emprender la huida, regresan con las manos vacías.
La cueva durante todo el año no es visible, solamente unas cuantas horas o minutos del Viernes Santo. (I).- Como referencia, en la cañada que se localiza entre los mencionados cerros, en la actualidad es el sitio donde se encuentran los desperdicios o basura que se genera en la población.
Es el tiradero municipal o relleno sanitario. (II).-La carretera Panamericana o Cristóbal Colón, es conocida también como la número 45 (Nota).-El cerro y cuevas existen,pero estas pocos las han visto de cerca. El extraño follaje también sobresale como la ceniza volcánica. A todo esto: ¿ Se atrevería Ud. a incursionar en ese sitio?
En las cercanías de Fresnillo, a un par de leguas hacia el norte, se localiza un conjunto de cerros de regular altura. Uno de ellos llama la atención por la flora y fauna existentes, no es nada conocido en los alrededores. Se le conoce entre los lugareños como el Cerro del Xoconostle, también Cerro Gordo. (I) Lo que enseguida trataré de explicar, al parecer ocurrió en tiempos en que este poblado era conocido como Real de Minas del Fresnillo, en el siglo XVII para ser más exactos.
Fue cuando el beneficio de la plata alcanzaba otros derroteros que convertían al Fresnillo en un lugar que ofrecía infinidad de oportunidades para enriquecerse tanto para mineros como para comerciantes, hasta aventureros que provenían de distintos países y de la región.
El Real de Minas del Fresnillo producía plata principalmente, aunque también oro, pero en cantidades menores.
Estas riquezas fundidas en lingotes, eran transportadas en carromatos tirados por bueyes. Transitaban fuertemente custodiados por el camino real hasta llegar a la ciudad de Zacatecas donde se depositaban en la Caja Real.
De ahí se enviaba a España. Pero parte de la producción se quedaba en Fresnillo, con los ricos mineros y uno que otro mercader. Estas riquezas atraían poderosamente a mineros con menos suerte, así como a bandoleros que mantenían asolados a los poblados de la región por sus frecuentes correrías. Para evitar que los asaltos, robos y crímenes pudieran arrebatar los lingotes de plata y oro a sus propietarios, se recurría a las fuerzas armadas que a su cargo tenían el resguardo real y que se encontraban acuartelados en el Presidio o Cantón Militar (ahora Presidencia Municipal).
Lo anterior de hecho no ofrecía seguridad alguna a los pobladores y se buscó otra manera de proteger tales tesoros. Precisamente para estar más seguros de que las riquezas que extraían de las entrañas de las minas se mantuvieran mejor resguardadas, se decidieron a esconderlas en cuevas que nadie conociera. Se determinó que fueran las que se localizan en el Cerro del Xoconostle. A ese lugar de hecho nadie se acercaba porque era un cerro muy extraño, del cual decían los lugareños, habitaba el diablo.
Decían lo anterior porque de esas cuevas se despedia un penetrante y asfixiante olor, incluso ninguna hierba crecía. Dominaba el páramo matorrales y maleza espinosa que brotaba de la tierra de color negro. Este cerro, según los antiguos, fue hace miles de años chimenea del Volcán de Colima, por ese se encuentra gran cantidad de ceniza de color negro.
Además los arbustos que allí crecen son de una especie sumamente rara y de horrible apariencia. Los lagartos y serpientes que ahí abundan, son oscuras y de piel escamosa y de horripilante figura que ahuyenta a curiosos. Esto fue tomado en cuenta por los mineros para ocultar sus fortunas. Creían que el temor al diablo que suponían habitaba esas cuevas, nadie se atrevería a incursionar en ellas, mucho menos en etratar de llevarse el tesoro de los mineros.
Pasaron los años y la gente empezó a olvidar lo que en el cerro se había depositado. Los mineros y mercaderes también y al parecer todo quedó en el olvido. Trascurrieron los años y pocos en verdad recordaban ese pasaje de nuestras tradiciones y se llega a mediados del siglo XX.
Fue en tiempos cuando se construía la Carretera Panamericana o Cristóbal Colón (II), y que pasa a escasos metros del Cerro Gordo. En ese lugar empezaron a ocurrir extraños fenómenos que los trabajadores no sabían a que se debían, pero los atemorizaban cada vez que se acercaban a las cuevas que permanecían ocultas en el exuberante follaje.
Decían cada vez que se adentraban por el cerro a cortar leña para calentar sus alimentos o encender fogatas en la noche al acampar en ese sitio, escuchaban ruidos extraños que salían como de abajo del pedregoso terreno.
Luego empezaba a salir humo negro muy espeso que atemorizaba a los obreros porque apenas podían respirar. Muchos de ellos enfermaron, otros prefirieron abandonar el trabajo.
Resulta que cerca del Cerro Gordo habitaba un humilde pastor que cuidaba su modesto rebaño de cabras, el fue quien explicó a los trabajadores de la carretera lo que en el cerro había. Les dijo que el diablo habitaba en ellas y que cuidaba un tesoro que dejaron los mineros españoles hacia muchos años.
El diablo, según el pastor, le había dicho que el tesoro sería de quien se lo llevara cuando el no estubiera en la cueva, al regresar y al ver que no se habían llevado el oro y la plata, se quedarían con él en su lúgubre morada.
El pastorcillo explicaba que él conoció al diablo cuando una de sus cabras se internó en el monte y fue a caer en una de las cuevas, cuando intentaba rescatarla se le apareció el curro, así le llamaban a lucifer, y le dijo del tesoro.
Asegura que él lo vio pero que no trató de llevarse nada. Incluso vuelve a asegurar que el diablo se retira de la cueva cada Viernes Santo, y es cuando se puede llegar ella, ya que aparece a la vista de todos. Desde entonces los buscadores de tesoros, que por cierto son incontables, han pretendido evadir la presencia del maligno, y acuden cada viernes santo al cerro para tratrar de llegar a la cueva y sacar el tesoro antes de las tres de la tarde, que viene siendo la hora en que Cristo murió en la Cruz.
Pero, ninguno de ellos ha logrado saciar sus ambiciones, según eso porque pretenden llevarse todo y por la premura del tiempo al final de cuentas nada obtienen y optan por emprender la huida, regresan con las manos vacías.
La cueva durante todo el año no es visible, solamente unas cuantas horas o minutos del Viernes Santo. (I).- Como referencia, en la cañada que se localiza entre los mencionados cerros, en la actualidad es el sitio donde se encuentran los desperdicios o basura que se genera en la población.
Es el tiradero municipal o relleno sanitario. (II).-La carretera Panamericana o Cristóbal Colón, es conocida también como la número 45 (Nota).-El cerro y cuevas existen,pero estas pocos las han visto de cerca. El extraño follaje también sobresale como la ceniza volcánica. A todo esto: ¿ Se atrevería Ud. a incursionar en ese sitio?
- ConstantineExperto del Foro
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Re: Tesoro de la Joya
Mar 09 Feb 2010, 7:20 am
Gracias por compartir Jose, muy interesantes estas historias.
Saludos
Cuidense
Saludos
Cuidense
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