- Pedro CantúAdmin
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300 historias sumergidas en costas veracruzanas.
Miér 02 Abr 2008, 8:41 am
La arqueología subacuática intenta rescatar cientos de barcos naufragados en aguas jarochas
Trescientas historias, sumergidas en las costas veracruzanas
Presentan documental del INAH en el Festival Internacional Afrocaribeño; hoy, clausura
MARIANA NORANDI ESPECIAL
El Caribe y las zonas portuarias cercanas a su entorno jugaron un papel muy importante durante los siglos XVI y XVII para todo el aparato comercial entre América y Europa. Pero en aquellos tiempos los barcos que navegaban por esas aguas corrían grandes peligros. Las fuertes tormentas y los continuos ataques de piratas provocaban que muchos navíos no llegaran a su destino, hundiéndose en el mar con sus riquezas e historias.
Con el nacimiento de la arqueología subacuática, en los años 60, los científicos empezaron a sumergirse en las profundidades del mar para rescatar esos pedazos de la historia de la humanidad e intentar develar algunos de sus misterios.
En el Festival Internacional Afrocaribeño hemos podido acercarnos a ese mundo mediante la conferencia de Pilar Luna, directora de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el documental realizado por esta institución, titulado Las historias sumergidas de Veracruz.
El puerto de Veracruz, entre los siglos XVI y XVIII, fue considerado el más importante de América. Esto provocaba que en las inmediaciones de sus aguas se desencadenaran numerosas batallas para defender las mercancías de los continuos saqueos. Por lo menos hasta 1897, estas costas fueron testigo de múltiples combates, convirtiéndose en campo de batalla contra franceses y estadunidenses.
Como consecuencia de estos acontecimientos históricos, se calcula que en las profundidades de las costas cercanas a Veracruz yacen más de 300 barcos hundidos que la arqueología subacuática intenta localizar. Esta rama de la arqueología, que en México nació en 1980, busca investigar, proteger y conservar los restos culturales sumergidos que dejaron nuestros antepasados, y para ello han desarrollado ciertas técnicas de exploración para favorecer los hallazgos porque, como dice el documental, "aceptar el desafío de encontrar un barco naufragado siglos atrás es como buscar una aguja en un pajar".
El trabajo hecho en México
En México este tipo de arqueología se propone explorar mares, ríos, lagos, lagunas y cenotes. Hasta este momento se han realizado temporadas de expedición en las costas de Campeche, Quintana Roo y Veracruz, y en los cenotes de Yucatán. En las costas veracruzanas los hallazgos más comunes han sido trozos de cerámica, botellas, anclas, obuses y cañones, aunque al tocar este tema con los veracruzanos, todos hacen referencia a las joyas del pescador.
Se trata de joyas prehispánicas que fueron halladas por un pescador en los años 70. Este intentó fundir las piezas para obtener su precio en oro, pero fue denunciado. No se sabe con certeza si llegó a fundir algunas de las piezas, pero resultó un antecedente para que el INAH creara el Departamento de Arqueología Subacuática, para velar por el patrimonio natural y cultural del fondo del mar. Actualmente las joyas del pescador se pueden apreciar en el Museo Nacional de Antropología e Historia, en la ciudad de México, y en el Museo del Baluarte de Santiago, en Veracruz.
Oliver Rebolledo es un estudiante de arqueología de la Universidad Veracruzana y uno de los futuros arqueólogos subacuáticos. Según cuenta, existen muy pocos arqueólogos subacuáticos en México, "porque a diferencia de otros países, no hay una dependencia que dé esa formación. En México, los que se dedican a esto son arqueólogos que bucean. En todo el país existen cuatro o cinco arqueólogos subacuáticos titulados.
En Veracruz había dos, pero ya no pueden bucear porque son mayores". Según Rebolledo, una vez que se realiza un hallazgo hay que emprender una investigación multidisciplinaria para valorar la pieza y su posible recuperación. "No todas las piezas se pueden sacar del agua, porque algunas han neutralizado su proceso de descomposición al entrar en contacto con el mar, y al extraerlas se deterioran. Cuando se hace una investigación subacuática, también se tiene que hacer un estudio biológico, porque por rescatar un cañón no se puede destrozar el patrimonio natural".
Si recuperar el patrimonio cultural sumergido representa un gran desafío para los arqueólogos, una cuestión urgente es acabar con el saqueo de los buceadores furtivos. Por eso, la arqueología subacuática plantea entre sus prioridades crear conciencia de preservación de este patrimonio amenazado, sin poner en riesgo la posibilidad de descubrir esos pasajes de nuestra historia que descansan, desde hace siglos, en la profundidad de los mares.
http://www.jornada.unam.mx/2003/07/27/06an1esp.php?origen=espectaculos.php&fly=2
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Trescientas historias, sumergidas en las costas veracruzanas
Presentan documental del INAH en el Festival Internacional Afrocaribeño; hoy, clausura
MARIANA NORANDI ESPECIAL
El Caribe y las zonas portuarias cercanas a su entorno jugaron un papel muy importante durante los siglos XVI y XVII para todo el aparato comercial entre América y Europa. Pero en aquellos tiempos los barcos que navegaban por esas aguas corrían grandes peligros. Las fuertes tormentas y los continuos ataques de piratas provocaban que muchos navíos no llegaran a su destino, hundiéndose en el mar con sus riquezas e historias.
Con el nacimiento de la arqueología subacuática, en los años 60, los científicos empezaron a sumergirse en las profundidades del mar para rescatar esos pedazos de la historia de la humanidad e intentar develar algunos de sus misterios.
En el Festival Internacional Afrocaribeño hemos podido acercarnos a ese mundo mediante la conferencia de Pilar Luna, directora de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el documental realizado por esta institución, titulado Las historias sumergidas de Veracruz.
El puerto de Veracruz, entre los siglos XVI y XVIII, fue considerado el más importante de América. Esto provocaba que en las inmediaciones de sus aguas se desencadenaran numerosas batallas para defender las mercancías de los continuos saqueos. Por lo menos hasta 1897, estas costas fueron testigo de múltiples combates, convirtiéndose en campo de batalla contra franceses y estadunidenses.
Como consecuencia de estos acontecimientos históricos, se calcula que en las profundidades de las costas cercanas a Veracruz yacen más de 300 barcos hundidos que la arqueología subacuática intenta localizar. Esta rama de la arqueología, que en México nació en 1980, busca investigar, proteger y conservar los restos culturales sumergidos que dejaron nuestros antepasados, y para ello han desarrollado ciertas técnicas de exploración para favorecer los hallazgos porque, como dice el documental, "aceptar el desafío de encontrar un barco naufragado siglos atrás es como buscar una aguja en un pajar".
El trabajo hecho en México
En México este tipo de arqueología se propone explorar mares, ríos, lagos, lagunas y cenotes. Hasta este momento se han realizado temporadas de expedición en las costas de Campeche, Quintana Roo y Veracruz, y en los cenotes de Yucatán. En las costas veracruzanas los hallazgos más comunes han sido trozos de cerámica, botellas, anclas, obuses y cañones, aunque al tocar este tema con los veracruzanos, todos hacen referencia a las joyas del pescador.
Se trata de joyas prehispánicas que fueron halladas por un pescador en los años 70. Este intentó fundir las piezas para obtener su precio en oro, pero fue denunciado. No se sabe con certeza si llegó a fundir algunas de las piezas, pero resultó un antecedente para que el INAH creara el Departamento de Arqueología Subacuática, para velar por el patrimonio natural y cultural del fondo del mar. Actualmente las joyas del pescador se pueden apreciar en el Museo Nacional de Antropología e Historia, en la ciudad de México, y en el Museo del Baluarte de Santiago, en Veracruz.
Oliver Rebolledo es un estudiante de arqueología de la Universidad Veracruzana y uno de los futuros arqueólogos subacuáticos. Según cuenta, existen muy pocos arqueólogos subacuáticos en México, "porque a diferencia de otros países, no hay una dependencia que dé esa formación. En México, los que se dedican a esto son arqueólogos que bucean. En todo el país existen cuatro o cinco arqueólogos subacuáticos titulados.
En Veracruz había dos, pero ya no pueden bucear porque son mayores". Según Rebolledo, una vez que se realiza un hallazgo hay que emprender una investigación multidisciplinaria para valorar la pieza y su posible recuperación. "No todas las piezas se pueden sacar del agua, porque algunas han neutralizado su proceso de descomposición al entrar en contacto con el mar, y al extraerlas se deterioran. Cuando se hace una investigación subacuática, también se tiene que hacer un estudio biológico, porque por rescatar un cañón no se puede destrozar el patrimonio natural".
Si recuperar el patrimonio cultural sumergido representa un gran desafío para los arqueólogos, una cuestión urgente es acabar con el saqueo de los buceadores furtivos. Por eso, la arqueología subacuática plantea entre sus prioridades crear conciencia de preservación de este patrimonio amenazado, sin poner en riesgo la posibilidad de descubrir esos pasajes de nuestra historia que descansan, desde hace siglos, en la profundidad de los mares.
http://www.jornada.unam.mx/2003/07/27/06an1esp.php?origen=espectaculos.php&fly=2
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