LA LEYENDA DEL EL DORADO
3 participantes
- hedamoColaborador ocasional
- Cantidad de envíos : 18
Edad : 46
Localización : colombia
Frase Célebre : Lo que era no es....lo que no era sera.
Fecha de inscripción : 24/04/2008
Puntos : 6099
LA LEYENDA DEL EL DORADO
Vie 14 Mayo 2010, 8:18 pm
La Leyenda de El Dorado
Aunque esta leyenda es de toda América del
Sur, y se lo ha ubicado en diversos sitios, sin hallarlo; una de las versiones
lo adjudica a los rituales celebrados por los indígenas en la laguna de
Guatavita.
La gente acudía allí a dejar ofrendas y
pedir favores. Las ofrendas en oro, esmeraldas y otras piedras semipreciosas,
eran ofrecidas a las aguas, después de ir en balsa hasta el centro de la
laguna, y allí realizaban ceremonias y arrojaban loas ofrendas.
Como hemos dicho, también el cacique
Guatavita, que se bañaba en la laguna que lleva su nombre, desnudo y
cubierto por resinas y polvo de oro; por lo que los españoles bautizaron a esa
provincia como El Dorado.
Dice Vicente Restrepo, en su libro "Los chibchas antes de la
conquista española", Bogotá, 1895:
De la laguna de Siecha se sacó una pieza
de oro: su forma era la de una balsa circular, de nueve y medio centímetros de
diámetro, sobre la cual estaban colocadas diez figuras humanas (Véase la figura
3). La principal, dos veces más alta que las demás, es un jefe guerrero de la
clase de los guechas, pues lleva en las mejillas, cerca de los labios, cuatro
canutillos de oro y dos más colgados al cuello; tiene en la mano izquierda una
tiradera y dos dardos; las demás están en cuclillas, apoyados los codos en las
rodillas: todas están desprovistas de arreos. Según la opinión del doctor Zerda
"esta pieza representa la ceremonia del Dorado; es decir, al cacique de
Guatabita rodeado de los sacerdotes indios sobre la balsa de juncos que los
conducía al centro de la laguna en el día de la oblación."
En la Elegía a la muerte de D. Sebastián de Belalcázar,
dice D. Juan de Castellanos:
...Belalcázar inquiría
Un indio forastero peregrino
Que en la ciudad de Quito residía,
Y de Bogotá dijo ser vecino,
Allí venido no sé por qué vía;
El cual habló con él, y certifica
Ser tierra de esmeraldas y oro rica.
Y entre las cosas que les encamina
Dijo de cierto rey, que sin vestido,
En balsas iba por una piscina
A hacer oblación según él vido,
Ungido todo bien de trementina,
Y encima cantidad de oro molido,
Desde los bajos pies hasta la frente,
Como rayo del sol resplandeciente.
Dijo más las venidas ser continas
Allí para hacer ofrecimientos
De joyas de oro y esmeraldas finas
Con otras piezas de sus ornamentos,
Y afirmando ser cosas fidedinas:
Los soldados alegres y contentos
Entonces le pusieron el Dorado....
Lo cual os vendo yo por cosa cierta."
Rodríguez Fresle fue amigo de D. Juan, cacique de Guatabita, sobrino y
sucesor del que hallaron los conquistadores en el gobierno cuando entraron a la
tierra de los Chibchas. Este se hallaba entonces retirado en unas cuevas,
practicando el ayuno de seis años a que estaba obligado el futuro señor del
cacicazgo. De boca de él supo Fresle cómo se practicaba por el nuevo cacique la
ceremonia del Dorado, que describe en los términos siguientes:
Cumplido el ayuno se metía en posesión del cacicazgo, y la primera jornada que
había de hacer era ir a la gran laguna de Guatabita a ofrecer y sacrificar al
Demonio, que tenían por su dios y señor. La ceremonia que en esto había era que
en aquella laguna se hacía una gran balsa de juncos, aderezábanla y adornábanla
todo lo más vistoso que podían; metían en ella cuatro braseros encendidos, en
que, desde luego; quemaban mucho moque y trementina con otros diversos
perfumes. Estaba en este tiempo la laguna en redondo, con ser muy grande, toda
coronada de infinidad de indios e indias, con mucha plumería, chagualas y
coronas de oro con infinitos fuegos a la redonda, y luego que en la balsa
comenzaba el sahumerio, lo encendían en tierra, en tal manera que el humo
impedía la luz del día. A este tiempo desnudaban al heredero en carnes vivas, y
lo untaban con una tierra pegajosa y lo espolvoreaban con oro en polvo molido,
de modo que iba todo cubierto de este metal. Metíanle en la balsa en la cual
iba parado, y a los pies le ponían un gran montón de oro y esmeraldas para que
ofreciese a su dios. Entraban con él en la balsa cuatro caciques, los más
principales, sujetos a él, muy aderezados de plumería, coronas de oro, brazales
y chagualas, y orejeras de oro también desnudos, y cada cual llevaba su
ofrecimiento. En partiendo la balsa de tierra comenzaban las cornetas, fotutos
y otros instrumentos, y con esto una gran vocería que atronaba los montes y
valles, y duraba hasta que la balsa llegaba al medio de la laguna, y los demás
caciques que iban con él y le acompañaban hacían lo propio; lo cual acabado,
abatían la bandera, que en todo el tiempo que gastaban en el ofrecimiento la
tenían levantada, y partiendo la balsa a tierra comenzaba la grita, gaitas y
fotutos con muy largos coros de bailes y danzas a su modo; con la cual
ceremonia recibían al nuevo electo y quedaba reconocido por señor y
príncipe."
- jhonniColaborador frecuente
- Cantidad de envíos : 24
Edad : 34
Localización : nariño
Frase Célebre : buscando buscando la casa se va llenando
Fecha de inscripción : 12/09/2009
Puntos : 5600
Re: LA LEYENDA DEL EL DORADO
Sáb 15 Mayo 2010, 3:23 pm
los misterios de los indigenas de colombia son muy buenos y sus tesoros tambien.
compañero estamos formando un grupo de buscadores de tesoros del foro de colombia y queria saber si estas interesado en unirte.
att: jhonni.
compañero estamos formando un grupo de buscadores de tesoros del foro de colombia y queria saber si estas interesado en unirte.
att: jhonni.
- RAUL MONTERO PRADOVoz de la Experiencia
- Cantidad de envíos : 112
Edad : 50
Localización : PERU
Frase Célebre : PON EN PRACTICA DE LO QUE PREDICAS
Fecha de inscripción : 06/04/2010
Puntos : 5531
Re: LA LEYENDA DEL EL DORADO
Lun 17 Mayo 2010, 9:58 am
"El Dorado" ¿era el Cuzco Imperial?
El historiador Raúl Porras sugería que El Dorado era Cusco, la capital imperial. Es posible que tuviera razón. Sólo tres soldados españoles la vieron en su estado virginal, Pedro Martín Bueno, Pedro Martín de Morguer y Juan de Zárate, a quienes envió el ambicioso capitán para despojarla con 300 guerreros kañaris enemigos. Sólo ellos conocieron la reluciente ciudad que encandiló sus ojos. Espléndida visión que duró poco. En seguida, sin darse tregua, comenzaron a arrancar las preciosas cenefas, listones y adornos de sus templos y palacios.
Francisco Pizarro llegó tarde, cuando la urbe estaba casi desnuda. Recibió parte del botín, mientras el resto viajaba en los galeones con el quinto del rey. El padre Bartolomé de las Casas vio los tablones de oro y se admiró de lo gruesos que eran, de la anchura de su dedo pulgar. El viejo capitán se quedó con una litera forrada de oro y cuajada de esmeraldas, donde estaba sentada la momia del gran Inca Pachacutec.
Los incansables buscadores de tesoros si fueran más realistas se preguntarían donde están los jardines de oro y plata del santuario del sol, el Korikancha. Al sufrir el saqueo de sus riquezas sacras la tradición dice que cientos de cusqueños se llevaron en una noche parte de las maravillas de sus jardines. Allí estaban, casi en su tamaño natural, reproducciones de cuanto había en el Tawantinsuyu, hombres, plantas, animales, templos, andenes, menaje y vituallas; ofrendas al Padre Sol, la Pachamama, madre tierra, la Mama Killa, madre luna, y otras energías y formas de la naturaleza. Los españoles y kañaris no se dieron abasto. Les falto manos para arrancar toda la paja de oro de los techos que destellaban a la luz del día.
El historiador Raúl Porras sugería que El Dorado era Cusco, la capital imperial. Es posible que tuviera razón. Sólo tres soldados españoles la vieron en su estado virginal, Pedro Martín Bueno, Pedro Martín de Morguer y Juan de Zárate, a quienes envió el ambicioso capitán para despojarla con 300 guerreros kañaris enemigos. Sólo ellos conocieron la reluciente ciudad que encandiló sus ojos. Espléndida visión que duró poco. En seguida, sin darse tregua, comenzaron a arrancar las preciosas cenefas, listones y adornos de sus templos y palacios.
Francisco Pizarro llegó tarde, cuando la urbe estaba casi desnuda. Recibió parte del botín, mientras el resto viajaba en los galeones con el quinto del rey. El padre Bartolomé de las Casas vio los tablones de oro y se admiró de lo gruesos que eran, de la anchura de su dedo pulgar. El viejo capitán se quedó con una litera forrada de oro y cuajada de esmeraldas, donde estaba sentada la momia del gran Inca Pachacutec.
Los incansables buscadores de tesoros si fueran más realistas se preguntarían donde están los jardines de oro y plata del santuario del sol, el Korikancha. Al sufrir el saqueo de sus riquezas sacras la tradición dice que cientos de cusqueños se llevaron en una noche parte de las maravillas de sus jardines. Allí estaban, casi en su tamaño natural, reproducciones de cuanto había en el Tawantinsuyu, hombres, plantas, animales, templos, andenes, menaje y vituallas; ofrendas al Padre Sol, la Pachamama, madre tierra, la Mama Killa, madre luna, y otras energías y formas de la naturaleza. Los españoles y kañaris no se dieron abasto. Les falto manos para arrancar toda la paja de oro de los techos que destellaban a la luz del día.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.