DURA PRUEBA

DE LAS HISTORIAS QUE ME HAN CONTADO ME ACORDE DE LA SIGUIENTE:

Se cuenta que en antiguo camino de perigrenaje en el tramo Encarnaciòn a San Juan de los Lagos, adelante de las Trojes, Jal., sucediò este acontecimiento: Cuatro lugareños, arrieros de ocupaciòn y muy unidos en admistad, un buen dìa decidieron tomar un descanso a la vera del camino, donde conocìan habìa un ojo de agua del cual se rumoraban algunas leyendas de que contenìa dentro de sus aguas un gran tesoro.

Una vez acampados y como por descuido, con el pretexto de ir abeber agua, uno a uno fueron llegando a donde se hallaba el famoso ojo de agua donde los cuatro coincidieron estàticos y fascinados al no creer lo que se desdibujaba al interior del manto acuìfero, reverberando por los rayos solares en mùltiples colores por la caìda directa desde el zenit hacia aquellas ondinas y transparentes aguas del remanso.

En efecto, no daban crèdito a lo que tenìan a la vista: en el fondo refulguraban contra los traviesos rayos del sol, un sinfìn de monedas de diferentes acuñaciones y colores. Se miraron uno a otros sonriendo con una mueca estraña en los labios y lentamente en silencio, se fueron retirando hacia el improvisado campamento.

Cuando se alejaron, ninguno se percatò que entre aquellas aguas cristalinas, donde antes habìan visto las monedas de oro y plata, ahora se dibujaba siniestramente una horrirpilante calavera, que danzaba macabramente al vaivèn de las ondulaciones propias de aquel ojo de agua.

Se reunieron alrededor de la improvisada fogata, preparàndose para compartir los alimentos, cavilando cada uno sobre lo que acababan de presenciar y hurganado planes maquiavèlicos para apoderarse de tan brillante tesoro.

¡Eah!, necesitamos organizarnos para las faenas y disfrutar de un delicioso bocado. Hablò el que llevaba la voz cantante del grupo. Tù Juan, vète a traer la leña que sea suficiente y apropiada..., tù Jorge, vè a cazar cuàntas liebres puedas.... y tù Javier atiende a los caballos y tènlos listos para cuando nos vayamos. Yo, por mi parte, irè preparando los ingredientes y fregarè los trastos para allegarnos de un suculento banquete.

Cada uno se retirò a cumplir con sus deberes asignados sin chistar y en su mente se hacìa fija una sola idea: ¿COMO QUEDARSE CON EL TESORO SIN TENER QUE COMPARTIRLO?. Las encomiendas fueron cumplidas al pie de la letra y todos se dispusieron a tomar los sagrados alimentos entre risas y comentarios burlones de los ùltimos acontecimientos acaecidos en el pueblo del cual procedìan.

El primero en caer fue Jacinto, el Jefe, quien con el pretexto de ir a tirar el agua, se alejò hacia donde estaban los caballos, dàndose cuenta de que sòlo habìa uno listo para ser montado. No sintiò venir la muerte al ser apuñalado por la espalda. Tras èl, siguiò su heridor Juan, quien recibiò un balazo en la cabeza por parte de Jorge y que ahora se encaraba con un sorprendido Javier, que no pudo madrugarlo y ahora vacilaba aterrado con la pistola en la mano temblorosa. Cayò fulminado por un certero disparo al corazòn, mientras el suyo se perdìa en la lotananza del monte abrupto y solitario.

Jorge se hizo de las alforjas de lona y se deslizò dentro de las aguas de aquel vertedero natural, realizando el àrdua tarea de sacar aquel codiciado tesoro y depositarlos en las alforjas de lona que habìa acercado exprofeso. Buscò luego ansioso a la bestia que pacìa tranquilamente atada a unos arbustos y acercò hasta allì su valioso cargamento. Inesperadamente comenzò a retorcerse de atroz dolor y cayò vertiginosamente golpeàndose en el suelo rocoso: eran los estragos del mortal veneno que Jacinto habìa vertido en la comida para matar lenta pero infaliblemente a sus amigos y quedarse el solo con el tesoro.

A la mañana siguiente atinò a pasar por ahì un humilde campesino que se dirijìa habitualmente a su campo de labranza. Hallò esparcidos por el suelo los cuatro cadàveres, encontrò al caballo aùn atado y listo para ser montado y cerca de èl, aquellas alforjas de lona que contenìan aquel tesoro causante de la tragedia.

Sin pensarlo dos veces, y una vez que se cerciorò de que nadie lo veìa, cargò aquellas alforjas de lona repletas de las monedas de oro y plata sobre el lomo del caballo y montando en èl, se perdiò por los senderos del monte agreste canturreando una cancioncilla de puro gusto y placer.



Eso es todo...... nòtese el estilacho y la crema puesta a los tacos en la narrativa surgida para darle vida y color al susodicho suceso que me contaron ya hace tiempo.

Un cordial saludo.......... Aficionado Tesorista de Aguascalientes.

Saludos Salvador, esta buena la historia, como decimos por acá.

Unos son los que corren la libre y otro es el que la alcanza.

Excelente historia mi Salvador, que bueno leerte mas seguido por el foro.


Saludos.

muy buena historia, lo q el dinero puede hacer cuando existe la avaricia, y como dicen "aguas con la pala"
saludos

las trojes? no las ubico, estoy algo familiarizado por la zona, esta por la carretera de san sebastian o por la de santa maria trasportina? hubicame, de cualquier forma muy buena historia, ... moraleja ; "dime con quien andas y te dire como acabas"

¡Hola que tal!, Un saludo a todos los Foristas.... Gracias a Guruainur, Pachito!, Daniel García y Egodinezh por sus comentarios. Egodinezh, como notarás es una historia relatada ya hace mucho tiempo con sus consiguientes a segunes, aumentos, inventiva e imaginación que la convierten en eso, precisamente, una bonita historia. Por lo demás, ¿cómo ubicar Las Trojes en un camino de perigrenaje que recorría año con año aún sin manda, siempre de noche en mis años mozos. Sólo recuerdo que de La Chona, seguía Las 3 Marías, luego Trujillos, más adelante los Callejones de Galindo, enseguida Las Trojes, para luego llegar al crucero de la Carretera León y de ahí a San Juan de Los Lagos. Bueno, espero esa referencia te sea de utilidad. Un cordial Saludo desde la Tierra de la Gente Buena. Aficionado Tesorista de Aguascalientes.