Un tesoro de Honduras
Lun 27 Dic 2010, 5:24 pm
El tesoro del señor Miravalle
Don Esteban Shonder Enamorado buscador de oro y explorador de nacionalidad alemana descubrió en una de sus investigaciones en el departamento de Santa Bárbara en una humilde casa campesina abandonada, una cruz de oro macizo que pesaba 16 libras, enterrado bajo la cruz había una maleta de cuero tan duro como la madera por la acción del tiempo, al abrirla encontró un testamento, arreglo las cosas encontradas y bajó de la montaña rumbo a su caballo.
Durante muchos años nadie supo de aquel hallazgo, la cruz y testamento estuvieron guardados celosamente por don Esteban Shonder el famoso “guiris”, nombre con el que se conoce en tierra adentro a los buscadores de oro. Con el correr del tiempo, un nieto de don Esteban que posiblemente ya había fallecido, encontró la cruz cubierta con una especie de velo verde, el muchacho era adicto a las bebidas alcohólicas. Una mañana se encontraba sin dinero para seguir bebiendo y decidió empeñar aquella pesada cruz que el creyó de bronce o cobre, junto con la maleta que contenía el testamento se fue a un expendio de aguardiente y sin saber el valor de aquél pesado objeto lo empeño por la cantidad de diez lempiras, entregando al dueño del establecimiento la cruz y la maleta con el testamento.
Un personaje de la ciudad de San Pedro Sula que pasó por el expendio, se tomo un par de tragos y al ver la cruz colocada en un rincón pidió al estanquero que le mostrara y al descubrir que se trataba de oro macizo se la compró por quinientos lempiras y no quiso llevarse la maleta.
Cuentan que esa cruz en cierta oportunidad la tuvo en sus manos el doctor Ramón Villeda Morales ex-presidente de Honduras fallecido en Washington de un ataque al corazón cuando era representante de nuestro país ante las Naciones Unidas.
Siguió el tiempo su marcha inexorable y la carrera que conduce a Atima, pintoresco poblado de Santa Bárbara, se fue deteriorando poco a poco, se solicito ayuda al gobierno para su reparación y fue enviada maquinaria necesaria para cumplir con las peticiones del pueblo. Uno de los tractoristas se dio cuenta que la cuchilla de su máquina había tropezado con algo metálico y se bajó a ver de que se trataba y menuda fue su sorpresa al encontrar una aljaba que contenía 150 monedas antiguas, algunas las regalo a sus amigos y las otras las vendió. Se trataba de los famosos pelucones o sea la moneda que llevaba la figura del rey de España que según se dice era pelón y usaba una peluca, de ahí el nombre de “pelucones”. Aquél hallazgo despertó la curiosidad de muchas personas que fueron a la zona donde realizaban su trabajo los tractores del gobierno pero nunca encontraron nada. No sabemos como llegó a manos del señor Rodrigo Sabillón el testamento encontrado por el alemán Shonder, en ese tiempo don Rodrigo era gobernador político de Santa Bárbara, dicho testamento está escrito sobre cuero y era la clave para encontrar un inmenso tesoro, así lo hizo saber a sus amigos el abogado Elmer Enamorado, al licenciado Fernando Montes actual magistrado del Tribunal de Cuentas, a don Mario Figueroa asesor del soberano Congreso Nacional y el abogado Fernandino Sánchez. Los amigos leyeron con una lupa el famoso testamento que adjuntamos en las siguiente páginas y que podrán leer con el uso de una lupa.
“Yo Monseñor Tolentino Miravalle y Veira, natural de la provincia de Pontevedra, nombrado por su majestad recaudador de diezmos mayores y menos de Nueva España, quien manifiesto en acto de última voluntad, que obtuve por malas artes una inmensa riqueza. 17 mil piezas de oro, 12 mil doblones de oro español, 19 mil centenarios de oro español, 13 mil luises de oro, 14 mil pelucones de oro, 9 mil rubíes australianos, 500 turquesas de tamaño regular, una horquilla de oro, una diadema recamada de pedrería finísima de oro, una cruz de oro, tres vasos sagrados de oro y por ultimo un anillo sacerdotal, todas estas monedas y piedras preciosas han sido colocadas en un cofre de metal y sellados con armas del Santo Oficio para que sean juntados sin sacrilegio de rufianes. En cuanto a estos cofres forman además 700 lingotes con mi apellido y jerarquía”.
Mas adelante el testamento habla de Pablo Mazariegos y otros de sus fieles servidores a los que asesinó para guardar el secreto. En el mismo documentos hay varias peticiones que deben ser cumplidas para poder encontrar el tesoro exigiendo su fiel cumplimientos pues de lo contrario vendrían maldiciones y enfermedades contra los violadores de su última voluntad. Fue así que los profesionales arriba mencionados dispusieron seguir al pie de la letra lo indicado por Tolentino Miravalle. Mandaron oficiar 21 misas cantadas y repicadas en la canta iglesia catedral de Comayagua en memoria del mismo Tolentino y de los que fueron inmolados para guardar el secreto. –Oigan– dijo Fernandino –aquí hay algo que será muy difícil de cumplir. Hay que caminar de rodillas desde la ciudad de Comayagua hasta el municipio de Taulabé... unos cuarenta kilómetros más o menos.
El licenciado Fernando Montes tuvo una idea que comunicó a sus compañeros: –Tengo una idea muchachos... es materialmente imposible llegar a Taulabé desde Comayagua de rodillas ¿Por qué no nos vamos de rodilla montados en un vehículo hasta llegar al destino que pide monseñor Tolentino?
La idea se llevó a cabo y posteriormente rezaron 50 rosarios en la montaña santabarbarense donde presuntamente fue encontrado el testamento. Pidieron detectores de metales a los Estados Unidos y dieron inicio a las excavaciones, excavaron más o menos unas doscientas horas turnándose, estaban seguros que estaban en el lugar correcto. Como siempre hay un pelo en la sopa, la actividad de aquellos hombres que llegaban por las tardes a la montaña con procedencia de Tegucigalpa, despertó sospecha entre los vecinos, asegurando que aquel grupo junto con algunos cafetaleros de Santa Bárbara estaban conspirando para derrocar al gobierno que presidía el doctor Roberto Suazo Córdoba. Aquellos chismes y sospechas provocaron la cancelación del nombramiento del licenciado Montes como director del Instituto Hondureño del Café, a Elmer Enamorado el nombramiento de Consejo de Finanzas de la alcaldía de Tegucigalpa y entre ellos bromas dijeron que aquello era parte de la maldición que aparecía en el testamento.
Un lunes por la mañana los buscadores que residían en la capital recibieron un aviso del gobernador político de Santa Bárbara Rodrigo Sabillón:
“Quiero comunicarles que el detector de metales señala una inmensa masa de metal y me atrevo a decirles que el tesoro es nuestro. Vénganse de inmediato”.
Los cuatros amigos iniciaron la excavación donde el detector señalaba la presencia de metal en grandes cantidades, ya no importaba as ampollas y los cayos de las manos, el tesoro estaba ahí, serían inmensamente ricos, de pronto se produjo un sonido metálico.
–Es uno de los cofres, estoy seguro... ¡ES UNO DE LOS COFRES!
Pero se llevaron una inmensa decepción, habían encontrado un viejo trapiche de hierro herrumbrado por el paso del tiempo y por la exposición a los elementos naturales.
Posiblemente don Esteban Shonder un hombre solitario y desconfiado no dijo exactamente el lugar de la montaña donde encontró el testamento, él sabía que no podía cumplir con todos los requisitos que exigía ó quizás abrigo la esperanza de poder hacerlo más adelante. A partir de aquél año de 1981 se despertó en muchas personas la desmedida ambición de encontrar el famoso tesoro que, según los expertos, a estas alturas tiene un valor de varios miles de millones de dólares.
Una noche, según cuentan en Santa Bárbara, una pareja de campesinos caminaba rumbo a la comunidad de Atima escuchando ruido de caballos en sentido contrario.
–Oiga Pantaleón... como que vienen unos montados.
–¿No serán esos de la policía?
–Andan en patrulla... yo vide el otro diya quia garraron al hijo de mi compa Emilio porque le gusta meter las cinco.
–Tonces esos son los de la patrulla quiandan buscando ladrones.
–Shhh cállese que se acercan los montados.
En efecto varios hombres montados a caballo y llevando mulas cargadas se encontraron con los campesinos.
–Buenas noches señores.
–Ji ji ji... si es un pagresito Marilla... Guenas siñor cura.
–Muy guenas pagresito que les vaya bien.
–¿Vido Marilla... vido? Llevan unas mulas hasta agachaditas por el peso les han encaramado.
–Si Pantaleón y esos hombres se visten diótro modo ¿Los vido Pantaleón, los vido?
–Mejor vámonos lijeríto mujer que me dio frillo ver a esos hombres.
Cuentan que en Atima Pantaleón y María enfermaron de gravedad repentinamente, él murió tres semanas después de haber visto el fantasma de monseñor Tolentino Miravalle y ella murió un mes después. Por todo lo relatado se comenta que monseñor Tolentino había robado aquella inmensa riqueza que había recaudado dentro y fuera de España porque los pelucones no circulaban en el nuevo mundo por su alto valor adquisitivo. El licenciado Fernando Montes logró conseguir posteriormente uno de los pelucones que encontró el tractorista y lo conserva en un lugar especial.
Todo lo aquí narrado es atentamente cierto. Con una lupa pueden leer parte del testamento pero no se atrevan a buscarlo pues aseguran que nunca será encontrado, ahí hay maldición.
http://www.angelfire.com/ca5/mas/cuentos/cue16.html
Don Esteban Shonder Enamorado buscador de oro y explorador de nacionalidad alemana descubrió en una de sus investigaciones en el departamento de Santa Bárbara en una humilde casa campesina abandonada, una cruz de oro macizo que pesaba 16 libras, enterrado bajo la cruz había una maleta de cuero tan duro como la madera por la acción del tiempo, al abrirla encontró un testamento, arreglo las cosas encontradas y bajó de la montaña rumbo a su caballo.
Durante muchos años nadie supo de aquel hallazgo, la cruz y testamento estuvieron guardados celosamente por don Esteban Shonder el famoso “guiris”, nombre con el que se conoce en tierra adentro a los buscadores de oro. Con el correr del tiempo, un nieto de don Esteban que posiblemente ya había fallecido, encontró la cruz cubierta con una especie de velo verde, el muchacho era adicto a las bebidas alcohólicas. Una mañana se encontraba sin dinero para seguir bebiendo y decidió empeñar aquella pesada cruz que el creyó de bronce o cobre, junto con la maleta que contenía el testamento se fue a un expendio de aguardiente y sin saber el valor de aquél pesado objeto lo empeño por la cantidad de diez lempiras, entregando al dueño del establecimiento la cruz y la maleta con el testamento.
Un personaje de la ciudad de San Pedro Sula que pasó por el expendio, se tomo un par de tragos y al ver la cruz colocada en un rincón pidió al estanquero que le mostrara y al descubrir que se trataba de oro macizo se la compró por quinientos lempiras y no quiso llevarse la maleta.
Cuentan que esa cruz en cierta oportunidad la tuvo en sus manos el doctor Ramón Villeda Morales ex-presidente de Honduras fallecido en Washington de un ataque al corazón cuando era representante de nuestro país ante las Naciones Unidas.
Siguió el tiempo su marcha inexorable y la carrera que conduce a Atima, pintoresco poblado de Santa Bárbara, se fue deteriorando poco a poco, se solicito ayuda al gobierno para su reparación y fue enviada maquinaria necesaria para cumplir con las peticiones del pueblo. Uno de los tractoristas se dio cuenta que la cuchilla de su máquina había tropezado con algo metálico y se bajó a ver de que se trataba y menuda fue su sorpresa al encontrar una aljaba que contenía 150 monedas antiguas, algunas las regalo a sus amigos y las otras las vendió. Se trataba de los famosos pelucones o sea la moneda que llevaba la figura del rey de España que según se dice era pelón y usaba una peluca, de ahí el nombre de “pelucones”. Aquél hallazgo despertó la curiosidad de muchas personas que fueron a la zona donde realizaban su trabajo los tractores del gobierno pero nunca encontraron nada. No sabemos como llegó a manos del señor Rodrigo Sabillón el testamento encontrado por el alemán Shonder, en ese tiempo don Rodrigo era gobernador político de Santa Bárbara, dicho testamento está escrito sobre cuero y era la clave para encontrar un inmenso tesoro, así lo hizo saber a sus amigos el abogado Elmer Enamorado, al licenciado Fernando Montes actual magistrado del Tribunal de Cuentas, a don Mario Figueroa asesor del soberano Congreso Nacional y el abogado Fernandino Sánchez. Los amigos leyeron con una lupa el famoso testamento que adjuntamos en las siguiente páginas y que podrán leer con el uso de una lupa.
“Yo Monseñor Tolentino Miravalle y Veira, natural de la provincia de Pontevedra, nombrado por su majestad recaudador de diezmos mayores y menos de Nueva España, quien manifiesto en acto de última voluntad, que obtuve por malas artes una inmensa riqueza. 17 mil piezas de oro, 12 mil doblones de oro español, 19 mil centenarios de oro español, 13 mil luises de oro, 14 mil pelucones de oro, 9 mil rubíes australianos, 500 turquesas de tamaño regular, una horquilla de oro, una diadema recamada de pedrería finísima de oro, una cruz de oro, tres vasos sagrados de oro y por ultimo un anillo sacerdotal, todas estas monedas y piedras preciosas han sido colocadas en un cofre de metal y sellados con armas del Santo Oficio para que sean juntados sin sacrilegio de rufianes. En cuanto a estos cofres forman además 700 lingotes con mi apellido y jerarquía”.
Mas adelante el testamento habla de Pablo Mazariegos y otros de sus fieles servidores a los que asesinó para guardar el secreto. En el mismo documentos hay varias peticiones que deben ser cumplidas para poder encontrar el tesoro exigiendo su fiel cumplimientos pues de lo contrario vendrían maldiciones y enfermedades contra los violadores de su última voluntad. Fue así que los profesionales arriba mencionados dispusieron seguir al pie de la letra lo indicado por Tolentino Miravalle. Mandaron oficiar 21 misas cantadas y repicadas en la canta iglesia catedral de Comayagua en memoria del mismo Tolentino y de los que fueron inmolados para guardar el secreto. –Oigan– dijo Fernandino –aquí hay algo que será muy difícil de cumplir. Hay que caminar de rodillas desde la ciudad de Comayagua hasta el municipio de Taulabé... unos cuarenta kilómetros más o menos.
El licenciado Fernando Montes tuvo una idea que comunicó a sus compañeros: –Tengo una idea muchachos... es materialmente imposible llegar a Taulabé desde Comayagua de rodillas ¿Por qué no nos vamos de rodilla montados en un vehículo hasta llegar al destino que pide monseñor Tolentino?
La idea se llevó a cabo y posteriormente rezaron 50 rosarios en la montaña santabarbarense donde presuntamente fue encontrado el testamento. Pidieron detectores de metales a los Estados Unidos y dieron inicio a las excavaciones, excavaron más o menos unas doscientas horas turnándose, estaban seguros que estaban en el lugar correcto. Como siempre hay un pelo en la sopa, la actividad de aquellos hombres que llegaban por las tardes a la montaña con procedencia de Tegucigalpa, despertó sospecha entre los vecinos, asegurando que aquel grupo junto con algunos cafetaleros de Santa Bárbara estaban conspirando para derrocar al gobierno que presidía el doctor Roberto Suazo Córdoba. Aquellos chismes y sospechas provocaron la cancelación del nombramiento del licenciado Montes como director del Instituto Hondureño del Café, a Elmer Enamorado el nombramiento de Consejo de Finanzas de la alcaldía de Tegucigalpa y entre ellos bromas dijeron que aquello era parte de la maldición que aparecía en el testamento.
Un lunes por la mañana los buscadores que residían en la capital recibieron un aviso del gobernador político de Santa Bárbara Rodrigo Sabillón:
“Quiero comunicarles que el detector de metales señala una inmensa masa de metal y me atrevo a decirles que el tesoro es nuestro. Vénganse de inmediato”.
Los cuatros amigos iniciaron la excavación donde el detector señalaba la presencia de metal en grandes cantidades, ya no importaba as ampollas y los cayos de las manos, el tesoro estaba ahí, serían inmensamente ricos, de pronto se produjo un sonido metálico.
–Es uno de los cofres, estoy seguro... ¡ES UNO DE LOS COFRES!
Pero se llevaron una inmensa decepción, habían encontrado un viejo trapiche de hierro herrumbrado por el paso del tiempo y por la exposición a los elementos naturales.
Posiblemente don Esteban Shonder un hombre solitario y desconfiado no dijo exactamente el lugar de la montaña donde encontró el testamento, él sabía que no podía cumplir con todos los requisitos que exigía ó quizás abrigo la esperanza de poder hacerlo más adelante. A partir de aquél año de 1981 se despertó en muchas personas la desmedida ambición de encontrar el famoso tesoro que, según los expertos, a estas alturas tiene un valor de varios miles de millones de dólares.
Una noche, según cuentan en Santa Bárbara, una pareja de campesinos caminaba rumbo a la comunidad de Atima escuchando ruido de caballos en sentido contrario.
–Oiga Pantaleón... como que vienen unos montados.
–¿No serán esos de la policía?
–Andan en patrulla... yo vide el otro diya quia garraron al hijo de mi compa Emilio porque le gusta meter las cinco.
–Tonces esos son los de la patrulla quiandan buscando ladrones.
–Shhh cállese que se acercan los montados.
En efecto varios hombres montados a caballo y llevando mulas cargadas se encontraron con los campesinos.
–Buenas noches señores.
–Ji ji ji... si es un pagresito Marilla... Guenas siñor cura.
–Muy guenas pagresito que les vaya bien.
–¿Vido Marilla... vido? Llevan unas mulas hasta agachaditas por el peso les han encaramado.
–Si Pantaleón y esos hombres se visten diótro modo ¿Los vido Pantaleón, los vido?
–Mejor vámonos lijeríto mujer que me dio frillo ver a esos hombres.
Cuentan que en Atima Pantaleón y María enfermaron de gravedad repentinamente, él murió tres semanas después de haber visto el fantasma de monseñor Tolentino Miravalle y ella murió un mes después. Por todo lo relatado se comenta que monseñor Tolentino había robado aquella inmensa riqueza que había recaudado dentro y fuera de España porque los pelucones no circulaban en el nuevo mundo por su alto valor adquisitivo. El licenciado Fernando Montes logró conseguir posteriormente uno de los pelucones que encontró el tractorista y lo conserva en un lugar especial.
Todo lo aquí narrado es atentamente cierto. Con una lupa pueden leer parte del testamento pero no se atrevan a buscarlo pues aseguran que nunca será encontrado, ahí hay maldición.
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- ruben davila fariasExperto del Foro
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Frase Célebre : caminando y encontrando
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Re: Un tesoro de Honduras
Lun 27 Dic 2010, 7:21 pm
No sabìa que por alla hubiese centenarios. Pienso que esos nomas se hicieron en Mèxico...
- DamianVoz de la Experiencia
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Frase Célebre : ...Si lo puedes ver en tu mente, lo podras sostener en tu manos...
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Re: Un tesoro de Honduras
Lun 27 Dic 2010, 11:09 pm
Felicidades por el relato Jose Antonio, muy interesante y educativo, gracias por compartirlo
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- DamianVoz de la Experiencia
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Re: Un tesoro de Honduras
Lun 27 Dic 2010, 11:21 pm
En muchas ocasiones las personas les llaman a las monedas por nombres puestos por el pueblo los cuales a veces no corresponden a su nombre oficial, Existe una moneda española llamada CENTEN (a la cual le pudieron facilmente haber llamado centenario) Esta fue una moneda de oro acuñada por Felipe III, Felipe IV y Carlos II; su peso era de 359 gramos y su valor de 100 escudos de oro. Todas las monedas de esta clase fueron labradas en el Real Ingenio de la moneda en segovia. Tambien durante el reinado de Isabel II se llamo centen a la moneda de 100 reales, durante el periodo 1848-1855.
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