No podrían existir ni la historia ni la leyenda de Guanajuato, si no fuera por la volandera imaginación de su gente y el amor que prodigan.
Especialmente entre los mineros, que, en el afán de arrancar a la tierra sus tesoros, han realizado esfuerzos sin cuento y, alrededor de sus hazañas, tejen desde hace muchos años esas leyendas.
La que aparece aquí, amigo lector, se relaciona con el nombre de una rica veta descubierta en el corazón de la Sierra de Guanajuato, en un sitio donde por mucho tiempo se creyó que la veta madre se interrumpe, pero que, como veremos no es cierto.
Tres apuestos jóvenes fueron un día de excursión, a la mencionada serranía. Afectos a escalar montañas, ya habían subido varias cimas: la Huasteca Potosina, las serranías de Sonora y de Durango, como también a los Picachos de la Bufa.
En cierta ocasión tuvieron noticias de que en la sierra de referencia habla un acantilado indomable y muy difícil de escalar, lo cual fue para ellos una tentación, a la vez que un acicate para su arrojo de alpinistas.
Con todos los preparativos del caso salieron muy de madrugada previendo llegar al punto antes que arreciara la fuerza del sol.
Así fue: Enfilaron por el camino que va hacia el mineral del Cubo y a cierta distancia, donde los cerros se tornan más ariscos y escarpados, localizaron el sitio que les habían indicado.
Con la ayuda de cuerdas, pequeños picos y sus cascos de minero, iniciaron el ascenso.
Dos horas de constante esfuerzo habían transcurrido cuando se escuchó un grito de pavor: de una rendija de la roca salía una serpiente amenazadora que, con su cuerpo ondulante y el hocico abierto se dirigía hacia uno de los jóvenes que estuvo a punto de desplomarse en el vacío.
Sus otros dos compañeros, sorprendidos, inquirieron por la causa de su espanto, y el asustado muchacho por toda respuesta se limitó a señalar al reptil con su dedo índice, mudo de espanto.
La serpiente se desvió y fue a esconderse en otra grieta próxima.
Para esto, ya los otros dos jóvenes habían advertido al peligroso animal y lo seguían con la vista.
Una inexplicable curiosidad los hizo acercarse al agujero por donde el reptil se había perdido.
Ya para entonces el sol iluminaba con sus rayos la fresca mañana y las piedras reflejaban la luz cual si fueran valiosas gemas.
De pronto uno de ellos, dirigiéndose a los demás, les dijo:
-“Miren eso, es oro con toda seguridad”.
-“No, - exclamo otro -, es plata”
Los dos tenían razón, acababan de descubrir un rico filón que contenía los dos metales en su forma nativa.
Temblando de emoción, con su pico arrancaron unas piedras que sirvieron de muestra, las cuales, analizadas más tarde en el laboratorio de un ensayista, arrojaron un alto porcentaje de oro y de plata.
Así fue descubierto uno de los más ricos filones en la veta madre de Guanajuato, que fue bautizado con el nombre de la Serpiente, en virtud del reptil que lo señalara al esconderse en aquella hendidura de la roca.
Los tres jóvenes denunciaron la mina y de allí se obtuvieron incalculables riquezas. Ellos murieron y, a decir verdad, por miedo a la serpiente que allí se esconde, el lugar está propiamente abandonado.
Saludos.