- Pedro CantúAdmin
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El Alicanto, ave de los tesoros.
Dom 28 Sep 2008, 1:25 pm
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El Alicanto
"Cuándo veas que un pájaro de alas doradas cruza el límpido cielo de tu desierto atacameño, entonces ¡síguelo! Si las alas son muy doradas se verán como un espejo o como una lámina muy hermosa de oro. No te costará mucho andar y encontrarlo, porque el peso de la riqueza de ese pájaro no lo dejará avanzar demasiado, ha comido mucho oro y plata, que es su alimento preferido. Me había olvidado de contarte el nombre: Se llama Alicanto. Si encontráis un alicanto, seguidlo y ubicad la veta donde procura su alimento, porque es seguro que seráis rico».
Así cuenta una leyenda, la historia de este pájaro mitológico de Atacama, que conocieron los mineros de la Región de Atacama desde la época de la Colonia, cuando los primeros cateadores (1) salían a recorrer nuestra árida geografía en busca de riquezas. Es posible que la leyenda viniera de más atrás en el tiempo, del siglo XV, antes de la llegada de los españoles, cuando los antepasados indígenas, trabajaron las primeras vetas que fueron parte importante en los ricos adornos de oro y plata del Reino del Sol, en el Cuzco. Cualquiera sea su origen esta leyenda se arraigó en Atacama y aquel minero que recorre el desierto buscando los reventones de riqueza, su derrotero(2), piensa secretamente en encontrar esa ave misteriosa de la cual muchos cateadores dieron fe de haberla ubicado y que, por fortuna, les llevó a encontrar el anhelado tesoro.
¿Cómo es el Alicanto?: Mediano, como del tamaño de un pato cordillerano, pero de una belleza casi mágica...Su alimento es el oro y la plata. Los mineros lo distinguían en las soledades de Atacama, desde mar a cordillera, cuando sus alas brillaban doradas o plateadas, según el metal que había digerido. Otros lo identificaban por su belleza cuando volaba en procura de su alimento, puesto que era su característica principal el mimetizar sus alas antes de comer. Sin embargo, los cateadores eran felices cuando lo ubicaban en pleno vuelo y su sueño era que se posara en un cerro, «a vista del cateador», pues era seguro que se trataba de buenas vetas de algún derrotero. Luego procuraban, sigilosamente, llegar al lado de éste y espiar el lugar de la montaña donde escondía el oro y la plata. Lo dejaban comer tranquilamente y luego de la partida llegaban para compartir tan anhelados tesoros de la naturaleza. Algunos mineros contaban que le costaba retomar vuelo, por el pesado metal. El escritor y poeta, Andrés Sabella, dedicó versos a Juan El Negro, en su búsqueda maravillosa del Alicanto.
Llamará la atención al lector que he escrito en «pasado» esta historia, lo que pasa es que hace muchos años que nadie ha podido verlo, tal vez porque quedan tan pocos cateadores. A pesar de todo, los últimos cateadores todavía salen a descubrir minas en Semana Santa, la mejor fecha del año para los buscadores. Añoran encontrar al ave bendita de los tesoros.
Atacama tiene muchas leyendas, el minero es supersticioso por esencia. Ello forma parte de su idiosincracia. Para él, es un hecho comprobado que el diablo existe, a veces se viste de «chute» (3) y con su diente de oro y cínica sonrisa se pasea impecable de terno negro por los lugares más solitarios del desierto. También la viuda llora en las minas y los duendes malos van a molestar donde hay riqueza. Otros finados se quejan en minas antiguas y no terminan con sus lamentos hasta que los saquen del aterramiento donde han estado sepultados por años. En la mina de oro «La Colegiala» (sector Parque Nacional Pan de Azúcar) hace un siglo que se aparece un finado, el que lleva una botella de agua y hace señas con su mano a otros mineros para que se le acerquen. En la realidad no existe, fue asesinado por un compañero de labores porque no quiso contarle el lugar donde encontró un filón de oro.
Así es Atacama, de historias y de leyendas, que forman parte de la tradición. La mayoría de los relatos de penaduras son para hacer correr un sudor helado por nuestra piel, pero ojalá sea verdad lo del Alicanto, el que muestra con sus alas doradas y plateadas los tesoros. Entonces, es posible, que nos lleve allí donde procura su manjar, que no son granos de trigo, sino la veta donde está el oro y la plata que es el néctar que lo mantiene bello y bien alimentado.
(1) Derrotero: Tesoro minero, vetas muy generosas de los mejores minerales de alta ley.
(2) Cateador: Minero buscador de minas. Tienen extraordinaria habilidad para buscar minerales. Conocen de nombres, leyes y calidad , sólo con mirar la roca.
(3) Chute: Una de las tantas formas de llamar a Satanás. El “Chute”, elegante, como en la descripción, es muy popular en las viejas historias de penaduras mineras.
http://www.galeon.com/leyendasdeatacama/alicanto.html
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El Alicanto
"Cuándo veas que un pájaro de alas doradas cruza el límpido cielo de tu desierto atacameño, entonces ¡síguelo! Si las alas son muy doradas se verán como un espejo o como una lámina muy hermosa de oro. No te costará mucho andar y encontrarlo, porque el peso de la riqueza de ese pájaro no lo dejará avanzar demasiado, ha comido mucho oro y plata, que es su alimento preferido. Me había olvidado de contarte el nombre: Se llama Alicanto. Si encontráis un alicanto, seguidlo y ubicad la veta donde procura su alimento, porque es seguro que seráis rico».
Así cuenta una leyenda, la historia de este pájaro mitológico de Atacama, que conocieron los mineros de la Región de Atacama desde la época de la Colonia, cuando los primeros cateadores (1) salían a recorrer nuestra árida geografía en busca de riquezas. Es posible que la leyenda viniera de más atrás en el tiempo, del siglo XV, antes de la llegada de los españoles, cuando los antepasados indígenas, trabajaron las primeras vetas que fueron parte importante en los ricos adornos de oro y plata del Reino del Sol, en el Cuzco. Cualquiera sea su origen esta leyenda se arraigó en Atacama y aquel minero que recorre el desierto buscando los reventones de riqueza, su derrotero(2), piensa secretamente en encontrar esa ave misteriosa de la cual muchos cateadores dieron fe de haberla ubicado y que, por fortuna, les llevó a encontrar el anhelado tesoro.
¿Cómo es el Alicanto?: Mediano, como del tamaño de un pato cordillerano, pero de una belleza casi mágica...Su alimento es el oro y la plata. Los mineros lo distinguían en las soledades de Atacama, desde mar a cordillera, cuando sus alas brillaban doradas o plateadas, según el metal que había digerido. Otros lo identificaban por su belleza cuando volaba en procura de su alimento, puesto que era su característica principal el mimetizar sus alas antes de comer. Sin embargo, los cateadores eran felices cuando lo ubicaban en pleno vuelo y su sueño era que se posara en un cerro, «a vista del cateador», pues era seguro que se trataba de buenas vetas de algún derrotero. Luego procuraban, sigilosamente, llegar al lado de éste y espiar el lugar de la montaña donde escondía el oro y la plata. Lo dejaban comer tranquilamente y luego de la partida llegaban para compartir tan anhelados tesoros de la naturaleza. Algunos mineros contaban que le costaba retomar vuelo, por el pesado metal. El escritor y poeta, Andrés Sabella, dedicó versos a Juan El Negro, en su búsqueda maravillosa del Alicanto.
Llamará la atención al lector que he escrito en «pasado» esta historia, lo que pasa es que hace muchos años que nadie ha podido verlo, tal vez porque quedan tan pocos cateadores. A pesar de todo, los últimos cateadores todavía salen a descubrir minas en Semana Santa, la mejor fecha del año para los buscadores. Añoran encontrar al ave bendita de los tesoros.
Atacama tiene muchas leyendas, el minero es supersticioso por esencia. Ello forma parte de su idiosincracia. Para él, es un hecho comprobado que el diablo existe, a veces se viste de «chute» (3) y con su diente de oro y cínica sonrisa se pasea impecable de terno negro por los lugares más solitarios del desierto. También la viuda llora en las minas y los duendes malos van a molestar donde hay riqueza. Otros finados se quejan en minas antiguas y no terminan con sus lamentos hasta que los saquen del aterramiento donde han estado sepultados por años. En la mina de oro «La Colegiala» (sector Parque Nacional Pan de Azúcar) hace un siglo que se aparece un finado, el que lleva una botella de agua y hace señas con su mano a otros mineros para que se le acerquen. En la realidad no existe, fue asesinado por un compañero de labores porque no quiso contarle el lugar donde encontró un filón de oro.
Así es Atacama, de historias y de leyendas, que forman parte de la tradición. La mayoría de los relatos de penaduras son para hacer correr un sudor helado por nuestra piel, pero ojalá sea verdad lo del Alicanto, el que muestra con sus alas doradas y plateadas los tesoros. Entonces, es posible, que nos lleve allí donde procura su manjar, que no son granos de trigo, sino la veta donde está el oro y la plata que es el néctar que lo mantiene bello y bien alimentado.
(1) Derrotero: Tesoro minero, vetas muy generosas de los mejores minerales de alta ley.
(2) Cateador: Minero buscador de minas. Tienen extraordinaria habilidad para buscar minerales. Conocen de nombres, leyes y calidad , sólo con mirar la roca.
(3) Chute: Una de las tantas formas de llamar a Satanás. El “Chute”, elegante, como en la descripción, es muy popular en las viejas historias de penaduras mineras.
http://www.galeon.com/leyendasdeatacama/alicanto.html
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