- Pedro CantúAdmin
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Fantasmas que protegen tesoros en Parras.
Jue 14 Feb 2008, 10:34 pm
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FANTASMAS QUE PROTEGEN LOS TESOROS.
En una de tantas huertas frondosas que guardan la ciudad de Parras, se encuentran enterrados dos tesoros. No falta quien pretenda de vez en cuando hacerse de ellos.
Pero sus guardianes, unos fantasmas, se interponen cada vez que esto sucede y lo impiden eficazmente. Uno de ellos es un sacerdote, fallecido en Parras. Él le pide a quien se acerca al lugar del tesoro que, antes de apoderarse de el, realice dos acciones:
Una consiste en llevarle a su sepulcro una rosa blanca, otra, levantar la segunda torre al templo de San Ignacio.
Tres Franceses vigilan el otro tesoro situado en la misma huerta. Ellos no son tan amables ni tan poéticos como el padre.
Cuando ven que alguien tiene la vista puesta en su tesoro, se le aparecen blandiendo las espadas que usaba el ejercito francés de Maximiliano, derrotado en la batalla de Santa Isabel y obligan al buscador, a retirarse rápidamente de aquel lugar, con el ánimo asustado por tal aparición.
La acción de los franceses va más allá de este amago violento. Por la noche visitan la casa donde duerme quien de día pretendía apoderarse del tesoro. Durante toda ella le mueven la cama en la que yace, para que no concilie el sueño. En la madrugada, a manera de despedida le arañan el cuerpo.
Tomado de Internet.
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FANTASMAS QUE PROTEGEN LOS TESOROS.
En una de tantas huertas frondosas que guardan la ciudad de Parras, se encuentran enterrados dos tesoros. No falta quien pretenda de vez en cuando hacerse de ellos.
Pero sus guardianes, unos fantasmas, se interponen cada vez que esto sucede y lo impiden eficazmente. Uno de ellos es un sacerdote, fallecido en Parras. Él le pide a quien se acerca al lugar del tesoro que, antes de apoderarse de el, realice dos acciones:
Una consiste en llevarle a su sepulcro una rosa blanca, otra, levantar la segunda torre al templo de San Ignacio.
Tres Franceses vigilan el otro tesoro situado en la misma huerta. Ellos no son tan amables ni tan poéticos como el padre.
Cuando ven que alguien tiene la vista puesta en su tesoro, se le aparecen blandiendo las espadas que usaba el ejercito francés de Maximiliano, derrotado en la batalla de Santa Isabel y obligan al buscador, a retirarse rápidamente de aquel lugar, con el ánimo asustado por tal aparición.
La acción de los franceses va más allá de este amago violento. Por la noche visitan la casa donde duerme quien de día pretendía apoderarse del tesoro. Durante toda ella le mueven la cama en la que yace, para que no concilie el sueño. En la madrugada, a manera de despedida le arañan el cuerpo.
Tomado de Internet.
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