- charly BertoniIdentidad Certificada
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Frase Célebre : Mas vale queso en mano que queso enterrado.
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cambios parte III
El Primer Imperio
Durante el breve lapso que gobernó Agustín de Iturbide con
el cargo de Emperador (21 de julio de 1822 a 19 de marzo de 1823) el sistema
monetario experimenta modificaciones de forma y de fondo. La moneda metálica
acuñada en 1822 y 1823 se produce con los mismos valores del sistema octaval
español, pero con un nuevo diseño. Y surgen, por primera vez en la historia del
país, los billetes o papel moneda y sus denominaciones o valores en pesos.
Poco más de un mes antes de la coronación de Agustín de
Iturbide, el 11de junio de 1822, la Regencia había autorizado la acuñación de
moneda de oro, plata y cobre, con las mismas leyes de pureza que durante los
últimos años de la etapa virreinal, es decir: 875 milésimos para el oro y902.7
milésimos para la plata. Las monedas de cobre no llegaron acuñarse a pesar de
haberse ratificado su autorización el 23 de febrero de1823. Lo efímero del
imperio lo impidió.
Las monedas de oro y de plata guardan semejanza en sus
diseños, aunque conviene advertir que de ambas existen numerosas variantes por cambios
de detalle. Ambas ostentan en su anverso la efigie del emperador, su busto
desnudo mirando a la derecha (semejando un emperador romano). Alrededor de la
efigie la leyenda en latín “AUGUSTINUS DEI PROVIDENTIA, la ceca de México en
todas las monedas y el año de acuñación (1822 o 1823).
La leyenda se continúa en el reverso, donde aparece
MEX-I-IMPERATORCONSTITUT. (Agustín, por la Divina Providencia primer emperador constitucional
de México). En las monedas de oro de ocho escudos de1822 aparece un águila
coronada, sin serpiente, parada sobre un nopal, con las alas extendidas y
mirando a la izquierda. El nopal está sobre un cruzamiento de macanas y
carcajes con flechas de tipo prehispánico.
Las monedas de plata, con la misma leyenda, aunque con
numerosas variantes de detalles, contienen en el centro del reverso el águila coronada
con las alas extendidas y mirando a la derecha, parada en una pata sobre un
nopal que emerge del agua. Una de las diferencias más notables entre los reversos
de este tipo de pieza, consiste en que el águila aparece en las de 1822 “flaca
y descarnada”, y en las de 1823 “en mejores carnes”, como oportunamente anotó
don Manuel Orozco y Berra.
Los primeros billetes mexicanos
Una vez proclamado Agustín de Iturbide como Emperador de
México, tuvo que enfrentar la difícil situación financiera derivada de 10 años
de luchas intestinas. Uno de los expedientes que utilizó para contrarrestar la
falta de recursos fue la emisión de papel moneda. Esta fue la primera vez que
el gobierno del país autorizó la producción de billetes. En el decreto donde se
ordenaba la medida, de fecha 20 de diciembre de 1822, publicado por bando del
día 30 y reproducido el martes 31 de diciembre de 1822 en la Gaceta del
Gobierno Imperial de México, se señalaba:
“Agustín, por la Divina Providencia, y por el Congreso de la
Nación, primer Emperador Constitucional de México y Gran Maestre de la Orden
Imperial de Guadalupe, a todos los que las presentes vieren y entendiesen,
sabed … que manifiesta la necesidad de crear cierta cantidad de papel moneda
que sirva de pronto recurso para auxiliar en parte al Erario en los pagos de
importancia y preferencia, que tiene que hacer en los primeros meses del año
próximo, y que se halla interesado el crédito nacional, sin que baste para esto
la exacción de los derechos establecidos por decretos separados, mediante a ser
paulatina la recaudación, ha tenido a bien decretar y decreta lo que sigue:
“I.- Se autoriza al
Gobierno para la creación de Cuatro millones de pesos en papel moneda, que ha
de durar solamente el año de 1823. “II.- Esta cantidad se expedirá en dos
millones de cédulas de un peso cada una, quinientas mil de a dos pesos, y cien
mil de a diez pesos, poniendo en ellas las marcas y signos que estimen
necesarios para evitarla falsificación…”
Los billetes eran de apariencia rudimentaria, impresos a una
tinta en papel común rectangular de aproximadamente 15 por 10 centímetros, foliados
y firmados, con el importe de su denominación en letras impresas en el extremo
superior izquierdo y con el águila del escudo imperial entre las palabras “El
Imperio Mexicano”. Su circulación estaba restringida al año de 1823 y se
reducía a un tercio de los pagos y cobros, ya fuesen entre particulares o con
el gobierno; los dos tercios estantes se cubrían con circulante metálico. Esta
norma era aplicable a toda la población a excepción de las personas pobres, de
“la clase de jornaleros y demás gente miserable que trabajaba por un jornal o
estipendio corto”; a éstos no se les aplicó, debido a que las operaciones
menores de tres pesos continuaban cubriéndose en monedas. También en beneficio
de este sector social, el gobierno impidió que el papel moneda se dividiese y subdividiese
“a menor expresión o valor, así como el metálico en menudo” para evitar que la
gente padeciera “mayores quebrantos en realizar el papel de valor ínfimo, porque
al paso que se subdividiese era mucho más difícil su reunión”.
Al mes escaso de la promulgación del decreto que los
autorizó, Antonio Medina, Ministro de Hacienda de Iturbide, se vio en la
necesidad de elaborar y dar a conocer un documento que servía como exposición
de motivos y justificación de las mencionadas cédulas. Se trata de un “manifiesto
al público” a fin de que “pueda aquietarse y convencerse del ningún gravamen
que le resulta de esta medida, tomada por las imperiosas circunstancias de la
necesidad, para suplir de pronto la falta de numerario…” En el, describe como
otras naciones, entre las que se cuentan Holanda, Inglaterra, Francia y los E.
U. A., han recurrido en situaciones similares al expediente de la emisión de
papel moneda, con buenos resultados. Apela al amor patrio y a la obediencia a
la ley, al reiterar que ese arbitrio no es nuevo por haberlo utilizado otros
países, su duración es fija y muy limitada y su uso “lo recomienda la estrecha necesidad
de auxiliar los ejecutivos apuros de la Nación”.
A pesar de que se otorgaban facilidades para su circulación
y seguridades a sus tenedores, así como precauciones y amenazas contra su
falsificación, es un hecho que este primer ensayo de emitir papel moneda en
México resultó un gran fracaso, por su mala planeación financiera, el rechazo
del público acostumbrado a las monedas, preferentemente a las de plata, y por
el estado político en que se encontraba el país. Entre las causas de la pronta
caída de Iturbide del poder se cuenta este fallido intento de introducir el
papel moneda en México.
El 11 de abril de 1823, menos de un mes después de la
abdicación de Agustín de Iturbide, el Soberano Congreso Constituyente Mexicano dispuso
el cese inmediato de la fabricación del papel moneda y mandó recoger los sellos
y el papel en que se imprimían, tomando todas las precauciones y formalidades
necesarias “para evitar todo fraude en esta línea”.
Se suspendió asimismo la obligación de pagar y cobrar con
esas cédulas, con lo que quedó desmonetizada esa emisión y solo era
parcialmente aceptada en el pago de impuestos. Esta medida política tuvo que complementarse
con otra económica, ya que la situación del país así lo exigía. Menos de un mes
después, o sea el 5 de mayo de 1823, se autorizó la emisión de las mismas
denominaciones, nada más que ahora impresas en el dorso del papel caducado de
bulas o indulgencias, en el incómodo tamaño de medio pliego.
Según la versión oficial, se utilizó ese papel a fin de
evitar la falsificación, pero en el fondo se buscaba que el pueblo, por su
religiosidad, no se atreviera a rechazar el billete. Sin embargo, esas
prevenciones fallaron, yante el repudio general se tuvo que retirar, por muchos
años, el papel moneda.
El 16 de mayo y el 6 de septiembre de 1823 se promulgaron
sendos decretos que facilitaban la circulación y canje de los billetes, a fin
de inutilizar los que se fueran recogiendo e impedir se introdujeran de nuevo a
la circulación.
El Lic. Manuel Cervantes calificó a este intento de emisión
de papel moneda como un “hibridismo financiero”, ya que participó de la naturaleza
del billete y del bono. Don Manuel Orozco y Berra los compara con libramientos
a plazo a cargo de la Tesorería. Sin embargo, para el gran público no son otra
cosa que los primeros billetes mexicanos.
Como se ha podido observar, fueron numerosas e importantes
las modificaciones que experimentó el sistema monetario del país en muy pocos
años. Destacan entre las mencionadas la aparición de moneda fiduciaria mandada
acuñar por Morelos, en la que además se evita cualquier referencia al sistema
anterior e incorpora diseños y motivos de ornamentación de origen mexicano, y
también este primer intento de Iturbide, no exitoso, de introducir el papel
moneda a la circulación, en el que resalta -por primera vez en el país- la
introducción de los valores en pesos. Pasarían muchos años, cerca de cincuenta,
para que nuevamente, ahora durante el segundo imperio, el de Maximiliano de
Habsburgo, se introdujeran los billetes bancarios en el país y se volviera a
usar el término pesos para sustituir, aunque no completamente, al sistema
monetario español basado en reales y escudos.