El tesoro de Andrés Espitia, Jerez.
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FORREST GUMP
Pedro Cantú
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Frase Célebre : -Si las cosas fueran fáciles, hasta yo las haría.
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El tesoro de Andrés Espitia, Jerez.
Miér 26 Mar 2008, 10:12 pm
El tesoro de Andrés Espitia
Miguel Berumen Felix
Cuando tengan necesidad de ir a Jerez por el camino real lleven siempre un burro blanco, porque sé que los bandoleros de la región no asaltan a quienes se hacen acompañar por un animal de ese color, a lo mejor como contraseña para no perder el tiempo entre amigos”. Esto decía Andrés Espitia a sus parientes que vivían en el rancho del Encino Mocho. Platican que recomendaba ello, porque de casualidad, un día llevó a pastar a sus animales hasta el cerro de “Los Coyotes”, pudo advertir como en la lejanía, por una brecha cercana al cerro de “La Campana”, una conducta donde uno de los animales era una mula tordilla, estaba a punto de ser asaltada por una partida de fascinerosos que embozaba la cara, azuzaban a sus bestias para intimidar a los viajeros, una voz que resonó y se adivinaba autoridad pedía: “¡Déjenlos, son amigos¡”. De ahí dedujo que la orejuda tordilla podía ser un salvoconducto para evitar el atraco de los tan temidos “Tulises”.
El mismo se consiguió un albo jumento para poder andar por la región; desde Tetillas donde tenía su vivienda iba a recoger leña a los potreros de San Juanillo y San José de Abajo. A veces llegaba hasta el cerro Colorado, a las estribaciones de “El Tajo”, donde se suponía tenían su guarida los famosos bandidos. A ese cerro nunca se le había ocurrido subir, por temor, puesto que las pláticas que de ese lugar hacían los viejos, lo dejaban sin aliento. Espitia se dedicaba a vender leña a quienes les daba flojera recolectarla, en las rancherías cercanas. Llegaba en ocasiones hasta San Nicolás y Las Lajas. Otras veces iba a llevar su combustible a Atitanic y Boca de Rivera. Ahí entre sus amigos pregonaba su supuesto secreto, por ello ya era conocido en muchas partes como el del “burro blanco”. Su falta de discreción fue motivo para que un buen día que tranquilamente recogía leña por la Loma de las Viudas, fuera interceptado por tres hoscos jinetes que de abrupta manera le marcaron el alto.
“¿Ansina que tú eres el que anda por ahí diciendo que eres muy endino porque te respetamos y cres ser de nuestra ley?”, preguntó uno. “¿Creibas que no sabíamos lo que andabas chismeando?. Si nomás te’ stábamos tantiando pa’ fregarte tu mentao burro un día de’ stos”,dijo otro. “Vamos a llevarte con el jefe, a’ que veas como se castigan a los habladores, y jálale por la buena si no quieres ver endenantes como a sablazos te lo pintamos de colorado”, terció el restante.
No le quedó más remedio a Andrés que subir a su burro y ser llevado por desconocidas veredas (para él) hasta el “Abra” de El Tajo. (El Abra es la parte inicial de un cañón que abriera violentamente una repentina y fuerte tormenta eléctrica y de agua que se concentra en un solo punto al que en la región se le llaman “culebra”).Luego siguieron atravesando entre los riscos del lado sureste hasta llegar a un refugio natural situado en la Mesa Alta.“Mira Pedro, ya te trajimos al del burro blanco, si lo querías pa’ matarlo, aquí mesmo lo despellejamos”-.“No, déjenlo” —decía el que parecía ser el jefe—. “Yo crioque voy a echar una guena platicadita con el”.
El asustado Espitia fue conducido a una cueva cuya entrada estaba apuntalada por un grueso y tallado morillo. Luego de un rato salieron ambos. “Usté me ha caído bien, acuédese de lo que platicamos”, dijo Pedro Landeros, y dirigiéndose a los demás: “A partir de ora Andrés Espitia es de los nuestros. Como lo habíamos decidido endenantes , porque nos conviene tener un conocido en la región y además ya naiden le cree su historia de la contraseña del burro”.
Y así, poco después les acompañaba en sus correrías. En Tetillas no les causó extrañeza que comprara luego un brioso caballo. “Es muy trabajador y juntó pa’ mercarlo”. Tampoco se les hacía extraño que durara días sin llegar al rancho, pues como a veces se desaparecía semanas vendiendo leña. En la mitad del siglo pasado eran muy comunes las bandas de salteadores en la región, ante el poco poder adquisitivo, guardaban sus botines en espera de incrementarlos y huír a otras regiones para comprar alguna hacienda a finca donde pudieran vivir a sus “anchas”. De Susticacán, Juanchorey, La Ermita y la Gavia se convertían en feroces “Tulises” por su puesto que sus familiares ignoraban su actividad secreta, ya que se cuidaban bastante de dar indicios que los perjudicaran.
Por el lado sur y sureste, los altos acantilados hacían inexpugnable el Tajo, mientras que por el poniente y norte, sólo se podía entrar por una estrecha cañada, de ahí que escogieran ese lugar como su centro de operación. Y además, desde la mesa alta podían ver toda la gente desde Villanueva a Zacatecas y Jerez y así anticiparse con mucho tiempo a los viajeros y sorprenderlos en los lugares menos pensados. Un solo centinela era suficiente para guardar la guardia. Apostado en el mirador de la mesa alta podía advertir cualquier movimiento extraño o intento de ataque.
Andrés Espitia había llegado desvelado, pues el día anterior se realizó un bailazo con tambora en Tetillas. Al echar suerte le tocó la primera guardia, mientras sus compañeros hacían una revisión rutinaria por el cañón del Tajo. El sol de la mañana y el licor ingerido hicieron su efecto y en poco rato Espitia se encontraba roncando sabrosamente y su labor de vigilancia echada en el olvido. Al fin que ¿quién se animaría a llegar a su fortaleza?.
Sus dulces sueños fueron interrumpidos por cercanas detonaciones. La acordada acantonada en Jerez y comandada por Bernardino Castilla, recibió la orden de acabar con el bandolerismo decidiendo peinar la zona. Y los tulises eran sorprendidos dentro del Tajo gracias a que esa vez el centinela no silbó con oportunidad la contraseña. Por las circunstancias podemos deducir que más de uno se fue al otro mundo acordándose no muy cordialmente de los antecesores femeninos de Espitia. Este, al ver los acontecimientos, sólo atinó a correr al Cubil y tapar la entrada con una peña que de antemano tenía preparada, luego de hacer esto, olvidándose de su caballo huyó escondiéndose entre los barrancos hasta llegar a Santa Clara donde se ocultó varios días.
Mientras Bernardino Castilla, al analizar los resultados de su ataque advirtió que sobraba un caballo, por lo que dedujo se le escapó uno de los bandoleros. Al comunicar al gobernador el triunfo de su campaña de exterminio de bandidos, no recibió las esperadas felicitaciones, sino una terminante orden de localizar al prófugo y entregarlo vivo al supremo gobierno. Lo querían vivo para saber donde tenía escondido el que se creía ya cuantioso botín. Los integrantes de la acordada estuvieron indagando en la región para ver si alguien conocía los caballos. En el rancho de San José le dieron razón del penco de Espitia, por lo que se dedicaron a buscar a éste, pues sus compañeros ya habían muerto en la refriega. Fueron hostigados los familiares que vivían en Tetillas, encarcelados los del Encino Mocho, para que dijeran el paradero del bandido, o el lugar donde tenía el producto de sus atracos. Pero los asustado parientes desconocían ambas cosas. Andrés Espitia permaneció en la región y continuamente acudía a Villanueva, donde confundido entre la gente disfrutaba de los bailongos, mientras los músicos cantaban las coplas de los tulises.
“Mire, mi cabo, ya que de tulises cantan, aquél es el que dicen, se les peló del tajo”, dijo un soplón a los soldados que resguardaban el orden del fandango. al ser aprendido, hubo otro problema: la cárcel estaba llena, por encontrarse la ciudad celebrando las fiestas de San Judas Tadeo, y era posible que algún preso les tomara la delantera y les sacara el secreto a Espitia antes que ellos, además de que las órdenes del gobernador eran terminantes: vivo.“¿Qué tal si lo subimos a la torre del templo?. De ahí ni modo que se baje. Le cerramos bien y mañana nos lo llevamos a Zacatecas”. A todos les pareció buena esta idea y así lo hicieron, pero para evitar que se muriera de frío, lo dotaron con una gruesa cobija y lo subieron cerrando tras de sí la puerta de la escalera.Toda la noche se entretuvo el cautivo deshilando la cobija, para luego trenzar una cuerda que le sirvió para evadirse rápidamente, dejando pasmados a sus captores.
Huyó pues Espitia, pero necesitaba saber que había ocurrido con la guarida de el Tajo, por eso estableció su escondite en una serranía cercana al rancho del Saucillo. Ahí, poco a poco hizo amistad con un leñador que con frecuencia llegaba. A cambio de monedas de oro le proporcionaba alimentos y lo necesario para sobrevivir en el cerro. Amén de informarle de todos los acontecimientos de la región.
Pero el gobernador, al ver que la posibilidad de obtener un buen tesoro se le estaba escapando de las manos, giró instrucciones para que en las rancherías de Jerez, Fresnillo, Villanuenva y Zacatecas, se ofreciera una jugosa recompensa en pesos fuertes a quien encontrara al ya famoso bandido Andrés Espitia. Por un tiempo, el montero que llevaba alimentos al cerro aguantó la tentación de entregarlo, pues Espitia le pagaba generosamente, pero ante la posibilidad de ver más de cien pesos juntos se desvió.
Mientras el prófugo tomaba sus alimentos, el benefactor cortaba leña y en ocasiones se acercaba a platicar, de ahí que no hubiera desconfianza alguna. En una de esas veces se arrimó por la espalda del bandido, asestándole un fuerte golpe con el canto de la hacha. Al verlo sin sentido lo amarró fuertemente terciándolo en su burro y procedió a llevarlo hasta la hacienda de Malpaso. La acodicia es la codicia, y en Malpaso, el administrador de la hacienda los encerró a ambos, torturando luego de todas la maneras que su trova mente le dictaba, al infeliz Espitia para arrancarle la relación de su tesoro.Se en contaba de paso en la hacienda el sacerdote D. Facundo Pérez, -de Jerez-, y al darse cuenta del calvario del apresado, se indignó y se ofreció a darle auxilio médico y espiritual. En confesión, le ofrece a presbítero la relación del lugar en que se encuentra el producto de sus fechorías, papel que quizás el sacerdote escribió y guardaba celosamente dejando con un palmo de narices a los aguazados torturadores.
Ya más muerto que vivo es conducido a Zacatecas, donde, ante el enojo de la autoridad superior, fallece en una de las celdas de la prisión que se encontraba en parte del ex convento de Santo Domingo.El leñador que lo entregara fue liberado luego de sufrir severos castigos, con la amputación de tres dedos y sin que se le diera recompensa alguna. De inmediato juntó sus pocas pertenecíais y huyó de la región por miedo a la venganza de los familiares de Espitia. Asegura que se fue a Monte Escobedo.
A unos tres mese de la confesión, muere el padre Facundo Pérez, siendo cura de Jerez. Hay quien dice que su deceso fue a consecuencia de acudir a buscar el tesoro de los tulises.
A más de un siglo de este acontecimiento, pudimos apreciar un amarillento y añejo papel que tal vez sea la confesión de Espitia escrita por el sacerdote, a continuación la transcripción:
(continúa...)
.
Miguel Berumen Felix
Cuando tengan necesidad de ir a Jerez por el camino real lleven siempre un burro blanco, porque sé que los bandoleros de la región no asaltan a quienes se hacen acompañar por un animal de ese color, a lo mejor como contraseña para no perder el tiempo entre amigos”. Esto decía Andrés Espitia a sus parientes que vivían en el rancho del Encino Mocho. Platican que recomendaba ello, porque de casualidad, un día llevó a pastar a sus animales hasta el cerro de “Los Coyotes”, pudo advertir como en la lejanía, por una brecha cercana al cerro de “La Campana”, una conducta donde uno de los animales era una mula tordilla, estaba a punto de ser asaltada por una partida de fascinerosos que embozaba la cara, azuzaban a sus bestias para intimidar a los viajeros, una voz que resonó y se adivinaba autoridad pedía: “¡Déjenlos, son amigos¡”. De ahí dedujo que la orejuda tordilla podía ser un salvoconducto para evitar el atraco de los tan temidos “Tulises”.
El mismo se consiguió un albo jumento para poder andar por la región; desde Tetillas donde tenía su vivienda iba a recoger leña a los potreros de San Juanillo y San José de Abajo. A veces llegaba hasta el cerro Colorado, a las estribaciones de “El Tajo”, donde se suponía tenían su guarida los famosos bandidos. A ese cerro nunca se le había ocurrido subir, por temor, puesto que las pláticas que de ese lugar hacían los viejos, lo dejaban sin aliento. Espitia se dedicaba a vender leña a quienes les daba flojera recolectarla, en las rancherías cercanas. Llegaba en ocasiones hasta San Nicolás y Las Lajas. Otras veces iba a llevar su combustible a Atitanic y Boca de Rivera. Ahí entre sus amigos pregonaba su supuesto secreto, por ello ya era conocido en muchas partes como el del “burro blanco”. Su falta de discreción fue motivo para que un buen día que tranquilamente recogía leña por la Loma de las Viudas, fuera interceptado por tres hoscos jinetes que de abrupta manera le marcaron el alto.
“¿Ansina que tú eres el que anda por ahí diciendo que eres muy endino porque te respetamos y cres ser de nuestra ley?”, preguntó uno. “¿Creibas que no sabíamos lo que andabas chismeando?. Si nomás te’ stábamos tantiando pa’ fregarte tu mentao burro un día de’ stos”,dijo otro. “Vamos a llevarte con el jefe, a’ que veas como se castigan a los habladores, y jálale por la buena si no quieres ver endenantes como a sablazos te lo pintamos de colorado”, terció el restante.
No le quedó más remedio a Andrés que subir a su burro y ser llevado por desconocidas veredas (para él) hasta el “Abra” de El Tajo. (El Abra es la parte inicial de un cañón que abriera violentamente una repentina y fuerte tormenta eléctrica y de agua que se concentra en un solo punto al que en la región se le llaman “culebra”).Luego siguieron atravesando entre los riscos del lado sureste hasta llegar a un refugio natural situado en la Mesa Alta.“Mira Pedro, ya te trajimos al del burro blanco, si lo querías pa’ matarlo, aquí mesmo lo despellejamos”-.“No, déjenlo” —decía el que parecía ser el jefe—. “Yo crioque voy a echar una guena platicadita con el”.
El asustado Espitia fue conducido a una cueva cuya entrada estaba apuntalada por un grueso y tallado morillo. Luego de un rato salieron ambos. “Usté me ha caído bien, acuédese de lo que platicamos”, dijo Pedro Landeros, y dirigiéndose a los demás: “A partir de ora Andrés Espitia es de los nuestros. Como lo habíamos decidido endenantes , porque nos conviene tener un conocido en la región y además ya naiden le cree su historia de la contraseña del burro”.
Y así, poco después les acompañaba en sus correrías. En Tetillas no les causó extrañeza que comprara luego un brioso caballo. “Es muy trabajador y juntó pa’ mercarlo”. Tampoco se les hacía extraño que durara días sin llegar al rancho, pues como a veces se desaparecía semanas vendiendo leña. En la mitad del siglo pasado eran muy comunes las bandas de salteadores en la región, ante el poco poder adquisitivo, guardaban sus botines en espera de incrementarlos y huír a otras regiones para comprar alguna hacienda a finca donde pudieran vivir a sus “anchas”. De Susticacán, Juanchorey, La Ermita y la Gavia se convertían en feroces “Tulises” por su puesto que sus familiares ignoraban su actividad secreta, ya que se cuidaban bastante de dar indicios que los perjudicaran.
Por el lado sur y sureste, los altos acantilados hacían inexpugnable el Tajo, mientras que por el poniente y norte, sólo se podía entrar por una estrecha cañada, de ahí que escogieran ese lugar como su centro de operación. Y además, desde la mesa alta podían ver toda la gente desde Villanueva a Zacatecas y Jerez y así anticiparse con mucho tiempo a los viajeros y sorprenderlos en los lugares menos pensados. Un solo centinela era suficiente para guardar la guardia. Apostado en el mirador de la mesa alta podía advertir cualquier movimiento extraño o intento de ataque.
Andrés Espitia había llegado desvelado, pues el día anterior se realizó un bailazo con tambora en Tetillas. Al echar suerte le tocó la primera guardia, mientras sus compañeros hacían una revisión rutinaria por el cañón del Tajo. El sol de la mañana y el licor ingerido hicieron su efecto y en poco rato Espitia se encontraba roncando sabrosamente y su labor de vigilancia echada en el olvido. Al fin que ¿quién se animaría a llegar a su fortaleza?.
Sus dulces sueños fueron interrumpidos por cercanas detonaciones. La acordada acantonada en Jerez y comandada por Bernardino Castilla, recibió la orden de acabar con el bandolerismo decidiendo peinar la zona. Y los tulises eran sorprendidos dentro del Tajo gracias a que esa vez el centinela no silbó con oportunidad la contraseña. Por las circunstancias podemos deducir que más de uno se fue al otro mundo acordándose no muy cordialmente de los antecesores femeninos de Espitia. Este, al ver los acontecimientos, sólo atinó a correr al Cubil y tapar la entrada con una peña que de antemano tenía preparada, luego de hacer esto, olvidándose de su caballo huyó escondiéndose entre los barrancos hasta llegar a Santa Clara donde se ocultó varios días.
Mientras Bernardino Castilla, al analizar los resultados de su ataque advirtió que sobraba un caballo, por lo que dedujo se le escapó uno de los bandoleros. Al comunicar al gobernador el triunfo de su campaña de exterminio de bandidos, no recibió las esperadas felicitaciones, sino una terminante orden de localizar al prófugo y entregarlo vivo al supremo gobierno. Lo querían vivo para saber donde tenía escondido el que se creía ya cuantioso botín. Los integrantes de la acordada estuvieron indagando en la región para ver si alguien conocía los caballos. En el rancho de San José le dieron razón del penco de Espitia, por lo que se dedicaron a buscar a éste, pues sus compañeros ya habían muerto en la refriega. Fueron hostigados los familiares que vivían en Tetillas, encarcelados los del Encino Mocho, para que dijeran el paradero del bandido, o el lugar donde tenía el producto de sus atracos. Pero los asustado parientes desconocían ambas cosas. Andrés Espitia permaneció en la región y continuamente acudía a Villanueva, donde confundido entre la gente disfrutaba de los bailongos, mientras los músicos cantaban las coplas de los tulises.
“Mire, mi cabo, ya que de tulises cantan, aquél es el que dicen, se les peló del tajo”, dijo un soplón a los soldados que resguardaban el orden del fandango. al ser aprendido, hubo otro problema: la cárcel estaba llena, por encontrarse la ciudad celebrando las fiestas de San Judas Tadeo, y era posible que algún preso les tomara la delantera y les sacara el secreto a Espitia antes que ellos, además de que las órdenes del gobernador eran terminantes: vivo.“¿Qué tal si lo subimos a la torre del templo?. De ahí ni modo que se baje. Le cerramos bien y mañana nos lo llevamos a Zacatecas”. A todos les pareció buena esta idea y así lo hicieron, pero para evitar que se muriera de frío, lo dotaron con una gruesa cobija y lo subieron cerrando tras de sí la puerta de la escalera.Toda la noche se entretuvo el cautivo deshilando la cobija, para luego trenzar una cuerda que le sirvió para evadirse rápidamente, dejando pasmados a sus captores.
Huyó pues Espitia, pero necesitaba saber que había ocurrido con la guarida de el Tajo, por eso estableció su escondite en una serranía cercana al rancho del Saucillo. Ahí, poco a poco hizo amistad con un leñador que con frecuencia llegaba. A cambio de monedas de oro le proporcionaba alimentos y lo necesario para sobrevivir en el cerro. Amén de informarle de todos los acontecimientos de la región.
Pero el gobernador, al ver que la posibilidad de obtener un buen tesoro se le estaba escapando de las manos, giró instrucciones para que en las rancherías de Jerez, Fresnillo, Villanuenva y Zacatecas, se ofreciera una jugosa recompensa en pesos fuertes a quien encontrara al ya famoso bandido Andrés Espitia. Por un tiempo, el montero que llevaba alimentos al cerro aguantó la tentación de entregarlo, pues Espitia le pagaba generosamente, pero ante la posibilidad de ver más de cien pesos juntos se desvió.
Mientras el prófugo tomaba sus alimentos, el benefactor cortaba leña y en ocasiones se acercaba a platicar, de ahí que no hubiera desconfianza alguna. En una de esas veces se arrimó por la espalda del bandido, asestándole un fuerte golpe con el canto de la hacha. Al verlo sin sentido lo amarró fuertemente terciándolo en su burro y procedió a llevarlo hasta la hacienda de Malpaso. La acodicia es la codicia, y en Malpaso, el administrador de la hacienda los encerró a ambos, torturando luego de todas la maneras que su trova mente le dictaba, al infeliz Espitia para arrancarle la relación de su tesoro.Se en contaba de paso en la hacienda el sacerdote D. Facundo Pérez, -de Jerez-, y al darse cuenta del calvario del apresado, se indignó y se ofreció a darle auxilio médico y espiritual. En confesión, le ofrece a presbítero la relación del lugar en que se encuentra el producto de sus fechorías, papel que quizás el sacerdote escribió y guardaba celosamente dejando con un palmo de narices a los aguazados torturadores.
Ya más muerto que vivo es conducido a Zacatecas, donde, ante el enojo de la autoridad superior, fallece en una de las celdas de la prisión que se encontraba en parte del ex convento de Santo Domingo.El leñador que lo entregara fue liberado luego de sufrir severos castigos, con la amputación de tres dedos y sin que se le diera recompensa alguna. De inmediato juntó sus pocas pertenecíais y huyó de la región por miedo a la venganza de los familiares de Espitia. Asegura que se fue a Monte Escobedo.
A unos tres mese de la confesión, muere el padre Facundo Pérez, siendo cura de Jerez. Hay quien dice que su deceso fue a consecuencia de acudir a buscar el tesoro de los tulises.
A más de un siglo de este acontecimiento, pudimos apreciar un amarillento y añejo papel que tal vez sea la confesión de Espitia escrita por el sacerdote, a continuación la transcripción:
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Frase Célebre : -Si las cosas fueran fáciles, hasta yo las haría.
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Derrotero de Andrés Espitia.
Miér 26 Mar 2008, 10:18 pm
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El tesoro de Andrés Espitia
“En el nombre sea de Dios, que todo lo puede, a quien posea esta mi carta, ruego rece por mi alma si es que yo haya sido ya muerto. Los designios de la providencia divina me llevaron por caminos que no son los recomendados, pero tardé para arrepentirme, quiero la súplica del perdón, yo , Andrés Espitia pertenecí a una banda de asaltantes que llenábamos de temor a los arrieros que se cestiaban en San Isidro y casi hasta las haciendas de Buena Vista y el Cuidado. Juntamos mucho de nuestro trabajo, mismo que guardamos en espera de que se acabara la guerra y que está como digo y juro: en el cerropartido por la culebra, del lado donde no, se puede ver sólo desde un lugar en día claro la Villanueva y la región de Zacatecas. Ahí hay una piedra grande barrenada donde está una asa para argolla. Esa es para sostener una soga chavinda con la que se bajará el despeñadero cosa de catorce brazas. Al llegar a una piedra lajas se quita lo que hay arriba y la laja quedará al descubierto la abertura de una cueva. Los huesos de tres desdichados guardan la entrada, ruego los lleven a terreno santo y les sean rezadas misas por su ánima, pues murieron con violencia y en pecado.
La cueva es más ancha luego que sobre una cantera cuadrada está una imagen de la Purísima Concepción como de cuatro sesmas, de bulto con una diadema de oro con cinco grandes diamantes, dicen que de doce quilates. Tiene un manto azul y túnica blanca. Ruego a quien la encuentre, la lleve al Real de Bolaños de donde la sustrajimos en el año del 61.
Adelante está un santo Santiago de madera café que del pueblito de Moyahua trajimos. Está arreglado para que cuando alguien pase, suba la espada, que es muy afilada y puede hacer daño. Sables, cuchillos, pistoletones, mosquetones y rifles, aparte de pólvora de grano y fina, balas y los arcenes necesarios para su aseo, hay en esta parte del escondite.
También ropa teníamos para que no nos conocieran luego. En la cueva que sigue es donde están costaleros de cuero vaqueta llenas de monedas de oro y plata de antes de la guerra -no recuerdo cuantas- pero son como para llenar tres carros guayines de hacienda. Hay dos barras pesadas de oro fundido. Si encuentra alguien esto, que deje tres costales en el templo de Jerez para los pobres y que mande hacer o que haga un vestido con oro y plata para la virgen de la Soledad.
Había una entrada en la mesa del cerro pero no existe ya, porque antes de ser atrapado, la tapié con la trampa y no se abrirá y más.
Digo yo, que es verdad lo anterior y pido a quien halle esto, no olvide rogar por mi alma y la de mis compañeros muertos en el cerro que es del Tajo de Villanueva”
Marzo 13 de 1870
Espitia.
http://201.120.149.127/2002/04/06/feriajerez4.htm
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El tesoro de Andrés Espitia
“En el nombre sea de Dios, que todo lo puede, a quien posea esta mi carta, ruego rece por mi alma si es que yo haya sido ya muerto. Los designios de la providencia divina me llevaron por caminos que no son los recomendados, pero tardé para arrepentirme, quiero la súplica del perdón, yo , Andrés Espitia pertenecí a una banda de asaltantes que llenábamos de temor a los arrieros que se cestiaban en San Isidro y casi hasta las haciendas de Buena Vista y el Cuidado. Juntamos mucho de nuestro trabajo, mismo que guardamos en espera de que se acabara la guerra y que está como digo y juro: en el cerropartido por la culebra, del lado donde no, se puede ver sólo desde un lugar en día claro la Villanueva y la región de Zacatecas. Ahí hay una piedra grande barrenada donde está una asa para argolla. Esa es para sostener una soga chavinda con la que se bajará el despeñadero cosa de catorce brazas. Al llegar a una piedra lajas se quita lo que hay arriba y la laja quedará al descubierto la abertura de una cueva. Los huesos de tres desdichados guardan la entrada, ruego los lleven a terreno santo y les sean rezadas misas por su ánima, pues murieron con violencia y en pecado.
La cueva es más ancha luego que sobre una cantera cuadrada está una imagen de la Purísima Concepción como de cuatro sesmas, de bulto con una diadema de oro con cinco grandes diamantes, dicen que de doce quilates. Tiene un manto azul y túnica blanca. Ruego a quien la encuentre, la lleve al Real de Bolaños de donde la sustrajimos en el año del 61.
Adelante está un santo Santiago de madera café que del pueblito de Moyahua trajimos. Está arreglado para que cuando alguien pase, suba la espada, que es muy afilada y puede hacer daño. Sables, cuchillos, pistoletones, mosquetones y rifles, aparte de pólvora de grano y fina, balas y los arcenes necesarios para su aseo, hay en esta parte del escondite.
También ropa teníamos para que no nos conocieran luego. En la cueva que sigue es donde están costaleros de cuero vaqueta llenas de monedas de oro y plata de antes de la guerra -no recuerdo cuantas- pero son como para llenar tres carros guayines de hacienda. Hay dos barras pesadas de oro fundido. Si encuentra alguien esto, que deje tres costales en el templo de Jerez para los pobres y que mande hacer o que haga un vestido con oro y plata para la virgen de la Soledad.
Había una entrada en la mesa del cerro pero no existe ya, porque antes de ser atrapado, la tapié con la trampa y no se abrirá y más.
Digo yo, que es verdad lo anterior y pido a quien halle esto, no olvide rogar por mi alma y la de mis compañeros muertos en el cerro que es del Tajo de Villanueva”
Marzo 13 de 1870
Espitia.
http://201.120.149.127/2002/04/06/feriajerez4.htm
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- BerumenColaborador ocasional
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Frase Célebre : Si no se van a hacer bien las cosas... ni pa'que empezarlas
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Re: El tesoro de Andrés Espitia, Jerez.
Vie 06 Mar 2009, 3:08 pm
NO TIENES HISTORIAS PROPIAS PEDRO CANTU? SERIA MAS LOABLE QUE TRANSCRIBIERAS HISTORIAS TUYAS... NO DE OTRAS PERSONAS...
Atentamente
LUIS MIGUEL BERUMEN FELIX
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Re: El tesoro de Andrés Espitia, Jerez.
Vie 06 Mar 2009, 5:01 pm
Saluds al foro ; con respecto a la pregunta de el Sr. Berumen ,creo que nadie tiene historias propias en la actualidad , ya que casi en su totalidad todas estas historias,son recopilaciones que se encuentran en internet y el trabajo que toma encontrar estas historias en este sistema electronico ,es arduo y el Sr. Pedro Cantu trata de manejar este foro ,agregandolas ,para darle variedad en cuanto a los temas.Si le parece mal al Sr. Berumen a mi criterio,seria mejor que se borrara del foro esa historia, para evitar conflictos. Saludos y adelante foristas.
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Frase Célebre : Todo a su debido tiempo....pero todo ...llegara
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Re: El tesoro de Andrés Espitia, Jerez.
Vie 06 Mar 2009, 5:14 pm
ESTOY DE AACUERDO CON EL COMENTARIO DE JOSE,LAS HISTORIAS Y LEYENDAS QUE EL DR. CANTU ENCUENTRA EN EL INTERNET ES EN BENEFICIO DE TODOS NOSOTROS,YA QUE AL BUSCARLAS Y EXPONERLAS EN EL FORO,LAS PONE DE A PECHITO Y EN LA BOCA,PARA LOS QUE VIVEN EN ESA REGION,....LA PREOCUPACION Y EL EMPEÑO QUE PONE EL DR. POR ENRIQUECER EL FORO,MERECE UN APLAUSO Y UN AGRADECIMIENTO ....NO UNA CRITICA.
PREGUNTO AL SR. BERUMEN CON EL RESPETO QUE SE MERECE.........
LE GUSTA BUSCAR TESOROS SR. ??
PREGUNTO AL SR. BERUMEN CON EL RESPETO QUE SE MERECE.........
LE GUSTA BUSCAR TESOROS SR. ??
- Pedro CantúAdmin
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Re: El tesoro de Andrés Espitia, Jerez.
Vie 06 Mar 2009, 5:37 pm
Berumen escribió:NO TIENES HISTORIAS PROPIAS PEDRO CANTU? SERIA MAS LOABLE QUE TRANSCRIBIERAS HISTORIAS TUYAS... NO DE OTRAS PERSONAS...
Atentamente
LUIS MIGUEL BERUMEN FELIX
Disculpe Sr Berumen, me doy cuenta que usted es el autor de este escrito y por eso su molestia, pero la historia nunca me la adjudico como obra intelectual mía, si se fija al final del mensaje sale la dirección de internet de donde se tomó el derrotero del tesoro de Andrés Espitia, http://201.120.149.127/2002/04/06/feriajerez4.htm, incluso su nombre aparece al principio, y observe que no le cambio ni una coma ni un punto al derrotero para respetar el trabajo original, cierto que no publico muchas historias mías, pero es por que no tengo grandes habilidades de redacción y por eso busco trabajos de los profesionales, parte de mi labor como administrador de este foro es buscar noticias o historias de tesoros por la red y colocar un resumen o el trabajo completo aquí, siempre con la dirección del sitio original para que los compañeros puedan ver más información o comunicarse con el autor, lo que ha pasado en muchas ocasiones.
Algunas veces solicito el permiso del autor, cuando viene publicada su dirección de correo, y publico también la autorización, como aquí: https://www.buscadores-tesoros.com/lenguaje-de-los-tesoros-signos-simbolos-marcas-pesos-medidas-etc-f86/diccionario-para-la-lectura-de-textos-coloniales-en-mexico-t16.htm
Pero tal vez por falta de tiempo o por no tener a donde comunicarme con Usted no lo pude contactar, le ofrezco de nuevo una disculpa si la publicación de su trabajo lo ha afectado de alguna manera, pero nunca ha sido mi intención robar ideas o autorías de trabajos, solo darlos a conocer a este selecto grupo de amigos, donde lo incluyo a Usted si me lo permite, que conforman el foro de Buscadores de Tesoros.
Saludos
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- romel505Moderador
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Frase Célebre : Es mas facil encontrar las moronas que el Queso.
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Re: El tesoro de Andrés Espitia, Jerez.
Vie 06 Mar 2009, 5:44 pm
Tal parece Sr.Berumen que desconoce la tematica del foro,,me permito observarle que no se esta apropiando esa historia el doc, permitase antes de cuestionar cualquier historia observar la informacion que amablemente el doc busca,investiga,documenta,analiza y proporciona no se las anota como propias unicamente es con el afan de informarnos tal evento,,**TRANSCRIBIRLAS** por favor BERUMEN ya te quisiera ver trancribiendo haber si lo haces,,de hecho no haz aportado nada desde que te inscribiste,,y menos participar,,,creo que andas en el canal erroneo,,con todo respeto creo que tu respuesta a este post queda fuera de lugar,,,aqui en el foro se comparten historias propias y ajenas con el fin de que si esa historia esta en tu ciudad quieras profundizar investigandola o simplemente para tu conocimiento general,,inclusive opinando de la misma,,pero no crei que criticaras,pues ya estas grandecito como para no saber de que se trata este foro DE **BUSCADORES** en fin otra personita que se va de 0 a 100 en 2.5 segundos y se embarra en la barda,,en fin Berumen tu vas a ver la oleada que acabas de originar,,
- Pedro CantúAdmin
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Re: El tesoro de Andrés Espitia, Jerez.
Vie 06 Mar 2009, 5:46 pm
Para evitar la oleada que dice rommel, voy a cerrar esta discusión...
Claro que el Sr. Berúmen tiene su derecho de réplica y si así lo solicita, se borrará la historia de inmediato.
Gracias.
Aquí no ha pasado nada y que siga la buena vibra.
Saludos.
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Claro que el Sr. Berúmen tiene su derecho de réplica y si así lo solicita, se borrará la historia de inmediato.
Gracias.
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