Cuento: El Diario de Griselda Santos
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Gambusino
SilverMan
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Cuento: El Diario de Griselda Santos
Dom 16 Oct 2011, 1:48 pm
El Diario de Griselda Santos
Este fragmento del diario personal de la señorita Griselda Santos, fue obtenido por un amigo de prospecciones. Se conforma por un par de hojas arrancadas. Fueron extraídas por un tipo que buscando un tesoro en la casa de la familia Santos (en un poblado alejado en la serranía llamado San Joaquín), al haber fracasado, se dedicó a rapiñar los objetos y muebles que fueron abandonados. Se encontró detrás de una fotografía antigua y enmarcada de los padres, colgada sobre el muro de un cuarto. Puede notarse la estrecha relación que unió a la autora con su padre en vida. Además el estado de ánimo tan deplorable que tenía al momento de escribirla en ausencia de este. Este texto data de los primeros años del siglo XX.
Aquí está implícito el por qué del fracaso de muchos que se internaron para extraer el famoso tesoro del capitán Santos. Borrosa por la humedad, pudimos transcribirla poco a poco.
Esta es la historia que la precede:
31 de octubre.
Cuando me acuesto siento el aire helado en mi nariz, respiro despacio. Lo oscuro me abstrae, me pierdo en la enormidad de mis pensamientos pero los ladridos de los perros del pueblo me regresan a mi alcoba. La llama del incienso me recuerda a mi padre, cuando me sentaba en sus piernas y me aleccionaba, me recogía el cabello y jugueteaba conmigo. El olor a sándalo en la sala y nuestras risas nos juntaban.
¿Qué nos habrá dado entonces?, si grande la familia y de la noche a la mañana, todos tomaron sus rumbos y sola me quedé con los viejos. El cuerpo se cansa, los malestares vienen y las molestias nos separan. Aquellos que prefirieron una vida con su familia, partieron para Querétaro, otros a la capital y hasta Teresa se fue para Europa.
Rato me he quedado desde entonces. Con estos fríos, la montaña húmeda y la edad avanzada, los viejos comenzaron una tras otra, enferme y enferme. Mis desveladas y preocupaciones, las marchas a El Tepozán a recoger la hierba para sus achaques, los gastos de sus curaciones, el doctor, la hierbera y todo en vano.
En San Joaquín la gente es longeva, recuerdo que decía mi padre: “es la calidez de su gente, lo templado de su montaña y la tranquilidad del lugar”. Padre, te bastaron sesenta y cinco años para morir, y a mi mamá un par más de martirio por la tristeza de no tenerte y la mía que no podía ocultar.
Enfrente la ventana, el pueblo oscuro, se empaña el vidrio y sus gotas escurren como lágrimas, como tantas que te tragaste cuando mirabas a tus hijos irse uno a uno. Que te hacías en el pantalón, que no podías masticar la comida, que te ayudaran a subir las escaleras y demás. Pero ansiosos con tu dinero, que para cuando lo ibas a repartir, que de qué te servía esta casona si ni la disfrutabas, que las necesidades de gastos y tus monedas ocultas, que mejor me voy porque el viejo es un avaro, que no supiste ser un padre y mi madre que te solapó, en fin, que bueno que no hayas escuchado sus murmuraciones y su avaricia por que hubieran precipitado tus malestares.
Y no te lo voy a negar, me queda el coraje de saber que preferiste a Hernán, y que siempre de tus hijas no te separabas de Lucrecia. Que al ser la pequeña no necesitaba yo de tu atención, para eso estaba la madre. Y me acercaba y se te iban tus cariños con ellos, míralos, fueron los primeritos de largarse cuando te envejeciste y creyeron que quizás no tuvieras el mentado dinero.
1 de noviembre.
He de decirte que nada en este pueblo cambia. Hoy por la mañana vi tu rostro en las fotografías del archivo del pueblo, me recorrió un frío sobre la espalda. Tú, capitán de caballería con los demás soldados, en el Cimatario, entre la maleza del cerro y sucios, luchando por su Majestad Maximiliano y su causa, una que en realidad no fue tuya. De cacique a defensor imperialista, que cómico les pareció a todos.
Y las familias aquí, esperando el día que terminen nuestros martirios, y cuando por fin regresaste te miré distinto, los ojos que en un principio eran vivos, regresaron apagados, cumpliste tu ideal, pero endureciste el alma.
Mucho me han preguntado, los interesados del pueblo, que en donde habrás dejado el dinero que tuviste. Don Fausto ,que en paz descanse, aseguró haberte visto en la toma del convento de la Cruz, cuando retiraban en carretas los bienes confiscados a los imperialistas, cuando arreaban las mulas que casi no podía desplazarse en el empedrado por el peso de los valores.
Ignoro si sea cierto, lo que sí es que a la fecha, esta casa es motivo de discordias en el pueblo. Piensan que el dinero lo tengo aquí en mi recámara. Que tengo las monedas o las barras a mi disposición y para saber si hayas dejado algo, al menos muchos problemas me quitaría de encima.
4 de noviembre.
Me envejezco padre, cada vez los fríos de esta serranía me entumen más, cada vez las escaleras que con esfuerzos subías me pesan ahora a mí. Mi salud no es lo que quisiera tener, y mis temores de estar sola, por no haberme casado nunca, se acrecientan cuando el día menos pensado ocupe la ayuda de alguien y ese no estará al tanto de mí. ¿He de merecerlo?, ¿qué estaré pagando por haber sido considerada con ustedes? Preferí la soltería para cuidarlos, pero no tengo quien lo haga por mí.
El humo del incienso sube al techo, se estanca entre sus vigas. Entumida en este cuerpo que se envejece, con las cobijas de lana encima, quiero a veces salir, no aprisionarme a mi cama. Como de chiquilla que me buscabas en la huerta, y salías de noche a recogerme cuando me veías ahí sentada, al pie del viejo encino. Me tomabas con tus brazos, yo simulaba dormir y me llevabas a la cama, retirabas mis zapatos y cobijabas mi cuerpo.
Ahora me confundo, la tristeza por mi soledad no permite disfrutar el encino, aún erecto.
Recorro por las tardes los senderos de los manzanos y los ciruelos, y las hojas que caen y tapizan sus suelos, me evocan tu martirio de anciano. Veo en las noches, hacia la huerta a través de la ventana, un resplandor zarco, una luz o un fuego bello y misterioso que sale de las raíces del encino, se eleva silente y casi toca el follaje de sus ramas. ¿Estaré perdiendo la razón padre?... comienzo a tener miedo.
6 de noviembre.
Mañana será un día triste, vendrán los peones a derribar el huerto. Mi necesidad de dinero me lleva a vender ese terreno. Tanto que disfrutabas deshierbarlo, cuidar de tajo cada rincón para que en estas fechas la cosecha fuera buena. Lo siento, pero tengo que ayudarme, los Casasola establecerán una botica, personalmente miraré el encino caer con el filo del hacha.
Espero no te enfurezcas padre, porque estoy considerando vender la propiedad y marcharme para Toscana, a donde siempre soñaste que pasarías tus últimos días y no pudiste cumplir. De cualquier forma tarde que temprano la vida se termina y te veré de nuevo, ya platicaremos con calma.
Espero que no se prologue esta soledad, que día a día me lastima y me empuja al ansia de abrazarlos con fuerza y poder llorar en sus regazos tibios.
Los lugareños no se explican porque al vender la huerta de la casa, de repente Griselda Santos la abandona completamente e ignoran su paradero (seguramente adquirió una finca de olivos en la provincia italiana de Toscana). El desenlace es más que obvio, lo siento por aquellos aficionados que aún buscan afanosamente en su interior el tesoro de la casona de los Santos. De los peones y sus familias, no se les ha visto desde entonces por San Joaquín. El resto de las páginas del diario nunca fueron localizadas.
Este fragmento del diario personal de la señorita Griselda Santos, fue obtenido por un amigo de prospecciones. Se conforma por un par de hojas arrancadas. Fueron extraídas por un tipo que buscando un tesoro en la casa de la familia Santos (en un poblado alejado en la serranía llamado San Joaquín), al haber fracasado, se dedicó a rapiñar los objetos y muebles que fueron abandonados. Se encontró detrás de una fotografía antigua y enmarcada de los padres, colgada sobre el muro de un cuarto. Puede notarse la estrecha relación que unió a la autora con su padre en vida. Además el estado de ánimo tan deplorable que tenía al momento de escribirla en ausencia de este. Este texto data de los primeros años del siglo XX.
Aquí está implícito el por qué del fracaso de muchos que se internaron para extraer el famoso tesoro del capitán Santos. Borrosa por la humedad, pudimos transcribirla poco a poco.
Esta es la historia que la precede:
31 de octubre.
Cuando me acuesto siento el aire helado en mi nariz, respiro despacio. Lo oscuro me abstrae, me pierdo en la enormidad de mis pensamientos pero los ladridos de los perros del pueblo me regresan a mi alcoba. La llama del incienso me recuerda a mi padre, cuando me sentaba en sus piernas y me aleccionaba, me recogía el cabello y jugueteaba conmigo. El olor a sándalo en la sala y nuestras risas nos juntaban.
¿Qué nos habrá dado entonces?, si grande la familia y de la noche a la mañana, todos tomaron sus rumbos y sola me quedé con los viejos. El cuerpo se cansa, los malestares vienen y las molestias nos separan. Aquellos que prefirieron una vida con su familia, partieron para Querétaro, otros a la capital y hasta Teresa se fue para Europa.
Rato me he quedado desde entonces. Con estos fríos, la montaña húmeda y la edad avanzada, los viejos comenzaron una tras otra, enferme y enferme. Mis desveladas y preocupaciones, las marchas a El Tepozán a recoger la hierba para sus achaques, los gastos de sus curaciones, el doctor, la hierbera y todo en vano.
En San Joaquín la gente es longeva, recuerdo que decía mi padre: “es la calidez de su gente, lo templado de su montaña y la tranquilidad del lugar”. Padre, te bastaron sesenta y cinco años para morir, y a mi mamá un par más de martirio por la tristeza de no tenerte y la mía que no podía ocultar.
Enfrente la ventana, el pueblo oscuro, se empaña el vidrio y sus gotas escurren como lágrimas, como tantas que te tragaste cuando mirabas a tus hijos irse uno a uno. Que te hacías en el pantalón, que no podías masticar la comida, que te ayudaran a subir las escaleras y demás. Pero ansiosos con tu dinero, que para cuando lo ibas a repartir, que de qué te servía esta casona si ni la disfrutabas, que las necesidades de gastos y tus monedas ocultas, que mejor me voy porque el viejo es un avaro, que no supiste ser un padre y mi madre que te solapó, en fin, que bueno que no hayas escuchado sus murmuraciones y su avaricia por que hubieran precipitado tus malestares.
Y no te lo voy a negar, me queda el coraje de saber que preferiste a Hernán, y que siempre de tus hijas no te separabas de Lucrecia. Que al ser la pequeña no necesitaba yo de tu atención, para eso estaba la madre. Y me acercaba y se te iban tus cariños con ellos, míralos, fueron los primeritos de largarse cuando te envejeciste y creyeron que quizás no tuvieras el mentado dinero.
1 de noviembre.
He de decirte que nada en este pueblo cambia. Hoy por la mañana vi tu rostro en las fotografías del archivo del pueblo, me recorrió un frío sobre la espalda. Tú, capitán de caballería con los demás soldados, en el Cimatario, entre la maleza del cerro y sucios, luchando por su Majestad Maximiliano y su causa, una que en realidad no fue tuya. De cacique a defensor imperialista, que cómico les pareció a todos.
Y las familias aquí, esperando el día que terminen nuestros martirios, y cuando por fin regresaste te miré distinto, los ojos que en un principio eran vivos, regresaron apagados, cumpliste tu ideal, pero endureciste el alma.
Mucho me han preguntado, los interesados del pueblo, que en donde habrás dejado el dinero que tuviste. Don Fausto ,que en paz descanse, aseguró haberte visto en la toma del convento de la Cruz, cuando retiraban en carretas los bienes confiscados a los imperialistas, cuando arreaban las mulas que casi no podía desplazarse en el empedrado por el peso de los valores.
Ignoro si sea cierto, lo que sí es que a la fecha, esta casa es motivo de discordias en el pueblo. Piensan que el dinero lo tengo aquí en mi recámara. Que tengo las monedas o las barras a mi disposición y para saber si hayas dejado algo, al menos muchos problemas me quitaría de encima.
4 de noviembre.
Me envejezco padre, cada vez los fríos de esta serranía me entumen más, cada vez las escaleras que con esfuerzos subías me pesan ahora a mí. Mi salud no es lo que quisiera tener, y mis temores de estar sola, por no haberme casado nunca, se acrecientan cuando el día menos pensado ocupe la ayuda de alguien y ese no estará al tanto de mí. ¿He de merecerlo?, ¿qué estaré pagando por haber sido considerada con ustedes? Preferí la soltería para cuidarlos, pero no tengo quien lo haga por mí.
El humo del incienso sube al techo, se estanca entre sus vigas. Entumida en este cuerpo que se envejece, con las cobijas de lana encima, quiero a veces salir, no aprisionarme a mi cama. Como de chiquilla que me buscabas en la huerta, y salías de noche a recogerme cuando me veías ahí sentada, al pie del viejo encino. Me tomabas con tus brazos, yo simulaba dormir y me llevabas a la cama, retirabas mis zapatos y cobijabas mi cuerpo.
Ahora me confundo, la tristeza por mi soledad no permite disfrutar el encino, aún erecto.
Recorro por las tardes los senderos de los manzanos y los ciruelos, y las hojas que caen y tapizan sus suelos, me evocan tu martirio de anciano. Veo en las noches, hacia la huerta a través de la ventana, un resplandor zarco, una luz o un fuego bello y misterioso que sale de las raíces del encino, se eleva silente y casi toca el follaje de sus ramas. ¿Estaré perdiendo la razón padre?... comienzo a tener miedo.
6 de noviembre.
Mañana será un día triste, vendrán los peones a derribar el huerto. Mi necesidad de dinero me lleva a vender ese terreno. Tanto que disfrutabas deshierbarlo, cuidar de tajo cada rincón para que en estas fechas la cosecha fuera buena. Lo siento, pero tengo que ayudarme, los Casasola establecerán una botica, personalmente miraré el encino caer con el filo del hacha.
Espero no te enfurezcas padre, porque estoy considerando vender la propiedad y marcharme para Toscana, a donde siempre soñaste que pasarías tus últimos días y no pudiste cumplir. De cualquier forma tarde que temprano la vida se termina y te veré de nuevo, ya platicaremos con calma.
Espero que no se prologue esta soledad, que día a día me lastima y me empuja al ansia de abrazarlos con fuerza y poder llorar en sus regazos tibios.
Los lugareños no se explican porque al vender la huerta de la casa, de repente Griselda Santos la abandona completamente e ignoran su paradero (seguramente adquirió una finca de olivos en la provincia italiana de Toscana). El desenlace es más que obvio, lo siento por aquellos aficionados que aún buscan afanosamente en su interior el tesoro de la casona de los Santos. De los peones y sus familias, no se les ha visto desde entonces por San Joaquín. El resto de las páginas del diario nunca fueron localizadas.
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Re: Cuento: El Diario de Griselda Santos
Dom 16 Oct 2011, 9:48 pm
hmmm exelente historia...
solo hay de 2, o encontro el tesoro y mientras derribaron el encino ó los albañiles al ver el tesoro que habien encontrado, decidieron desaparecer ala señora :/ espero que haya sido la primera opcion, de cualquier modo que buena historia , gracias x comparirla mi estimado!! saludos.
solo hay de 2, o encontro el tesoro y mientras derribaron el encino ó los albañiles al ver el tesoro que habien encontrado, decidieron desaparecer ala señora :/ espero que haya sido la primera opcion, de cualquier modo que buena historia , gracias x comparirla mi estimado!! saludos.
Re: Cuento: El Diario de Griselda Santos
Dom 16 Oct 2011, 10:18 pm
SilverMan escribió:hmmm exelente historia...
solo hay de 2, o encontro el tesoro y mientras derribaron el encino ó los albañiles al ver el tesoro que habien encontrado, decidieron desaparecer ala señora :/ espero que haya sido la primera opcion, de cualquier modo que buena historia , gracias x comparirla mi estimado!! saludos.
De hecho fue la primera. Se menciona que parece ser que se fue a la Toscana. Al menos así lo pensé...
Saludos.
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- GambusinoModerador
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Re: Cuento: El Diario de Griselda Santos
Lun 17 Oct 2011, 9:17 am
Me gustó mucho la narrativa del diario.
La descripcion del entorno, mezclado con sensaciones y sentimientos, me hizo disfrutar bastante el corto relato.
Debió haber sido un interesante diario !!
A travez de la descripción se nota la soledad, la tristeza, la amargura, el abandono en que vivia esta persona, y la añoranza hacia sus padres
Debió de tener una buena cultura, ya que su narración asi lo deja ver.
Por último, yo pienso que el dinero enterrado sigue ahi, tiraron el árbol, pero no hace mención ni sugiere que hayan excabado para encontrar el dinero perdido o enterrado.
Y si después de tirado el arbol,construyeron en el area, pues quedó oculta una gran riqueza, por las actividades que dice tuvo su papá, porque menciona que se fué de ahí, pero tambien dice que iba a vender su casa, no nada mas el huerto.
Muy buena historia.........
Saludos
PD. Una buena historia de un gran tesoro, para algun investigador que quiera invertir, tiempo, dinero y esfuerzo, para saber dar con el lugar exacto, en que condiciones está ahorita para saber si es viable su busqueda, pédir permisos, y hacer un contrato.
La descripcion del entorno, mezclado con sensaciones y sentimientos, me hizo disfrutar bastante el corto relato.
Debió haber sido un interesante diario !!
A travez de la descripción se nota la soledad, la tristeza, la amargura, el abandono en que vivia esta persona, y la añoranza hacia sus padres
Debió de tener una buena cultura, ya que su narración asi lo deja ver.
Por último, yo pienso que el dinero enterrado sigue ahi, tiraron el árbol, pero no hace mención ni sugiere que hayan excabado para encontrar el dinero perdido o enterrado.
Y si después de tirado el arbol,construyeron en el area, pues quedó oculta una gran riqueza, por las actividades que dice tuvo su papá, porque menciona que se fué de ahí, pero tambien dice que iba a vender su casa, no nada mas el huerto.
Muy buena historia.........
Saludos
PD. Una buena historia de un gran tesoro, para algun investigador que quiera invertir, tiempo, dinero y esfuerzo, para saber dar con el lugar exacto, en que condiciones está ahorita para saber si es viable su busqueda, pédir permisos, y hacer un contrato.
- DEThectorIdentidad Certificada
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Re: Cuento: El Diario de Griselda Santos
Lun 17 Oct 2011, 12:08 pm
Pues si no encontró el tesoro perdió dos en total: Los valores ocultos por su padre y el no haber vivido su vida en plenitud y si lo encontró lo segundo ya lo había perdido.
P.D. Conste que el título dice: CUENTO
P.D. Conste que el título dice: CUENTO
Re: Cuento: El Diario de Griselda Santos
Lun 17 Oct 2011, 9:51 pm
Gambusino escribió:Me gustó mucho la narrativa del diario.
La descripcion del entorno, mezclado con sensaciones y sentimientos, me hizo disfrutar bastante el corto relato.
Debió haber sido un interesante diario !!
A travez de la descripción se nota la soledad, la tristeza, la amargura, el abandono en que vivia esta persona, y la añoranza hacia sus padres
Debió de tener una buena cultura, ya que su narración asi lo deja ver.
Por último, yo pienso que el dinero enterrado sigue ahi, tiraron el árbol, pero no hace mención ni sugiere que hayan excabado para encontrar el dinero perdido o enterrado.
Y si después de tirado el arbol,construyeron en el area, pues quedó oculta una gran riqueza, por las actividades que dice tuvo su papá, porque menciona que se fué de ahí, pero tambien dice que iba a vender su casa, no nada mas el huerto.
Muy buena historia.........
Saludos
PD. Una buena historia de un gran tesoro, para algun investigador que quiera invertir, tiempo, dinero y esfuerzo, para saber dar con el lugar exacto, en que condiciones está ahorita para saber si es viable su busqueda, pédir permisos, y hacer un contrato.
Eso es lo rico y valioso de la literatura, enciende tu imaginación y tú puedes dar un determinado desenlace si el autor lo permite.
Que bueno que te agradó Gambusino, quiero agradecerte tu amable comentario.
Saludos.
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Re: Cuento: El Diario de Griselda Santos
Lun 17 Oct 2011, 9:52 pm
DEThector escribió:Pues si no encontró el tesoro perdió dos en total: Los valores ocultos por su padre y el no haber vivido su vida en plenitud y si lo encontró lo segundo ya lo había perdido.
P.D. Conste que el título dice: CUENTO
Así es mi estimado DEThector...
De hecho ese fue el propósito, plasmar la amargura de una mujer en su soledad. Ella en la actualidad existe, obviamente ha habido cambios. Pero la historia familiar, el pueblo y el entorno son reales.
También me da gusto que te haya agradado, recibe un saludo.
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Re: Cuento: El Diario de Griselda Santos
Lun 17 Oct 2011, 9:57 pm
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- calixtotelesExperto del Foro
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Frase Célebre : En peores panteones me han dado las 12
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Re: Cuento: El Diario de Griselda Santos
Mar 18 Oct 2011, 8:43 am
Es una historia muy triste, rebozante de soledad.
- Hector Hugo ZavalaIdentidad Certificada
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Localización : Santa Maria California/LOS REYES MICHOACAN MEXICO
Frase Célebre : ESTAMOS EN ESTE MUNDO PARA SER FELICES NO PARA SER PERFECTOS...
Fecha de inscripción : 11/09/2010
Puntos : 6901
Re: Cuento: El Diario de Griselda Santos
Mar 18 Oct 2011, 12:15 pm
WOW!!!UNA EXQUISITA LECTURA CON MATIZES DE MELANCOLIA E INCERTIDUMBRE,,, SUBLIME Y DE MEDITACION RATORICA...GRACIAS POR COMPARTIR ALBERTO..
_________________
SER BUSCADOR DE TESOROS ES MAS QUE ESO,,,SER BUSCADOR DE TESOROS;"""ES UN ESTILO DE VIDA.."""
SU AMIGO POR SIEMPRE H.H (WINDURY) ZAVALA
Re: Cuento: El Diario de Griselda Santos
Mar 18 Oct 2011, 9:49 pm
Gracias muchachos. Ese es el objetivo principal, que lo disfruten, me da gusto.
Saludos.
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- Pere de MallofréVoz de la Experiencia
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Frase Célebre : El que busca encuentra.
Fecha de inscripción : 05/04/2010
Puntos : 5537
Re: Cuento: El Diario de Griselda Santos
Mar 18 Oct 2011, 10:26 pm
Buena historia! y que triste tambien. no hay tesoro que valga mas que la familia y el amor de la misma.
saludos.
saludos.
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